ESPECULACIÓN Y PARASITISMO EN CABA
Altamira sobre especulación y parasitismo en CABA
En una entrevista que se le hizo recientemente, el dirigente trotskista Jorge Altamira sostuvo que la ciudad de Buenos Aires se ha desindustrializado y transformado en una plataforma de servicios, y por lo tanto adquirió “características parasitarias, apalancada por un endeudamiento aún más parasitario, ya que esta sostenido por el Estado, lo cual es un fenómeno internacional, no exclusivamente argentino”. En el mismo sentido se refirió a “las tendencias parasitarias del proceso de producción capitalista, que tienen como contrapartida la desindustrialización de CABA”... “se fue transformando a la Ciudad en una sociedad de servicios” (Política Obrera 03/07/2023). En lo que sigue cuestionamos, desde un enfoque marxista, esta caracterización de JA. Servicios, trabajos productivos y trabajadores estatales La primera cuestión a aclarar es que existen, en CABA y en cualquier otro lugar, muchos trabajos involucrados en el suministro de servicios que generan valor y plusvalía, o sea, son productivos. Por ejemplo, médicos, enfermeras y demás auxiliares que trabajan para una empresa privada de la salud generan valor y plusvalía. Lo mismo puede decirse de los trabajadores de la enseñanza privada; de los involucrados en el transporte; en comunicaciones e informática; en hotelería y restaurantes; en actividades culturales o de esparcimiento que se mercantilizan y son suministradas por empresas capitalistas. Todos ellos son trabajadores productivos. Es imposible analizar correctamente la relación entre los trabajos en servicios y el parasitismo si se pasa por alto la naturaleza del trabajo productivo. Para que se vea la importancia de estos sectores, la suma de hotelería y restaurantes; transporte, almacenamiento y comunicaciones; enseñanza; servicios sociales y de salud, servicios comunitarios sociales y personales, a precios corrientes, en 2021, representaban el 26% del valor agregado (cálculo propio en base a datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos, Ministerio de Hacienda y Finanzas CABA; también para los datos que presentamos más abajo). Lamentablemente, la estadística que hemos citado no precisa cuántos de los trabajadores dedicados a la enseñanza o la salud pertenecen al sector privado, y cuánto al estatal. En cualquier caso, los estatales que proveen servicios como enseñanza, educación, limpieza, obra pública, actividades administrativas vinculadas a la seguridad social y afines, etcétera, si bien no generan plusvalía, contribuyen a la reproducción del capital constante y variable. Dado que son pagados por el valor de su fuerza de trabajo (y muchas veces ni siquiera alcanzan ese nivel), son explotados por la clase capitalista de conjunto y pertenecen a la clase obrera. Trabajadores no productivos, pero explotados por el capital A su vez hay muchos trabajadores que no generan plusvalía pero son imprescindibles para realizar la plusvalía, y son explotados por el capital. Son los empleados por lo que Marx llamó capital comercial: el dedicado al comercio de bienes y servicios y el dedicado a las operaciones dinerarias, esto es, bancos y diversas entidades financieras; podríamos agregar las compañías de seguro y similares. Estos trabajadores también forman parte de la clase obrera. Por caso, los asalariados que se ocupan de las ventas y compras de bienes y servicios no generan plusvalía, pero son imprescindibles en el capitalismo. Algo similar ocurre con los bancarios: contar dinero, guardarlo en una caja, transportarlo, realizar las operaciones de pago o cobro, son actividades que deben ser sufragadas con plusvalía, pero también imprescindibles para el capital. Estos trabajadores venden su fuerza de trabajo al capital y en tanto ahorran costos de reproducción a este último, son explotados. Al incluirlos sin más en actividades “parasitarias” se induce a pasar por alto que forman parte de la clase obrera. Por otro lado, estas actividades contablemente participan (como valor agregado, pero no lo generan) en una porción del producto bruto total. La participación del comercio en el producto de CABA, en 2021, fue 14,9%; servicios inmobiliarios y alquiler 18,5%; e intermediación financiera 14%. Sobre la clase obrera en CABA En 2022, en CABA, había 1.843.393 puestos de trabajo en el sector servicios. Era el 86,4% del total de puestos de trabajo. De ellos, 222.467 correspondían a comercio y reparaciones; 87.086 a hotelería y restaurantes; 154.143 a transporte, almacenamiento y comunicaciones; 79.122 a intermediación financiera y otros servicios financieros; 427.431 a servicios inmobiliarios y de alquiler; 267.388 a enseñanza, servicios sociales y salud; 498.381 a administración pública, defensa y seguridad social obligatoria; 125.025 a servicios comunitarios, sociales y personales. La estadística no discrimina cuántos son asalariados; de conjunto, los asalariados, en 2022, eran 1.149.000. Por otra parte, si bien cayeron en forma relativa, en 2022 los puestos de trabajo en la industria manufacturera eran 173.812, representando el 8,1% del total de la ocupación en la ciudad, y el 10% del producto bruto. Las principales actividades eran fabricación de medicamentos y químicos; prenda de vestir; y alimentos. A precios de 2004 el producto industrial manufacturero fue, en 2021, de 20.245 millones de pesos, contra 14.795 millones en 2004; esto es mayor que muchas provincias argentinas. A su vez, en la construcción había 84.333 puestos de trabajo, y el sector alcanzaba el 5% del valor agregado total. A precios de 2004 el producto de la construcción fue, en 2021, de 5.956 millones de pesos, contra 3.694 millones en 2004. Claramente, los asalariados en industria y construcción también son trabajadores productivos. ¿Gran especulación inmobiliaria? En la nota citada JA dice que CABA es “la punta de lanza” de “una gran especulación inmobiliaria”. Nos preguntamos en qué datos se basa para sostener que estamos ante una “gran” especulación inmobiliaria. Por supuesto, siempre se encontrarán actividades especulativas en tanto existan mercados y capitales. Esto fue así incluso desde antes que el capitalismo industrial dominara la escena. Pero para lo que nos ocupa ahora lo importante es si en CABA se está en presencia de una inflación de capital ficticio y especulativo, articulada en torno a la propiedad inmobiliaria y al apalancamiento, sostenido este último en el crédito y la suba de los precios (sobre los mecanismos de apalancamiento). Son los rasgos típicos de una especulación inmobiliaria al alza, que invariablemente termina en el crack y la desvalorización de los activos (no hay forma de que los valores suban indefinidamente por vía de la especulación). Es lo que ocurrió, por ejemplo, en Estados Unidos en los años que precedieron a la crisis de 2007-09; o en España, más o menos para la misma época; y en tantas otras crisis capitalistas motorizadas por la construcción y la especulación inmobiliaria. Pero no es lo que sucede hoy en Argentina. Los precios de viviendas, locales comerciales y oficinas para empresas estuvieron, en los últimos años, más a la baja que al alza: en CABA cayeron entre 2018 y finales de 2022. Los permisos otorgados en Ciudad para obras nuevas y ampliaciones todavía estaban, en 2022, por debajo del nivel de 2019; lo mismo en lo referido a superficie registrada en metros cuadrados. La participación de la construcción en el producto bajó en los últimos años. El crédito hipotecario es insignificante; en 2021 solo representó el 0,6% del PBI. ¿Cómo se puede hablar de gran movimiento especulativo con estas condiciones? ¿Qué clase de especulación es esta? Para terminar, y por lo que hemos discutido, una gran parte de los llamados servicios comprende trabajo productivo. Por otra parte, los asalariados que realizan trabajos improductivos para el capital también son explotados. Creer que una ciudad puede vivir “parasitando” constituye, pues, un error importante. Los parásitos sociales se mantienen a costa de alguna fuente de valor o riqueza, y no hacen nada. Pero por eso mismo tal condición no puede ser general (Marx se burlaba de los que pensaban que había sociedades que vivían del robo: necesariamente algunos debían trabajar para generar los bienes a robar). Sugerir que la capital de Argentina, o las capitales de las provincias, viven de parasitar y/o de especular, es pasar por alto la centralidad del trabajo en tanto única fuente de valor y, en combinación con los elementos materiales, de la riqueza. La sociedad argentina –y la de CABA en particular- se sostienen sobre el trabajo explotado. Es la base objetiva del programa socialista. Sorprende que un alto dirigente marxista pase por alto estas cuestiones. |
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