MARTÍN TETAZ Difícil comprender la fascinación argentina por los nuevos impuestos
Periódicamente el Estado argentino ingresa nuevos tributos a su nomenclador de gravámenes y tasas. No sólo es una práctica contraria a los principios de la correcta gestión tributaria sino que es una carrera permanente hacia el incremento del gasto público, la pérdida de competitividad y la idea de que un poco más de presión impositiva no le hace mal a nadie. Ahora bien, este concepto no sólo se aplica hacia los que supuestos 'adinerados' sino también es un castigo hacia los 'pobres'. Al fin de cuentas, el impuesto inflacionario no tiene descanso. Tampoco otros gravámenes tales como castigar las tarifas de servicios públicos, el consumo de combustible, los débitos bancarios, los salarios supuestamente 'altos'. El comportamiento es tan ridículo que los automóviles 0 Km., que son menos contaminantes, pagan más tributo que los viejos, cuando debería estimularse el recambio de vehículo porque es más actividad de la industria automotriz. Por último, todos saben que se necesita una reforma pero nadie se atreve; tal como todos saben que se precisa un Presupuesto Base 0 pero nunca se realizará. |
Por URGENTE24 |
Máximo Kirchner y Carlos Heller. |
El economista Martin Tetaz escribió algunos conceptos interesantes sobre la cuestión tributaria: Los impuestos tienen que ser fáciles de recaudar porque el Estado gasta $112.000 millones y emplea a 21.500 personas para recaudar $5 billones a nivel nacional y un impuesto 'a priori' interesante desde el punto de vista de la eficiencia económica puede ser difícil de recolectar o de bajo cumplimiento, mientras que tal vez el impuesto mas simple de todos hubiera sido cobrarle a cada uno de los argentinos una cuarenta y cuatro millonésima parte de esos 5 billones recaudados, pero ese impuesto de $113.000 per cápita hubiera sido imposible de pagar en la mayoría de los hogares. (...) Puesto en otras palabras; cada vez que, para agregar valor, hay que agregar Estado improductivo, el resultado es menor producción, menores exportaciones y salarios reales mas bajos. Entender esto es muy importante porque la voluntad del legislador puede ser buena, pero desconocer la consecuencia del impuesto. El ejemplo perfecto es el del impuesto a los activos, porque al comerse a la fuente generadora de los ingresos, acaba logrando una economía con menos capital, que por lo tanto producirá menos y pagará menores salarios. El legislador sugerirá entonces acotarlo a los activos no productivos, pero eso también generará menor inversión si el Estado se queda con una parte mayor del resultado acumulado. Por último, el aumento de los impuestos, incluso cuando sea por única vez y sobre activos que no afectan a la producción hoy, envía la señal de que podría haber una nueva imposición a futuro, en los términos que sugerían las investigaciones de los Nobel, Finn Kydland y Edward Prescott, si el gobierno vuelve a estar en un apremio similar más adelante, lo cual es mucho mas fácil de imaginar y representar luego de la pandemia. Ni siquiera las consideraciones más pragmáticas aconsejan los nuevos impuestos, porque tampoco resuelven el agujero fiscal de $2 billones que causó el COVID; no evitan la emisión ni sus consecuencias monetarias y cambiarias." |
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