ENERGÍA ARGENTINA: Problemas estructurales
La consultora Economía & Regiones deslizó algunos de ellos:
"(...) La primera debilidad estructural de la matriz energética argentina es su elevada y creciente dependencia de los hidrocarburos, lo cual obliga a contar con una abundante oferta de petróleo y gas para evitar cuellos de botella en la actividad económica argentina. En el presente, el petróleo (37%) y el gas (52%) tienen una importancia relativa del 89% en la provisión total de energía.
Sin embargo, tanto el horizonte de producción como las reservas comprobadas son bajas en relación a los estándares internacionales y su evolución se mueve en dirección contraria a lo que necesitaría la esfera productiva de la economía argentina.
A partir de 1999 se produjo una pronunciada caída en el nivel de reservas de crudo, aún con producción declinante.
Paralelamente, la dinámica en el mercado de gas es aún más preocupante que la del petróleo, ya que las reservas cayeron 56%; pasando de 16.6 (2001) a 7.9 (2011) años de producción.
En materia de petróleo Argentina tiene una combinación de producción declinante y refinación creciente por expansión de demanda, lo cual impacta negativamente en los saldos exportables y en las reservas comprobadas.
En materia de gas, la menor producción y la demanda creciente llevó a un deterioro de las reservas comprobadas y a la necesidad de recurrir a la importación de gas desde Bolivia y off shore.
En este marco, luego de varios años de deterioro el saldo comercial energético alcanzó -por primera vez- un déficit de US$ 3.250 millones en 2011. Esta cifra representa más del 30% del saldo comercial del año (U$S 10.347 millones); y según nuestras estimaciones, se esperaría una profundización paulatina del mismo en los años subsiguientes.
Concretamente, en el período 2009-2011, el país fue perdiendo la condición de autoabastecimiento energético hasta el punto en que el déficit energético (U$S 7.000 millones) esperado sea similar a todo el superávitcomercial en el 2012.
Simplemente alcanza con recordar que en 2011 se importó más de 50 barcos de GNL para inyectar gas a la red nacional (además de de Bolivia). En su conjunto, el gas importado ya explica más del 20% de la oferta local de gas. Y para 2012, el Gobierno llamó a licitación a 80 barcos, los cuales ya tiene adjudicados cerca de 50.
En síntesis, tanto en materia de petróleo como en gas, se podría decir que Argentina es “un país con petróleo y gas” pero “no un país petrolero o gasífero”, porque su nivel de producción y de reservas se encuentra muy por debajo de los estándares
internacionales.
Los bajos niveles de inversión son la principal causa de la desaparición delautoabastecimiento. Esto se aprecia cuando se compara la relación entre los metros de pozos de exploración y avanzada en relación a la totalidad de metros perforados, que cae del 22% (1994 / 1998) al 11% (2003 / 2011).
Sin embargo, la insuficiencia en materia de inversión no es independiente de las señales negativas por precio, la inestabilidad regulatoria y las distorsiones en la distribución de beneficios en el negocio.
La inversión en el sector de hidrocarburos implica altos costos hundidos y puede orientarse a diversos fines como la exploración, el desarrollo y explotación, existiendo un alto riesgo geológico. Además, los períodos de maduración de la inversión son extensos, por lo cual las decisiones actuales terminarán teniendo un efecto pleno después de varios años.
La viabilidad de la inversión y el posterior proceso exploratorio están íntimamente ligados a los precios actuales y a la previsión sobre la evolución futura de los precios en el largo plazo.
La inversión en el sector energético necesita un marco macroeconómico, normativo y regulatorio estable, que brinde previsibilidad al sector, con un sistema de precios transparente que conduzca a una asignación eficiente de los recursos.
Sin embargo, ocurrió todo lo contrario, convivimos con un sistema de precios distorsionado y con un marco normativo y regulatorio sujeto permanentemente a cambios.
El período 2003 / 2011 se caracterizó por presentar cambios constantes en el marco regulatorio, lo cual brindó inestabilidad y quitó previsibilidad al sector, deteriorando los niveles de inversión.
A diferencia de lo que sucedió en el período 1994 /2002 cuando los precios del sector de hidrocarburos fueron libres, a partir de 2003 hubo una fuerte regulación de precios y una mayor carga impositiva (retenciones a las exportaciones) que impactaron negativamente sobre la inversión.
En este contexto, el consumidor comenzó a recibir parte de los ingresos del sector, distorsionando la distribución de beneficios en el negocio de los hidrocarburos en detrimento de las empresas del sector. Las refinadoras y el consumidor final comenzaron a capturar ingresos como resultado del sostenimiento de un precio menor al internacional.
A su vez, esta distorsión se incrementó a medida que aumentó el subsidio a los consumidores, que crecieron a medida que subieron los precios internacionales y se mantuvieron artificialmente bajos los precios domésticos.
A su vez, este fenómeno se potenció porque los costos de producción, que son asumidos por las empresas, aumentaron alrededor de 145% entre 2003 y 2011.
En la distribución final de los ingresos totales, las empresas del sector pasaron de llevarse el 21.2% (2001) ó 16.1% (2003 y 2006) a apropiarse tan sólo del 3.5% (2011) de los ingresos originados en el negocio de hidrocarburos.
Paralelamente, que el gobierno desde su posición el el directorio de YPF, haya avalado el ingreso de un grupo privado nacional utilizando préstamos que se devolverían con la distribución de las utilidades de la compañia, también atentaba contra la inversión y el autoabastecimiento energético del país.
En definitiva, el gobierno es actor responsable y partícipe de los bajos niveles de inversión que tuvieron YPF y el sector de hidrocarburos durante los últimos años, lo cual condujo a la desaparición del autoabastecimiento energético. (...)".
Fuente: Urgente24.com
Comentarios