INFORME CENE - UNIVERSIDAD DE BELGRANO
3RO. EN LA ERA MACRI
Informe: Se viene un nuevo período de estanflación
Según el último reporte del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, el gobierno de Mauricio Macri podría enfrentar este año su tercer episodio de estanflación, esto es, la combinación de estancamiento con inflación.
Según el último reporte del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, el gobierno de Mauricio Macri podría enfrentar este año su tercer episodio de estanflación.
En dicho informe, el director del Centro, Víctor Beker, explicó que este proceso a la vista "sería así el sexto episodio de esta índole a partir de la salida de la crisis de 2001/2002".
En efecto, nuestro país atravesó un período de estanflación entre fines de 2008 y comienzos de 2009. En ese momento, "mientras los precios al por menor crecían a un ritmo anual de entre 20 y 25%, la actividad se contraía entre un 3 y 4% en comparación con igual período del año anterior, como consecuencia del conflicto con el campo y la crisis financiera internacional", señala el economista en el análisis citado.
"A partir del segundo trimestre de 2012 y hasta fin de ese año, la economía argentina evolucionó con una inflación anual de entre 24 y 25%, mientras se registraba simultáneamente una caída en la actividad del orden del 2-3% interanual. El cepo cambiario instaurado a fines de 2011, la contracción en la industria automotriz a partir de la menor demanda de Brasil y una leve sequía explicaron el retroceso", precisó Beker.
En dicho informe, el director del Centro, Víctor Beker, explicó que este proceso a la vista "sería así el sexto episodio de esta índole a partir de la salida de la crisis de 2001/2002".
En efecto, nuestro país atravesó un período de estanflación entre fines de 2008 y comienzos de 2009. En ese momento, "mientras los precios al por menor crecían a un ritmo anual de entre 20 y 25%, la actividad se contraía entre un 3 y 4% en comparación con igual período del año anterior, como consecuencia del conflicto con el campo y la crisis financiera internacional", señala el economista en el análisis citado.
"A partir del segundo trimestre de 2012 y hasta fin de ese año, la economía argentina evolucionó con una inflación anual de entre 24 y 25%, mientras se registraba simultáneamente una caída en la actividad del orden del 2-3% interanual. El cepo cambiario instaurado a fines de 2011, la contracción en la industria automotriz a partir de la menor demanda de Brasil y una leve sequía explicaron el retroceso", precisó Beker.
Luego, tras la devaluación de enero de 2014, la economía retrocedió durante todo ese año. "Lo hizo a una tasa del 3-3,5% interanual, mientras la variación anual de precios se ubicaba en torno al 35%", dijo el director del Centro.
A fines de 2015 se registró un nuevo retroceso en la actividad, mientras la inflación anual superaba el 25%. "Estuvo asociado con el recambio de gobierno", precisa el economista.
A partir de febrero de 2016 se verificó otra caída e n el nivel de actividad que se prolongó hasta mediados del año, al mismo tiempo que los precios crecían a un ritmo cercano al 40% anual.
A fines de 2015 se registró un nuevo retroceso en la actividad, mientras la inflación anual superaba el 25%. "Estuvo asociado con el recambio de gobierno", precisa el economista.
A partir de febrero de 2016 se verificó otra caída e n el nivel de actividad que se prolongó hasta mediados del año, al mismo tiempo que los precios crecían a un ritmo cercano al 40% anual.
Por otra parte, el informe destaca que "no es de extrañar que el fracaso haya sido el resultado" del plan del Gobierno para bajar la inflación.
"Las metas anunciadas para 2018 -primero, 5% y luego, 15%- se estrellaron ante la pétrea realidad. Tras ello, se optó por no anunciar ningún objetivo inflacionario para el año en curso, aunque se planteó un 22% de aumento entre junio de 2018 y el mismo mes de 2019", explica.
Y continúa: "El esquema de metas de inflación parte del supuesto que la inflación es un fenómeno puramente monetario y que puede ser combatido utilizando exclusivamente la política monetaria. El segundo supuesto es que la tasa de interés es el canal adecuado para transmitir la política monetaria. De este modo, un aumento en dicha tasa contrae la oferta monetaria, lo cual deprime la demanda de bienes. El tercer supuesto es que los precios nominales son flexibles tanto al alza como a la baja".
"En países de alta inflación como la Argentina, la inflación es un fenómeno multicausal: generalmente se mezclan componentes monetarios, no monetarios e inerciales. Por ello, el éxito de cualquier estrategia antiinflacionaria que se encare requiere de un enfoque integral que ataque al conjunto de los factores inflacionarios".
"Utilizar sólo la tasa de interés para combatir la inflación es como querer matar a un elefante con una pistola calibre 22, aunque sus disparos sí puedan ser letales para el nivel de actividad. Es que el peso de los bienes sujetos a comercio internacional -exportables e importables- en la canasta de consumo promedio se ubica por debajo del 50%: el resto son bienes no transables. Por lo tanto, el manejo de la tasa de interés como herramienta antiinflacionaria tiene, en el mejor de los casos, impacto sobre menos de la mitad de los bienes que se consumen. Y genera atraso cambiario como ocurrió en los últimos dos años antes del estallido de mayo pasado. En segundo término, el escaso desarrollo financiero de la Argentina, donde la relación crédito o depósitos respecto del PBI es muy reducida, torna baja o nula la efectividad de la tasa de interés como canal de transmisión de la política monetaria. La tasa de interés es tan sólo el costo de oportunidad de la tenencia de dólares y sólo opera sobre el mercado cambiario", explica el informe.
Y continúa: "El esquema de metas de inflación parte del supuesto que la inflación es un fenómeno puramente monetario y que puede ser combatido utilizando exclusivamente la política monetaria. El segundo supuesto es que la tasa de interés es el canal adecuado para transmitir la política monetaria. De este modo, un aumento en dicha tasa contrae la oferta monetaria, lo cual deprime la demanda de bienes. El tercer supuesto es que los precios nominales son flexibles tanto al alza como a la baja".
"En países de alta inflación como la Argentina, la inflación es un fenómeno multicausal: generalmente se mezclan componentes monetarios, no monetarios e inerciales. Por ello, el éxito de cualquier estrategia antiinflacionaria que se encare requiere de un enfoque integral que ataque al conjunto de los factores inflacionarios".
"Utilizar sólo la tasa de interés para combatir la inflación es como querer matar a un elefante con una pistola calibre 22, aunque sus disparos sí puedan ser letales para el nivel de actividad. Es que el peso de los bienes sujetos a comercio internacional -exportables e importables- en la canasta de consumo promedio se ubica por debajo del 50%: el resto son bienes no transables. Por lo tanto, el manejo de la tasa de interés como herramienta antiinflacionaria tiene, en el mejor de los casos, impacto sobre menos de la mitad de los bienes que se consumen. Y genera atraso cambiario como ocurrió en los últimos dos años antes del estallido de mayo pasado. En segundo término, el escaso desarrollo financiero de la Argentina, donde la relación crédito o depósitos respecto del PBI es muy reducida, torna baja o nula la efectividad de la tasa de interés como canal de transmisión de la política monetaria. La tasa de interés es tan sólo el costo de oportunidad de la tenencia de dólares y sólo opera sobre el mercado cambiario", explica el informe.
Y prosigue: "En cuanto a la flexibilidad de los precios, existe abundante experiencia de que en la realidad -no en los manuales teóricos- los nominales son mucho más flexibles hacia arriba que hacia abajo. En consecuencia, la contracción de la demanda opera primordialmente haciendo caer la cantidad producida antes que generar una baja en aquellos. Adicionalmente, si se pretende que las metas operen sobre las expectativas, deben ser creíbles. Sólo así pueden servir para anclar las expectativas de los agentes económicos".
La conclusión es contundente: "como puede advertirse, ninguna de las condiciones para el éxito de un esquema antiinflacionario se verificó en los últimos dos años. No es de extrañar que el fracaso haya sido el resultado".
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