EL DÉFICIT ECONÓMICO DEL QUE NUNCA SE HABLA
Desde la semana pasada, Aldo Ferrer viene planteando en interesantísimos artículos en diario BAE la cuestión de la "restricción externa". Se trata del recurrente problema que se nos presenta –como a cualquier otro país a medio tránsito de su independencia real y definitiva– siempre que el modelo sustitutivo de importaciones comienza a quedar chico al proyecto político transformador de la nación en otra cosa que granero del mundo (otra cosa que semicolonia agroexportadora en la división internacional del trabajo impuesta desde Occidente). Si bien el problema de la falta de divisas en nuestro país data de 1810 (de allí los lineamientos económicos revolucionarios de Manuel Belgrano plasmados en el Plan de Operaciones), Ferrer lo sitúa a partir de 1930, con la crisis mundial y el agotamiento del modelo agroexportador. Ese año comenzó, dice el gran economista, "la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI), con dos rasgos principales. Por una parte, una elevada proporción de abastecimientos importados, de insumos y equipos, en la producción manufacturera. Por la otra, una baja capacidad de exportaciones de bienes de origen industrial. Es decir, la ISI operaba con un desequilibrio en su balance de pagos internacionales", lo cual conducía a un "déficit en el comercio internacional de manufacturas de origen industrial (DMOI)".
Ese DMOI, explica Ferrer, "se pagaba con el superávit del comercio de productos primarios". Aquí una explicación técnica a nuestro subdesarrollo. Pero la cuestión de fondo viene dada porque el DMOI hace a la supervivencia de una Argentina agroexportadora, Argentina artificialmente conservada (y deliberadamente postergada) por las clases dominantes ligadas al comercio exportador/importador bajo un sistema colonial o semicolonial de inserción mundial. Por consiguiente, no es ninguna casualidad que el gran salto industrial, científico, tecnológico y social argentino se verificara justamente cuando Perón decide basar la revolución redistributiva iniciada el 17 de octubre de 1945 en la nacionalización de ese comercio superavitario (léase, en la estatización de la renta agraria). Tampoco es casualidad el gran salto de esta última década y la estatización parcial del sector agrario vía retenciones a las exportaciones, entre otras importantísimas medidas de regulación y control del universo rural argentino.
ARGENTINIZACIÓN Y ESTADO EMPRESARIO.
Ferrer prosigue: "La restricción externa puede convertirse en eterna, a menos que se resuelvan los problemas que la determinan. Se trata, en verdad, del problema central del desarrollo económico argentino. Su eliminación es condición necesaria para que la inclusión social, que es el objetivo fundamental del desarrollo, se sustente en la movilización del extraordinario potencial de crecimiento del país..." A continuación, enumera y desarrolla una serie de puntos programáticos para la eliminación de la restricción externa (o "eterna"): 1) argentinización de la economía nacional; 2) desarrollo industrial; 3) explotación de los recursos naturales; y 4) energía. Al momento de escribirse estas líneas, Ferrer había descripto los dos primeros. En relación al punto 1 enfatiza la necesidad de fortalecer las políticas públicas y la participación de los intereses privados locales en la estructura productiva, advirtiendo el problema de tener "una economía industrial integrada y abierta, con el grado de extranjerización actual de la estructura productiva del país". En relación al punto 2 argumenta que "cerrar la brecha en el comercio internacional de manufacturas de origen industrial [antes visto como DMOI] implica la transformación de la estructura manufacturera del país", por cierto, una transformación que, parafraseándolo, obligadamente debe descansar en el Estado y las empresas nacionales.
SUSTITUIR LA SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES.
Y aquí es cuando Ferrer, quizás sin saberlo, trasciende el plano de la heterodoxia para adentrarse en un razonamiento bien jauretcheano, de esos que la presidenta acostumbra dedicarnos con creciente frecuencia. "Para tales fines, es preciso replantear la estrategia de sustitución de importaciones, actuar con la audacia necesaria para proponerse objetivos que parecen inconcebibles e incorporar, siempre, el compre nacional en el desarrollo de la infraestructura". Seguido, brinda los casos del complejo electrónico y del automotriz, reducido el primero al "ensamblaje de componentes importados" y el segundo a "producir [como máximo] autopartes de menor contenido de tecnología". Para Ferrer, tales situaciones son sumamente contraproducentes, pues "avanzar hacia la frontera tecnológica del sector, en un sistema hegemónico de filiales, en el cual, la actividad local no incluye la innovación de frontera" resulta, en sus propias palabras, algo inconcebible. Finalmente, expresa que "es imposible cerrar el déficit de MOI en autopartes sin un profundo proceso innovador y, este, sin la presencia de una empresa automotriz integrada nacional que innove, produzca motores, incorpore autopartes de alta tecnología de pymes, atienda la demanda más dinámica de vehículos dentro del mercado interno y acceda al internacional".
Fuente: Diario Tiempo Argentino.
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