LA BURBUJA ARGENTINA

 LUIS ALEJANDRO RIZZI
Abogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio.

Hay una burbuja cuando el valor de un activo financiero es superior al “fundamental” del activo, es decir, el valor actualizado de los dividendos, intereses o alquileres que proporcionará hoy y en el futuro, asi lo explica Jean Tirole.

Las burbujas son desmesuras financieras.
¿Cuáles serían los “fundamentals” de nuestra economía?

> El déficit fiscal y su financiación mediante endeudamiento,

> el crecimiento proyectado del PBI (a lo sumo 3%),

> el promedio de ingreso per capita,

> los niveles de pobreza,

> el nivel de marginalidad económica,

> la presión fiscal y, yendo a algunos intangibles, tomaremos solo nuestro magro nivel de productividad, reconociendo algunas excepciones, como el agro y algunos otros sectores minoritarios, nuestra pobreza institucional que genera inseguridad a propios y extraños y la famosa confesión sobre el corrimiento de las pautas futuras de inflación que es una muestra de impotencia.

Estos “fundamentals” hacen que nuestro riesgo país continúe siendo elevado y que la debilidad del dólar y la consecuente suba de la tasa de interés una amenaza que como deudores menoscabamos pero que los acreedores presentes y futuros hacen y harán valer.

En una breve síntesis, el llamado gradualismo, no es más que el arte puesto de manifiesto para crear burbujas financieras en el convencimiento que en un plazo relativamente breve, cuando se produzca la lluvia de inversiones, podrán ser desarmadas evitan do su estallido.

A su vez la supuesta promesa de futuras inversiones es la zanahoria que facilita el endeudamiento y garantiza la rentabilidad inmediata.

Hasta ahora podríamos decir, con don Carlos Ibarguren, que “Esta historia la hemos vivido” y podríamos anticipar los resultados con mínimo riesgo de error.

En nuestro caso el “cisne negro” seria que esto terminase bien.

El corrimiento de las pautas futuras de inflación fue un grave error político, ya que si no se cumplió la prevista para el 2017 porque se va a cumplir la prevista para este año con la respectiva pauta de corrección.

El propio gobierno en vísperas de paritarias potenció el ambiente de dudas, más que en los dirigentes gremiales en la gente en general.

Por otra parte el gobierno que carece de vocación docente, cualidad que forma parte de la política, yerra al no comprometer a la sociedad en la lucha contra la inflación.

No es fácil sali r de la adicción populista.

La reducción del gasto es un esfuerzo muy exigente y cruento para el gobierno, pero asimismo debe convencer a la sociedad que también son nefastas las clausulas gatillo y las indexaciones, que curiosamente están prohibidos por imperio del art. 7 de la Ley N°23.928 que sigue vigente.

Es obvio en todo caso esos mecanismos de actualización deberían usarse selectivamente, ya que si se generalizan estamos alimentado el proceso inflacionario.

El gradualismo no es un programa económico, es más bien un mamarracho.

El gobierno debería tener presente las experiencias del plan Austral y de convertibilidad de nuestra moneda (la Ley N°23.928) que generaron en la gente confianza, en un caso por breve tiempo y en el otro los errores cometidos impidieron que se cambiara la cultura populista siempre subyacente y mayoritaria en la sociedad.

El gobierno cuyo capital se está agotando por iniciativas propias debería presentar un progr ama político económico y ponerlo en práctica de inmediato, tal como lo sugería Alejandro Borensztein en la mas lucida columna política de la semana, publicada en la página 2 de “Clarín” el pasado domingo 04/02.

“…Por supuesto, a la suerte habrá que agregarle un plan de políticas públicas a largo plazo acordado con todos los sectores, un plan industrial para saber a qué rubros le apostamos fuerte y cuáles les dejamos a los chinos, y alguna que otra pavada más de la cual, por ahora, el que más se ocupa es el perro Balcarce. Pero bueno, dejemos eso para otras notas….”

Y de paso que deje de pensar que seguirá ganando elecciones gracias a Kristina o Moyano o aplicando la sugerencia de Duran Barba en cuanto dijo que: “La gente lo que pide es que se reprima brutalmente a los delincuentes.”

Supongamos que sea cierto que la gente pidiera “brutalidad”, en ese caso estaríamos ante otro tipo de cuestiones, mucho más complicadas por cierto que las económicas.

Por lo pronto “seguridad” es lo que reclama la gente y no tiene que ver con la “brutalidad”, don Duran Barba.

Como si fueran poco los problemas ahora creamos la burbuja de la seguridad, como decía mi tía abuela (QEPD) “para bien no pueden, para mal se esfuerzan…”, sabio ¿no…?

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