ECONOMÍA & REGIONES: Intentar contener la inflación sujetando el tipo de cambio en Argentina
La actual política económica tiene como objetivo fundamental preservar la estabilidad financiera y para ello se aplica una política de apreciación cambiaria (el ritmo de devaluación contra el dólar es la mitad de la inflación) que es apuntalada con nuevo endeudamiento, tanto doméstico (BONACs y LEBACs) como con el externo (YPF, swap de China, default de bonos del Canje 2005 y 2010, etc.).
Este nuevo endeudamiento se combina con emisión monetaria para financiar el déficit fiscal emergente de una política fiscal ultra expansiva. No es la primera vez que se aplica este tipo de política en Argentina.
El tipo de cambio cuasi fijo con inflación elevada y persistente, se utiliza para contener el aumento del nivel general de precios; mientras que la política fiscal expansiva intenta propulsar el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad,apuntalada con una política de ingresos que convalida incrementos salariales en dólares.
A su vez, los elevados rendimientos (tasa de interés) en dólares evitan la corrida cambiaria, que también es contrarrestada con colocación de deuda. La deuda en dólares (swap con China y otros) recompone las reservas para evitar la devaluación y la deuda en pesos (BONAC) financia el exceso de gasto y el déficit fiscal que se utilizan para apuntalar la demanda agregada.
(...) Con más de lo mismo, el peso sería la moneda más apreciada de la región
De acuerdo con el escenario planteado, seguir con la actual política a económica en el próximo año implicaría un dólar oficial de $10.6 promedio y de $11.35 hacia final diciembre 2016.
La aceleración monetaria bajo la administración Vanoli implicaría, dado el impacto con retardo que tiene la emisión sobre la inflación, un aumento de la inflación con respecto a 2015, por encima del 30% anual en 2016. Aplicando la actual política económica, el tipo de cambio real contra el dólar terminaría para fines de 2016 un 16% más apreciado que a la salida de la Convertibilidad.
En otras palabras, seguir con el actual combo de política fiscal, monetaria y cambiaria nos llevaría a un escenario inédito en el cual 2016 sería la primera vez en 15 años que Argentina se encontraría más apreciada que el resto de los países de la región. Si la comparación se hace con Brasil, el actual combo de política económica llevaría a que el tipo de cambio real bilateral con relación a nuestro principal socio comercial terminara un 59% más apreciado que a comienzos de 2011; último año en el cual la tasa de variación del PBI de Argentina fue positiva.
Dicho de otra forma, el deterioro de la competitividad-precio del tipo de cambio se profundizaría en 2016 si se sigue aplicando el actual combo de políticas económicas; colocándose por primera vez no sólo por debajo de los niveles de la salida de la Convertibilidad, sino por debajo de todos los países de la región.
Pero el problema no se solucionadevaluando. Si sólo se devalúa y no se atacan los problemas (fiscales y monetarios) de fondo, el encarecimiento del dólar se trasladará rápidamente a precios y en pocos meses la competitividad volverá a estar en el mismo punto que en la actualidad.
Sin embargo, la competitividad global de nuestra economía se deterioraría más aún y “quedaría” peor que la competitividad-precio del tipo de cambio.
En este sentido, hay que tener en claro que la falta de competitividad es un problema que excede largamente al deterioro de la competitividad-precio del tipo de cambio, el retraso del tipo de cambio nominal y la inflación.
La competitividad de una economía excede al tipo de cambio porque incluye otras variables relevantes como la presión tributaria, la relación gasto público/PBI, la emisión monetaria, la tasa de interés (costo de capital), etc.
A mayor presión tributaria, más elevada relación gasto público/PBI, mayor costo del capital, menor financiamiento y mayor emisión monetaria, el tipo de cambio de equilibrio tiende a ser más elevado (depreciado) porque el sector privado necesita un dólar más caro que compense las anteriores desventajas relativas y permita“hacer negocios” con rentabilidad positiva.
Argentina es el país de la región con mayor aumento de la presión tributaria y mayor ratio gasto público/PBI.
Además también es el país con la política monetaria más expansiva del continente.
Paralelamente, es el único país sin libre acceso a los mercados financieros internacionales y con costo de capital más elevado. En este escenario, se concluye que el tipo de cambio real de equilibrio al cual el sector privado puede hacer negocios y ganar dinero en Argentina es mucho más elevado que el de los últimos años y el actual.
Justamente por esto, durante los últimos años el sector privado no pudo aumentar su producción y las exportaciones cayeron. Los números son contundentes en este último sentido: la tasa de crecimiento del PBI tiende al 0%/0.5% promedio anual en 2011/2015.
Sin embargo, como detallamos más arriba, continuar con el actual combo de política económica agravaría tanto la competitividad del tipo de cambio real como la competitividad de toda la economía, ya que apreciaría la paridad cambiaria sin bajar la presión tributaria, el nivel de gasto público y el riesgo país.
En este marco, sería esperable que en 2016 la capacidad de producción y de exportación del sector privado se resintiera aún más, por lo cual cabría aguardar que el nivel de actividad del próximo año fuera peor que en 2015.
Este punto plantea el 2do. interrogante sobre la capacidad de continuar con el actual combo de política económica en 2016.
La primera duda surgía del hecho que las actuales políticas necesitan más deuda (dólares) para poder subsistir en el tiempo.
Por el contrario, sin deuda existiría el riesgo que las expectativas de devaluación se despertaran y la actual estabilidad financiera se abortara.
La segunda duda se relaciona más con la economía real y con la incapacidad que tienen las actuales políticas para permitir que la economía se expanda.
Claramente, el actual combo de políticas económicas estimula el desequilibrio en todos los mercados. Hay un exceso de oferta de pesos que se traduce en un exceso de demanda en los restantes mercados, lo cual se traslada a precios.
El punto es que con caída del nivel de actividad (por contracción de oferta) la demanda de dinero por motivo transacción tiende a disminuir.
Por el otro lado, el exceso de oferta de pesos puede potenciar el desequilibrio monetario estimulando la caída (el aumento) de la demanda de pesos (dólares) por motivo especulación, con lo cual el dólar paralelo y la brecha aumentarían y la inflación se aceleraría alimentando todo el círculo vicioso. Como consecuencia, la probabilidad de que la estabilidad financiera continuara con vida se reduciría.
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