Profecía cumplida: Tito destruye el Templo de Jerusalén

 

ANTICIPO DE JESÚS

Profecía cumplida: Tito destruye el Templo de Jerusalén

Daniel, el profeta, y Jesús de Nazaret, profetizaron la destrucción del templo de Jerusalén, lo que sucedió en el año 70 d.C. por decisión del emperador Tito.



Templo de Jerusalén destruido, Menorah llevada por Roma: El saqueo de Jerusalén, muro interior del Arco de Tito, Roma.

La destrucción del Templo de Jerusalén ocurrió el 08/09 pero hace 1950 años. El profeta Daniel había profetizado 600 años antes que ocurriría ese acontecimiento, y quedó registrado en el libro que escribió: "el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario" (Daniel 9:25).

Se trata de la profecía de la "desolación" de Jerusalén y el templo en el año 70 d.C. Por su lado, Jesús de Nazaret, retomó la profecía, quedando registro del particular 70 años antes de que los hechos ocurriesen (Mateo 24:1-22; Lucas 21:20-24).

Tito Flavio Vespasiano fue emperador romano desde el año 69 hasta su muerte, gobernando como Imperator Caesar Vespasianus Augustus.

Había ganado renombre como comandante militar en la invasión romana de Britania al frente de la Legion II Augusta. Comandó las fuerzas romanas en la 1ra. guerra judeo-romana del año 66. Cuando se disponía a sitiar Jerusalén, ocurrió el suicidio del emperador Nerón -el año de los 4 emperadores- Vespasiano se alió con el gobernador de Siria, Cayo Licinio Muciano, logró controlar la situación, fue proclamado emperador por el Senado, y envió a uno de sus hijos, el ya general Tito, a destruir Jerusalén.

La ciudad fue saqueada por Tito el 8 de septiembre del año 70, sin dejar piedra sobre piedra en el Templo, tal como profetizó Jesús de Nazaret: Marcos 13:1-2 ("Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada").

El complejo edilicio del Templo de Jerusalén, amurallado, albergaba un impon ente santuario y muchos tesoros que fueron robados durante el saqueo.

Tito volvió a Roma triunfante y en el Foro romano se construyó un arco para dejar testimonio de su hazaña. En el saqueo incluyó la Menorah, el candelabro de 7 brazos, que desapareció siglos más tarde, cuando los vándalos de Genserico saquearon a su vez Roma, en el año 455.

Según Michaël Girardin, especialista en Historia Antigua de la Universidad de Lorena, la mayoría de los historiadores cree que la destrucción del Templo fue una decisión de los romanos porque lo consideraron el eje de la resistencia judía.


Situación histórica y socio-política

El relato histórico corre paralelo al de la Biblia. En el año 63 a.C., el general romano Pompeyo conquistó Samaria y Judea. Tal como solían hacer en los territorios conquistados, los romanos instalaron un gobernante local sometido a sus intereses: Herodes el Grande.

Fortalecido por el respaldo de los romanos, liquidó a sus enemigos internos para erigirse como rey de Judea en el 37 a.C.

En el año 6 d.C., el emperador Augusto convirtió Judea en una provincia romana regida por un gobernador, y ahí aparece en escena Pilatos.

Aunque los ocupantes permitieron la continuidad del Sanedrín, el colectivo de sacerdotes y notables que funcionaba como autoridad religiosa de los judíos, las divisiones internas no lograban ser superadas.

El alto clero judío, explica el historiador Paul Johnson en 'La Historia del Cristianismo ', "estaba en manos de los aristócratas saduceos, que apoyaban y defendían la ocupación romana". Familias ricas y conservadoras, que confiaban más en las autoridades imperiales para la protección de sus propiedades. Eran la elite judía.

Luego estaban los fariseos, una de las facciones más numerosas, descritos por el historiador judío Flavio Josefo (37-100) como "un partido de judíos que al parecer son más religiosos que los restantes y explican las leyes con más minucioso cuidado". Apelaban a la tradición pero su legalismo era extremo. "Al parecer, ni siquiera Dios podría derogar la ley", ironiza Johnson. Eran nacionalistas y en su mayoría no apoyaban a los romanos, pero se acomodaban a la situación.

Los samaritanos eran un grupo que había roto con el Templo de Jerusalén y tenía su propio santuario en su tierra, el ex Reino de Israel, diferente al ex Reino de Judea (el rey David los había unificado y cuando muri ó Salomón volvieron a desunirse). Los judíos no se llevaban con los samaritanos.

Los zelotes, por último, eran un movimiento que se oponía activamente a la ocupación romana, en especial al pago de impuestos. Una de las misiones de los procuradores romanos era contener esa amenaza.

Saduceos y fariseos convivían sin gran conflicto con la ocupación extranjera pero, en las franjas más populares, la secta de los zelotes encontraba terreno fértil para su llamado a una resistencia activa.


La guerra contra Roma

En agosto del 66 d.C. los zelotes (Jesús de Nazaret había muerto y resucitado, según el relato de la Biblia, y el cristianismo se extendía con poder increíble por todo el Imperio romano) lograron desatar una rebelión violenta. Se apoderaron de Jerusalén y acabaron con los grandes sacerdotes.

Vespasiano emperador, su hijo Tito tomó el relevo y el 30/08/70, las legiones romanas iniciaron la conquista de Jerusalén, que tenía 80.000 habitantes, y de la que se habían marchado los cristianos, conocedores y creyentes de las profecías de Daniel y de Jesús.

Derrotada la rebelión, los sobrevivientes fueron deportados como esclavos. Del Templo sólo permaneció una parte de la explanada y un tramo del muro Oeste, hoy conocido como Muro de los Lamentos.

La derrota de Jerusalén y la destrucción del Templo no representaron el final de la 1ra. Guerra. A orillas del Mar Muerto, la fortaleza de Massada siguió resistiendo bajo las órdenes de Eleazar, un jefe zelote, hasta el año 74, cuando, al verse derrotados, sus habitantes prefirieron suic idarse antes de caer en manos enemigas.

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