GANANCIAS: LOS CAMBIOS AUMENTAN LA PRESIÓN IMPOSITIVA
La Administración Cristina vendió 'humo' a la opinión pública: le
devolvió la escala del Impuesto a las Ganancias aplicado a salarios y
jubilaciones 2013 al nivel de 2011, y lo presentó como un
acontecimiento. Además, lo hizo por decreto, no por una ley, lo que
supone que volverá a atrasar todo luego de las elecciones del 27/10... y
se quedará con los ingresos por 2 impuestos nuevos. Una avivada. Pero
hay algo más bochornoso todavía en lo de la Administración Cristina: los
cambios en Ganancias aumentan la presión impositiva sobre los
contribuyentes, a niveles extraordinarios tanto en lo que se paga en
términos de PBI como a la pobreza de lo que el Estado retribuye como
contrapartida. Inevitablemente vienen presentaciones judiciales por
doble imposición. El Instituto para el Desarrollo Social Argentina
distribuyó una minuta acerca de esto último: "Lo más preocupante es que
ni el oficialismo, ni la oposición dan muestras de tener ideas
renovadoras."
INFORME DE IDESA Instituto del Desarrollo Social Argentino
El Ejecutivo Nacional introdujo un nuevo ajuste a los deducibles del Impuesto a las Ganancias de los asalariados. El objetivo, como en los casos anteriores, es morigerar el aumento espurio en la presión impositiva que produce la inflación. En esta ocasión, los cambios fueron instrumentados con mucha improvisación y desprolijidad técnica.
INFORME DE IDESA Instituto del Desarrollo Social Argentino
El Ejecutivo Nacional introdujo un nuevo ajuste a los deducibles del Impuesto a las Ganancias de los asalariados. El objetivo, como en los casos anteriores, es morigerar el aumento espurio en la presión impositiva que produce la inflación. En esta ocasión, los cambios fueron instrumentados con mucha improvisación y desprolijidad técnica.
Además, se acompañan con un proyecto de ley que propone gravar la
renta financiera de las transacciones que se ejecuten por fuera de la
bolsa de valores y la creación de un impuesto específico a la
distribución de utilidades de las sociedades.
En el nuevo impuesto a la renta financiera se propone una alícuota
de 15% y para la distribución de utilidades de las sociedades se propone
una alícuota de 10%. En este último caso, hay que tener en cuenta que las
ganancias de las sociedades ya están gravadas con una alícuota del 35%.
Por lo tanto, el nuevo impuesto a la distribución de utilidades de las
sociedades se superpone con el actual impuesto de las ganancias a las
empresas. Así, las empresas en Argentina pasarán a pagar 45% de impuesto
sobre las utilidades.
Un análisis interesante es comparar la tasa de impuesto a las
ganancias que se aplica a las sociedades comerciales en la Argentina
respecto a países vecinos. Según relevamientos de leyes impositivas que
periódicamente realiza el Banco Mundial se observa que:
• En Uruguay, el impuesto a las ganancias de las sociedades es de 25%.
• En Chile, el impuesto a las ganancias de las sociedades es de 20%.
• En Brasil, el impuesto a las ganancias de las
sociedades es de 15%, con un 10% adicional para los ingresos superiores a
los 240 mil reales.
Estos datos muestran que el cambio propuesto casi duplicará la
alícuota del impuesto a las utilidades de las empresas argentinas
respecto a la de los países vecinos. El tema es relevante ya que el
impuesto a las ganancias es uno de los factores más importantes a la
hora de evaluar la viabilidad de los proyectos de inversión. Hasta en
Brasil, país que le sigue a la Argentina en nivel de presión tributaria y
en impuestos distorsivos, la alícuota del impuesto a las ganancias
llega al 25%. En un contexto donde el avance tecnológico facilita las
comunicaciones, es previsible que con este aumento de impuestos se
profundicen las tendencias a concentrar las inversiones en Uruguay,
Chile y Brasil, para vender los productos en Argentina con un mínimo
valor agregado producido dentro del país.
La reforma de Ganancias propuesta está técnicamente mal diseñada y contiene una alta dosis de hipocresía.
> En 1er. lugar, porque es de cobertura parcial (alcanza sólo a
los asalariados en el rango de remuneraciones de $8.000 y $12.500 y, en
menor medida, a quienes ganan entre $12.500 y $20.000) discriminando al
resto de los asalariados y a todos los trabajadores autónomos.
> En 2do. lugar, porque su impacto es transitorio ya que la inflación seguirá haciendo que los “beneficiados” rápidamente dejen de serlo.
> En 3er. lugar, porque toda la sociedad sufrirá las
consecuencias del desaliento a la inversión que genera una
desproporcionada presión impositiva sobre las utilidades de las
empresas.
Para que la reducción de la presión impositiva sea genuina
tiene que formar parte de un plan para mejorar la calidad en la gestión
del Estado. Alcanzaría con eliminar algunas de las muchas
irracionalidades que abundan en las decisiones de gasto público para
generar el espacio fiscal requerido a fin de reducir impuestos. Con
mucha rapidez se puede terminar con los subsidios más disparatados, como
los de Aerolíneas Argentinas y el resto de las empresas públicas
deficitarias. Con un poco más de sensatez y profesionalismo se pueden
eliminar los subsidios a la energía y al transporte urbano,
complementando con tarifas sociales para no perjudicar a los hogares más
pobres.
Lo más preocupante es que la oposición no da muestras de tener ideas muy diferentes a las del oficialismo. Prueba
de ello es que no se plantea como prioridad un plan de mejora en la
gestión del Estado. Sin disminuir los despilfarros en el gasto público,
las propuestas de reducción de impuestos tienen un alto contenido
demagógico ya que implican más inflación y menos inversión y empleo.
Fuente: URGENTE 24
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