2013 con más INFLACIÓN
Informe de Economía & Regiones Probablemente el próximo año, Argentina sería el país de la región con menos crecimiento económico. No es un fenómeno nuevo ya que en los últimos años Perú, Colombia y Chile mostraron tasas de crecimiento mayores y más estables que Argentina.
Paralelamente, Uruguay, Chile y Brasil presentan tasas de desempleo más bajas que la Argentina.
En pocas palabras, en los últimos años Argentina ha logrado resultados más pobres en materia de crecimiento y desempleo que los países de la región como consecuencia, fundamentalmente, de ser el único que acumula un fuerte proceso inflacionario.
Justamente, en los últimos 8 años la tasa de inflación argentina cuadriplica o quintuplica el aumento de precios experimentado en el resto de la región. Los países que mantienen la inflación baja son los países que en promedio más crecen en el largo plazo.
Una inflación elevada y persistente atenta contra el crecimiento económico de largo plazo, puesto que genera incertidumbre y afecta negativamente a la inversión productiva.
Paralelamente, la inflación impacta sobre el poder adquisitivo de los agentes económicos que no forman precios ni tienen un fuerte gremio detrás, lo que arremete contra el consumo de las familias.
Todos los países de la región han aprendido esta lección. Chile, Brasil, Perú y Colombia conducen sus políticas monetarias en base al sistema de metas de inflación y sus bancos centrales actúan en forma preventiva frente al ciclo económico. Paralelamente, aplican políticas fiscales contracíclicas, acumulando ahorro en épocas de “vacas gordas”.
En síntesis, nuestros vecinos tienen como objetivo no superar un nivel de inflación, que según el país oscila entre 2% y 6% anual, para poder crecer sustentablemente en el largo plazo y mantener la tasa de desempleo cerca al pleno empleo.
Argentina hace lo opuesto. La política fiscal se encuentra totalmente disociada del ciclo económico y es siempre expansiva, lo que genera déficits fiscales crecientes. Con la política oficial de desendeudamiento y sin crédito internacional, el déficit fiscal se financia con emisión monetaria que genera más inflación.
Este escenario de dominancia fiscal deja al BCRA sin capacidad para combatir la inflación. Por consiguiente, una política anti inflacionaria debería comenzar por reducir la tasa de crecimiento del gasto para que el Central pueda emitir menos dinero.
La inflación se relaciona con la emisión monetaria, la tasa de crecimiento del Producto y la velocidad de circulación del dinero. Dada una cantidad de emisión monetaria, el aumento del nivel general de precios será mayor cuanto menor sea el aumento del PBI real (más billetes para ir contra menos bienes) y mayor sea la velocidad de circulación del dinero (la gente se desprende rápidamente de los pesos).
Por el contrario, cuanto mayor sea la emisión monetaria, la inflación no se acelerará si (y sólo si) la velocidad de circulación del dinero cae o la tasa de crecimiento del PBI se incrementa (o suceden ambas cosas a la vez).
Si la emisión monetaria crece más que el Producto y esa diferencia no es contrarrestada por una disminución similar de la velocidad de circulación del dinero, la inflación se acelerará.
En este sentido, sólo basta mencionar que entre 1914 y 1984 el coeficiente de correlación entre la inflación observada y la diferencia entre emisión monetaria y tasa de crecimiento del PBI (inflación estimada) fue 0,97, corroborando que la inflación tiende a ser igual al exceso de emisión monetaria por encima de la tasa de crecimiento del producto.
A su vez, se aprecia como entre 1975 y 1984 se aceleró marcadamente la inflación. En aquellos años el déficit fiscal, el resultado negativo de las empresas públicas y el déficit cuasi fiscal del BCRA fue financiado en forma creciente con emisión monetaria. Cuanto más se emitía por arriba del crecimiento del PBI real, más crecía la inflación.
Si encima la gente no quería esos pesos y huía hacia el dólar, la velocidad de circulación del dinero aumentaba y el proceso inflacionario se retroalimentaba.
De hecho, entre 1975 y 1984 la tasa de crecimiento de M1 (circulante) promedió 218% y la inflación anual 248%. Paralelamente, hubo aceleración de la velocidad de circulación del dinero y la tasa de crecimiento del PBI promedio 0.2% anual.
Por consiguiente, una desaceleración de la inflación es requisito necesario (no suficiente) para tener chances de alcanzar una tasa de crecimiento sustentable de largo plazo más elevada y generar mayor capacidad de creación de nuevos puestos de trabajos.
Por el contrario, una aceleración de la inflación es perjudicial para el crecimiento sustentable de largo plazo.
En este marco, para que la inflación de 2013 sea menor a la de este año, la tasa de crecimiento de la emisión monetaria (gasto) debería disminuir y/o la velocidad de circulación del dinero caer y/o la tasa de crecimiento del PBI aumentar.
Según nuestras estimaciones, es poco probable que el ritmo de emisión monetaria disminuya en 2013. El gasto primario crecería en promedio 33.6%, lo cual implica una aceleración con respecto a los valores del acumulado de los primeros 10 meses de este año y una vuelta hacia el promedio de 2007 / 2012.
Es decir, comparando 2013 contra 2012, habría un aumento de la dominancia fiscal y el BCRA debería emitir más pesos (+$30.663 millones) para financiar al Tesoro. La mayor emisión para financiar al sector público representa 10% de la base monetaria.
Paralelamente, la tasa de crecimiento del PBI aumentaría 1.5 punto porcentual ya que pasaría de 2.2% (2012) a 3.7%(2013), lo cual no alcanzaría para contrarrestar el efecto inflacionario de la mayor emisión monetaria.
En este contexto, la velocidad de la circulación del dinero desempeña un rol fundamental. Si aumentara en 2013, el efecto inflacionario de la mayor emisión se potenciaría y la aceleración del aumento del nivel general de precios sería aún mayor.
Por el contrario, si la velocidad de circulación del dinero permaneciera sin cambios su rol sería nulo en la propagación de la inflación, que sólo estaría impulsada exclusivamente por el aumento de la diferencia entre el ritmo de emisión monetaria y la tasa de crecimiento del PBI.
De hecho, durante los últimos años la velocidad de circulación del dinero fue un ancla del proceso inflacionario, evitando que el aumento del nivel general de precios fuese aún mayor que el registrado.
Entre 2003 / 2012 la velocidad de circulación del dinero permaneció prácticamente constante y no contribuyó a agravar el proceso inflacionario, que estuvo exclusivamente alimentado por el exceso de emisión por sobre el crecimiento real de la economía.
Ahora bien, ¿la velocidad de circulación del dinero aumentará, bajará o permanecerá constante en 2013?
Un aumento de la velocidad de circulación del dinero podría acelerar la inflación entre 5 y 6 puntos porcentuales con respecto a 2012. Sin embargo, este escenario sería poco probable porque el cepo cambiario apuntala la demanda transaccional de pesos y evita que la velocidad de circulación del dinero aumente.
Por lo tanto, de acuerdo con nuestras estimaciones, la velocidad de circulación (demanda) del dinero permanecería sin grandes alteraciones en 2013, lo que no contribuiría a potenciar el proceso inflacionario.
En este marco, el ensanchamiento de la brecha entre emisión monetaria y tasa de crecimiento del PBI sería el único componente “alimentador” de la inflación, que provocaría una aceleración de la inflación de entre 2 y 3 puntos porcentuales durante el próximo año.
Luego, el mayor déficit fiscal, el aumento de la emisión monetaria y la aceleración de la inflación le pondrían untecho a la recuperación económica en 2013, impidiendo que nuestra economía aproveche mejor el favorable escenario internacional.
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