Paradoja argentina: Salarios insuficientes pero salarios caros

Los salarios argentinos son insuficientes para los trabajadores argentinos, a causa de la inflación, pero son caros en términos de las economías regionales, a causa del atraso cambiario y la distorsión de precios relativos. Un buen informe de Economía & Regiones: "La Argentina ya no es tan barata en términos de Brasil: el salario medido en reales aumentó 24% (punta a punta) y 15% (promedio) en 2011."



Salarios argentinos 2012, más altos que los salarios en reales (Economía & Regiones).

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). El crecimiento argentino se encuentra motorizado por el consumo de las familias. El combo de salarios creciendo por encima de la inflación, sin canales que fomenten el ahorro privado, ha impuesto una dinámica particular por la que transita nuestra economía: El aumento del poder adquisitivo de los trabajadores, apuntalado por la abundancia de créditos personales, se vuelca únicamente al consumo. 
 
De esta manera, la oferta agregada actúa -con cierto retraso- en respuesta a la demanda y tanto las importaciones como la producción local se incrementan al ritmo del poder de compra de los salarios.
 
La contracara del mecanismo anterior es la pérdida de competitividad que percibe la estructura productiva doméstica como consecuencia del aumento de costos en general y de los salarios en particular; lo que impacta en la reducción de la rentabilidad de algunos sectores productivos, en la desprotección de la producción local y en el incentivo a las importaciones; contrayendo la inversión y, por ende, la creación de puestos de trabajo en el mediano plazo.
 
El consumo privado representa aproximadamente el 65% del producto, el 57% de la demanda agregada y explica más del 70% del crecimiento anual de los últimos años.
 
A su vez, en términos históricos, el consumo per cápita en dólares alcanzó su pico máximo en el 2011, al trepar a los U$S 6.400 y superar ampliamente el máximo nivel de la convertibilidad (U$S 5.700 en 2008).
 
Esta performance del consumo se encuentra sustentada por la reducción del desempleo y los incrementos salariales que vienen superando a la inflación. Tal es así, que -por un lado- la tasa de desocupación descendió hasta el 7% en 2011, lo que ubica a la economía local en torno al pleno empleo del recurso trabajo. Paralelamente, tanto la tasa de empleo como la de actividad explicar que son vienen aumentando paulatinamente hasta alcanzar un 43,4% y un 46,7% respectivamente en 2011.
 
Al mismo tiempo, la expansión interanual del salario promedio alcanzó un 28% en el 2011, en tanto que el salario del sector privado registrado y el salario “en negro” aumentaron un 32% y un 29,5% respectivamente durante el mismo período. En este sentido, si se analiza el incremento de sueldos desde la crisis a la salida de la Convertibilidad, se observa un aumento del salario promedio en torno al 435%, en tanto que el incremento del sector privado formal supera un 548%.
 
Esta alza generalizada de la masa salarial (por precio y cantidad), encuentra justificación en losmayores niveles de actividad económica, y fundamentalmente, en las negociaciones entre los sindicatos y empresas, que constituyen un factor clave de este crecimiento. A modo de ejemplo, en los primeros 9 meses del 2011 (última información disponible en el Ministerio de Trabajo) se homologaron 1.400 negociaciones colectivas, lo que alcanzaría a 6 millones de trabajadores del sector privado registrado.
 
Este aumento de la masa salarial se da en un marco de tasas de interés pasivas (que pagan los bancos a los ahorristas) negativas (la tasa de interés promedio de los plazos fijos minoristas no superó el 14% durante el 2011), lo cual desincentiva el ahorro y estimula el consumo. Adicionalmente, el crédito al consumo (personales y tarjetas de crédito) se incrementó un 50% en 2011, representando el 40% de los créditos totales.
 
En este marco, la falta de canales de ahorro, la inflación y el crecimiento de los créditos para financiar consumo apuntalaron el gasto de las familias, potenciando la dinámica descripta en los párrafos anteriores.
 
Ahora bien, el aumento de los precios internos y sobre todo de los salarios, sumado a la estabilidad del tipo de cambio, llevó a una fuerte apreciación del tipo de cambio real; o lo que es lo mismo, “la Argentina se está volviendo cara para los extranjeros” y la competitividad-precio que otorgaba una moneda depreciada se evapora paulatinamente con el avance de la inflación (de costos). 
 
Las consecuencias inmediatas son el aumento de las importaciones (que el gobierno intenta pisar con las Licencias no automáticas), la desprotección de la industria local, el aumento de la absorción doméstica y el deterioro del resultado de cuenta corriente, que sin un financiamiento equivalente por cuenta de capital (ahorro externo) se traduce en pérdida de reservas (menor inyección de liquidez en los mercados).
 
Para peor, el tipo de cambio nominal funciona hoy en día como ancla anti-inflacionaria, lo que impide una devaluación del peso para recuperar competitividad precio, puesto que la misma se vería inmediatamente compensada por el incremento de los costos
internos, haciendo que la depreciación “real” resulte nula.
 
En este marco, el salario argentino medido en dólares se acelera sucesivamente en los últimos meses hasta alcanzar un 18,5% interanual, en promedio, durante el 2011.
 
Dicho de otro modo, la economía local habría perdido un 18,5% aproximadamente de competitividad‐precio respecto del país del norte en el año. En tanto que, a pesar de la mega devaluación de Diciembre de 2001, el nivel general de los salarios argentinos medidos en dólares se encuentra un 24% por encima de los niveles exhibidos en la salida de la Convertibilidad; lo que pone de manifiesto, que hoy en día una parte significativa de la estructura de costos de las empresas argentinas es más cara que en la década del ’90.
 
Esta pérdida de competitividad, potenciada por el rebote del nivel de actividad, forjó un fuerte incremento (46% a/a) de las importaciones, que alcanzaron los US$ 56.443 millones en 2010. Lo mismo sobrevino en los primeros meses del 2011, cuando la tasa de crecimiento de las importaciones superaba el 40% anual.
 
En este escenario, el Gobierno Nacional endureció las restricciones a las importaciones a través de las licencias no automáticas (LNA), que son la herramienta utilizada para monitorear los productos que ingresan al país.
 
El aumento de las LNA redujo las importaciones, que cerraron el año con un crecimiento de sólo 12% (a/a) en Diciembre pasado, a pesar de haberse expandido un 30% en todo el año. No obstante, cabe preguntarse hasta qué punto son efectivas estas medidas proteccionista, si se tiene en cuenta que los productos que se importan son en su mayoría utilizados para la producción industrial; ya sea en forma de insumos, bienes intermedios o de bienes de capital. 
 
Probablemente, estas trabas impliquen mayores precios en los productos protegidos o menos producción de bienes dependientes de las importaciones en sus estructuras productivas. 
 
En síntesis, en un contexto de pleno empleo como el actual, la protección termina siendo un juego de suma cero en donde se protege a algunos a costa de otros.
 
Los efectos negativos de las LNA sobre la producción industrial comenzarían a visualizarse. Tal es así, que la tasa de expansión de la industria se redujo paulatinamente desde el 10,3% (a/a) en enero 2011 hasta un 4% (a/a) en Noviembre (último dato relevado por Indec a través del EMI). 
 
Tanto la pérdida de competitividad producto de la apreciación cambiaria, como la fuga de capitales y el enfriamiento de la economía brasilera explicaron la desaceleración del nivel de actividad de la industria local.
 
La industria local se caracteriza por presentar una estructura productiva heterogénea en donde coexisten sectores de tecnología de avanzada y elevada productividad (que abastecen al mercado interno, a la vez que exportan parte de su producción); con otros de menor productividad relativa, que -muchas veces- sobreviven gracias a la protección del tipo de cambio elevado. 
 
Dentro del primer grupo, que es el que explica tres cuartos del crecimiento de la industria local, se destacan el sector automotriz,
metalúrgico y la metalmecánica (sin autos), que trabajan directamente vinculados con Brasil cuyo dinamismo proviene, en gran parte, de la demanda brasilera.
 
En pocas palabras, el sendero económico de Brasil es transcendental para explicar nivel del sector industrial en particular y macroeconómico en general. 
 
En este marco, tanto la menor demanda brasilera, como la devaluación del Real y la apreciación del tipo de cambio bilateral (que se manifiesta en el encarecimiento del salario argentino medido en Reales) imponen una luz amarilla para nuestro nivel de actividad.
 
Hasta ahora la disminución de la protección que era erosionada por la inflación doméstica quedaba compensada por la constante apreciación del Real. 
 
Es decir, la Argentina, a pesar de su aumento del nivel general de precios, seguía siendo barata para los brasileros. Sin embargo, la depreciación del real frente al dólar acontecida hacia fines del año pasado parecería haber quitado o, al menos, disminuido fuertemente este paraguas protector y Argentina ya no es tan barata para nuestros vecinos y socios del Brasil
 
En este sentido y a modo d ejemplo, sólo basta mencionar que el salario en Argentina medido en reales aumentó 24% (punta a punta) y 15% (promedio) en 2011.

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