44 MILLONES DE ARGENTINOS SOBREENDEUDADOS
La Administración Macri retira de circulación la mitad de la moneda de curso legal que recogen los bancos a cambio de Leliqs, por las que fija una tasa de casi el 70%, que ahuyenta a cualquier tomador de créditos particular. Las entidades privadas y nacionales aprovechan esta excepcionalidad y las elevadas comisiones que impusieron para hacerse de toda la ganancia posible hasta que cambie el gobierno y los que vengan definan algo con la deuda. A fin de año, el roll over de esos bonos de liquidez redoblados juntará casi una base monetaria completa, en gran parte está calzada a los plazos fijos bancarios. Sería un potencial equivalente a unos US$ 42 mil millones, que podrían ser cancelados con desembolsos del FMI, o sea dolarizándolos, como propuso el economista Carlos Melconián, o mediante el reparto de papelitos a costa de la rentabilidad obtenida, como sugieren desde ventisqueros populistas. El otro gran protagonista estatal de futuras renegociaciones es ANSES, cuyo Fondo de Garantía de Sustentabilidad tiene el 60% de su cartera en títulos públicos. Serían unos US$26 mil millones más “no exigibles” a descontar de una implacabilidad de la espada de Damocles acreedora. El mercado de capitales espera que ANSES se convierta en un fondo previsional, como sucede en la mayoría de los otros países, y pueda así financiar la actividad productiva, en lugar de orientarse, como ahora, hacia las Leliqs.
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Por RUBÉN CHORNY | |
Una pregunta para algún Homero Simpson argento.
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El coma inducido, al que se apela en medicina para dejar transitoriamente a un paciente sólo con los signos vitales mientras se aplican terapias, la Administración Macri lo aplica a las transacciones cotidianas que realizan los individuos y empresas del país con una moneda de curso legal desvalorizada y nada creíble. La finalidad de haber puesto en estado vegetativo a la economía es nada más que evitar que cualquier pulsación emocional haga subir el recurso escaso que es el dólar y se le descompagine aún más la estructura de precios relativos internos en pesos sobre la que apoya la transferencia de los ingresos de la sociedad. Escamotea para ello cerca de la mitad de la plata que imprime a través de los bancos, a los que la autoridad monetaria les reconoce una recompensa en la tasa bastante superior a la inflación por retenérsela a cambio de entregarles bonos de vencimiento semanal. Llamados hasta antes de la crisis cambiaria del año pasado Lebacs (Letras del Banco Central) y a partir de entonces Leliqs (Letras de Liquidez), la diferencia es que esta masa de dinero se concentra en pocas manos, ya que pasó de estar en poder de miles de inversores individuales o institucionales a 2 centenares de entidades financieras. Y aunque el nivel nominal haya llegado a empatarle a sus antecesores en un billón, el actual stock de las Leliqs se encuentra en apenas un poco más de la mitad del que llegaron a tener las Lebacs, como consecuencia de que la demanda de fondos de la Tesorería para financiar el gasto primario se fue esterilizando desde que el FMI le echó el ojo a las cuentas. Sin embargo, el multiplicador de la tasa de interés triplica al de la época de Federico Sturzenegger y el tránsito posterior de Luis Caputo en el Banco Central y a este paso la proyección hacia fin de año, cuando asuma el próximo gobierno, y algo tenga que hacer, equivaldrán a una base monetaria completa. Los especialistas que hablan de bombas de tiempo, tal como el director de Economía y Regiones, Diego Giacomini, y el economista Javier Milei, se refieren a que el alimento de este roll over semanal de la banca son principalmente sus carteras de plazos fijos y cuentas a la vista (cajas de ahorro, “sueldos” y corrientes), dependientes de la vertiginosa decisión de la clientela de quedarse en pesos o irse al dólar que renueva en plazos muy cortos. Las entidades les pagan en torno del 45% anual por los ahorros inmovilizados a 30 días promedio y, a su vez, reciben poco menos del 70% del Banco Central por convertirlos el Leliqs. Encajes remunerados Sin embargo, como las regulaciones las obligan a constituir un encaje con los fondos que recibe para evitar que cualquier insolvencia pueda afectar a los ahorristas, en la práctica tienen que apartar de su giro un 30% en pesos, un 5% que le permiten colocar en Botes (Bonos del Tesoro) y 10% de esa retención compulsiva pueden destinarlos a Leliqs. Por ese negocio de no hacer nada, perciben término medio el 26%, según fuentes del mercado, mientras que la mayor parte de la tasa activa la conjugan con el 68% que les paga el BCRA por un asiento contable de la liquidez que le transfiere, estimada en un 35% promedio de las carteras. No es de extrañar, en este contexto, y pese a las agresivas campañas de marketing de los bancos para vender préstamos personales o con garantía real cuyas tasas efectivas asustan por superar el 100% anual, que sea cada vez menos el saldo de crédito disponible para el sector privado. El informe oficial indica que en abril volvió a bajar nada menos que 29,8% interanual en términos reales, consecuencia principalmente de la merma de la demanda desde el comercio y a la construcción. También los préstamos prendarios y personales a las familias retrocedieron ese mes 20% respecto de 2018, pero entre que los bancos aumentaron las comisiones y el spread (diferencia de tasas) entre los depósitos y las colocaciones ganaron en sus balances 130% más que el año pasado. La tasa alta restringe el acceso de los particulares, no así del Estado, que tiene una maquinita de billetes y una fábrica de títulos públicos en moneda desvalorizada para afrontarla, pero los intermediarios de esos flujos aprovechan el momento para hacerse la diaria, por más que su negocio por antonomasia esté desnaturalizado. La administración de las urgencias, según quién la haga, con esa liquidez efímera queda al desnudo con sólo ver los resultados contables que presenta la banca: mientras la pública perdió $3.047 millones, los privados extranjeros ganaron $13.247 millones y los nacionales, $10.011 millones. Probablemente, las entidades que deben rendir cuentas a sus accionistas estén previsionando contingencias con esas excepcionales utilidades por si viene alguna renegociación de la deuda que comprenda esa papelería una vez que asuma el próximo gobierno. Como recomendó el hípercritico economista de la casa, Carlos Melconián, en el precoloquio de IDEA en Neuquén, el arreglo que se haga para el futuro con el FMI debería contemplar la cancelación de las Leliqs, que ya ocupan el 4% del PIB, lo cual de hecho implicaría asumir la deuda y dolarizarla. Habría que ver qué piensan los candidatos al respecto, en especial la fórmula F-F, de consolidar la ganancia bancaria acumulada en esta etapa de ajuste macroeconómico. El intento de cobrarles a los ahorristas un impuesto a la renta financiera tomando las sumas devengadas por el aquelarre monetario y cambiario vivido ya lleva 2 postergaciones en los plazos de presentación de las DDJJ a la AFIP, por inconsistencias técnicas entre la ley, su reglamentación, y la interpretación distintas que hacen los bancos y los contadores. Ni siquiera fue posible en esta oportunidad aplicar el arbitrario pague primero y reclame después, porque no hay acuerdo sobre qué se liquida y cómo: no existe una metodología que facilite reconstruir la ruta de las inversiones de los contribuyentes en la DDJJ, en medio de tanta esquizofrenia especulativa que provocan la volatilidad cambiaria y la inflación. Si el mercado financiero se encuentra prácticamente monopolizado por las necesidades del Estado, no menos condicionado está el mercado de capitales al dedo de la política. Al ser ANSeS, por lejos, el principal protagonista de una plaza que moviliza los títulos públicos y privados y al tener condicionadas sus decisiones a los designios que le impone el Poder Ejecutivo antes que a las estrategias propias que suelen guiar a los fondos de pensión en el mundo, también queda poco y nada de margen para el crecimiento de la oferta y la demanda privadas. De ahí que el tamaño sea inferior al de las Leliqs solas y 4 veces menor en participación en el PIB al promedio regional de México, Brasil, Colombia, Perú y Chile. Inclusive, en el último año la capitalización bursátil (medida como porcentaje del PIB) cayó de 18% en 2017 al 12% estimado para fin de 2018, con lo que volvió a valores similares de fines de 2016. En Perú y Colombia esa participación supera el 40% y en Chile alcanza al 100%. El titular de Puente, Federico Tomasevich, explicó al disertar en el Instituto Argentino de Finanzas, la diferencia que, por ejemplo, separa al mercado de capitales argentino del chileno, ya que mientras por estos lares el gran inversor institucional, que es ANSeS, está atado de pies y manos, en el país trasandino se generan fondos previsionales para hacer frente a las obligaciones inmanentes y que permitan invertir excedentes de largo plazo en la economía. “El portafolios de ANSeS son 100% productos financieros y 0 economía real”, contrastó, por lo que se impondría, aconsejó, “un acuerdo político para aplicar los fondos a la economía real y no que ayuden al sistema financiero que invierte en Leliqs”. Al respecto precisó que “la liquidez está en cajas de seguridad o plazos fijos, y estos terminan en Leliqs”. La clave, insistió Tomasevich, está en ANSeS, si bien se impone también modernizar la normativa del Banco Central y Comisión Nacional de Valores, en virtud de que “hay demasiados intermediarios y muchas entidades financieras”.
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