SIN AUSTERIDAD, LA ESTABILIDAD DEL DÓLAR SE TERMINA EN 180 DÍAS
Fuente: URGENTE 24
La consultora Economía y Regiones, cofundada por Rogelio Frigerio (nieto) y su socio Alejandro Calderalli, advirtió en su último informe de Semanario Económico, que la actual ‘tranquilidad’ en el tipo de cambio con dólar blue y oficial estables no podrá durar mucho tiempo más si no se toman medidas para acotar el gasto público y la emisión monetaria. E&R le pone un plazo máximo a la estabilidad monetaria de entre 4 a 5 meses, con lo cual estaríamos atravesando el ojo del huracán, un momento de pasividad alrededor del remolino.
El tipo de cambio real indefectiblemente tiene que bajar en el largo plazo y la “forma” de su trayectoria depende de lo que se haga con el gasto público y la emisión monetaria, es decir la política fiscal y monetaria.
La consultora Economía y Regiones, cofundada por Rogelio Frigerio (nieto) y su socio Alejandro Calderalli, advirtió en su último informe de Semanario Económico, que la actual ‘tranquilidad’ en el tipo de cambio con dólar blue y oficial estables no podrá durar mucho tiempo más si no se toman medidas para acotar el gasto público y la emisión monetaria. E&R le pone un plazo máximo a la estabilidad monetaria de entre 4 a 5 meses, con lo cual estaríamos atravesando el ojo del huracán, un momento de pasividad alrededor del remolino.
“Si se hacen las cosas “mal”,
la inflación se “comerá” la devaluación y el tipo de cambio real caerá
bruscamente. Por el contrario, si se hacen las cosas “bien”, la
restitución de la confianza y la credibilidad generará una entrada de
capitales importante que apreciará el tipo de cambio nominal y el dólar
se abaratará nominalmente”, ilustra la consultora.
“De seguir la política de
gasto desmedidamente expansiva y potenciarse la dominancia fiscal, el
ajuste se dará por la vía inflacionaria”, concluye el informe.
A continuación, el texto completo del Semanario Económico de E&R sobre el tipo de cambio:
En nuestro país el tipo de cambio casi
siempre se encuentra en el centro de la escena de la discusión
macroeconómica. De un lado están los exportadores y los productores
industriales sustituidores de importaciones que suelen “pedir” un dólar
caro. Del otro lado están los trabajadores que no quieren un peso
“devaluado”, porque atenta contra el poder adquisitivo del salario.
La evidencia empírica histórica
argentina desmiente el impacto estimulador del dólar caro sobre las
exportaciones. Dado que Argentina exporta fundamentalmente commodities,
la mayor parte de sus ventas al exterior son independientes del tipo de
cambio. Los commodities que exporta Argentina se venden al precio
“fijado” por el mercado internacional. En el caso de los granos,
cereales y sus derivados se vende toda la producción (neta del consumo
doméstico) a ese precio internacional. Las ventas de automotores a
Brasil (90% de los autos exportados) forman parte de un comercio
administrado de cupos y cantidades dentro del régimen automotor del
Mercosur, por lo cual son independientes del tipo de cambio. El comercio
automotor argentino / brasilero es función de los niveles de actividad,
no de los tipos de cambio.
Por el contrario, el tipo de cambio
elevado puede brindar competitividad precio y estimular las
exportaciones de otras (no automóviles) manufacturas industriales. Sin
embargo, estas exportaciones no sólo tienen poca importancia relativa
sobre el total, sino que la competitividad precio vía tipo de cambio es
efectiva sólo en el corto plazo. Es decir, el tipo de cambio no
es el instrumento de política económica más eficiente para estimular las
exportaciones de un conjunto determinado de sectores, porque mantener
el tipo de cambio artificialmente elevado muy probablemente traerá más
costos que beneficios en términos económicos globales. Para
ganar competitividad hay otros instrumentos (tarifas, impuestos,
subsidios, crédito subsidiados) más eficientes que el tipo de cambio.
Sin embargo, el dólar caro sí ha
servido para proteger la industria doméstica y fomentar la sustitución
de importaciones. Aunque, este efecto positivo tampoco es homogéneo,
sino que se manifiesta sólo sobre los sectores mano de obra intensivos
y/o con baja proporción de insumos y bienes intermedios importados.
El tipo de cambio nominal se ubica en torno a $7.85 por dólar por tercera semana consecutiva.
El dólar paralelo se ubica estable alrededor de los $11.60, casi un peso más bajo que su máximo histórico. En este contexto cabe preguntarse: ¿Estos
tipos de cambios son los que se deben descontar a la hora de hacer
negocios, tanto ya sea para exportar, producir para el mercado doméstico
o hacer planes de consumo o ahorro?
El tipo de cambio es un precio más en
la economía y como todo precio, su principal función es trasladar
información a los agentes económicos. Dados el resto de los precios, el
actual dólar oficial y el paralelo reflejan no sólo la estructura
productiva, sino también las preferencias y las expectativas de los
individuos acerca del futuro. En otras palabras, las expectativas del
público son fundamentales en la determinación del tipo de cambio y éstas
dependen de lo que se haga en materia de política monetaria y fiscal.
En definitiva, el valor del tipo de cambio depende de lo que se haga con
la política fiscal y monetaria.
En la actualidad, el tipo de cambio
real contra el dólar (u otras divisas) tiene dos equilibrios; uno de
corto (dólar caro) y otro de largo plazo (dólar barato). El equilibrio
de corto plazo implica un dólar caro como resultado de la falta de
confianza en el gobierno y la ausencia de credibilidad y consistencias
en sus políticas económicas. Por el contrario, el tipo de cambio real de
equilibrio de largo plazo implica un dólar barato. En el largo plazo se
podrá llegar a este dólar barato vía dos caminos diferentes. Si
se hacen las cosas “mal”, la inflación se “comerá” la devaluación y el
tipo de cambio real caerá bruscamente. Por el contrario, si se hacen las
cosas “bien”, la restitución de la confianza y la credibilidad generará
una entrada de capitales importante que apreciará el tipo de cambio
nominal y el dólar se abaratará nominalmente.
La fuerte tendencia bajista de ambas
variables muestra que en el largo plazo el tipo de cambio real de
equilibrio es mucho más bajo. No es un fenómeno aislado de Argentina, es
un fenómeno regional.
Hoy en día el tipo de cambio
está estabilizado en sus niveles actuales gracias a la política
monetaria aplicada por el presidente del BCRA, que comenzó a aplicar “la
política del anual”. Devaluó 23% el tipo de
cambio para cerrar (parcialmente) la brecha y comenzó a subir la tasa de
interés para absorber pesos y evitar que la devaluación se traslade al
blue y a precios. A su vez, el encarecimiento del crédito
cambió la lógica financiera de los exportadores que encontraban óptimo
no liquidar granos y cumplir sus obligaciones de corto plazo con deuda
en pesos. También obligó a los bancos a vender activos nominados
en dólares para presionar hacia la baja sobre los tipos de cambio
“contado con liqui”; “dólar Mep” y “dólar futuro”.
En resumen, la política
monetaria de Fábrega es la que permite que el tipo de cambio nominal
permanezca estable y da lugar a un “colchón” cambiario, que se irá
paulatinamente agotando de la mano de la inflación durante los próximos
120 / 180 días.
El actual tipo de cambio real
no es sostenible en el largo plazo, porque no está en línea con lo
fundamentos actuales de nuestra economía doméstica y con el escenario
internacional. El actual tipo de cambio real
corresponde a un país con mayor desempleo, mayor cantidad de pobres,
mayor capacidad ociosa, peores términos de intercambio y con un mundo
con mayores tasas de interés y un dólar más caro en el escenario
internacional.
El tipo de cambio real indefectiblemente tiene que bajar en el largo plazo y la “forma” de su trayectoria depende de lo que se haga con el gasto público y la emisión monetaria, es decir la política fiscal y monetaria.
De seguir la política de gasto
desmedidamente expansiva y potenciarse la dominancia fiscal, el ajuste
se dará por la vía inflacionaria. En este punto es donde juega la nominalidad. Hay que recordar el concepto fundamental de Milton Friedman
que señala: “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno
monetario”. Así, la tasa de emisión monetaria (neta del aumento del PIB y
de la demanda de dinero) determina la tasa de inflación del conjunto de
precios nominales de la economía, y dado que el tipo de cambio es un
precio más (el precio del dólar o cualquier otra moneda), la moneda
local se devalúa de la misma manera que pierde poder de compra frente al
resto de los bienes de la economía.
El tipo de cambio actual se encuentra en un equilibrio de corto plazo y su actual valor estaría “inflado”. Sin
ajuste del gasto y sin reducción de la dominancia fiscal en el mediano y
largo plazo el tipo de cambio nominal podrá subir, pero la inflación le
“ganará” a la devaluación haciendo caer el tipo de cambio real.
¿Cómo es que la inflación le ganará al tipo de cambio? En el actual
contexto, anteriormente explicado, un aumento de la dominancia fiscal
originaría un shock inflacionario que licuaría el exceso de gasto
público. La inflación superaría la devaluación porque tendría
lugar una contracción tanto del nivel de actividad como de la demanda de
dinero, haciendo que el aumento del nivel general de precios de la
economía termine siendo igual a la emisión monetaria más la sumatoria de
la caída del PBI y de la demanda de dinero.
Cuánto más se contraiga la demanda de
dinero, mayor y más rápida será la aceleración inflacionaria. Por
ejemplo, de acuerdo con nuestras estimaciones, de mediar un cambio de
humor que redujera la demanda de dinero a su valor de equilibrio, es
decir 5 puntos porcentuales en términos del producto menos que en la
actualidad, el salto en los precios sería del 50%. Si a esto le sumamos
niveles de emisión del 30%, la tasa de inflación sería del 100%.
En resumen, si no hay un ajuste fiscal la actual “tranquilidad del dólar” no durará más de 4 ó 5 meses.
Es más, la situación se complicará aún más cuando Fábrega tenga que
repagar los títulos que fueron recientemente colocados al 28%/30% anual y
aparezca el déficit cuasi fiscal.
El tipo de cambio nominal subirá, pero
la inflación lo hará aún más. Esa dinámica nos llevará al escenario
ajuste “por las malas” que presentamos la semana pasada en el Semanario
Económico Nº106. Tenemos la posibilidad de no caer en eso. Depende de
que el ministro deje de lado su dogmatismo ideológico y enfrente la
realidad económica que tiene frente a sus ojos.
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