La política de tasas propiciada por el MECON empeora la economía

Informe de Economía & Regiones

La tasa de interés está en el centro de la discusión económica desde el comienzo de 2014. El BCRA subió las tasas nominales a principios de año para controlar la crisis. Del otro lado, el Ministerio de Economía las quiere bajar.

Parecía que el BCRA estaba perdiendo la pulseada frente al MECON. De hecho, luego de haber subido la tasa de 17,8% (diciembre '13) a 30,4% (febrero'14). 

Sin embargo, hace 10 días cambió el rumbo y el BCRA subió nuevamente la tasa de 27.5% a 28.5% anual; es decir 1 p.p. (punto porcentual)

Existiría una puja entre el Ministerio de Economía y el BCRA en materia de tasa de interés.

El primero quiere bajar las tasas lo máximo posible para incentivar el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad.

Del otro lado, la autoridad monetaria se resiste a seguir bajando la tasa, porque vislumbra que una reducción mayor atenta contra la estabilidad cambiaria / financiera y alimenta al dólar blue, incrementando las expectativas de inflación / devaluación. 

En un contexto en el cual el BCRA se ve obligado a emitir cada vez más pesos para financiar al Tesoro pero la demanda de crédito y de dinero (-13% en el 1er. semestre) caen, la baja de tasas impacta negativamente en la BADLAR (que cae más que las LEBACs), incrementando fuertemente el dólar blue.

El BCRA asocia este círculo vicioso entre baja nominal de tasa de interés y recalentamiento del dólar paralelo y da marcha a atrás para intentar contener el incremento de la brecha y todo su derrame negativo hacia el resto de la 
macroeconomía, subiendo la tasa 1 p.p. de 27.5% a 28.5%. 

No obstante, hay 2 aspectos monetarios fundamentales a remarcar.

1ro., con los actuales niveles de emisión (en 22 días de agosto la base monetaria creció $25.000 millones; es decir 6.2%) y la actual caída de la demanda de dinero, la suba de 1 punto porcentual (de 27.5% a 28.5%) de la tasa de interés no alcanzaría para contener al dólar blue, ni a las expectativas negativas

Para lograr la calma financiera se necesitaría una suba de la tasa de interés en pesos mayor a las expectativas de devaluación (medidas por BLUE) y de inflación. En este sentido, con un nivel de tasa superior a las expectativas de devaluación y de inflación se revertiría la caída de la demanda de dinero y consecuentemente se revertirían las presiones sobre las reservas y el tipo de cambio. 

Sin embargo, es muy probable que el Ministerio de Rconomía presione para acotar la suba de tasa de interés. En consecuencia, sin suba de tasas los actuales desequilibrios macro se profundizarían y se perderían cada vez más reservas, el dólar aumentaría sostenidamente, la demanda de dinero se reduciría aún más y consecuentemente la inflación se aceleraría

Hasta ahora el 2do. mandato de CFK, entre otras cosas, se caracterizó por aplicar una férrea y agresiva política de tasas de interés negativas para estimular la demanda agregada y el nivel de actividad. Puntualmente, existe la creencia que las tasas negativas estimulan el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad. A mayor actividad y más ingreso, mayor consumo y más ingreso aún, lo cual acelera la inversión y crea un círculo virtuoso de 
crecimiento.

Veamos los números de las tasas. De la mano de la aceleración de la inflación, que pasó de 26% a 40%, la paulatina reducción de la tasa de interés de las colocaciones del Central se tradujo en un desplome de la tasa de interés real durante los últimos meses, que cayó sucesivamente hasta un -9.2% en términos reales.

Tal como era de esperarse, el desplome de la tasa de interés real del BCRA “arrastró” a toda la estructura de tasas de la economía. De hecho, en el gráfico adjunto se observa que en la actualidad la tasa BADLAR (-13.8%); la de plazo fijo a 30 días (-14.9%); la call (-15.6%) y la de adelantos en cuenta corriente (-6.9%) se encuentran muy por debajo del 0% anual. 

El sesgo pro consumo de la política de tasas negativas queda en evidencia cuando se aprecia que todas las tasas activas ligadas al consumo se encuentran más bajas y “baratas” que hace un año. En este sentido, la tasa de adelantos en cuenta corriente se abarató 7 p.p.; la de los créditos personales más de 12 p.p.; la de documentos a sola firma 7p.p. y la de tarjetas de crédito casi 9 p.p.

Los números de la realidad muestran que el paradigma oficial no se cumple en el contexto actual de la economía argentina y que el descenso de la tasa no sirve para estimular el crecimiento. La visión oficial no se cumple ni siquiera en el primer eslabón de la cadena. Se baja la tasa ligada al consumo, pero el consumo se resiente cada vez más y el nivel de actividad económica se contrae cada vez. 

Según CAME, las ventas minoristas caen cada vez más a pesar que las tasas de interés de los adelantos de cuenta corriente, de los créditos personales y de las tarjetas de créditos bajan más en términos reales. Las tasas de los créditos prendarios se reducen, pero las ventas y los patentamientos de autos se desploman. 

Tampoco se observa un aumento de la inversión. Es decir, hay tasas bajas pero el consumo, la inversión, la demanda agregada y por ende el nivel de actividad se reduce. O sea, no se logra el efecto buscado

No debería sorprender que la sistemática manipulación y baja artificial de la tasa de interés termine erosionando el nivel de actividad y alcanzando el resultado opuesto al procurado. 

Tanto la teoría como la evidencia empírica han dado larga cuenta de este fenómeno. Se comprende entendiendo el rol de la tasa de interés.

La tasa de interés es el precio que estamos dispuestos a pagar (tasa activa) para adelantar (financiado con ahorro de terceros) consumo futuro hacia el presente. A su vez, es el precio que vamos a exigir que nos paguen (tasa pasiva) para posponer consumo presente hacia el futuro, es decir para ahorrar y financiar consumo de terceros. 

En otras palabras, la tasa de interés brinda toda la información necesaria para coordinar las decisiones de consumo e inversión a través del tiempo. Una suba de la tasas de interés incentiva mayor (menor) ahorro (consumo) presente (corriente) y financia más inversión, contribuyendo positivamente a la acumulación de capital, la productividad, la generación de empleo y el crecimiento de largo plazo. Más ahorro presente es más consumo futuro, pero no menor nivel de actividad presente.

Es decir, el menor consumo corriente no debería ser menor demanda agregada y menor nivel de actividad presente, porque el aumento de la inversión (financiada con el ahorro) compensa la caída del consumo. 

La reducción artificial de la tasas de interés sólo impacta positivamente sobre el consumo, la inversión y el nivel de actividad por un período acotado de tiempo (corto plazo). La reducción forzada y artificial de la tasa de interés penaliza el ahorro, que comienza a escasear y deja de financiar la inversión. Aparece el sobre consumo (Argentina 2011/2013) y la tasa de interés por debajo del equilibrio sólo promueve la suba de precios en un marco en el cual la oferta se contrae potenciando la inflación (Argentina 2014). La economía se dirige hacia la recesión

Con la contracción de la oferta agregada y la recesión, la escasez de recursos comienza a aparecer. En este sentido, la escasez de los dólares, energía y trigo (entre otros bienes) es sólo una confirmación que la teoría económica ignorada por el gobierno se cumple. 

Igualmente, el gobierno hace “oídos sordos” e intensifica su rumbo promoviendo una modificación de la Ley de Abastecimiento. La modificación de la ley de Abastecimiento traerá más problemas y menos solución esa gravando la situación actual. 

En este marco, los agentes económicos no quedan inmóviles, sino que buscan protegerse y anticiparse, descontando una mayor tasa de interés en el futuro ante la caída del ahorro y la menor actividad presente.

El fallo de Griesa, el default, la futura suba de la tasa de interés en EEUU y un eventual programa económico (de esta o la próxima administración) tendiente a controlar el dólar y la inflación nos hacen prever mayores tasas a futuro. Proyectos de inversión dejan de ser rentables y son abandonados. 

Las expectativas negativas se acrecientan y los agentes económicos dejan de consumir y escapan del peso para proteger su poder adquisitivo, refugiándose en el dólar (paralelo y oficial –lo que le dejen-). Se alimenta el círculo vicioso y el nivel de actividad cae más

En definitiva, la etapa en la cual la estrategia oficial podía potenciar el consumo y generar crecimiento, ya es cosa del pasado. Por el contrario, la economía argentina ahora se encuentra en la fase subsiguiente, en aquella en la cual si se insiste con la actual política de tasas bajas, sólo se logra potenciar todos los desequilibrios ya generados justamente por el desequilibrio anterior. 

Si se insiste con la política de tasas bajas sólo se puede esperar aceleración de la caída de la demanda de dinero, más inflación, dólar blue más caro, mayores expectativas de devaluación y menor nivel de actividad. 

En este marco, una aceleración de la caída de la demanda de dinero, con esta política de tasas, con devaluación “de a poco” del dólar oficial será cada vez menos efectiva para contener el drenaje de reservas. 

La presión sobre las reservas irá en aumento y muy probablemente llegaría un momento en el cual el BCRA deberá volver a devaluar y subir la tasa de interés.

Claramente, llegado ese momento, la devaluación y la suba de tasas deberá ser mayor que la de enero pasado, ya que la coyuntura actual es más complicada que la de 8 meses atrás. En este sentido sólo basta con mencionar que hay más inflación, más pesos, menos dólares, mayores expectativas de devaluación y de inflación, menor superávit comercial esperado, mayor déficit, más emisión y un nuevo default de la deuda. 

En este marco, queda claro que la próxima administración va a tener que llevar a cabo una política de estimulación del ahorro (en detrimento del consumo corriente) destinado a financiar inversión, para ampliar la frontera de posibilidades de producción y generar nuevos puestos de trabajo. 


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