ROLANDO ASTARITA Capitalismo y definición de clase obrera

       Capitalismo y definición de clase obrera


En la nota anterior (aquí) planteamos que, si el capitalismo está estancado desde hace medio siglo, o más, como sostiene buena parte del trotskismo, las condiciones objetivas para una transformación socialista deberían de estar debilitándose. En particular, la clase obrera debería estar reduciéndose en tanto fuerza social.

Esta perspectiva se refuerza con la idea, muy extendida, de que, a nivel global, crece una nueva clase media. El propio Trotsky lo sostuvo: “… el desarrollo del capitalismo ha acelerado, hasta el extremo, el crecimiento de legiones de técnicos, administradores, empleados comerciales, en resumen, la llamada ‘nueva clase media’. Por tanto, las clases intermedias, a cuya desaparición se refiere tan categóricamente el Manifiesto incluyen, aun en un país tan altamente industrializado como Alemania, casi la mitad de la población” (“A noventa años del Manifiesto Comunista”, de 1937). 

La cuestión es importante para el análisis crítico del capitalismo, ya que en el Manifiesto Marx y Engels sostuvieron que el rasgo distintivo de la época de la burguesía es “haber simplificado los antagonismos de clases. La sociedad se divide cada vez más en dos grandes campos opuestos, en dos clases enemigas: la burguesía y el proletariado”. Esta tesis la profundizó Marx en El capital, cuando analizó la tendencia a la concentración y centralización del capital (cap. 23, t. 1); y más todavía cuando trató la cuestión del trabajo productivo, en Teorías de la plusvalía, o en el Capítulo VI Inédito de El capital. A pesar de su importancia para el “trabajo en servicios”, Trotsky no analizó estos antecedentes.

Pero no se trata solo de Trotsky, o sus seguidores. Otros marxistas han sostenido que crecen las nuevas clases medias, típicamente “los obreros de cuello blanco”. Tal vez el más referenciado en este tema sea Nicos Poulantzas (1936-1979) y su libro Las clases sociales en el capitalismo actual (México, Siglo XXI, 1976). En este trabajo Poulantzas sostuvo que, a la par que desaparece la vieja pequeña burguesía –basada en la pequeña propiedad de los medios de producción-, se desarrolla una nueva pequeña burguesía, conformada principalmente por los ocupados en “servicios”. Según Poulantzas, estos trabajadores no son clase obrera ya que no serían productivos. Escribe: “Clase obrera en el modo de producción capitalista es la que realiza el trabajo productivo…  Así, en el modo de producción capitalista, no todos los no propietarios son obreros” (p. 19). En este marco, criticaba la tesis de la creciente polarización burguesía – clase obrera (véase p. 181). Aunque, por otra parte, reconocía que la tesis de la nueva clase media era utilizada por los críticos del marxismo para sostener que el capitalismo tiende a una sociedad más igualitaria. O proponer una “tercera vía” entre el capitalismo y el socialismo (véase pp. 179-180, ibídem). En esta nota analizamos críticamente la noción de la nueva clase media, y el rol de los trabajadores del sector servicios. Comenzamos con el concepto de trabajo productivo en Marx.

Trabajo productivo e improductivo, y los servicios

Hemos presentado la noción de trabajo productivo en una nota anterior (aquí). Repasamos algunos conceptos. En primer lugar, y según Marx (también Adam Smith, pero más parcialmente) el trabajo productivo, en el capitalismo, es el que produce no solo valor, sino también plusvalía. En segundo término, el hecho de que el trabajo sea productivo no depende de la materialidad del objeto producido, sino de la relación social bajo la que se lleva adelante esa producción. Por ejemplo, sea el trabajo de un sastre: Si un consumidor lo contrata para que le confeccione un traje para uso personal, ese trabajo no es productivo. Al abonar el trabajo del sastre el consumidor no valoriza su dinero, sino lo gasta como rédito. En cambio, si el poseedor del dinero contrata la fuerza de trabajo del sastre, le provee de los medios de producción necesarios, y vende luego los trajes obteniendo una plusvalía, ese trabajo del sastre es productivo (véase, por ejemplo, Marx, p. 133, t. 1, Teorías de la plusvalía).

Basados en lo anterior, decimos entonces que los trabajos de una médica, asalariada, que se desempeña en un centro de salud privado (empresa capitalista); o de una docente, empleada en una escuela privada (empresa capitalista), generan plusvalía, y son productivos. La primera produce la mercancía “cura de enfermedades”; la segunda la mercancía “educación”. Ambas mercancías tienen valor de uso y valor, incluida la plusvalía. De la misma manera, el trabajo del conductor de autobús, asalariado de una empresa capitalista, es productivo. La mercancía es el viaje, que también tiene valor de uso (el traslado) y valor, incluida la plusvalía.

Es importante tener presente que la generación de valor y plusvalía no depende de que se produzca un bien material “palpable” o “transportable”. Mucha gente piensa –Adam Smith fue un antecedente- que si el trabajo no se plasma en un bien físico transportable, no es productivo. Esta es una visión demasiado “física” del valor. Es que el valor es una propiedad social, objetivada, sea en un bien físico, o en un servicio. En este respecto Marx escribe: “estas definiciones [trabajo productivo / improductivo] no derivan de las características materiales del trabajo (ni de la naturaleza de su producto, ni del carácter especial del trabajo como trabajo concreto), sino de la forma social definida, las relaciones sociales del productor en que se realiza el trabajo. Un actor, por ejemplo, o inclusive un payaso, según esta definición, es un trabajador productivo si trabaja al servicio de un capitalista (un empresario) a quien devuelve más trabajo que el que recibe de él en forma de salarios; en tanto que un sastre que trabaja a domicilio, acude a la casa del capitalista y le remienda los pantalones, con lo cual solo produce un valor de uso, es un trabajador improductivo” (ibídem).

Dinámica del capitalismo y trabajo productivo

La distinción entre trabajo productivo e improductivo permite penetrar en una de las características centrales del capitalismo. Es que, a medida que se desarrolla el capitalismo, cada vez más trabajos que eran realizados por pequeños productores dueños de sus medios de producción (producen valor pero no plusvalor) pasan a ser realizados por asalariados productivos, contratados por el capital. Por ejemplo, los médicos independientes, que atendían en sus consultorios, son suplantados por sanatorios y hospitales privados, que los emplean como trabajadores productivos, asalariados. Lo mismo vale para el resto de la fuerza laboral involucrada en la salud, como enfermeros, técnicos, personal de limpieza, etcétera.   Estos trabajadores no son propietarios de los medios de producción, son pagados con capital variable y producen plusvalía. Además, sus trabajos son subordinados de manera creciente a las necesidades de valorización del capital. De ahí los ritmos de trabajo (por caso, pacientes atendidos por hora); la extrema división de tareas y especializaciones; la desmedida extensión de las jornadas laborales (plusvalía absoluta). Otro ejemplo son los antiguos bufets independientes de abogados, que cada vez más son reemplazados por grandes estudios que contratan letrados como trabajadores asalariados. Algo similar ocurre con empresas que ofrecen servicios de contabilidad y proletarizan contadores.

Otros ejemplos son los pequeños productores agrícolas que son desplazados del mercado por la competencia y terminan como asalariados explotados por empresas del agribusiness. Otro caso es el de pequeños propietarios de un medio de transporte (taxis, camiones, autobuses) que son barridos por empresas que poseen decenas o cientos de unidades y contratan a los choferes en tanto trabajadores asalariados. También opera la proletarización de fuerza de trabajo calificada que crece con el avance de la tecnología y de las relaciones capitalistas. Por ejemplo, las empresas de ingeniería de servicios, que emplean ejércitos de ingenieros, programadores, técnicos, dedicados a la instalación y mantenimiento de sistemas; a la creación o modificación de productos; a asesorías. También son trabajadores productivos los empleados por empresas para servicios audiovisuales, software, comunicaciones, telemarketing, entre otros. En los tiempos que escribía Marx muchas de estas actividades no existían y muchas otras no tenían mayor relevancia. Pero hoy la tienen. Por ejemplo, la industria del turismo y hostelería en 2023 representaba el 9% del producto bruto mundial, y empleaba a 260 millones de personas. Más en general, el sector servicios ha ocupado, en promedio, en los últimos años, más del 60% del empleo en la economía global.         

Trabajo subsumido al capital, no productivo y clase obrera

Además de los asalariados que generan plusvalía, están los trabajadores subsumidos a la relación capitalista pero que no generan plusvalía. El caso más típico son los dedicados a la venta de las mercancías. Es que la compra y venta no genera valor (no se altera el valor de uso de la mercancía), aunque es necesaria para la realización del valor generado en la producción. En palabras de Marx: “el trabajo comercial es el trabajo necesario, en general, para que un capital funcione como capital comercial, para que medie la transformación de mercancía en dinero y de dinero en mercancía. Es trabajo que realiza valores, pero no los crea” (p. 381, t. 3, El capital). Significa que esos trabajadores son improductivos y sus salarios son pagados con plusvalía. Lo cual marca una importante diferencia con los productivos. Es que cuantos más trabajadores productivos se empleen, manteniéndose constantes las demás circunstancias, mayor será la plusvalía o la ganancia. Inversamente, cuanto mayor sea la cantidad de trabajadores ocupados de la compra y venta, más plusvalía deberá destinarse al pago de sus salarios (para una discusión del salario y la ganancia del comercio, véase aquí).

Dicho esto, precisemos que Marx consideraba que estos trabajadores forman parte de la clase obrera. Es que entre ellos y los trabajadores productivos, existe la misma relación que entre el capital productivo y el capital mercantil: a pesar de que solo el capitalista productivo está al comando de la generación de la plusvalía, ambos, el capitalista productivo y el mercantil, pertenecen a la clase capitalista. El mismo criterio se aplica a los trabajadores de la industria y del comercio. Escribe Marx: “… [el] trabajador de comercio es un asalariado como cualquier otro. En primer lugar, en la medida en que lo que compra trabajo es el capital variable del comerciante, y no el dinero gastado como rédito, por lo cual se lo compra también no para adquirir un servicio privado, sino con el fin de la autovalorización del capital allí adelantado. Segundo, en la medida en que el valor de la fuerza de trabajo, y por ende su salario, está determinado como en el caso de los restantes asalariados por los costos de producción y reproducción de su fuerza de trabajo específica, y no por el producto de su trabajo” (p. 375, t. 3, El capital). Obsérvese que la noción de clase obrera está definida por oposición (pero también subsunción) al capital.

Poulantzas sobre los trabajadores de comercio y bancarios

Poulantzas dice que no todo asalariado pertenece a la clase obrera. Tiene razón. Un ministro del Estado burgués recibe un salario y no por eso es parte de la clase obrera. Sin embargo, sostiene que los trabajadores del comercio, de la banca, seguros y similares, no pertenecen a la clase obrera porque su trabajo no se cambia contra capital variable “sino por el capitalista individual, mientras que, desde el punto de vista del ciclo de conjunto del capital social y de su reproducción, esta retribución constituye un gasto improductivo del capital, y forma parte de los falsos gastos de la producción capitalista” (p. 197, Las clases…).

Una primera observación es que no se entiende por qué sostiene que el trabajo (en realidad, el valor de la fuerza de trabajo) de empleados de comercio o banca no se cambia por capital variable. El empresario comerciante o bancario compra tanto medios físicos (locales, computadoras, etcétera) para el comercio y la operatoria del dinero, como fuerza de trabajo. O sea, invierte en capital constante y variable, como cualquier otro capitalista.  

Pero en segundo lugar, en el pasaje de Poulantzas citado parece asomar una confusión entre dos actividades distintas. Por un lado, tenemos el trabajo del empleado bancario, que está dedicado al manejo del dinero. El mismo realiza operaciones de pago y cobro de dinero; conservación de encajes monetarios; saldos de balances; manejo de cuentas corrientes; movimientos nacionales o internacionales de dinero; operaciones cambiarias y similares. De conjunto, este servicio tiene un valor de uso y un valor. Por lo tanto, el trabajo del bancario es productivo. Otra cuestión, por supuesto, es sobre el efecto de esos gastos en la acumulación de capital productivo. Es que, de conjunto, el trabajo dedicado a las operaciones con dinero, o el trabajo en compañías de seguros, debe pagarse con plusvalía. En este respecto, se asemeja a las ramas que producen bienes de lujo para los capitalistas; también a los trabajos empleados en la fabricación de armas; o en propaganda.  

En todos estos casos la producción no aumenta la capacidad productiva y por lo tanto, desde el punto de vista de la reproducción del capital, se trata de actividades improductivas. En una nota anterior, ya citada, escribimos: “… desde el punto de vista de la reproducción ampliada, las industrias de armamentos, de publicidad, o similares, comparten en esencia la misma posición que la industria de lujo. Si bien Marx no trató la cuestión de manera sistemática, existe un pasaje de sus borradores, en el que plantea que los productos que se consumen por gasto de plusvalía (por rédito) para satisfacción del capitalista (sus caprichos, pasiones, etc.) son, lógicamente, generados por trabajo productivo, pero dado que no se convierten nuevamente en medios de producción o de subsistencia, no se consumen productivamente, sino improductivamente. “Carecen de valor para el proceso de producción”, afirma Marx” (véase la nota ya citada sobre publicidad, industria de armas y semejantes). 

Subsunción al capital de trabajadores de comercio y oficinas

Los trabajadores de comercio y oficinistas no solo son parte de la clase obrera en tanto están sujetos a la relación capital / trabajo, son también porque, a medida que avanza la producción capitalista, sus condiciones salariales y laborales se asemejan más y más a las de cualquier otro obrero, y están más subsumidas (o determinadas) por el capital. Acerca de esta tendencia Marx escribe: “El trabajador comercial propiamente dicho pertenece a la clase de asalariados mejor remunerados, aquellos cuyo trabajo es trabajo calificado, que se halla por encima del trabajo medio. No obstante, el salario tiende la tendencia a disminuir, inclusive en proporción con el trabajo medio, en la medida en que progresa el modo de producción capitalista. En parte, ello ocurre por división del trabajo dentro de la oficina: de ahí que solo haya que producir un desarrollo unilateral de la pericia laboral y que los costos de esa producción en parte nada le cuesten al capitalista… En segundo lugar, porque la instrucción previa, los conocimientos de comercio, de idiomas, etcétera, se reproducen, con el progreso de la ciencia y de la instrucción pública, con creciente celeridad, facilidad, difusión general y menor costo, cuanto más orienta en un sentido práctico el modo de producción capitalista los métodos de enseñanza, etcétera” (pp. 384-5, t. 3, El capital). Salvo excepciones, la fuerza de trabajo de estos asalariados resulta devaluada con el progreso de la producción capitalista. En nota al pie Engels señala que ese pronóstico de Marx, de 1865, se había cumplido. Menciona como ejemplo los centenares de dependientes alemanes que conocían todas las operaciones comerciales y de tres a cuatro idiomas, y ofrecían sus servicios por salarios muy bajos.

Pues bien, esa tendencia se afianzó y profundizó en el siglo XX y hasta nuestros días. La referencia obligada en este aspecto es Trabajo y capital monopolista (México, Nuestro Tiempo, 1984) de Braverman. Explica que en los siglos XVIII y XIX era común que los oficinistas fueran pagados por el gerente de su propio salario, acorde con su posición de subgerentes o al menos asistentes del gerente. Algunos incluso eran favorecidos con las utilidades al terminar algunos trabajos o con herencias a la muerte del dueño. En términos de función, estatus, categoría del empleo, ingresos, estaban más cerca del patrón que del obrero de fábrica. Además, el trabajo de oficinistas era numéricamente despreciable. El censo de 1870 de EEUU clasificaba a solo el 0,6% de todos los trabajadores en esas ocupaciones. En Inglaterra los porcentajes también eran bajos. Sin embargo, en 1961 los empleados de oficina en Inglaterra representaban el 13% de la población empleada (3 millones), y en EEUU, en 1970, casi el 18% (14 millones de trabajadores) de los empleados con ingresos. Y el salario de un oficinista era, en promedio, más bajo que el de un trabajador de cuello azul.

Sobre sus condiciones de trabajo, Braverman escribe: “Los procesos del trabajo en la mayoría de las oficinas son fácilmente reconocibles en términos industriales, como procesos de flujo continuo. Principalmente consisten en el flujo de documentos requeridos para efectuar y registrar transacciones comerciales, arreglos contractuales” (p. 358). Estas tendencias no se han revertido con los avances tecnológicos (informática, comunicaciones, etcétera). Los trabajadores de oficina, o los empleados de comercio, están sometidos a ritmos de trabajo intensos, labores unilaterales y alienantes, y padecen pérdida de sus habilidades por excesiva parcelación de tareas. Además, la masificación de la enseñanza secundaria y terciaria proporciona al capital una abundante oferta de mano de obra preparada (muchas veces sobrecalificada para las tareas que desempeña), lo cual presiona hacia abajo los salarios.

Los trabajadores estatales

En cuanto a los trabajadores estatales, es necesario distinguir entre los que son asalariados de empresas del Estado y los que son asalariados directos del Estado. Es claro que los primeros, son trabajadores productivos: generan valor y plusvalía a partir de la producción de mercancías como agua potable, electricidad, gas y petróleo, servicios de correo, etcétera.

La situación de los segundos es más compleja. Para analizarla tomamos el caso (que analiza Marx, pp. 20-22, t. 2, Grundrisse) de trabajadores que construyen caminos y son asalariados del Estado. Suponemos que el camino no se vende (como ocurriría con un sistema de peajes), sino se pone a disposición de la comunidad. Aquí el camino no es mercancía, y los trabajadores que lo construyen no producen plusvalía. Su trabajo crea “las condiciones generales de la producción” (también pueden ser aeropuertos, paseos públicos, canales, puertos, etcétera). Por eso Marx asimila estas construcciones al capital fijo. Si no son rentables para el capital, esas inversiones son asumidas por los Estados y sus gobiernos, y financiadas por deducciones del rédito, con impuestos. Lo que nos interesa ahora es que ese trabajador, si bien no es pagado con capital variable, es un trabajador como cualquier otro. En este caso, el valor del camino se determina por el tiempo de trabajo objetivado; al obrero se le paga el tiempo de trabajo necesario; y entrega plustrabajo. Aunque ese plustrabajo contenido en el producto no se intercambia. Sin embargo, “[p]ara el obrero mismo –comparado con los demás asalariados- se trata de plustrabajo” (p. 23, ibídem). Aquí los obreros “no se presentan como trabajadores productivos, aunque aumenten la fuerza productiva del capital” (ibídem). Son explotados, en la medida en que entregan plustrabajo –lo que los ubica en las generales de la clase obrera- aunque ese plustrabajo no aparezca en la forma dineraria.   

Algo similar puede decirse de los trabajadores estatales ocupados en enseñanza, atención de la salud y tareas similares, que contribuyen a la reproducción y mantenimiento de la fuerza de trabajo (una forma de “capital variable social”). No generan educación y salud bajo la forma de mercancía, pero también entregan plustrabajo. Son explotados por el capital, aunque de manera indirecta. Sus intereses de clase convergen con los del resto de la clase obrera.

El caso especial de los policías

Un caso especial son los policías y miembros de los aparatos de seguridad. Es que son asalariados y parecen acercarse a la situación del resto de los estatales. Sin embargo, su función –básicamente la defensa de la propiedad del capital- hace que la misma se convierta en el hecho determinante por el cual no se los debe considerar parte de la clase obrera. Para utilizar una noción de Marx, por encima de su origen social (muchos provienen de familias obreras, o de la pequeña burguesía) y de que sean asalariados, tienen una “existencia funcional”. Esto es, no son “simples trabajadores con uniforme”. Su función represiva determina su carácter social. Su trabajo es consustancial con la represión (aquí, aquí).

Los ejecutivos de empresas, ¿forman parte de la clase obrera?

Algunos marxistas responden esta pregunta por la positiva, con el argumento de que los directivos de empresas reciben un salario. Hemos tratado esta cuestión en notas anteriores (véase por ejemplo aquí aquí) y ahora solo presentamos las ideas fundamentales.

El punto de arranque es que puede haber pago de salario sin que por ello ese asalariado forme parte de la clase obrera. Los directores y gerentes de empresa que, en tanto representantes del poder del capital, enfrentan a los trabajadores, pertenecen a la clase capitalista. Sus ingresos constituyen una parte de la plusvalía, la ganancia del empresario. No están subsumidos a los medios de producción, sino por el contrario vigilan y procuran que los trabajadores continúen subsumidos a la relación capitalista. Son gestores de la explotación, hacen posible el dominio del capital sobre el trabajo. Su función no es “técnica”, sino social. Esta cuestión es subrayada por Marx cuando distingue al capitalista en tanto propietario de los medios de producción; y el capitalista, en tanto encarna al capital en funciones, ocupado de dirigir la explotación de la fuerza de trabajo.

En una de las notas citadas, escribimos: “el título de propiedad no es suficiente para que haya plusvalor; es necesario hacer funcionar el proceso de explotación, y para esto el capitalista debe trabajar. “El trabajo de explotar es tan trabajo como lo es el trabajo que se explota” (p. 489, t. 3 El capital). Lo cual no significa que el trabajo de explotar se pueda igualar, desde el punto de vista social, al trabajo del explotado. Es que la contradicción entre el capital y el trabajo ahora se manifiesta en la naturaleza opuesta de ambos tipos de trabajo y trabajadores: el del obrero asalariado genera plusvalía, en tanto el de dirigir la explotación responde a las necesidades del capital en funciones. El ingreso del obrero es remuneración de la fuerza de trabajo explotada; el ingreso del ejecutivo es la remuneración de quien encarna el capital en funciones, y por eso mismo conforma una porción de la plusvalía”. Sus posiciones de clase son opuestas.

Los mandos intermedios

Es conocido que entre el directorio de la empresa y el conjunto de los asalariados se encuentran los supervisores, capataces que ocupan una posición intermedia entre la clase obrera y el capital. Estos sectores por lo general cumplen una función en parte productiva, en tanto sus funciones derivan de las necesidades del proceso productivo (por ejemplo, la coordinación de las diferentes actividades). Pero por otra parte cumplen una función de vigilancia y control sobre los obreros y empleados. La misma deriva del carácter antagónico de la relación capital / trabajo. Este carácter contradictorio de su posición se manifiesta en el hecho de que pueden recibir, bajo la forma de salario, además del pago de su fuerza de trabajo, una participación en la plusvalía que se extrae a los obreros. Por lo tanto, en estos casos sí parece apropiado hablar de una clase media, distinta de la pequeña burguesía “clásica”, propietaria de sus medios de producción.

Tema adicional: a) la aristocracia obrera

 La tesis que dice que el capitalismo no desarrolla las fuerzas productivas desde hace 50 o más años sienta las bases para sostener que la clase obrera global estaría disminuyendo, al menos en términos relativos. La idea se refuerza, como vimos, si se sostiene que los trabajadores de “servicios” constituyen una nueva clase media. Y todavía toma más impulso si se suma la tesis –está en Lenin, Trotsky, Emmanuel- de que en los países desarrollados existe, desde hace más de un siglo, una aristocracia obrera que se beneficia de la explotación de los países atrasados. Es la idea de que “los salarios en EEUU o Europa Occidental son elevados porque EEUU o la Unión Europea (o Gran Bretaña, Japón, etcétera) explotan al Tercer Mundo”.

Naturalmente, si sectores significativos de la clase obrera de los países más industrializados participan de la explotación de otros trabajadores, la caracterización la caracterización de los primeros como clase obrera debería ser puesta bajo serios signos de interrogación. Las posibilidades de una transformación socialista serían extremadamente débiles. De todas formas, en entradas anteriores hemos criticado la afirmación de que los obreros de los países adelantados participan de la explotación de los obreros del Tercer Mundo, vía el intercambio desigual, el deterioro de los términos de intercambio, o las inversiones extranjeras directas (véase, por ejemplo, aquí; aquí).  

Tema adicional b) El lumpen proletariado

No hemos tocado el tema del lumpen proletariado. Recordemos que la descripción de Marx (en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte) del lumpen apunta a individuos marginados, degradados, “escoria de todas las clases”, tales como ladrones, timadores, mendigos, proxenetas. Parece lógico decir, con Marx, que esos individuos buscan beneficiarse a costa de la nación trabajadora. Sin embargo Marx también incluyó en el lumpen a personas que en realidad parecían vivir de su trabajo. Así menciona como integrantes del lumpen a “traperos” (ocupados en el reciclaje de desechos); “afiladores” (ofrecían el servicio de afilar cuchillos, tijeras); “caldereros” (fabricaban calderos y otras piezas de metal para su venta ambulante); “mozos de cuerda” (se ofrecían en caminos y mercados para acarrear bultos y cargas pesadas); “saltimbanquis” (hacían acrobacias y actuaban en las ferias); “escritorzuelos” (sic). Todos estos pueden considerarse trabajadores que reciben un ingreso por los espectáculos, servicios u objetos materiales que ofrecían. En cualquier caso, la existencia del lumpen (definido en su sentido más estricto) no parece afectar o revertir la tendencia al crecimiento de las masas obreras subsumidas en la relación capitalista.

  Conclusión

Muchos marxistas han sostenido que El Manifiesto Comunista no previó el crecimiento de las nuevas clases medias, y por lo tanto no operó la tendencia, prevista por Marx y Engels, a la polarización social. La idea de que los trabajadores del sector “servicios” no son clase obrera está muy extendida y es clave para ese argumento. Si a esa idea se le agrega la tesis del estancamiento secular de las fuerzas productivas (por lo tanto, el no crecimiento de los obreros productivos); y la afirmación de que una parte de la clase obrera se ha convertido en una aristocracia obrera (partícipe de la explotación de otros obreros), las premisas materiales y sociales del socialismo –en primer lugar, la existencia de una fuerza laboral con potencial transformador- serían extremadamente más débiles, por no decir nulas. Desde este enfoque, la contradicción entre el capital y el trabajo perdería fuerza; las clases medias ocuparían el vacío dejado por el retroceso social de la clase obrera.

El punto de vista que hemos presentado en esta nota es opuesto. La relación capital / trabajo es hoy más profunda y está más extendida (es global, de hecho) que cuando escribieron Marx, Lenin o Trotsky. Los trabajadores de servicios son explotados por el capital y se definen como clase obrera por oposición al capital.  


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