Informe Economía & Regiones sobre INDUSTRIA AUTOMOTRIZ ARGENTINA

La industria automotriz fue ganando importancia relativa en la estructura económica de nuestro país llegando a representar el 13% del producto industrial y el 2.5% del PBI. En la actualidad, el escenario es exactamente el opuesto a los años de “esplendor” de la industria manufacturera en general y la industria automotriz en particular.

La industria automotriz se presenta como uno de los sectores productivos más golpeados de la actualidad, al transitar una fuerte recesión que afecta a toda la cadena productiva (vertical y horizontal), incluyendo al empleo, producción y venta de autos, fabricación de autopartes, exportaciones y también a todas las industrias conexas como la metálica, la de caucho y la de plástico.
 
Esto sucede porque los “fundamentals” que traccionaron la expansión de la producción automotriz se encuentran en una situación delicada. 
 
En concreto, el crecimiento del sector depende de 3 variables: 
 
i) del crecimiento económico de Brasil, el principal destino de exportación; 
 
ii) del consumo privado doméstico de bienes durables, y 
 
iii) de la disponibilidad de divisas para importar los insumos, bienes de capital y auto-partes necesarias.
 
Estas 3 variables (Brasil, consumo y disponibilidad de dólares) fueron determinantes impactando positivamente en la expansión del sector automotor entre 2003 y 2011. Tanto fue así, que la venta de “0 kilómetros”, las exportaciones de autos y el parque automotor se expandieron como nunca antes en la historia argentina en ese período. 
 
De esta manera, el sector automotriz se convirtió en la locomotora del agregado industrial durante elesplendor” de la era K cuyo pico fue fines de 2011.
 
Entre 2003 y el pico de output máximo (fines de 2011), la producción de manufacturas creció a una tasa promedio del 6.9% anual, mientras que el sector automotriz se expandió a una tasa promedio mayor al 20% anual en el mismo período. Es decir, en 2003/2011 el ritmo de crecimiento del sector automotor más que triplicaba a todo el agregado industrial. 
 
Así, la industria automotriz fue ganando importancia relativa en la estructura económica de nuestro país llegando a representar el 13% del producto industrial y el 2.5% del PBI. 
 
En la actualidad, el escenario es exactamente el opuesto a los años de “esplendor” de la industria manufacturera en general y la industria automotriz en particular. 
 
A la industria automotriz le va “peor” que a todo el agregado industrial, ya que las tres variables explicativas que solían dinamizarlo; le juegan en contra. El consumo privado languidece dado que buena parte de la recuperación del ingreso-salario se vuelca a la demanda de dólares (dólar ahorro y paralelo) en detrimento del gasto en bienes durables. La economía Brasilera, que demanda el 40% de la producción doméstica de autos, se encuentra inmersa en una recesión. 
 
Y la falta de dólares, cepo mediante, limita la capacidad de producción ya que obstaculiza la adquisición de autopartes, insumos y repuestos de bienes de capital importados.
 
Fundamentals de la producción automotriz: Un modelo explicativo
 
Para medir el impacto (ahora negativo) de cada una de estas 3 variables en la producción automotriz desarrollamos varios modelos econométricos que miden la sensibilidad del sector con respecto a su dinámica. 
 
A priori, los modelos confirman que la capacidad del consumo interno, el nivel de actividad brasilera y la disponibilidad de divisas son variables claves a la hora de explicar el nivel de output de la industria automotriz.
 
En términos generales se observa que, “ceteris paribus”, por cada por cada punto porcentual que crece (cae) la economía de Brasil, la industria automotriz crece (cae) un 2% aproximadamente. A su vez, la elasticidad del sector con respecto a la disponibilidad de divisas (reservas) es de 0.36% y respecto del consumo doméstico de 0.40%. Lo que indicaría que por cada punto porcentual de incremento (caída) de las reservas y del consumo, la producción se incrementaría (reduciría) un 0.36% y 0.4% respectivamente.
 
Dado que se espera que Brasil se contraiga casi 3.0% anual, las reservas viene cayendo fuertemente desde 2010 y el consumo languidece, no debe sorprender que la industria automotriz sea uno de los sectores económicos con el peor presente de la economía argentina. 
 
Dinámica de cada uno de los fundamentals
 
El nivel de actividad de Brasil es la variable más trascendente para explicar el comportamiento de la industria automotriz, ya que casi el 43% de los autos que se fabrican en Argentina tienen como destino el mercado brasilero. En concreto, la mitad de la producción local de autos se exporta y el 86% de esas exportaciones tiene como destino Brasil.
 
El crecimiento de la economía brasilera de la última década motorizó nuestras exportaciones, y por ende, la producción de autos y auto-partes. El nivel de actividad de nuestro principal socio comercial estuvo motorizado por un boom del consumo privado que encontró sustento en la abundancia de crédito destinado a financiar el gasto de las familias.
 
Los fondos que ingresaban a la economía brasilera (a través de la cuenta de capitales del balance de pagos) financiaban el exceso de consumo y el déficit de la cuenta corriente. Parte de ese sobre-estímulo se volcaba a la demanda de automóviles, impactando positivamente en la industria argentina en general y en la automotriz en particular. 
 
Sin embargo, esta tendencia se viene revirtiendo con la apreciación del dólar en el mundo -que genera una salida de capitales desde Brasil- y los problemas económicos y políticos internos vinculados con la esfera fiscal, la corrupción y la falta de confianza. 
 
En lo que va del año el nivel de actividad en Brasil exhibe una merma del 2.7% interanual (8 meses de 2015 vs mismo período del año anterior). Luego no es casualidad que las exportaciones de autos de los 10 primeros meses (ene-oct) hayan alcanzado 216 mil unidades, un 25.4% menos que durante el mismo período del año anterior. 
 
Peor aún, según los pronósticos del FMI la economía caería un 3% en 2015 y un 1.1% en 2016, lo que afectaría directa y negativamente a nuestra industria automotriz exportadora en el mediano plazo.
 
El consumo doméstico de bienes durables también es un factor determinante de las ventas internas de autos y por ende, de la producción destinada al mercado doméstico. La política económica de la última década tuvo como objetivo estimular la demanda agregada, mediante un gasto público, siempre creciente, financiado con emisión monetaria, forjando tasas de interés bastante menores que la inflación. Es decir, las políticas expansivas han estimulado el consumo de bienes durables, tales como inmuebles, autos o electrodomésticos.
 
Incluso en la actualidad, el gobierno sigue convalidando y estimulando una política de ingresos muy expansiva que permite incrementos de las jubilaciones, del salario público, del salario mínimo y de las asignaciones sociales mayores al avance de los precios y del dólar. Es decir, por tratarse de un año electoral, se observan marcados aumentos del poder adquisitivo del ingreso doméstico.
 
Sin embargo, esta recuperación del salario-ingreso no se traduce en una mejora completa y contundente del consumo privado y por ende no llega a afectar positivamente a la industria automotriz. 
 
Por el contrario, gran parte de la recuperación del ingreso se vuelca a activos dolarizados como el dólar ahorro, al dólar informal o bonos en dólares. En otros términos, el público percibe la actual inestabilidad macroeconómica y actúa en función de sus expectativas; lo que termina por abortar la causalidad entre el ingreso y el consumo. 
 
En la actualidad, las ventas totales de autos en el mercado interno se encuentran estancadas con marcadas caídas en las ventas de “utilitarios” (-1.2% a/a) y la “categoría pesados” (-34% a/a) durante los 10 meses del año. Lo mismo sucede con los patentamientos cuya merma alcanzó un 9.1% interanual en el período enero-octubre de 2015. 
 
Cabe destacar que la caída de los patentamientos es mayor a la de las ventas a concesionarios, porque (en algunos casos) estos últimos aumentan su stock, para minimizar el costo de reposición a pesar de no tener una demanda privada efectiva sólida.
 
La escasez de divisas y trabas a importar insumos, bienes de capital y autopartes también representan un verdadero obstáculo para la producción. Sobre todo si se tiene en cuenta que el 75% de las partes de los autos producidos localmente provienen del extranjero y que el sector es (y siempre fue) estructuralmente deficitario; dado que sus importaciones superan ampliamente a las exportaciones. De esta manera, al priorizar la virtual estabilidad cambiaria y potenciar los cepos al dólar, el gobierno puso un palo en la rueda de la producción del sector.
 
A modo de ejemplo, en los últimos 12 meses el déficit comercial del sector automotriz alcanzó US$ 3.100 millones aproximadamente (incluso a pesar del derrumbe de la producción), cifra similar al superávit comercial total durante el mismo período, pero menor al máximo alcanzado en 2013 (US$ 8.600 millones). 
 
Peor aún, con las exportaciones restringidas (Brasil en recesión), el déficit tendería a incrementarse, salvo que se ajuste más el torniquete a importar, lo cual potenciaría la caída del nivel de actividad y la recesión en el sector.
 
Lo que ocurre es que la economía argentina ha perdido la capacidad para generar divisas en forma genuina. Las inconsistencias de política macroeconómica, el sobrante de pesos, la elevada presión tributaria y las restricciones cambiarias han minado el funcionamiento de la balanza de pagos y afectado negativamente la acumulación de reservas. 
 
Los activos internacionales del BCRA caen “en monto” y “en calidad” desde 2010. Las reservas líquidas totalizan a penas US$ 5.300 millones, equivalente a un mes de importaciones totales y a 6 meses de importaciones del sector automotriz. 
 
En resumen, la evolución de los fundamentals no anticiparía una recuperación inmediata ni automática de la producción automotriz. Por el contrario, la próxima administración deberá aplicar nuevas políticas que fomenten el mercado interno, permitan acceder a nuevos mercados de exportación y regularicen el mercado de cambios para otorgarle al sector las divisas necesarias para producir.
 
La reconstitución de las reservas es un pilar fundamental para una futura y potencial recuperación del sector automotor, ya que brindaría salud macroeconómica, mejoraría las expectativas del público y los fundamentals monetarios y cambiarios. También “jugaría a  favor” la apertura del Cepo y la normalización de nuestro sector externo. Una mejora de las expectativas, podría generar un repunte sólido y sustentable del consumo interno.

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