Rolando Astarita PRECIOS DE LOS INSUMOS.

 Una vez más, sobre los precios de los insumos

En notas anteriores he afirmado que una cuestión básica del planteo de Moseley es que los insumos son adquiridos por los capitalistas a precios de producción, y por lo tanto, no necesitan ser transformados de valores a precios, como sostuvo Bortkiewicz. Escribí extensamente sobre este asunto. Lo central: es imposible que haya una determinación simultánea de los precios de los insumos y de los precios de los outputs.  Una y otra vez he preguntado dónde se produce la transformación de los precios-valores a precios de producción, si es que los capitalistas no compran los insumos a precios de producción. Es una pregunta sencilla, pero Rallo sale con evasivas. Véase, si no, el siguiente pasaje de su nueva respuesta: “No basta con decir, como él mismo [se refiere a mi persona] repite, que Moseley ha demostrado que “no hay que transformar los precios de los insumos”: pues cuando hay un cambio en la tasa general de ganancia, sí que hay que (re)calcular los nuevos precios de producción de los insumos y, a esos nuevos precios de producción, el agregado de valores (que no se han visto modificados) no coincide con el agregado de precios de producción” (énfasis mío).

Naturalmente, no es suficiente decir que a los precios de los insumos no hay que transformarlos en precios de producción. Sin embargo, la discusión que tengo con Rallo no es esa, sino si es, o no, una condición necesaria para explicar la formación de los precios de producción y de una tasa media de ganancia. Y Rallo no dice que es una condición necesaria porque su enfoque básico es que los equilibrios deben ser instantáneos, y el tiempo no cuenta. Lo afirma, de hecho, en este mismo pasaje: si aparece un desequilibrio, sostiene, los capitalistas pueden retroceder en el tiempo para cambiar lo hecho. Por caso, cuando ocurre un cambio en la tasa de explotación, los capitalistas deben “recalcular los nuevos precios de producción de los insumos”. Pero esto solo puede ocurrir “hacia adelante”, en una ronda siguiente, no en la que está teniendo lugar ahora. Es que una vez adquiridos los insumos a precios de producción, estos no pueden modificarse “hacia atrás”. Eso ocurre en los papeles walrasianos, pero no en el sistema capitalista real. En este el precio de costo de la mercancía “está dado, es una premisa independiente de su producción –la del capitalista- mientras que el resultado de su producción es una mercancía que contiene plusvalor, es decir, un excedente de valor por encima de su precio de costo” (Marx, p. 208, t. 3, El capital). Esto es lo que ocurre en el modo de producción capitalista, y es lo que registra el enfoque secuencialista de Moseley. Es algo sencillo de entender, pero Rallo no tiene manera encajarlo, aunque tampoco lo puede refutar. De ahí sus evasivas –“no basta pero…”-; su introducción de la recontratación que anula el tiempo; o el salto, de buenas a primeras, desde el método Moseley al método Bortkiewicz (en sus tablas, el paso de la VII a la VIII; volvemos más adelante a ello).

Pero además, ¿dónde afirmamos que es condición suficiente para explicar la formación de los precios de producción sostener que los capitalistas adquieren los insumos a precios de producción? Es obvio que “no basta” con esa afirmación. Una y otra vez expliqué –como también lo hizo Moseley- que los valores expresados por los precios de producción de los insumos se trasladan al costo de producción del producto final. Y que el valor nuevo agregado se reparte en salarios y beneficios. Por lo que me pregunto a quién interpela Rallo con el “no basta” con comprar insumos a precios de producción.

Un argumento sobre el método Bortkiewicz y la lectura del mismo por Rallo

Rallo me atribuye la idea de que si la suma de los valores es igual a la suma de los precios de producción, la suma de las plusvalías no puede ser igual a la suma de los beneficios. Sin embargo, cualquiera que lea mis respuestas anteriores puede comprobar que en todo momento sostuve que el valor agregado es igual a la suma de beneficios y salarios. Véase, por ejemplo, la secuencia, que presenté en mi primera crítica a Rallo, que va desde la alteración de la tasa de plusvalía a los nuevos precios de equilibrio. En todo momento el valor añadido es $480, y se reparte enteramente entre beneficios y salarios.

Rallo no puede desconocer esto. Sin embargo, cita un pasaje, sacado de contexto, en el que afirmo: “cuando los precios de producción deben obtenerse por distribución de masas de valor, y por lo tanto, cuando todo lo que en algún lugar se restó debe reaparecer en otro lugar, la suma de los valores es igual a la suma de los precios de producción, pero la suma de la masa de plusvalía no puede ser igual a la suma de las ganancias. Alternativamente, si estas últimas son iguales, a través de los períodos de producción la suma de los valores no puede ser igual a la suma de los precios de producción”. Este pasaje está dentro del apartado dedicado a explicar por qué el método Bortkiewicz da los resultados que da. Su objetivo es mostrar cómo, incluso con el método Bortkiewicz, la ley del valor trabajo puede explicar el conocido resultado de la discrepancia –en la solución Bortkiewicz- entre la suma de valores y la suma de precios de producción, si la suma de beneficios coincide con la suma de las ganancias, y viceversa.  

El planteo de Moseley y la crítica de Rallo

En esta nueva respuesta Rallo repite la crítica a Moseley que examiné en mi primer texto de crítica a Rallo (aquí). Escribe que el planteo de Moseley falla porque “si la tasa general de ganancia cambia, el equilibrio interdepartamental anterior desaparece y sólo podemos reestablecerlo a unos nuevos precios de producción que, en agregado, no son iguales a sus valores (a sus valores agregados) o, alternativamente, a una masa de ganancia que, en agregado, no es igual a la masa de plusvalía”. Pues bien, volvamos a las tablas que presenté en mi primera respuesta a las críticas de Rallo a Moseley. Empiezo con la tabla 2:

Tabla 2

Aquí los insumos se han pagado a precios de producción, y el valor añadido se reparte enteramente entre salarios y beneficios. La suma del capital constante (a precios de producción, $480) y el valor agregado ($480) coincide con la suma de los precios de producción, $960. Si consideramos que el valor del dinero permanece constante (representa x cantidad de tiempo de trabajo social), es claro que no se agregó ni quitó valor. Los precios de producción mantienen el equilibrio entre los sectores I (productor de medios de producción) y II (.productor de bienes de consumo). En particular, el precio de producción del capital constante, $480, es igual a la suma de los precios de los capitales constantes adquiridos como insumos, $480). Así, los precios de producción de los outputs se forman sobre la base de que la única fuente del valor es el trabajo vivo.

Cabe aquí una aclaración: a esta tabla 2 no se llega suprimiendo el tiempo ni suponiendo que haya habido alguna época en que los capitalistas adquirían sus insumos a precios-valores y los vendían a precios de producción. La realidad es que los precios de producción siempre se forman por aproximaciones sucesivas. En palabras de Shaikh: “... dentro de la contradicción en movimiento que es la producción capitalista de mercancías, la reproducción de la sociedad es necesariamente un proceso de prueba y error, en el cual las discrepancias de un tipo son seguidas constantemente por las de naturaleza opuesta… esta es la razón por la que Marx siempre habla de un proceso de regulación tendencial y no de alguna situación de equilibrio estático” (“The Transformation from Marx to Sraffa”, en Mandel y Freeman eds. Ricardo, Marx, Sraffaz, p. 48).

En cualquier caso Rallo, a fin de sostener la tradicional crítica a Marx sobre la transformación, tiene que desacreditar, de alguna manera, el ejemplo teórico de Moseley. Es que las relaciones establecidas en la tabla 2 se explican enteramente por la ley del valor trabajo. Aunque Rallo se cuida de decirlo. Recurre entonces a la variación en la distribución del valor agregado: los salarios aumentan un 20%. Es la tabla 3 de nuestra nota anterior.

Tabla 3

Ahora el capital total aumentó de $720 a $768. La plusvalía a repartir entre ramas, que era $240, bajó a $192. En consecuencia, la tasa de ganancia cae. Es evidente que en esta nueva tabla el valor agregado es igual al valor agregado en la tabla 2. Sin embargo Rallo dice (comentando su tabla VII) que “en contra de lo que sostiene Astarita, tras el cambio de salarios no ha habido ningún cambio en el valor agregado de esta economía. (…) El tiempo de trabajo social siguen siendo 960 horas de trabajo social que equivalen a 960 onzas de oro… el valor agregado no ha cambiado entre períodos por el hecho de que los salarios hayan cambiado”.

No puedo entender por qué mi crítico afirma esto. En primer lugar, el valor agregado no es $960 sino $480. Los $480 del capital constante es valor agregado en etapas anteriores, que aquí reaparece como precio de producción con que los capitalistas adquirieron los insumos necesarios para la producción. En segundo lugar, es fácil advertir que tanto en la tabla 2 como en la 3 el valor agregado es $480. Lo que ha cambiado es su distribución: en la tabla 2 $240 van a salarios y $240 van a beneficios. Una vez producido el aumento de los salarios, el reparto se altera: $288 van a salarios y $192 a beneficios. El valor agregado en cada fase no se ha alterado.  

Relacionado con esta observación, otro problema: Rallo plantea que el aumento del 20% del salario equivale al aumento del 20% de las toneladas de trigo consumidas por los obreros (véase su tabla VI). Pero la realidad es que los salarios son abonados en dinero (onzas de oro en los ejemplos de Rallo), y no hay razón –dadas las variaciones de los precios de producción- para que ese aumento en términos de dinero se traduzca linealmente en un aumento de igual proporción de la cantidad de trigo (o una canasta de bienes salariales). Más en general, hay que tener en cuenta que el capital siempre se adelanta en la forma de dinero, no de mercancías.

Por otra parte, es claro que en tabla 3 surgen desequilibrios: la suma del capital variable y del beneficio del sector I ($177,5) no es igual al capital constante de II ($190), lo que es condición de equilibrio entre los sectores I y II. Además, hay una diferencia entre los precios de producción del capital constante que sale como output ($467,5), y el precio de producción al que fueron adquiridos ($480). Esta diferencia se debe a que, dada la nueva tasa de plusvalía, los precios de producción de los outputs deben modificarse en relación a los precios de producción a los que fueron adquiridos los insumos. Obsérvese que aquí no hay manera de readecuar los precios de producción a los cuales se compraron los insumos volviendo hacia atrás en el tiempo. Nótese, sin embargo, que en esta primera “ronda” de ajuste la suma de los precios de producción ($960) coincide con la suma de capital constante, capital variable y beneficio ($960).   

Pues bien, todo el argumento de Rallo (en Anti-Marx) para criticar la transformación de Moseley es afirmar que el desequilibrio de los precios entre sectores I y II invalida el método secuencial. En este respecto, es notable cómo Rallo se desliza sobre las dificultades. Como ya señalamos, en relación a la situación expresada en la tabla 2 no dice palabra sobre si en ella rige la ley del valor trabajo. Pero surgido el desequilibrio en la 3, plantea volver a Bortkiewicz. En ningún momento informa a sus lectores que basta aplicar el método secuencial para que, luego de un período de tiempo, se restablezca el equilibrio. He preguntado por qué no explicó esto; no tenemos respuesta.

Por mi parte, he argumentado extensamente que los desequilibrios existen, que es un error barrerlos debajo de la alfombra recurriendo a las soluciones walrasianas. Pero Rallo parece relegar el tema a las “cuestiones adyacentes” que darían por resultado “no afrontar el fondo de las críticas que se han planteado…”. Como si en el centro de la discusión no estuviera, de un lado, la concepción de una economía sin tiempo (precios de insumos y outputs se resuelven al mismo tiempo); y del otro una economía en que los procesos son secuenciales.

De todas formas, hasta este punto (aumentaron los salarios un 20%) Rallo sigue el método de Moseley: los precios de los insumos no se transforman y el valor agregado se reparte entre salarios y beneficios. Sin embargo, surgido el desequilibrio, cambia –sin advertirlo a sus lectores y sin justificarlo- al método Bortkiewicz (su tabla VIII). Pero como dijimos repetidas veces, esa determinación simultánea (o apelando a un tiempo en reversa) es insostenible. No se trata de aplicar el método que nos dé la solución numérica que buscamos a priori, sino de aplicar el método que permita entender cómo funciona el capitalismo.  

Siguiendo ahora con nuestro criterio secuencial, en la siguiente tabla, la 4 de nuestra primera respuesta a Rallo, se reduce la diferencia entre Iv + Ib con relación a IIc, pero aparece una diferencia entre la suma de los precios de producción ($951,38) y la suma del capital constante y el valor agregado ($947,52).

Tabla 4

Lo cual se explica porque en esta “ronda” se han adquirido los insumos a los precios de producción del output establecidos en la tabla 3 (una vez más, no todo ocurre al mismo tiempo). Si el capital constante en la ronda correspondiente a la tabla 4 se hubiera adquirido al mismo precio con que entró como insumo en la tabla 3, esa discrepancia no hubiera surgido. Pero el precio del otuput del capital constante tuvo que descender a $467,5 para que se igualara la tasa de ganancia. Esto ocurrió sin que variara el tiempo de trabajo necesario para producir esos medios de producción (o los medios de consumo). Precisemos que ese descenso del precio, de $480 a $467 ocurre, en la práctica, por vía del mercado, por competencia: el mercado no valida un precio de $480, dada la presión hacia la igualación de la tasa de ganancia.

Por otra parte, a medida que se desarrollan las secuencias de compras y ventas, siempre con los insumos adquiridos a precios de producción, se reestablecen los equilibrios. Así, en la tabla 9 los precios tienden a restablecer el equilibrio entre las ramas I y II (IIc = Iv + Ib). Y por otro lado, la suma del capital constante más el valor agregado es igual a la suma de los precios de producción, $927,97.

Tabla 9

De manera que, si se compara la suma de los precios de producción de tabla 3 con tabla 9, se observa que cayó de $960 a los mencionados $927,97. Esto es, el valor –expresado en el precio- disminuyó, pero no porque se hubieran reducido los tiempos de trabajo, sino por lo ya explicado, la necesidad de igualar la tasa de ganancia y la consiguiente caída de los precios de producción. Sin embargo, “al interior” de las tablas 2, 3 y 9 se verifica que ∑ Pr Pr = C + VA = C + V + B. Esta igualdad no rige, sin embargo, en la transición hacia el nuevo equilibrio, como hemos visto en tabla 4. A su vez, puede verse que la igualdad VA = V + B no es una opción del analista que hace matemáticas, sino una consecuencia necesaria del método secuencial.

La prueba de la teoría del valor trabajo y los argumentos de Rallo

Es claro y explícito que todo el argumento de Rallo contra la ley del valor trabajo se reduce a decir que la ley exige que la suma de los valores sea igual a la suma de los precios de producción. Si esta igualdad no se cumple (hemos visto que la suma de precios de producción de tabla 3 no coincide con la de tabla 9, a pesar de que no hubo variación en los tiempos de trabajo), la ley del valor trabajo colapsa. Para sostener esta tesis, Rallo recurre a Marx: en el capítulo 9 del tomo 3 de El capital encontramos el conocido ejemplo de cinco ramas, no conectadas entre sí, con distintas composiciones de capital e iguales tasas de plusvalía. A partir de esos supuestos, y sin transformar los precios de los insumos, resulta que la suma de los valores es igual a la suma de los precios de producción; y que la suma de las plusvalías es igual a la suma de los beneficios. En base a este ejemplo, y apoyándose en Bortkiewicz, Rallo construye su ataque último a la ley del valor trabajo.

Pero es una crítica muy limitada. Es que si Marx hubiera aplicado un esquema de reproducción (los outputs de una rama son insumos en la otra) probablemente hubiera tenido que cambiar el esquema numérico. Y entonces hubiera surgido la posibilidad de discrepancias entre suma de precios de producción y suma de valores cuando ocurren reajustes ocasionados por variaciones en la distribución del valor agregado. Pero si esas divergencias se explican por la misma ley del valor trabajo, ¿por qué se sostiene que la ley no rige? Más en general, la idea de que la teoría del valor trabajo deja de tener vigencia cuando surgen desequilibrios solo se puede sostener desde una postura a-científica. Observemos: las situaciones en las tablas 2, 3 y 9 se explican sencillamente por la ley del valor trabajo. Se produce luego la suba de los salarios y aparecen desequilibrios entre sectores I y II. ¿Situación desesperada para la ley del valor trabajo? No parece ser tan dramático: tras varias secuencias de ventas – compras, y producción, se vuelve al equilibrio. Tanto los desequilibrios como las rondas que llevan al nuevo equilibrio se explican por la ley del valor trabajo. Pero Rallo de nuevo no dice palabra sobre el asunto. ¿Será para no desviarnos del tema que discutimos?

Una cuestión de fondo: el carácter científico de una teoría debe ser evaluado en base a su poder explicativo y su consistencia lógica. En este sentido, la teoría del valor trabajo es válida en la medida en que explica por qué y cómo se forman los precios de producción, y por qué y cómo se determina la tasa media de ganancia. Y, más esencial, explica por qué y cómo se genera la plusvalía (o la ganancia, interés, renta). Rallo, en cambio, escribe: “el problema esencial no es que Moseley (o Shaikh) sea incapaz de explicar el proceso de reequilibrio, sino que su solución –que, como resultado final, es la misma que la de Bortkiewicz– no respeta la doble igualdad agregada entre, por un lado, valores y precios de producción y, por otro, plusvalía y ganancia”.

Este pasaje es posiblemente lo que más me impactó de todo lo que escribió mi crítico. Es que aquí admite que Moseley, apoyándose en la ley del valor y en el método secuencial, puede explicar el proceso de reequilibrio. Sin embargo, siempre según Rallo, la ley del valor trabajo, y el método secuencial, colapsan cuando aparece el menor desequilibrio. Pero… ¿no es que la ciencia debe echar luz sobre lo que ocurre, y en particular, sobre los procesos y los cambios?  

Pero además, y muy significativo, esa explicación es la que no puede brindarnos la teoría de Bortkiewicz. La razón es sencilla: hace abstracción del proceso, no solo del que lleva al reequilibrio, sino también, y esto es más esencial, del que lleva a la formación de precios de producción y la igualación de la tasa de ganancia. Es que en una teoría económica en la que no hay tiempo (o este es reversible a voluntad y conveniencia del economista) no hay forma de entender procesos. Por eso el método Bortkiewicz se transforma en una caja negra de la que salen resultados sin que estén justificados en relaciones causales. Lógicamente, desde ese enfoque es fácil la descalificación de la teoría de Marx.

Tomemos incluso un caso teórico de igualdad entre la suma de los beneficios y la suma de las plusvalías, e igualdad entre la suma de los precios de producción y la suma de los valores: ocurre cuando el plusproducto consiste de las mismas mercancías en la misma proporción que las que conforman el capital constante y el capital variable. Un caso que regiría si toda la plusvalía se acumula y la acumulación avanza a la misma tasa en todas las industrias (“crecimiento balanceado”). Ese resultado fue establecido por Morishima y otros, incluso aplicando el método iterativo. Lo cual enlaza con la posibilidad de que, debido al consumo capitalista, ocurran transferencias de valor, bajo la forma de precios de producción, que no son registradas en la siguiente ronda. De manera que surgen discrepancias entre los valores agregados y los precios de producción agregados. Pues bien, en el caso de tasa de acumulación máxima, la ley del valor explica de manera directa los precios de producción, las ganancias y las igualdades señaladas. Y en el caso en que una parte de la plusvalía se destine al consumo capitalista, la ley explica las discrepancias en los agregados. Lo cual es lógico: si la ley rige en el caso de máxima acumulación, ¿por qué dejará de gobernar los precios cuando, por caso, los capitalistas destinan un 5 o 10% de su plusvalía al consumo?   

Pero no se trata solo de la formación de los precios de producción y de una tasa media de ganancia. La ley también explica la correlación entre la caída tendencial de los precios relativos de algunos productos y el hecho que pertenezcan a las ramas que han obtenido mayores avances de productividad. Marx consideraba que este era un test importante para la teoría del valor trabajo. He citado, con fin ilustrativo, datos de las estadísticas nacionales de EEUU. ¿También con el objetivo de “desviar” los temas de discusión?

Resumiendo sobre la ley del valor trabajo:

  1. La ley dice, esencialmente, que las mercancías, en tanto valores, son receptáculos de trabajo humano.
  2. Demuestra que la plusvalía se origina en la producción, no en la circulación; y es trabajo gratis arrancado al obrero
  3. Explica la formación y naturaleza de los precios de producción. Explica por qué los precios de producción divergen de los precios valores, y por qué esa divergencia tiene límites.
  4. Demuestra que la tasa de ganancia no es arbitraria (como ocurre con el tradicional mark-up de la economía neoclásica). Y que la tasa de ganancia es una función positiva de la tasa de plusvalía.
  5. La formación de los precios de producción, y de una tasa media de ganancia, demuestra por qué los capitalistas participan, como clase, de la explotación de la totalidad de la clase obrera. Lo cual resulta en conflictos entre el capital y el trabajo sobre los salarios, la duración de la jornada laboral y la intensidad del trabajo.
  6. La ley explica el porqué de la correlación tendencial entre variaciones promedio de los precios de producción y las variaciones de productividad.

    Podríamos preguntar cuál de estos fenómenos, reales y fundamentales, de las economías capitalistas pueden ser explicados por la teoría subjetiva del valor. En cualquier caso, parece comprensible el empeño de un representante de la escuela austriaca en negar el carácter científico de la ley del valor trabajo de Marx. En el fondo, lo que está en juego es la crítica a una sociedad que se basa en la explotación del trabajo.

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