MODALES
MODALES
por Enrique Szewach
El reciente episodio vivido por el diputado Cabandié reavivó la discusión en torno a los "modales" de las principales espadas del kircherismo de paladar negro, incluyendo, aunque "en sordina" por su convalecencia, a la Presidenta de la Nación.
Lo que me "molesta" de esta discusión, es que le está sirviendo a muchos ideólogos y copartícipes de las políticas instrumentadas estos años, como excusa para justificar el fracaso de dichas políticas.
En efecto, al poner el énfasis, en el autoritarismo, la soberbia, los insultos y la forma agresiva de actuar de muchos funcionarios, se pierde de vista, el fondo de la cuestión, que el populismo K. como sus antecesores o similares en la región y en el mundo, está probando su ineficiencia para solucionar, de manera sustentable, los problemas que preocupan a la sociedad.
El argumento central de estos protagonistas es que "No es que han fracasado las políticas que sugerimos, propusimos y votamos, si no que fueron mal instrumentadas y ejecutadas, por jóvenes inexpertos e ineficaces, y encima mal educados, y por funcionarios prepotentes y torpes”, en nuestro caso. O por "imbéciles", en el caso del populismo venezolano (así califico a Maduro, el padre intelectual del "socialismo del Siglo XXI" Heinz Dieterich, pronosticando la debacle del régimen si no se toman “medidas de ajuste”).
Pero que el "tronco" Cabandié, no nos impida ver el bosque general.
Lo que está pasando en la Argentina de hoy no es consecuencia del autoritarismo, la prepotencia o los malos modales. Lo que hoy sucede es el lógico corolario, de una política que, desde el vamos, tenía el destino de terminar mal, más allá de la buena o mala sociabilidad de sus ideólogos y defensores.
Obviamente, que es mejor tener buenos modales que malos. Que es mejor el diálogo y la búsqueda del consenso, que la pelea permanente, y la imposición sin debate de las ideas. Pero si las ideas son malas. Si no sirven. Si las políticas son erróneas, que surjan por imposición o consenso, es sólo un detalle. No menor, pero detalle al fin.
No se puede decir, por ejemplo, el modelo funciona, lástima la inflación. Porque la inflación es "hija" del modelo. Sin inflación, no se podrían financiar ni los subsidios al consumo, ni la explosión de gasto público en general de los últimos años, pese al récord de presión tributaria, nominal y real.
No se puede decir, el modelo funciona, lástima que nos quedamos sin petróleo, sin gas, y tenemos el trigo más caro del mundo. Porque nos quedamos sin petróleo, sin gas, y sin trigo, porque el modelo es no reconocer los verdaderos precios de la energía y destruir el mercado agropecuario, para generar una sensación artificial y de corto plazo de bienestar, y para financiar la política y el enriquecimiento de algunos, con negocios oscuros, de importación de combustibles.
No se puede decir el modelo funciona, lástima las restricciones en el mercado cambiario, la pérdida de reservas y la brecha. Porque los problemas en el mercado del dólar, son la consecuencia de la destrucción de la moneda local como mecanismo de ahorro. De la desconfianza generada por el default de la deuda ajustada por CER, al intervenir el INDEC (medida instrumentada durante la Presidencia de Néstor Kirchner y sus ministros y funcionarios de turno). De la emisión descontrolada de pesos, que se traduce en demanda de dólares por todos los medios.
No se puede decir, el modelo funciona, lástima el intento por controlar al Poder Judicial y limitar la libertad de expresión ahogando financieramente a las empresas periodísticas y permitiendo que se vendan medios a los “amigos” violando la propia Ley de Medios que se quiere imponer. Porque el control de la justicia y de la prensa resulta inevitable si se maneja con impunidad y poca transparencia el gasto público y se miente en los datos más elementales.
En síntesis, si el amigo Moreno, en lugar de un revolver sobre la mesa, pusiera chupetines y repartiera llaveros que dijeran “viva Clarín”, la inflación igual sería del 25% anual.
Y si el diputado Cabandié, hubiera pagado la multa sin chistar y sin “chapear”, el problema de los precios relativos, la energía, el tipo de cambio, la inseguridad y las pérdidas de reservas serían los mismos.
No nos engañemos, la Argentina del 2016, no va a volver a crecer por un cambio de “modales”.
Requerirá, básicamente, un cambio de modelo.
por Enrique Szewach
El reciente episodio vivido por el diputado Cabandié reavivó la discusión en torno a los "modales" de las principales espadas del kircherismo de paladar negro, incluyendo, aunque "en sordina" por su convalecencia, a la Presidenta de la Nación.
Lo que me "molesta" de esta discusión, es que le está sirviendo a muchos ideólogos y copartícipes de las políticas instrumentadas estos años, como excusa para justificar el fracaso de dichas políticas.
En efecto, al poner el énfasis, en el autoritarismo, la soberbia, los insultos y la forma agresiva de actuar de muchos funcionarios, se pierde de vista, el fondo de la cuestión, que el populismo K. como sus antecesores o similares en la región y en el mundo, está probando su ineficiencia para solucionar, de manera sustentable, los problemas que preocupan a la sociedad.
El argumento central de estos protagonistas es que "No es que han fracasado las políticas que sugerimos, propusimos y votamos, si no que fueron mal instrumentadas y ejecutadas, por jóvenes inexpertos e ineficaces, y encima mal educados, y por funcionarios prepotentes y torpes”, en nuestro caso. O por "imbéciles", en el caso del populismo venezolano (así califico a Maduro, el padre intelectual del "socialismo del Siglo XXI" Heinz Dieterich, pronosticando la debacle del régimen si no se toman “medidas de ajuste”).
Pero que el "tronco" Cabandié, no nos impida ver el bosque general.
Lo que está pasando en la Argentina de hoy no es consecuencia del autoritarismo, la prepotencia o los malos modales. Lo que hoy sucede es el lógico corolario, de una política que, desde el vamos, tenía el destino de terminar mal, más allá de la buena o mala sociabilidad de sus ideólogos y defensores.
Obviamente, que es mejor tener buenos modales que malos. Que es mejor el diálogo y la búsqueda del consenso, que la pelea permanente, y la imposición sin debate de las ideas. Pero si las ideas son malas. Si no sirven. Si las políticas son erróneas, que surjan por imposición o consenso, es sólo un detalle. No menor, pero detalle al fin.
No se puede decir, por ejemplo, el modelo funciona, lástima la inflación. Porque la inflación es "hija" del modelo. Sin inflación, no se podrían financiar ni los subsidios al consumo, ni la explosión de gasto público en general de los últimos años, pese al récord de presión tributaria, nominal y real.
No se puede decir, el modelo funciona, lástima que nos quedamos sin petróleo, sin gas, y tenemos el trigo más caro del mundo. Porque nos quedamos sin petróleo, sin gas, y sin trigo, porque el modelo es no reconocer los verdaderos precios de la energía y destruir el mercado agropecuario, para generar una sensación artificial y de corto plazo de bienestar, y para financiar la política y el enriquecimiento de algunos, con negocios oscuros, de importación de combustibles.
No se puede decir el modelo funciona, lástima las restricciones en el mercado cambiario, la pérdida de reservas y la brecha. Porque los problemas en el mercado del dólar, son la consecuencia de la destrucción de la moneda local como mecanismo de ahorro. De la desconfianza generada por el default de la deuda ajustada por CER, al intervenir el INDEC (medida instrumentada durante la Presidencia de Néstor Kirchner y sus ministros y funcionarios de turno). De la emisión descontrolada de pesos, que se traduce en demanda de dólares por todos los medios.
No se puede decir, el modelo funciona, lástima el intento por controlar al Poder Judicial y limitar la libertad de expresión ahogando financieramente a las empresas periodísticas y permitiendo que se vendan medios a los “amigos” violando la propia Ley de Medios que se quiere imponer. Porque el control de la justicia y de la prensa resulta inevitable si se maneja con impunidad y poca transparencia el gasto público y se miente en los datos más elementales.
En síntesis, si el amigo Moreno, en lugar de un revolver sobre la mesa, pusiera chupetines y repartiera llaveros que dijeran “viva Clarín”, la inflación igual sería del 25% anual.
Y si el diputado Cabandié, hubiera pagado la multa sin chistar y sin “chapear”, el problema de los precios relativos, la energía, el tipo de cambio, la inseguridad y las pérdidas de reservas serían los mismos.
No nos engañemos, la Argentina del 2016, no va a volver a crecer por un cambio de “modales”.
Requerirá, básicamente, un cambio de modelo.
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