Broda: "Hoy a la economía la manejan Kicillof y Moreno"


A contramano. Así resume Miguel Ángel Broda el andar económico del gobierno de Cristina Kirchner con respecto al resto del mundo. Teórico y punzante a la vez, el economista distingue en su análisis macroeconómico entre el "planeta Argentina" y el planeta Tierra. Y si bien no vaticina un choque interplanetario, alerta que las reacciones como la expropiación de YPF, las restricciones a las importaciones y la actitud hostil hacia los socios comerciales son maniobras peligrosas en una ruta caracterizada por "una sustancial desaceleración del nivel de actividad" y con un vehículo piloteado, según Broda, por el viceministro de Economía, Axel Kicillof, y por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Socio de uno de las consultoras más emblemáticas de la década del noventa, respetado pronosticador y uno de los gurúes económicos en tiempos de la convertibilidad, Broda debió lidiar con el desprestigio post-crisis 2001 y con las críticas de los teóricos del modelo kirchnerista. Sin embargo, en la actualidad, sus informes continúan siendo decisivos en el mundo empresario y él no tiene reparos en aceptar que tiene saudade del control que tenía Néstor Kirchner de las variables macroeconómicas y que en este sentido "hasta Ecuador y Bolivia tiene la cuentas más ordenadas" que la Argentina.
En diálogo con El Cronista WE, el economista de la Escuela de Chicago opina que "la prohibición de importar es un instrumento desindustrializador" que está afectando el nivel de actividad y, sobre la polémica del momento, dispara: “La Argentina privatizó mal y estatizó mal YPF”.
El año pasado, antes de la reasunción de Cristina Kirchner, usted señalaba que Argentina tenía “un resfrío fuerte pero que todavía no había entrado en terapia intensiva”. Seis meses más tarde, ¿cuál es su diagnóstico?- Claramente yo sigo pensando que el problema no es el enfermo sino el médico. Mire, la Argentina tiene tres problemas que son el exceso de demanda de dólares, el problema del financiamiento del sector público y la desaceleración de la economía. Visto en un contexto histórico, son temas menores. El problema principal aquí tiene que ver con la reacción de la política económica frente a esos temas. O sea, para tratar de resolver la pérdida de reservas cambiamos las reglas de juego de los dólares de exportación de las petroleras, de las mineras, de los fondos de inversión de las compañías de ahorro y de los seguros. También eliminamos o limitamos seriamente la acumulación de dólares respecto al tipo de cambio oficial, redujimos y trabamos las importaciones y después modificamos la Carta Orgánica del Banco Central para cambiar sus objetivos para que el crédito fuera dirigido y sobre todo para financiar al Estado. Lo que ha cambiado de seis meses a esta parte es que se ha vuelvo más complicada la situación económica y se ha deteriorado la confianza, entre otras cosas, por estas decisiones. Argentina ya estaba aislada, pero ahora tiene una actitud hostil frente a parte del resto del mundo.

¿Cual observa usted que es el diagnóstico que hace el Gobierno, entonces?
- Ahora vamos a ver cuál es la reacción oficial frente a la desaceleración del nivel de actividad en términos de políticas macroeconómicas. Probablemente el Gobierno tenga el diagnóstico de que falta demanda agregada y haga políticas fiscales y monetarias más expansivas, pero por ahora todavía no lo sabemos porque al no haber presupuesto, al no haber programa monetario y al estar todas las decisiones concentradas casi en una sola persona, hay mucha incertidumbre sobre lo que va a pasar. La Argentina está mejor que lo que creen los ejecutivos y el sector privado en general, pero la incertidumbre es grande. Y en estos casos la incertidumbre es como un impuesto.
¿Continuar con más políticas expansivas en este contexto sería como “escapar hacia adelante”? 
- No espero que hagan lo que yo creo que habría que hacer, que es un programa para bajar la tasa de inflación, pero tampoco creo que aprieten el acelerador con políticas demasiado más expansivas de las que hoy tenemos. Lo que yo veo es que la desaceleración del crecimiento argentino es una restricción estructural y no cíclica de la oferta. Es decir, que no hemos invertido lo suficiente para seguir con la tasa de crecimiento que teníamos. Probablemente desde la visión oficial se trata de un problema de falta de demanda y dirán que hay que hacer un poco más de gasto social, de redireccionamiento del crédito y de expansión monetaria.
Hay indicadores que muestran que la industria ya entró en recesión. ¿El modelo caducó? 
- La Argentina ha pasado una época extraordinaria de ocho años de altísimo crecimiento. Pero ahora estamos en otro partido: hoy tenemos un crecimiento muchísimo más moderado y con riesgo de tener una inflación levemente creciente.
Usted es de los que viene llamando la atención sobre la crisis energética desde hace muchos años. ¿Cómo analiza la expropiación de YPF? 
- Las formas han sido muy malas. Han aumentado las tasas de de retorno con lo cual se descuentan los beneficios de la inversión en Argentina. Nuestro vecino Uruguay tiene nivel de investment grade y el que hace un proyecto en Uruguay, descuenta los flujos futuros al 3 o 4%. En cambio, el que hace el mismo cruzando el río, lo descuenta a 12 o 15% porque tiene el riesgo de que cambien las reglas de juego, de que cambien los derechos de propiedad y de que alguien se pueda apropiar de los beneficios de la inversión. En el caso de YPF, Argentina privatizó mal y estatizó mal. De todas formas es probable que una buena administración estatal de YPF atraiga capital porque los petroleros son gente desesperada por hacer negocios y Argentina tiene el yacimiento de Vaca Muerta, es decir, reservas muy importantes y todavía no explotadas. Probablemente en el corto plazo aumenten las importaciones, pero también es probable que en largo plazo mejore la producción de petróleo. El problema es lo que esto le ha hecho al resto
de la inversión de Argentina y los efectos colaterales de alguna venganza que intente España. Pero Argentina ha seguido una política muy proteccionista que ha generado fuertes reacciones por parte del resto del mundo. O sea, el mundo ha aprendido mucho de la Gran Depresión de los años 30 y sobre todo cuando vino la recesión de 2009 trato de evitar repetir los errores. Y justamente uno de estos errores fue la aparición de políticas proteccionistas individuales en cada país, que contribuyeron a agravar la crisis. Parte del objetivo de la creación del G-20 fue la coordinación internacional para que nadie se viera tentado a hacer devaluaciones competitivas o prohibir importaciones o incrementar los aranceles. Y nosotros lo hemos hecho… Por lo tanto, el resto del mundo nos ve un poco más alejado de los países de la región que -por derecha o por izquierda- han disminuido la pobreza y atraído inversión, como Brasil, Perú o Colombia. Y nos ven un poco más cerca de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Aunque, en estos dos últimos casos, tienen una macroeconomía un poco más ordenada que la Argentina.
En los últimos días el gobierno español pasó de las acusaciones a hablar de una "solución negociada" para el caso YPF. ¿Cuánto cree usted que le va a costar al Estado finalmente la expropiación?
- Argentina no le paga a nadie. Todas las sentencias negativas del Ciadi no las ha pagado. Yo no sé cuánto nos va a costar. Me parece que haber elegido este camino, nos hace ser ilegales, porque hemos intervenido antes de expropiar o depositar cierta cantidad, no hemos hecho una oferta a todos los accionistas como los estatutos de YPF y de la Comisión Nacional de Valores de los Estados Unidos exige. Y seguramente vayamos a tener juicios de accionistas minoritarios, porque han perjudicado sus derechos. A mí me parece que un valor por el 51% entre u$s 3000 y u$s 6000 sería algo razonable. Pero yo creo que no vamos a pagar nada o lo vamos a pagar muy demorado en el tiempo. Y juicios vamos a tener. Quizás no los pagará este gobierno, pero el próximo los va a pagar.
¿Los controles a la economía ya están afectando el nivel de actividad?
- El modelo de Latinoamérica, de la CEPAL, de la sustitución de importaciones como fuente de industrialización, era válido para cuando los países eran mucho más cerrados. Hoy uno puede llegar a decir un extremismo, que es que la prohibición de importar es un instrumento desindustrializador. Porque muchísima de la producción industrial usa muchos insumos importados y la verdad yo hoy dudo si el estímulo a la producción nacional mediante la sustitución de importaciones compensa la reducción de la producción que tiene el resto de la industria por tener dificultades para importar. En el mes de marzo los bienes de capital cayeron un 25% con relación al año pasado. Ya llevamos tres trimestres en los que la inversión cae con relación al trimestre anterior. Y el poder de vida de la gente depende crucialmente por un lado de la productividad y por el otro de la cantidad de capital que se combina por obrero ocupado. Y si estamos bajando la inversión productiva vamos a tener una tasa de crecimiento menor a la que deberíamos o a la que podríamos aspirar a tener.
Así las cosas, ¿se puede inferir que los controles a las importaciones responden a otros objetivos?
- No. La política de control de las importaciones y del control de cambio ha tenido éxito en el corto plazo. Hemos disminuido el efecto de exceso de demanda de dólares. El problema son los efectos colaterales. Mi impresión es que se han alcanzado objetivos con un costo sobre el equilibro general que no compensaba. Deberíamos haber seguido las políticas que sigue el resto del mundo: o endeudarnos, o atraer más inversiones, o cambiar el tipo de cambio para hacer más atractivos los bienes transables en la Argentina. O una mezcla de todo. Pero no depender exclusivamente del temor, del control y de las limitaciones serias a las importaciones, que yo creo que es uno de los elementos que está contribuyendo a la sustancial desaceleración del nivel de actividad que estamos viendo.
¿Con qué escenario se encontrará la Argentina de cara al segundo semestre?
- Si las políticas monetarias y fiscales son levemente más expansivas que hoy, como reacción del Gobierno a la desaceleración, yo veo el crecimiento del PBI un poco superior a la velocidad del primer semestre. Por lo que veo un año del alrededor de un 3% de crecimiento del PBI pero con una inflación levemente creciente y un bajo arrastre al 2013. Eso si evitamos una crisis y si no nos volvemos locos y apretamos el acelerador de expansión fiscal y monetaria que sí sería más grave y podría acelerar la tasa de inflación.
Fuente: Diario El Cronista.

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