Dólar de $15,5/$16,5 para diciembre, e inflación 2014 en 40% a 45%
Informe de Economía & Regiones
"(...) De hecho, la política de expansión exponencial del gasto público y del déficit fiscal logró que Argentina tuviera la peor tasa de crecimiento de la región durante los últimos 7 años. Puntualmente, durante ese período la tasa de crecimiento promedio de Argentina fue menos de la mitad de las que se registraron en Perú (6.2%); Paraguay (5.2%); Bolivia (5.1%) y Uruguay (5.1%). Al mismo tiempo, fue casi la mitad de las que Colombia (4.1%) y Chile (3.9%) tuvieron. También más baja que la de Brasil (2.9%). En este contexto, la tasa de crecimiento promedio de Argentina (2.2%) en 2008 / 2014 sólo supera a la de Venezuela (1.6%) en la región. (...)"
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Las medidas económicas anunciadas fueron diseñadaspartiendo de un diagnóstico errado de los orígenes de los problemas económicos argentinos, y consecuentemente no los solucionarán, ni lograrán reactivar el consumo, la inversión, el empleo y el nivel de actividad.
El gobierno piensa que los problemas tienen origen en una demanda agregada insuficiente que conduce a la contracción del PBI y al debilitamiento del empleo. Las autoridades continúan aumentando el gasto público para contrarrestar el bajo consumo e inversión y apuntalar la demanda agregada y el empleo.
¿Por qué el gobierno piensa que la suba del gasto público aumentará el nivel de actividad y el empleo?
Este gobierno cree férreamente en 3 pilares:
> en que el consumo depende positivamente del ingreso corriente,
> en el multiplicador keynesiano del gasto, y
> en el acelerador de la inversión.
Según esta visión un determinado aumento del gasto público genera una expansión mayor del nivel de ingreso corriente de la economía, lo cual a su vez incentiva el consumo y la demanda agregada. Es decir, la expansión del gasto público es la piedra fundamental de un círculo virtuoso entre gasto público, ingreso, consumo y más ingreso y finalmente, más inversión.
El gobierno completa su visión con el acelerador de la inversión. Según esta visión, la inversión no antecede al crecimiento, sino que va por detrás de él. Es decir, según esta óptica el crecimiento impulsado por la expansión del gasto público genera posibilidades de negocios con rentabilidades jugosas que terminan“acelerando” la inversión.
Es decir, el mayor ingreso y consumo impulsado por la expansión del gasto público actúan como una zanahoria para el empresario invierta para no perderse las mayores posibilidades de negocios surgidas a partir de ese impulso.
Sin embargo, la realidad contradice a esta visión. Las políticas activas de expansión del gasto y del déficit fiscal logran resultados exactamente opuestos a los buscados; dado que al aumentar el gasto y el déficit fiscal se mata al crecimiento económico.
El gobierno aumentó el gasto público nacional en forma exponencial durante los 2 mandatos de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, pasando del 26% (2008) al 33% (2014) del PBI en 7 años.Paralelamente, en el mismo período se pasó de un superávit fiscal de 0.9% (2008) del PBI a un déficit de 5.3% del PBI.
De hecho, la política de expansión exponencial del gasto público y del déficit fiscal logró que Argentina tuviera la peor tasa de crecimiento de la región durante los últimos 7 años.
Puntualmente, durante ese período la tasa de crecimiento promedio de Argentina fue menos de la mitad de las que se registraron en Perú (6.2%); Paraguay (5.2%); Bolivia (5.1%) y Uruguay (5.1%).
Al mismo tiempo, fue casi la mitad de las que tuvieron Colombia (4.1%) y Chile (3.9%).
También más baja que la de Brasil (2.9%).
En este contexto, la tasa de crecimiento promedio de Argentina (2.2%) en 2008 / 2014 sólo supera a la de Venezuela (1.6%) en la región.
El problema es que una tasa promedio de crecimiento de 2.2% (2008 /2014) no alcanza para crear el empleo privado necesario para absorber todos los años la masa de nuevos trabajadores que buscan incorporarse al mercado de trabajo.
De hecho, desde 2009 a la fecha, Argentina fue el único país de la región en el cual no bajó la tasa de desempleo.
En síntesis, la evidencia empírica y los números de los últimos 7 años muestran en forma contundente que la política fiscal expansiva y de déficit fiscal creciente no sirve para impulsar y multiplicar el crecimiento económico y generar empleo. La teoría del multiplicador del gasto no se verifica positivamente en la realidad económica. Muy por el contrario, mantener el aumento exponencial del gasto durante muchos años termina reduciendo y matando el crecimiento económico.
La evidencia empírica también refuta al acelerador de la inversión, que no aumentó durante el período 2008 / 2014. Es decir, el aumento del gasto no sólo no sirvió para expandir el consumo y el nivel de actividad, sino que tampoco terminó acelerando la inversión.
Puntualmente, la IBIF (inversión bruta interna fija) permaneció estancada en torno al 17% del PBI en el período, pasando de 17.5% (2009) a 17.7% (2014). Lo mismo sucedió con la inversión en bienes durables, que se estancó en torno al 7% del PBI (oscilando entre 6% (2009) y 7.2% (2014)).
Los pobres niveles de inversión de Argentina no sólo muestran que el acelerador de la inversión no se verifica, sino que dejan en evidencia que los problemas económicos de Argentina se explican a partir de la pobre acumulación de stock de capital.
Al tener baja inversión y baja acumulación de capital, Argentina tiene baja productividad, baja capacidad de generar empleo (bajando el desempleo) y por ende baja tasa de crecimiento.
El gobierno se equivoca en su diagnóstico ya que los problemas económicos argentinos vienen dados por el lado de la oferta y no de la demanda agregada.
El (primero) debilitamiento y (luego) contracción del PBI con pérdida de empleo se da porque la baja inversión y la pobre acumulación de capital conllevan a una oferta agregada insuficiente, no una escasez de
consumo.
Y al errar de diagnóstico las políticas aplicadas por el gobierno potencian los resultados negativos, ya que si el problema macro viene dado por el lado de la oferta, expandir el gasto y estimular la demanda lo único que generan es más inflación.
Si además, la estimulación de la demanda el gobierno siempre se acompaña con mayor intervención estatal en diferentes mercados (carne, leche, trigo, energía, etc.) la consecuencia es contraer aún más la oferta y el resultado macroeconómico termina siendo la estanflación.
La política de expansión del gasto y del déficit fiscal en un contexto de baja inversión y debilitamiento de la oferta no sirve para estimular el nivel de actividad y el empleo y sólo termina generando una multiplicación de la inflación. En este contexto, la inflación minorista promedio más que se duplicó, pasando de 12% (2003/2009) a 27% (2010/2014), llegando hasta 40% en la actualidad.
De hecho, la inflación de Argentina es en promedio 10 veces mayor que la inflación de nuestros países vecinos en los cuales se mantiene estable en un rango en torno al 3%/7% durante todos estos últimos 11 años.
Justamente, para retornar a la senda del crecimiento se debería hacer exactamente lo opuesto a lo que hace siempre, es decir se debería estimular la oferta y no la demanda agregada, lo cual a su vez contribuiría a bajar la inflación en el mediano y largo plazo.
Y para estimular la oferta agregada se debe incentivar la acumulación del capital, es decir la inversión. Para lograr que ésta aumente es imprescindible entender que los caballos van por
delante de la carroza; y no al revés. La inversión va por delante y no por detrás (como cree el gobierno) del crecimiento. La inversión propulsa el crecimiento y no el crecimiento a la inversión, como es planteado según el acelerador de la inversión.
Para que haya inversión tiene que haber financiamiento es decir, ahorro.
En otras palabras, la estimulación de la inversión exige estimular el ahorro y no el consumo, exactamente lo opuesto a lo que se hace. En otras palabras, tiene que haber más ahorro para poder acumular stock de capital, aumentar la productividad, generar puestos de trabajo y ampliar la oferta agregada; y así volver a crecer.
El ahorro puede ser internacional o doméstico. En la actualidad Argentina no tiene acceso a los mercados internacionales de deuda, es decir no hay ahorro internacional dispuesto a financiar “nada” en Argentina.
Mucho menos en default. La denuncia contra EEUU en la Corte de la Haya termina siendo un eslabón más de una cadena que en el largo plazo implica menos inversión, menos productividad, menos puestos de trabajo, menor actividad, más pobre crecimiento y por ende, menor calidad de vida.
En definitiva, la denuncia en la Haya, al alejar el ahorro internacional, aleja las posibilidades de solucionar los problemas de oferta agregada que erosionan fuertemente el crecimiento de nuestra economía. De aquí a principios de 2015 no deberíamos esperar ahorro internacional para financiar inversión y contribuir a acumular stock de capital y ampliar las fronteras de posibilidades de producción de manera de contribuir a una ampliación de la demanda agregada.
Dado que la política del gobierno nos deja sin ahorro internacional, se necesita ahorro público y/o privado que pueda financiar la acumulación de capital para alimentar a la oferta agregada, devolviéndonos a la senda del crecimiento.
A diferencia de la visión del gobierno, el ahorro doméstico no es sólo la porción del ingreso que no consumimos. El ahorro doméstico es el consumo pospuesto hacia el futuro. La gente ahorra para consumir más en el futuro. Y este es el punto en el que se entiende el vínculo entre ahorro e inversión. Se ahorra para consumir más en el futuro y se invierte para poder producir más en el futuro.
En este sentido, más ahorro es mayor crecimiento en el futuro, pero no menos crecimiento en la actualidad; porquela inversión es gasto presente y compensa el menor consumo presente.
En este punto entra en “juego” una variable clave; la tasa de interés.
La tasa de interés coordina las decisiones de ahorro (postergar consumo presente a cambio de un mayor consumo futuro) e inversión (mayor producción futura). Cuando la tasa está debajo del nivel de equilibrio hay inflación. Cuando está por encima, deflación.
El punto es que el gobierno tiene una política activa cuyo principal objetivo es mantener la tasa de interés real muy negativa y por debajo de su nivel de equilibrio, lo cual alienta el consumo y desalienta la generación de ahorro destinado a financiar inversión, acumular stock de capital y ampliar las fronteras de posibilidad de producción y oferta agregada.
La política de expansión del gasto y del déficit fiscal creciente atenta contra toda posibilidad de generar ahorro público que financie genuinamente inversión estatal. Es más, financiar el déficit fiscal con emisión monetaria y mantener la tasa de interés por debajo del equilibrio genera aceleración inflacionaria, lo cual impacta negativamente en la inversión privada.
En este sentido, cabe destacar que la aceleración inflacionaria (no la inflación) es el peor enemigo de la inversión privada, ya que invalida toda posibilidad de cálculo de flujos de fondos y rentabilidades futuras.
A esto hay que sumarle la política de tasas de interés negativas del BCRA que, en un marco de aceleración inflacionaria y expectativas de devaluación crecientes, hacen fugar el ahorro doméstico privado hacia el dólar, desestimulando la inversión, la oferta agregada y el crecimiento económico.
En otras palabras, la política de tasas negativas del BCRA, atenta contra el crecimiento económico y el empleo.
De hecho, el BCRA viene bajando la tasa de interés de las LEBACs. Es más, en la licitación de esta última semana la tasa de interés de las LEBACs a 12 meses se redujo un poco menos de 1 punto porcentual. Puntualmente, la tasa de interés real de las LEBACs a 12 meses se ubica actualmente en -8% y es más baja que en los últimos 10 meses de la administración Marcó del Pont.
El sostenido descenso de la tasa de interés de las LEBACs a 12 meses se traslada a la tasa BADLAR, que es la que los bancos pagan para depósitos mayores a $1.000.000. El descenso de la BADLAR desincentiva el ahorro (destinado a financiar inversión) que se reorienta hacia el dólar paralelo, que hoy en día ya se encuentra cotizando a $13.4.
La política monetaria extremadamente expansiva y de baja de tasa, alimenta el dólar informal y la brecha cambiaria, contribuyendo a que suban las expectativas de inflación y devaluación, lo que incentiva el círculo vicioso.
Cada vez hay más pesos en la economía y menos dólares en el BCRA, que por ahora siguió pagando con reservas la deuda del Tesoro. La prudencia de principios de año parecería haber quedado en el olvido y la política monetaria del BCRA se está tornando cada vez más laxa.
Con más baja tasa de interés el sobrante de pesos aumenta semana tras semana, mes a mes en el mercado.
Con la suba de la tasa de principios de año el BCRA había logrado reducir el sobrante de pesos de 5.1% (diciembre’13) hasta 1,1% (abril 2014) del PBI. Sin embargo, con la baja de tasas de interés el sobrante de pesos comenzó a aumentar nuevamente, subiendo a 2.0% (mayo'14) y 3.7% (junio'14) y 3.0% (1 de agosto’14). A la vez, la demanda de dinero cayó en promedio un 13% en el 1er. semestre del año. Mayor sobrante de pesos, menos demanda de dinero y menos dólares en el BCRA se traducen en mayor dólar cobertura y mayor dólar blue.
Puntualmente, el dólar cobertura se ubica en la actualidad en $13.45, en línea con el dólar blue que cotiza $13.4. Esta alineación entre el dólar cobertura y el dólar blue no debería sorprender, ya que existe desde el establecimiento del cepo cambiario. El dólar blue (línea azul) sigue la tendencia del dólar cobertura (línea roja) en el mediano y largo plazo. Por el contrario, en el corto plazo se desvía de sólo en momentos en los que se subió la tasa y aumentó la prudencia monetaria, cayendo el blue por debajo de la tendencia del dólar cobertura.
A modo de conclusión, con política de expansión del gasto y del déficit fiscal, con más emisión monetaria y política de baja de tasas, hay que esperar menos consumo, menos inversión y más caída del PBI.
Paralelamente, el ahorro cada vez se desviará más hacia el dólar paralelo, alimentando mayores expectativas de devaluación, más inflación esperada, menor confianza del consumidor y menos crecimiento y empleo.
Teniendo en cuenta que el BCRA terminará emitiendo entre $115.000 millones y $135.000 millones para financiar al Tesoro de aquí a fin de año y considerando que las reservas caerían hasta US$ 24.000 millones, no debería sorprender una cotización del blue de $15.5 / $16.5 a fines de diciembre 2014 (o comienzos de enero 2015).
Paralelamente, si la caída de demanda de dinero se acelerará de -13% a -19% en la 2da. mitad el año, tampoco habría que descartar que la inflación interanual se acelerara de 40% a 45%.
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