JUNIO ENERGÉTICO

INFORME DE MASSOT & MONTEVERDE

"(...) El escenario —no el más probable pero tampoco descartable— que aterroriza al gobierno y a las empresas eléctricas es la eventualidad de que se produjeran apagones importantes durante alguno de los partidos del Mundial en que juegue la selección nacional. (...)".
 
El talón de Aquiles de toda economía populista reside en el proceso de descapitalización que el fuerte sesgo antioferta y prodemanda provoca.
 
Una de las facetas de la consiguiente escasez de divisas, viene dada por la desinversión energética y la necesidad de abastecerse en el exterior.
 
 En la Década Ganada, la Argentina optó por consumir lo que se había invertido en la década del ’90 hasta que la capacidad de generación, transporte y distribución fue rebasada.
 
 La situación fue empeorando año tras año; ahora, los funcionarios ligados al área energética están muy preocupados porque todo indica que el sistema estará al borde del colapso durante la 2da. quincena de este mes y la 1ra. de julio.
 
 Aunque el pronóstico augura, en promedio, un invierno benévolo, varios informes advierten que por primera vez en 12 años podrían producirse problemas insalvables de oferta.
 
 La demanda podría superar los 180 millones m3 de gas, 12% por encima de lo habitual.
 
 Los cortes para industrias y usinas se multiplicarán.
 
• La situación es muy precaria: sea por falta de combustible o por fallas, el parque de generación térmica ha llegado a tener en las últimas semanas una potencia indisponible equivalente a más de 5 veces la potencia de reserva.
 
 En el pico de demanda de potencia por 18.213 MW hubo 6.362 MW de generación térmica indisponibles.
 
 La reserva era de apenas 1147 MW, 6,4 % de la demanda total, lo que supone un muy frágil margen de maniobra.
 
 La recesión ha desbaratado el argumento oficial de que la importación responde a la necesidad de sostener el crecimiento.
 
• Está faltando gas pese a que la industria acumula 10 meses en caída.
 
• Lo que hoy ocurre es que falta producción nacional y se debe importar a pesar de los cortes de gas a las industrias.
 
 En abril se produjo 3,5% menos gas que en el mismo mes del año pasado y 11,4% menos que en abril de 2012.
 
 El desabastecimiento ha obligado a dar prioridad a las compras energéticas y a pisar otras importaciones, incluso al costo de resentir aun más la actividad económica o provocar faltantes en insumos esenciales para la salud.
 
 En los días hábiles, para evitar los cortes a los hogares se corta el gas a las empresas, a las que simultáneamente se les pide que, pese a la recesión, no recorten puestos de trabajo.
 
 De todas formas, la recesión aleja el peligro de un apagón.
 
 En julio de 2013 el récord de demanda de potencia fue de 22.252 MW, unos 3.000 MW más que en las últimas semanas; hoy no habría forma de satisfacer semejante consumo.
 
• Aun así ha habido que acudir a la generación de Paraguay. 
 
 Las bajas temperaturas disminuyen también el riesgo de cortes en la distribución eléctrica como ocurrieron en verano en el área metropolitana.
 
 El escenario —no el más probable pero tampoco descartable— que aterroriza al gobierno y a las empresas eléctricas es la eventualidad de que se produjeran apagones importantes durante alguno de los partidos del Mundial en que juegue la selección nacional.
 
• Una demanda de 19.000 MW —que suena perfectamente lógica— llevaría al sistema al borde del apagón.
 
• En el verano se superaron los 23.000 MW y hubo que recurrir a la importación de electricidad desde Uruguay.
 
 El problema es que gran parte de la generación se produce con gas, que si bien abunda en la Argentina, la falta de inversión hizo que se desmoronaran las enormes reservas del fluido que teníamos en los ’90 y se dejara de producir en cantidades suficientes.
 
• Para volver a tener la cobertura de demanda de aquellos años, la Argentina debería incorporar más de 12.300 MW a la generación.
 
• Asumiendo la misma participación actual de las distintas fuentes de generación, la inversión requerida ascendería US$ 27.500 millones.
 
 Además de la enorme inversión, hay una cuestión de plazos: el shale gas de Vaca Muerta recién podrá resolver nuestro desabastecimiento dentro de varios años.
 
 Un problema adicional es que el mundo está viviendo una ola de inversiones en producción de gas natural licuado, lo que aumentará mucho la producción global y seguramente habrá derrumbado los precios para el momento en que estaríamos en condiciones de volver a exportar gas.
 
 Algunos expertos consideran que los emprendimientos en marcha a nivel global podrían llevar a que. hacia 2018, la producción de gas natural licuado aumente 33 %; y hacia 2025 podría duplicarse.
 
 Extraer gas de Vaca Muerta, comprimirlo y despacharlo en barcos podría ser un negocio mucho menos rentable que hoy.
 
 Hasta que no resolvamos esta estrechez estructural dependeremos del gas importado, que representa ahora nada menos que 37 % del consumo interno.
 
 Las importaciones de gas licuado (LNG) —nada transparentes, carísimas y materialmente riesgosas, como las ha calificado el grupo de 8 ex–secretarios de Energía— han escalado con fuerza y presionarán a las reservas del Banco Central.
 
 En abril, fueron 25 % mayores a las del mismo mes del año pasado.
 
• Y más que duplicaron —saltando 128 %— a las de abril de 2012.
 
• Ya superan en mucho a las importaciones del gas boliviano, caro pero más barato que el licuado.
 
• Estas compras de gas licuado representan una pesada carga, que se abona en dos pagos: 25% al ser embarcado en el puerto de origen y 75% restante cuando el buque ingresa a aguas argentinas.
 
 En 2013 estas importaciones de LNG consumieron US$ 3.590 millones. 
 
 Según datos de la Aduana — para el caso, más fiable que el INdEC— entre enero y abril las importaciones de gas acumularon US$ 3.785 millones.
 
  Las compras de gas han derivado en relaciones comerciales sumamente desequilibradas con algunos países
 
• En 2013, la Argentina tuvo déficits bilaterales de US$ 1.845 millones con Trinidad y Tobago y de US$ 1.075 millones con Qatar.
 
• Nuestras exportaciones a esos países sumaron apenas US$ 21 millones. 
 
 Para aliviar la difícil situación que viven las generadoras eléctricas, la Secretaría de Energía confirmó 2 semanas atrás una suba generalizada de tarifas.
 
 El sector generador mantenía sus precios congelados desde hace catorce meses.
 
 La devaluación de enero hizo saltar los costos de generación en dólares mientras que los ingresos permanecieron congelados en pesos.
 
 El ajuste fue autorizado a través de la resolución 529/2014 de la Secretaría de Energía.
 
 Los incrementos promedian 40%. 
 
 Y varían según se trate de costos fijos o variables y de cuál sea la potencia de generación, en un abanico que va desde 23% a 105%. 
 
 Las hidroeléctricas recibieron las mayores recomposiciones. 
 
 Las inyecciones de ingreso más fuertes las recibirán Endesa, Sadesa, Duke, Pampa y AES.
 
 Las generadoras de energía le venden a CAMMESA, que a su vez la revende a las distribuidoras, por lo que el aumento —al menos en principio— no debería impactar en las tarifas a los consumidores.
 
• Lo cierto es que el sistema energético en su más amplia extensión —al menos, tanto en lo que hace a la provisión de electricidad como de gas— deberá transitar por una estrecha cornisa durante las semanas que siguen.
 
La crudeza con que haga su irrupción el invierno —con un frío hasta el momento muy demorado— y las eventuales fallas e inconsistencias con que funcione el sistema podrían aportar nuevas notas dramáticas a este largo final de ciclo.

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