ATRASO CAMBIARIO

El “apretón” del cepo a las importaciones responde a la prioridad del gobierno de sostener la actual estabilidad financiera. La prioridad de la actual administración es el nivel de las reservas, la inflación y el tipo de cambio; relegando el nivel de actividad como objetivo de política. Es preocupante es el hecho de que las exportaciones argentinas vienen cayendo estructuralmente por motivos domésticos y externos. Por un lado, las malas políticas domésticas han obstaculizado el desarrollo de las economías regionales y de los principales sectores exportadores locales. Por el otro, la reciente retracción de precios internacionales de commodities en general y de alimentos en particular, afecta negativamente el valor de las ventas al exterior y por ende, le agrega complicaciones al agotado mercado cambiario local. Buen apunte de Economía & Regiones.



Acerca del atraso cambiario (Economía & Regiones).

Luego de una semana de restricción casi total a la venta de divisas para importadores, el Banco Central comenzaría a liberar dólares. El titular de la entidad monetaria recibiría a los directivos
de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA) para que se empiece a normalizar el conflicto entre los operadores de comercio exterior y el Gobierno, que provocó que numerosas empresas no pudieran cancelar sus deudas con proveedores fuera del país.
 
Este “apretón” del cepo a las importaciones responde a la prioridad del gobierno de sostener la actual estabilidad financiera. El reciente fortalecimiento del cepo y la falta de dólares para importadores deja entrever que el incremento de las reservas es más un efecto contable que una realidad. 
 
Justamente, el maquillaje sobre el stock de reservas internacionales se potenció el año pasado cuando se activó el swap de monedas con China y se contabilizaron como reservas el dinero depositado por Argentina para cancelar el pago de bonistas, que por razones legales no ha salido del BCRA.
 
El incremento contable de las reservas estaría destinado a pagar deuda (si no se consigue emitir bonos) y a contener las expectativas de devaluación e inflación, de manera de procurar preservar la estabilidad financiera hasta fin de mandato. Las reservas, que son la única fuente de dólares, no están disponibles para financiar ciclos productivos y estimular el nivel de actividad. 
 
En pocas palabras, son para uso del gobierno y no del sector privado.
 
Parece poco probable que el cepo se flexibilice y que los importadores tengan más acceso a los dólares, dado que no prevemos que el gobierno pueda emitir significativos niveles de deuda en el mercado internacional, ni proyectamos una mejora en las exportaciones.
 
La entidad monetaria seguirá cuidando sus dólares; más aún teniendo en cuenta la perfecta sintonía entre Vanoli y Kicillof. La prioridad de la actual administración es el nivel de las reservas, la inflación y el tipo de cambio; relegando el nivel de actividad como objetivo de política. 
 
Por lo tanto, procurará que las reservas no caigan y que el dólar aumente lo menos posible para contener las presiones en el mercado de divisas y moderar el aumento de precios.
 
Luego, no sorprende que las restricciones a importar (también) se encuentren supeditadas al objetivo de la estabilidad financiera. Por ende, la apertura (o cierre) del grifo de dólares para este fin depende de la estacionalidad en la liquidación de los exportadores. 
 
Y, dado que recién en marzo comenzarían a ingresar los dólares de la cosecha gruesa, hasta entonces el cepo se fortalecería y la demanda de importaciones se ajustaría a la estacionalidad exportadora. 
 
En este contexto, lo preocupante es el hecho de que las exportaciones argentinas vienen cayendo estructuralmente por motivos domésticos y externos. Esta pérdida de dinamismo del sector exportador es consecuencia de nuestras políticas domésticas principalmente; y en menor medida de la reciente caída de los precios internacionales.
 
Primero, hace años que las políticas aplicadas han abortado el desarrollo de las economías regionales y de los principales sectores exportadores. La tasa de crecimiento de las cantidades exportadas por nuestro país viene en retroceso hace más de cinco años. 
 
Segundo, la reciente retracción de precios internacionales de los commodities en general y de alimentos en particular afecta negativamente el valor de las ventas al exterior; y por ende, termina potenciando la anemia exportadora y le agrega complicaciones al agotado mercado cambiario.
 
En resumen, nuestras políticas económicas conducen al cierre del comercio exterior e implican que cada vez se exporte menos; por ende que haya menos divisas para comprar importaciones; lo que genera menos gasto en bienes de capital e insumos intermedios para los sectores productores en general y la industria en particular; afectando negativamente al mercado de trabajo al reducir la creación de empleo. 
 
¿Qué pasa con la performance del sector exportador?
 
Sin acceso a los mercados de deuda y sin IED (inversiones extranjeras directas), la única fuente de dólares de la economía argentina son las exportaciones, de ahí que al gobierno nacional no le queda otra alternativa que abrazarse al superávit comercial. 
 
Luego, si las exportaciones caen, no queda otra alternativa que las importaciones también se reduzcan. Lo que afecta negativamente a la demanda de insumos y de bienes de capital; y por ende, a la producción, al nivel de actividad y al empleo.
 
Yendo a los números: Durante el período comprendido entre el 2002 y el 2007, las exportaciones totales se incrementaron un 17% anual en promedio, como consecuencia de un incremento conjunto de las cantidades vendidas (5%) y de los precios (11%). Sin embargo, todo cambió posteriormente. 
 
Entre el 2007 y el 2013, las políticas domésticas fueron perjudicando a los sectores exportadores en general y desincentivaron la producción. Tal es así que las cantidades vendidas al exterior prácticamente no crecieron durante este período, por lo que el aumento de los valores exportados (6.5% promedio anual) se debió totalmente al avance de los precios. 
 
Por último en 2014, las cantidades exportadas presentaron una marcada caída del 10% interanual, que junto con la caída de los precios (-2%) forjaron una significativa merma en los valores exportados del 12% a/a (año contra año). 
 
Lo más grave de este escenario es que se reducen las cantidades vendidas al exterior de los productos en donde nuestro país tiene ventajas competitivas como el sector primario y derivados y que además representan casi el 60% de las ventas externas totales. A modo de ejemplo, las cantidades exportadas de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario se reducen un 14% y un 4% respectivamente entre el 2010 y la actualidad.
 
La contracara de la merma en las cantidades exportables es la floja performance que han mostrado muchos sectores productores de la oferta agregada como el trigo, el maíz, la leche, el aceite, la harina, el azúcar y algunas frutas. Estas actividades (y muchas otras) han padecido la pérdida de competitividad por el avance inflacionario de costos junto con una política de tipo de cambio oficial cuasi fijo, la presión tributaria elevada y creciente, la discrecional y poco
transparente política de cupos para importar insumos y exportar productos, el cepo cambiario, la caída de la productividad del trabajo, la reducción de líneas de prefinanciación de  exportaciones en favor de acumular reservas (letras en dólares) y el atraso de AFIP en el pago de reintegros a exportar.
 
Además, el sector exportador también se ve negativamente afectado por las políticas macroeconómicas que atentan contra el crecimiento e incentivan la inflación. A excepción de Venezuela, Argentina ha sido el país de la región que más incrementa el gasto público, la presión tributaria y el déficit fiscal en la última década generando externalidades negativas para el crecimiento económico en general y las exportaciones en particular. Por ende, no es casualidad que los sectores exportadores se encuentren perjudicados y que nuestro país, en consecuencia, se vaya cerrando al mundo.
 
El sector agro exportador es el mejor ejemplo de todo lo comentado más arriba. Las políticas domésticas dejaron sin competitividad precio al sector de nuestra economía más dinámico, más productivo, eficiente y con mejores ventajas comparativas. Según el índice ICOPESA E&R, que mide la evolución de la competitividad de los principales commodities que exporta nuestro país y considera su nivel de precios, estructura de costos de producción, el dólar y las
retenciones que pagan los exportadores, su competitividad precio ha caído un -10% cuando se compara diciembre 2014 con diciembre 2013. 
 
Para 2015, no hay posibilidades de que los valores exportados se recuperen dado que desde la esfera doméstica, los sectores exportadores seguirán “acorralados” en la prensa del dólar cuasi fijo y el aumento de los costos de producción; mientras que por el lado externo, este año continuará el fortalecimiento del dólar en el mundo, profundizándose la caída de precios de los commodities iniciada en 2014. 
 
En este sentido, sólo basta mencionar que en el último semestre del año los precios de las materias primas energéticas y agrícolas presentaron una caída de 40% y 8%; respectivamente (según el índice de precios de commodities que elabora el Banco Mundial).
 
Paralelamente, la caída del precio de la soja impactó en un menor valor de exportaciones del complejo sojero y por ende en una menor recaudación de retenciones, afectando negativamente tanto a la “caja” del gobierno nacional como al Fondo de la Soja que financia obra pública en las provincias. Esta merma de precios representó una reducción de US$1.500 millones en los valores exportados por el complejo sojero; equivalente a casi la cuarta parte del resultado comercial del año (US$ 6.687 millones) y a unos $4.000 millones de recaudación vía retenciones.
 
En concreto, para el promedio de 2015, teniendo en cuenta que la Fed subirá la tasa y el dólar seguirá fortaleciéndose, esperamos que los precios de la oleaginosa desciendan a US$ 350 por tonelada; es decir, un 23% menos al promedio de 2014 (US$ 458 tn).
 
De modo que las exportaciones seguirían reduciéndose y totalizarían unos US$ 66.900 millones (escenario optimista) con una caída implícita del 7% aproximadamente (-US$ 5.000 millones) en 2015. Esta merma le impondría un techo a las importaciones que totalizarían unos US$ 62.600 millones (-4%) y generarían un superávit comercial por US$ 4.200 millones, con una reducción del 36%.
 
¿Cómo repercute la caída estructural de las exportaciones en la industria local?
 
Explicamos que la merma en las cantidades y precios de las exportaciones se traducen en menos ingreso de divisas, y por ende, (cepo de por medio) menos permisos para importar.
 
Ahora bien, dado que casi el 70% de las importaciones son bienes de capital, piezas para bienes de capital e insumos intermedios, la restricción a importar repercute negativamente en los sectores productores en general y en la industria en particular que necesita comprar estos inputs para producir.
 
No es casualidad que el agregado industrial haya presentado una caída promedio del 2.5% y del 4.4% durante el 2014 según las estimaciones de EMI (Indec) e IPI (Fiel) respectivamente.
 
Justamente, esta fuerte disminución de la producción manufacturera estuvo motorizada por una caída de producción de los sectores con mayor integración del comercio internacional como el sector automotriz, la metalmecánica y el caucho y plástico. 
 
La industria automotriz es el mejor ejemplo de lo expuesto en los párrafos previos, ya que se encuentra muy integrada con el resto del mundo y en especial con los países de la región. De hecho, este sector es estructuralmente deficitario en términos de comercio exterior (déficit record de US$ 8.200 millones en 2013). Por lo tanto, en un marco de escasez de divisas, las restricciones para importar insumos son verdaderos obstáculos para dinamizar su producción.
 
Tal es así que las importaciones cayeron un 38% y el déficit se redujo un 64% en 2014. De modo que la estrategia de cuidar la “caja en dólares” para generar estabilidad financiera provocó una retracción del 21% interanual en los niveles del producción en 2014.
 
En pocas palabras, el sector automotor es el sector industrial que más sufre las trabas a las importaciones, que el gobierno intensifica día a día y que muy probablemente fortalezca durante los próximos meses.

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