DÓLARES: El Estado no debe perseguir ni prohibir a los pequeños ahorristas

El Estado Argentino necesita, precisa, quiere, clama, por dólares estadounidenses. Vencimientos como el del BODEN 2012 para mañana o el cupón atado al PBI para fin de año son plenos indicadores de ello.
Fecuentemente se habla de la "fuga" de dólares; US$ 100.000 millones en los últimos 10 años y es un número conservador.
El primer interrogante que surge es si es correcto pensar que esas sumas se fueron en dinero físico contante y sonante, en papel billete. Una respuesta válida es que "no existe tal fuga de capitales". En primer lugar, si subfacturo exportaciones, el monto subfacturado nunca entra a la Argentina sino que queda colocado en el exterior sea en divisas o en el saldo de una cuenta pero nunca en dinero físico. Y si sobrefacturo importaciones, estoy transfiriendo divisas a cuentas en el exterior y los billetes salen del país en contadas ocasiones.
Vamos a un ejemplo: El señor Perez lleva dólares para transferir al exterior a un Banco o a una Casa de Cambio en la Argentina. La entidad financiera coloca divisas en el exterior, o sea "saldos" en una cuenta radicada en una institución fuera del país. Simultáneamente a esa misma entidad financiera llega el Sr. Rodríguez quien precisa comprar dólares que le venden, entregándole por allí la misma cantidad de billetes que algunos minutos antes había llevado Pérez con la orden de transferir al exterior pero que nunca salieron en definitiva del país.
Con esto vemos que una parte importante de los 100 mil millones de dólares siguen estando en la Argentina y son utilizados en el mercado marginal de divisas. Este mercado es mucho más grande y mucho más importante de lo que nosotros creemos.
La expresión "fuga de divisas" es, entonces, al solo efecto explicativo. En su mayor parte, el dinero físico continua dentro de Argentina y es usado en la operatoria marginal e informal al tipo de cambio que conocemos como "dólar blue". (tc $ 6,50 a la fecha).
El Estado en ese mercado marginal, negro, blue, o como querramos llamarlo, se ha olvidado de algunas cuestiones legales fundamentales:
La ley 19.359 que debe ser ejecutada por el Banco Central como órgano de aplicación, debe perseguir a las cuevas, a las inmobiliarias y a las escribanías donde se ejecutan este tipo de operaciones de compra-venta de dólares que no se consiguen en el mercado oficial. No es persiguiendo al pequeño ahorrista que poco tiene que ver con los US$ 100 mil millones de fugar de divisas. El BCRA se ha olvidado de esta ley y de los procedimientos que dentro del marco de ella se hacían años atrás. Ese dinero puede provenir del delito y no solo de personas físicas o empresas sino de entidades financieras o cambiarias que operen en la marginalidad.
Otra norma legal olvidada es la Ley Penal Tributaria. Aquí la AFIP tiene todas las atribuciones necesarias para la fiscalización de la operatoria de compra-venta de dólares y puede, incluso, en constituírse como querellante ante la Justicia. Y con excepción de la Ley de Narcotráfico, la AFIP puede utilizar agentes encubiertos para detectar evasores.
Entonces, queda en claro que "impedir la fuga" es competencia del propio Estado. Y el Estado debe velar por los principios éticos de sus funcionarios muchos de los cuales los han olvidado hace rato.
Poner cepos cambiarios y querer pesificar todo lo que anda dando vuelta para encubrir o morigerar la fuga de divisas y en igual sentido honrar la deuda pública persiguiendo al común de la gente que busca proteger sus ahorros (entiéndase como postergar consumos hoy para consumir mañana) de una inflación creciente es afectar la gobernabilidad. Este término implica creer en quien ha sido elegido para representarnos. Y esa credibilidad que tanto cuesta conseguir puede hacerse trizas como un cristal con una sola medida y en un solo momento.
Si las actividades se desarrollan bajo el imperio de la ley a través de un mercado cambiario formado por Bancos y Casas de Cambio bajo supervisión del BCRA, nada obsta a una política económica diáfana y previsible para los habitantes de la Nación.
No es llamando "terroristas" a los ahorristas que solo desean preservar el esfuerzo de su trabajo en inversiones en moneda dura o por lo menos a cobertura de la inflación y prohibiéndoles lisa y llanamente el atesoramiento de acuerdo a su elección individual. Salvo que se trate de "conveniencia" o "connivencia" de algunos sectores. Pero eso es harina de otro costal ... aunque salga del mismo saco.

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