DEVALUAR O NO Esa es la cuestión

 

Prohibido devaluar: Cuando la tentación es una trampa

La tentación que dice que si hay devaluación aparecen los dólares es una trampa. Hoy devaluar el peso sería un gravísimo error de Sergio Massa.


Devaluar no es una opción.

En las últimas horas trascendió que un sector empresarial le aconsejo al ministro de Economía entrante, Sergio Massadevaluar un 30% la moneda argenta. También en redes de mensajes instantánea que frecuentan los productores agrícolas se especula con algo similar como contrapartida a una venta de las tenencias en silobolsas. Claramente, un consejo del enemigo público.

Este gobierno debe sacarse de la cabeza intentar llevar adelante una devaluación a lo Juan Carlos Fábrega 2014. No hay reservas para eso, van a generar un impacto negativo sobre las expectativas, pueden disparar un ataque especulativo y el campo tampoco va a liquidar a ese tipo de cambio.

Tipos de inflación

Vamos por partes, se recurre al ajuste monetario para estabilizar los precios. Existen 3 tipos de inflaciones:

  • Moderada: una inflación de un dígito anual. Es la inflación a la que se enfrentan la mayor parte de los países del mundo que lograron estabilizar los precios a partir de la década de los 80.
  • Galopante: inflación de dos o tres dígitos anual. Es la inflación a la que se ha enfrentado nuestro país desde el 2007 de forma constante.
  • Hiperinflación: inflación de cientos y millones de dígitos. Es la hiperinflación de Venezuela y Argentina en 1989. Es el riesgo al que nos enfrentamos hoy y que desvela a la actual gestión.

Cuando te enfrentas a un escenario en dónde la demanda de pesos está cayendo tan aceleradamente y podés caer en una hiperinflación; no te queda otra que recurrir al viejo instrumento, utilizado por la sucesión de gobiernos en la historia económica de nuestro país: la devaluación.

En este escenario, se devalúa la moneda local-pe so- respecto a la divisa de referencia-dólar-. Existen 2 tipos de devaluaciones:

  • Shock.
  • Gradual.

La elección entre ambas dependerá de:

  1. las crisis de confianza;
  2. la cintura del BCRA; y
  3. la tolerancia al ajuste fiscal que se quiera llevar adelante.

¿Por un beneficio particular ocasionar un perjuicio colectivo? Insólito e inapropiada la extorsión de algunos tenedores de silobolsas (no todos).


No hay margen para una devaluac ión gradual

En primer lugar, el tamaño de la crisis de confianza está relacionado con la demanda de dinero.

La demanda de dinero desde hace varios años que está cayendo por:

  • la expansión de la oferta monetaria para financiar el déficit fiscal;
  • una economía bimonetaria; y
  • la falta de una autoridad de política monetaria que garantice la estabilidad del valor de la moneda.

Desde hace 2 décadas se ha incrementado el gasto público sobre el PBI en más de 20 puntos porcentuales (pp.) para financiar políticas populistas.

Cuando los precios de las commodities se encontraban en niveles altos, no había problema, se financiaban un sinnúmero de programas sociales con los dólares que venían de afuera.

No obstante, cuando empezaron a bajar, se debió recurrir a la emisión monetaria para financiar ese exceso de gasto público. Eso empezó a corroer el valor de la moneda.

Asimismo, el contexto internacional se volvió adverso ya que el dólar comenzó a apreciarse frente a las monedas de países emergentes y la FED comenzó a subir las tasas de interés.

Por este motivo, el impacto negativo sobre el valor de la moneda local fue mayor. Así que, a partir del 2007 pasamos de una inflación moderada a una inflación galopante.

Cuidado Sergio Massa, algunos ponen trampas en el camino.


Desde ese momento, se decidió agravar el problema con políticas monetarias expansivas ya que el plan de estabilización requería un plan de austeridad fiscal, lo que significaba un costo político para cualquiera que lo llevara adelante.

Hoy nos enfrentamos a una inflación que, en el mejor de los escenarios, va a cerrar el 90% anual y se está acercando a los 3 dígitos. Son números que no se observaban desde la hiperinflación. Y una de las soluciones que se proponen consiste en políticas que no funcionaron.

2014 vs. 2022

En enero de 2014 los por entonces ministros de Economía, Axel Kicillof; y presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, devaluaron la moneda en un 23% de forma abrupta y sorpresiva.

El tipo de cambio se encontraba atrasado, lo que impactaba negativamente sobre las exportaciones y ya se venía con una devaluación del 6% mensual hacia finales de 2013.

Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega, pésima experiencia para la moneda argentina.


El contexto puede parecer similar, sin embargo, dista mucho de serlo. Esas diferencias son las que impiden llevar adelante este tipo de medidas:

  1. Las reservas de rápida disponibilidad, que reflejan el verdadero poder de fuego del BCRA para hacer frente a una corrida cambiaria, superaban los US$ 10.000 millones. Hoy se encuentran en rojo en -US$6.000 millones.
  2. La brecha entre el tipo de cambio formal y el blue era del 52,3% en el 2014. Hoy es el doble, del 110%.
  3. Las restricciones para acceder al tipo de cambio oficial eran muchísimos menores que las de ahora.
  4. El déficit fiscal primario era del 0,7% del PBI para ese entonces, en tanto, hoy estamos sufriendo para que cierre en un 2,5%.
  5. El nivel de desempleo se ubicaba en el 6,4%, hoy está en 7,0% y dibujado.
  6. El nivel de vida de un trabajador del sector privado se ha deteriorado en 46,3% desde diciembre de 2013 hasta nuestros días.

Sin embargo, esa devaluación tampoco significó un éxito ya que

  • la brecha continuó en un 53,4%,
  • el informal pasó de los $9,6 a los $13,1;
  • la inflación anual pasó del 26,6% al 38,0%; y
  • las reservas tocaron un mínimo 4 meses después de la devaluación de enero de 2014.
  • El desempleo se incrementó en 1,0 pp. y
  • el nivel de vida de los trabajadores se deterioró en más de 20 pp.

El veranito llegó por un acuerdo swap de la presidenta Cristina Fernández con China a 3 años de unos US$11.000 millones.

Definitivamente, no existe posibilidad alguna para que el gobierno se arriesgue a una política fallida en un contexto 10 veces peor que la de ese entonces.

Por otra parte, llevar el oficial por encima de los $180, cuando el blue superó los $300 hace unos días tampoco garantiza la liquidación del agro. Por el contrario, las exportaciones cayeron en 2014 respecto al 2013 porque la brecha seguía siendo alta.

La pregunta es por qué liquidaría el sector agroexportador al oficial si sospecha un "dólar barato". No sucedió en 2014 y no sucederá ahora. La lógica es esperar vender a un dólar más alto.

Cabe destacar que tampoco posee cintura para mantener un dólar oficial a un determinado valor. Una vez que se cambia el rumbo de política monetaria de forma tan tibia, sumado a la falta de credibilidad de la a ctual gestión, puede que se caiga en una espiral en la que cualquier valor del dólar resulte bajo. Esto podría forzar -con el nivel de pass thorugh actual, la brecha cambiaria y una economía bimonetaria-, una aceleración de la inflación fenomenal.

Una devaluación a lo Fábrega se puede llevar adelante si es acompañado de una serie de reformas que apunten a un fuerte ajuste fiscal que revierta la crisis de confianza: reducción de salarios públicos, empleados públicos, quita de subsidios económicos y programas sociales. Y todo con una política monetaria de suba de encajes, tasas de interés y contracción de la oferta monetaria. La actividad económica, igualmente, se verá afectada.

La necesidad de un shock devaluatorio

Ahora bien, la otra opción es devaluar de forma abrupta, sorpresiva y unificando los tipos de cambio.

Lo más recomendable era hacerlo en diciembre 2021 y no en el 2do. semestre de 2022 porque es asumir el costo político de la gestión que llegue en 2023.

Una 3ra. opción es intentar con un tipo de cambio diferencial para el campo. Aunque los riesgos también son altos ya que podría generar el mismo efecto que la devaluación del 30%.

Es necesario entender que entramos en un 2do. semestre más adverso desde lo internacional con una menor liquidez mundial, políticas monetarias más austeras desde los principales Bancos Centrales del mundo y mayores tensiones geopolíticas que incrementan el nivel de incertidumbre.

Además, el riesgo de una hiperinflación se acrecienta con una inflación anual que llega a los 3 dígitos.


¿Y si intentamos algo diferente?

La convertibilidad de los años '90 logró frenar la inflación, asegurarle la reelección de Carlos Menem y llevarlo a la historia. Sergio Massa posee la misma ambición que ese gobierno y los caminos se le acotan.

Una dolarización le permitiría disfrutar de una victoria asegurada tanto desde lo político como desde lo económico.

Una dolarización garantiza:

  • el ahorro por sobre el consumo, lo que permite acumular el capital necesario para generar inversiones futuras;
  • reducción de las tasas de interés, lo que posibilita acceder al sector privado al crédito para ampliar su estructura productiva;
  • incentiva a reducir el déficit fiscal al sacarle el poder de financiar el exceso de gasto con emisión; y
  • reduce la inflación por lo que mejora el nivel de vida de todos los individuos.

Lo más favorable de una dolarización es que genera shock de confianza positivo inmediato. En todos los países en los que se llevó adelante la dolarización, la entrada de capitales en los dos primeros años fue increíble. De esta forma, podría financiar las posteriores reformas que necesita nuestro país de forma más profunda.

Obviamente, hay que analizar bien todas las opciones de forma detallada. Sin embargo, hay algo seguro, las políticas a medias no funcionan y el daño es irreversible.

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