91 años de la LIGA NAVAL
91 AÑOS DE LA LIGA NAVAL
La Guerra de Malvinas no es menos que Margaret Thatcher
Ridículo superponer a Margaret Thatcher con la Guerra de Malvinas. Inverosímil hasta para los kelpers. Importante recuerdo en acto de la Liga Naval.
Malvinas /Falkland sobre Argentina: "1 paso adelante y 2 pasos atrás"
Guerra de Malvinas. ARA Isla de los Estados.
La Guerra de Malvinas no merece el olvido ni la subestimación: mensaje importante en los tiempos políticos que corren. La determinación de un reclamo depende de la importancia concedida al objetivo. Por ese motivo es tan negativo priorizar una visión de Margaret Thatcher desde el foco de la caída de la ex URSS y la privatización utilizando el "capitalismo popular", en vez del conflicto en el Atlántico Sur. No puede omitirse que Thatcher perdía las elecciones por delante y ella se aferró a Malvinas para ganar los comicios. A Ronald Reagan le importaba no perder su aliada en la OTAN y la Argentina era, en definitiva, un costo menor. Cuando un Presidente de la Nación habla de un acontecimiento histórico, es importante informarse en forma previa.
Luego, no es posible definir la historia por sus resultados. Algunos afirman que la historia la escriben los triunfadores pero habría que definir qué significa 'ganar'. Muchos conflictos bélicos concluyeron en derrotas 'presenciales' de quienes luego ganaron la batalla cultural. El concepto adquiere fortaleza en tiempos de combates 'asimétricos', 'guerra psicológica' y complots digitales. Todo depende de la estrategia y el valor.
Habla Daniel Alberto Martin, veterano de la Guerra de Malvinas, y lo escuchan el Jefe del Estado Mayor General de la Armada, Carlos María Allievi; el Prefecto Nacional Naval, Guillermo Giménez Pérez; y el presidente de la Liga Naval Argentina, Fernando Morales.
El aniversario
En la cubierta del buque museo fragata ARA 'Presidente Sarmiento', se celebró el 91° aniversario de la Liga Naval Argentina, asociación civil que reúne al personal de la Armada, la Prefectura Naval, la Marina Mercante e instituciones afines.
Fue un encuentro intersectorial muy interesante en tiempos en que la realidad es horizontal y nada puede abstraerse de lo multidisciplinario.
En la ocasión también se homenajeó al personal de la Marina Mercante, Armada Argentina, Prefectura Naval Argentina, Ejército Argentino y Fuerza Aérea Argentina caído durante el conflicto en el Atlántico Sur.
Muy importantes las palabras del vicepresidente de la entidad anfitriona, Almirante (RE) Daniel Alberto Martin, veterano de la Guerra de Malvinas, en presencia del Jefe del Estado Mayor General de la Armada, Contraalmirante Carlos María Allievi; el Prefecto Nacional Naval, Prefecto General Guillermo Giménez Pérez; el presidente de la Liga Naval Argentina, Perito Naval VGM Fernando Morales; y muchos otros.
Habla Daniel Alberto Martin, veterano de la Guerra de Malvinas, y lo escuchan el Jefe del Estado Mayor General de la Armada, Carlos María Allievi; el Prefecto Nacional Naval, Guillermo Giménez Pérez; y el presidente de la Liga Naval Argentina, Fernando Morales.
Daniel Alberto Martin:
Es un verdadero honor para mí tener la oportunidad de dirigir unas sencillas palabras en esta significativa ceremonia, con el objetivo de poder traer a nuestro recuerdo algunos hechos trascendentes de quienes, aún sin vestir todos ellos el uniforme militar, supieron brindarse de forma plena y voluntaria, sin restricciones y con todo el valor, en aquellas jornadas de la Guerra del Atlántico Sur.
Era ya la noche del lunes 10 de mayo de 1982. El transporte ARA Isla de los Estados navegaba por el estrecho de San Carlos rumbo a Puerto Mitre, transportando, entre otros abastecimientos, un cargamento de municiones y 300.000 litros de combustible de aviación, cuando de pronto fue iluminado por una bengala en proximidades de la isla Cisne y casi sin mediar tiempo alguno, se escucharon varias explosiones, dando comienzo a lo que iba a ser su última singladura. Era ya la noche del lunes 10 de mayo de 1982. El transporte ARA Isla de los Estados navegaba por el estrecho de San Carlos rumbo a Puerto Mitre, transportando, entre otros abastecimientos, un cargamento de municiones y 300.000 litros de combustible de aviación, cuando de pronto fue iluminado por una bengala en proximidades de la isla Cisne y casi sin mediar tiempo alguno, se escucharon varias explosiones, dando comienzo a lo que iba a ser su última singladura.
Hoy, desde este histórico buque insignia de la Armada Argentina, volvemos a recordarlo como en todos estos años pasados, sabiendo que permanece en las heladas y profundas aguas del sur, en vigilancia perpetua.
El Isla de los Estados, de 3.900 toneladas de desplazamiento, había sido botado en España en 1975. Pertenecía al Servicio de Transportes Navales de la Armada y estuvo asignado a la Agrupación Naval Malvinas durante la Guerra del Atlántico Sur.
El 29 de Marzo de 1982, al mando del capitán de ultramar Tulio Néstor Panigadi, la unidad zarpó de Puerto Deseado para unirse a la Fuerza de Tareas 40, bajo el comando militar del capitán de corbeta Alois Esteban Payarola, transportando material del Ejército Argentino. Participó de la Operación Rosario y arribó a Puerto Argentino el 4 de abril.
Prestó allí toda clase de servicios realizando todo a puro corazón, desde las tareas de navegación inter isleñas hasta trabajar de estibadores. Debido a la falta de muelles de envergadura, tuvo la misión de alijar carga de todo tipo de buques mercantes de mayor porte, como los del Río Cincel, Formosa, Mar del Norte y Río Carcarañá. Operó en estrecho contacto con gente del Ejército, cuyo personal, vehículos y pertrechos fueron llevados en gran parte por este buque para ocupar Darwin, Pradera del Ganso y Bahía Fox. Asimismo y aun no siendo un buque minador, sembró minas en las aguas circundantes a Puerto Argentino.
El combate
El 8 de mayo había amarrado en Puerto Rey al costado del Río Carcarañá, para realizar su alije en conjunto con el Yehuín, el Forrest y el Monsunen; finalizada la carga, en la noche del 10 de mayo, se dirigiría rumbo a Puerto Mitre.
Pero esa noche el transporte no se encontraba solo en el estrecho de San Carlos, también navegaba en esas aguas la fragata británica HMS Alacrity, con la misión de verificar que la bahía, en la que los británicos pensaban desembarcar sus fuerzas, estuviese libre de minas.
A las 22.20 hrs, el operador radar informó a su comandante, capitán de fragata Christopher Craig, que tenía un eco que parecía señalar la presencia de un buque desconocido. Al instante, el comandante ordenó lanzar una bengala luminosa que dejaría totalmente a la vista al Isla de los Estados.
Tan solo cinco minutos después, ordenó abrir fuego y disparó quince salvas con su cañón de 4,5 pulgadas. El primer impacto acertó por estribor, los que siguieron dejaron al navío escorado y con un incendio de grandes proporciones que en pocos minutos alcanzó los tambores de combustible, las bombas almacenadas en las bodegas y las cargas de la cohetera de CITEFA.
Tremendas explosiones sacudieron la noche, destrozando el interior del barco, generando una impresionante bola de fuego que fue vista desde Bahía Fox y otros puntos, en ambas orillas.
Gran parte de la tripulación murió tras la gran explosión en los tanques de combustible, mientras los que intentaban abandonar la unidad se arrojaban al mar o sobre algunas balsas casi consumidas por el fuego. En pocos minutos el buque estaba escorado, con sus mástiles paralelos al agua y mientras su hélice seguía girando, se iba hundiendo lentamente en las aguas del estrecho de San Carlos.
Habla Daniel Alberto Martin, veterano de la Guerra de Malvinas, y lo escuchan el Jefe del Estado Mayor General de la Armada, Carlos María Allievi; el Prefecto Nacional Naval, Guillermo Giménez Pérez; y el presidente de la Liga Naval Argentina, Fernando Morales.
Sobrevivientes
Sólo cuatro personas pudieron alejarse lo suficiente del buque en una balsa: el capitán Tulio Panigadi, el 1er. Oficial José Esteban Bottaro, el marinero Alfonso López y el capitán Alois Payarola, último en subirse a esa balsa.
Como pudieron, remaron para tratar de llegar a la costa, pero la balsa no iba a aguantar tanto peso en su interior. Panigadi fue el primero en arrojarse para nadar hacia tierra firma, pero se habría desorientado y la corriente se lo fue llevando. El segundo en saltar fue Bottaro. Payarola, al pensar que la costa ya estaba cerca, sujetó un largo cabo y se tiró al agua para ir nadando hasta llegar a tierra firme, desde donde, casi sin fuerzas, trató de acercar la balsa lo más posible. Con la poca fuerza que le quedaba, y con la ayuda de López, sacaron del agua a Bottaro que se ahogaba, pero no pudieron alcanzar a Panigadi. Habían llegado a la isla Cisne, en medio del estrecho.
Al caer la noche el frío era atroz, llovía y no había forma de hacer un refugio en ese impenetrable suelo rocoso. Durante esas horas Bottaro fallecería. Al día siguiente, desde una colina vieron una casita deshabitada, en donde encontraron bolsas de arpillera para vestirse y algo de comida.
Allí, López y Payarola, debieron soportar bajas temperaturas y sobrevivieron comiendo lo que encontraron y bebiendo agua de lluvia, hasta que el 16 de mayo fueron rescatados por el ARA Forrest, al mando del teniente de navío Rafael Gustavo Molini. Estaban junto al cuerpo del 1er. Oficial Bottaro, a quien nunca lo habían abandonado y que posteriormente recibiría sepultura en Bahía Fox, en una sentida ceremonia.
¡Presente!
En este suceso murieron en total 22 hombres: 15 marinos mercantes, tres de la Armada, 2 del Ejército, 1 de la Fuerza Aérea, junto con 1 de la Prefectura Naval, constituyéndose así en la mayor tragedia naval argentina en aguas propias del archipiélago malvinense.
El ARA Isla de los Estados estará allí, en las profundidades del estrecho, señalándonos el norte, estimulando nuestras fibras más recónditas, alentando un espíritu que trasciende y que nada podrá comprometer su esencia y su misión.
Desde hace ya 42 años, quienes ofrendaron sus vidas, hoy y para siempre estarán en nuestros corazones y responderemos ¡PRESENTE! cada vez que se pase lista y parte, están aquí y ellos fueron:
De la Marina Mercante
Capitán de Ultramar, Tulio Néstor Panigadi
1er. Oficial, Capitán de Ultramar José Esteban Bottaro
2do. Oficial, Piloto de Ultramar Jorge Nicolás Politis
Jefe de Máquinas, Maquinista Naval Miguel Aguirre
1er Oficial de Máquinas, Alejandro Omar Cuevas
Contramaestre Benito Horacio Ibáñez
Cabo de Mar Jorge Alfredo Bollero
Marinero Antonio Manuel Lima
Marinero Manuel Olveira
Marinero Antonio Máximo Cayo
1er. Electricista Pedro Antonio Mendieta
1er. Mecánico Enrique Joaquín Hüdepohl
1er. Cabo de Máquinas Omar Héctor Mina
1er. Cocinero Rafael Luzardo
Mayordomo Néstor Omar Sandoval.
Del Ejército Argentino:
Capitán Marcelo Sergio Novoa
Sargento Ayudante Víctor Jesús Benzo.
De la Armada Argentina:
Cabo Principal Rubén Torres
Cabo 1° Orlando Cruz
Cabo 2° Oscar José Mesler.
De Fuerza Aérea Argentina:
Cabo 1° Héctor Hugo Varas.
De la Prefectura Naval Argentina:
Marinero Jorge Eduardo López.
Pesquero Narwal
Bajo el pabellón nacional, participaron 34 buques mercantes de diferentes tipos desde la isla Ascensión hasta el confín del Mar Argentino, unidades del Servicio de Transportes Navales y 13 buques pesqueros. A todos ellos vaya nuestro reconocimiento, pero en particular, no queremos olvidarnos hoy de uno de estos últimos que, justamente en el día de ayer, hace 42 años, se cumplió un nuevo aniversario de su hundimiento por parte de las fuerzas navales británicas: el pesquero Narwal.
El Narwal era un barco de 70 metros de eslora y casi 1.400 toneladas de desplazamiento, se encontraba sin armamento y estaba tripulado por 24 pescadores. Su capitán era Asterio Wagatta, y llevaba a bordo un observador militar, el entonces teniente de navío Juan Carlos González Llanos. Estaba dedicado, junto a otros pesqueros, a vigilar las unidades de la flota invasora, informando por radio su posición y movimiento, mientras aparentaban que pescaban.
Durante su permanencia en la zona asignada, tuvo contactos en forma reiterada con unidades enemigas, por sobrevuelos de helicópteros y aviones ingleses y en particular con el grueso de la Flota británica que se encontraba reabasteciéndose, manteniendo de manera sigilosa una permanente vigilancia.
El 9 de Mayo, aproximadamente las 09:00 hrs, mientras se encontraba navegando al sudeste de la Isla Soledad, fue atacado con bombas y cañones por 2 aviones Sea Harrier británicos, hiriendo a varios tripulantes y a uno de ellos, el Contramaestre Omar Rupp, de manera grave al perder una de sus piernas. El 9 de Mayo, aproximadamente las 09:00 hrs, mientras se encontraba navegando al sudeste de la Isla Soledad, fue atacado con bombas y cañones por 2 aviones Sea Harrier británicos, hiriendo a varios tripulantes y a uno de ellos, el Contramaestre Omar Rupp, de manera grave al perder una de sus piernas.
El barco comenzó a inundarse y 2 horas después no se podía mantener a flote. El Capitán Wagatta ordena iniciar el abandono y los tripulantes se embarcaron en las balsas salvavidas autoinflables. Los Sea Harriers en una segunda pasada, ametrallan el buque y las balsas salvavidas, provocando su destrucción y numerosas heridas a los marineros argentinos.
Unos minutos más tarde, el Narwal fue abordado y capturado por un grupo de comandos del Special Boat Service. Su tripulación fue llevada por un helicóptero Sea King finalmente al portaviones HMS Invencible, desde donde, al día siguiente, y en tradicional ceremonia de sepultura marinera, fue arrojado al mar el cadáver del Contramaestre Rupp.
El pesquero se hundiría al día siguiente mientras era remolcado por los ingleses como botín de guerra.
Heroísmo
Disculpen si hasta aquí he sido un poco extenso en mi relato, creo que esta fecha lo amerita, pero tan es así que no puedo dejar de mencionar y resaltar la trascendente labor de las 2 unidades de la Prefectura Naval Argentina, que con su accionar valiente y decidido, no sólo permitieron mantener la logística de las Islas, sino también participaron de manera directa y permanente en su defensa.
Ambos guardacostas, el GC-82 Islas Malvinas y el GC-83 Río Iguazú, de 28 m de eslora y tan solo 80 Tn de desplazamiento, hicieron el cruce final desde Puerto Deseado a las islas Malvinas, navegando más de 360 Mn al límite de su autonomía máxima y burlando el bloqueo submarino de los ingleses, arribando a Puerto Argentino el 13 de abril.
Llevaron a cabo, entre las numerosas tareas que les asignaron, el acompañamiento en navegación a buques de bandera argentina, practicaje de buques nacionales a través de la zona minada en el acceso a Puerto Argentino, apoyo y logística, patrullajes de reconocimiento casi permanentes, diurnos y nocturnos en las bahías interior y exterior del mencionado puerto, así como también tareas de búsqueda y rescate.
Habla Daniel Alberto Martin, veterano de la Guerra de Malvinas, y lo escuchan el Jefe del Estado Mayor General de la Armada, Carlos María Allievi; el Prefecto Nacional Naval, Guillermo Giménez Pérez; y el presidente de la Liga Naval Argentina, Fernando Morales.
Islas Malvinas
El guardacostas Islas Malvinas, al mando del oficial principal Jorge Carlos Carrega, fue el primero en entrar en combate el 1° de mayo. Mientras se encontraba en bahía Anunciación, en compañía del ARA Forrest, fue sobrevolado por un helicóptero Sea Lynx británico que lo atacó directamente con fuego de ametralladora. El guardacostas respondió el ataque con fuego cerrado de fusilería y alternativamente con una de las ametralladoras Browning 12,7 mm. Como resultado de toda esta acción, la nave sufrió numerosos impactos en la superestructura y fue herido de gravedad el cabo segundo maquinista Antonio Ramón Grigolatto, quien operaba una de sus ametralladoras.
Ante esta situación, el principal Carrega dispuso levantar el fondeo y dirigirse a Puerto Argentino para poder asistir al herido. Pero fue gracias al valiente y osado accionar del ayudante de 3ª Marcelino Blatter que se pudo recuperar la maniobra de la nave y zarpar. Pues, al ver que no se podía levar el ancla, pues estaba atorada en el fondo, corrió por la cubierta de proa y con una sierra de mano logró cortar un eslabón de la gruesa cadena en un colosal esfuerzo, liberando a la patrullera de su fondeadero. Ante esta situación, el principal Carrega dispuso levantar el fondeo y dirigirse a Puerto Argentino para poder asistir al herido. Pero fue gracias al valiente y osado accionar del ayudante de 3ª Marcelino Blatter que se pudo recuperar la maniobra de la nave y zarpar. Pues, al ver que no se podía levar el ancla, pues estaba atorada en el fondo, corrió por la cubierta de proa y con una sierra de mano logró cortar un eslabón de la gruesa cadena en un colosal esfuerzo, liberando a la patrullera de su fondeadero.
Río Iguazú
Por su parte, el guardacostas Río Iguazú también iba a entrar en combate. Con fecha 22 de mayo, zarpaba al mando del subprefecto Eduardo Olmedo con destino a Puerto Darwin transportando personal y material del Ejército. A las 08:30 de ese día, navegando de ingreso al seno Choiseul y estando, aproximadamente, a una hora de su arribo a Darwin, fue atacado por dos aviones Sea Harrier. El guardacostas a pesar de las averías que se le produjeron repelió el ataque con las 2 ametralladoras Browning 12,7 mm logrando derribar a uno de los aviones enemigos.
En esta acción perdió la vida el cabo 2do. Julio Omar Benítez mientras operaba una de las ametralladoras y resultaron heridos el oficial principal Gabino O. González, el contramaestre ayudante de 3ra. Juan José Baccaro y el cabo 2° Carlos Bengoechea.
Cabe destacar la valerosa y determinada acción del cabo 2do. José Raúl Ibáñez, quien encontrándose en la sala de máquinas tratando de controlar una gran vía de agua, al ver que la entrada de agua se tornaba incontenible, informó a su Comandante, quien le ordena desalojar el compartimento y abandonar la unidad porque se estaba hundiendo. Al subir a cubierta, se encontró con su compañero Benítez mortalmente herido, e inmediatamente lo reemplazó en su puesto de combate, tomando posición en la ametralladora 12,7 mm, y repeliendo la agresión, logrando derribar a uno de los aviones Harrier.
Como consecuencia del enfrentamiento la unidad sufrió graves e irreparables averías en el casco, por lo que fue embicada en una isla, disponiéndose su abandono ante la eventualidad de nuevos ataques. Todo el personal fue evacuado por medio de helicópteros de la Fuerza Aérea a Puerto Darwin, donde el 24 de mayo fue inhumado el cabo Benítez, con las honras fúnebres merecidas.
Aquellos marinos que combatieron a bordo de todas estas unidades, merecen el sitio de honor de los guerreros. Gracias por su sacrificio..., gracias por su entereza..., gracias por haber sabido señalarnos con sus propias vidas el camino pertinente.
Ellos tienen derecho a estar presentes en nuestra memoria. Aunque a veces no recordemos sus nombres, no hemos olvidado su sublime sacrificio, como así también que han sido fieles defensores de los mismos ideales que en el presente defendemos para engrandecer nuestra patria desde el mar y desde los ríos.
Que el Señor los haya acunado en su seno y que la Virgen Stella Maris, patrona de los marinos, los tenga y proteja a su lado en su último fondeadero.
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