EN EL 2014 ESTÁN EN LA MIRA LOS SUBSIDIOS ENERGÉTICOS
Informe de ECOLATINA
Fuente: Urgente24
De
cara a un año en el que la meta oficial es mantener bajo control el
frente cambiario, el Ejecutivo desplegó diversas medidas destinadas a
desactivar las expectativas de una nueva devaluación en el corto plazo
(suba de tasas de interés, cambios en la regulación que obliga a los
bancos a desprenderse de divisas, mayor liquidación de cerealeras,
etc.).
Con cierta calma lograda en el frente cambiario, los próximos
desafíos del gobierno son evitar que se desborden las paritarias y
acotar el déficit fiscal.
En este último aspecto, los primeros datos del año no
fueron alentadores: si bien la recaudación se aceleró, en enero el gasto
primario creció 44% i.a., donde se destacó el importante crecimiento de
las transferencias corrientes al sector privado, que mostraron la mayor
suba en 60 meses y explicaron un tercio de la expansión de las
erogaciones.
Esta dinámica del gasto no es compatible con una moderación
del déficit fiscal. Por ello, si bien esperamos que exista un mayor
control sobre las erogaciones (especialmente de capital, pero también
corrientes) el gobierno tarde o temprano atacará el nudo gordiano del
gasto: los subsidios energéticos.
Si bien el recorte de subsidios y el aumento de tarifas hace tiempo
están en el centro de la agenda, las posibilidades de continuar
postergando el ajuste son bajas, no sólo por el creciente peso que
representan en el gasto público sino porque la emisión que sería
necesaria para solventar otro año de tarifas estables puede perturbar la
calma lograda en el frente cambiario.
Sin margen para pasar otro año sin moderación de los subsidios energéticos
El importante crecimiento que mostró el gasto público en los
últimos años (+14 p.p. del PBI entre 2003 y 2013) impulsó con éxito la
demanda agregada, pero el agotamiento de fuentes genuinas para
financiarlo redundó en un importante crecimiento de la emisión.
De hecho, el año pasado, la asistencia del BCRA al Tesoro alcanzó
3,2% del PBI y pese a que la base monetaria se desaceleró respecto del
2012, su expansión se vio totalmente explicada por la asistencia al
sector público.
En el arranque de este año la tendencia en materia de erogaciones parece persistir: en
enero, el gasto primario creció 44%, el cual se vio fuertemente
impulsado por el aumento de las transferencias corrientes al sector
privado (donde es considerable el peso de los subsidios a empresas), que
crecieron 73% i.a. (interanual).
Si bien este resultado en parte obedeció al pago de la importante
deuda flotante acumulada en el ejercicio 2013, si el objetivo del
gobierno es acotar el rojo de las cuentas públicas esta dinámica no puede replicarse a lo largo del año.
La necesidad de acotar las erogaciones también se explica
por un limitante legal: este año vencen los Adelantos Transitorios (AT)
extraordinarios otorgados a partir de la modificación de la Carta
Orgánica del BCRA de 2012, reduciendo prácticamente a la mitad los AT
netos (de no mediar una nueva reforma de la Carta Orgánica).
Si bien el otro canal de emisión (las utilidades del BCRA) será
mucho más voluminoso y compensará el limitante legal de los AT, en la
suma el Tesoro contará con los mismos recursos nominales que en 2013.
Por estos motivos, recuperar la armonía entre la dinámica de los
recursos y los gastos permitiría acotar el rojo fiscal y, vía una
emisión más moderada, descomprimir tensiones en el frente cambiario.
Sin margen para incrementar todavía más la presión tributaria
récord, la morigeración del déficit deberá llevarse a cabo vía una
desaceleración del gasto.
En este sentido, para 2014 prevemos que las erogaciones de capital se resentirán y las corrientes serán más acotadas, pero el principal eje de la moderación del gasto público serán los subsidios.
No es una novedad que buena parte del deterioro fiscal de los
últimos años obedece al crecimiento de los subsidios. De hecho, entre
2005 y 2013 aumentaron su peso en 4 p.p. (puntos porcentuales) del PBI,
la misma magnitud en que se deterioró el resultado primario nacional.
En 2013 los subsidios crecieron 37% i.a. y alcanzaron $ 140.000
millones (5,1% del PBI). La principal causa de su aceleración
correspondió al crecimiento de los giros energéticos (+48% i.a.),
producto de la estabilidad de las tarifas de luz y gas, y los giros
destinados a las empresas públicas (+52% i.a. o sea interanual).
Dentro de los primeros (3% del PBI) se destacaron los giros a
CAMMESA (para el servicio de energía eléctrica) que se incrementaron 38%
i.a. y los destinados a ENARSA (destinadas a comprar el gas importado
para abastecer el mercado interno) que aumentaron 62% i.a.
Por el lado de los subsidios a empresas públicas, las
transferencias a AySA (+33% i.a.) y ARSAT (+75% i.a.) lideraron el
aumento.
Por otra parte, si bien los subsidios al transporte (1,5% del PBI)
crecieron respecto a 2012 (+20% i.a.) lograron mantenerse en niveles
moderados.
En el caso de los giros a Aerolíneas Argentinas, éstos verificaron
una contracción respecto de 2012 (-3% i.a.) mientras que los giros al
Transporte Automotor (que incluyen las transferencias de la Unidad de
Coordinación
de Fideicomisos de Infraestructura) crecieron 7% i.a. desacelerándose en relación a 2012 (+29% i.a.).
En referencia a lo anterior, incluso en enero de este año se
incrementaron las tarifas de colectivos en el Gran Buenos Aires, lo cual
motivaría la moderación de los giros al transporte.
El significativo peso que actualmente tienen los subsidios
energéticos para las cuentas públicas (y su potencial crecimiento en
caso de mantener otro año de tarifas congeladas) los convierte en el
objetivo a recortar este año.
Sin embargo, ésta no será una tarea sencilla puesto que hay
factores que generan complicaciones: la devaluación del tipo de cambio
nominal y el timing post-paritarias.
La suba del tipo de cambio registrada en enero impactará en la
carga de subsidios energéticos, ya que sus costos están en buena parte
(importación de gas y combustibles) ligados al dólar.
De todas formas, en un escenario de menor actividad, las cantidades demandadas de importaciones energéticas podrían ser más acotadas facilitando la tarea de bajar la carga de los subsidios.
Por otra parte, el timing no es un tema menor: un ajuste tarifario es altamente probable post-paritarias (hacerlo antes presionaría aún más las cifras de los reclamos).
Pero tampoco se haría mucho después de las mismas: dado el
encarecimiento de las importaciones energéticas, cuanto más se tarde en
actualizar las tarifas, menor será el impacto sobre el gasto público en
el año.
Lamentablemente, recortar subsidios implica descongelar tarifas
(principalmente de gas y luz), lo cual si bien tiene como beneficio
acotar la emisión monetaria implica un golpe de precios en el corto
plazo.
Todos estos elementos muestran que la tarea no será sencilla y que se requiere de mucha precisión
(la quita de subsidios deberá ser segmentada para preservar a los
sectores más vulnerables) y equilibrio (por el trade-off entre subas de
tarifas y emisión). Lo que también queda claro es que la postergación
del problema tampoco es una solución.
Hay distintos caminos para tomar
Se vislumbra que este año el gobierno no podrá postergar una
moderación del creciente desequilibrio fiscal. Aunque la estrategia será
moderar la mayor parte de las líneas de gasto, será en última instancia
el trade-off subsidios/tarifas el que definirá la magnitud del ajuste.
Si bien la corrección deberá ser abordada en el corto
plazo, se deberán establecer criterios adecuados para administrar el
costo del ajuste.
Por caso, en lugar de aumentar la totalidad de las tarifas
residenciales se podrían retirar los subsidios de manera segmentada,
comenzando por los sectores de mayores ingresos y preservando aquellos
más vulnerables.
Esta estrategia debería aplicarse ininterrumpidamente, a diferencia de la trunca “Sintonía fina” de 2012.
Otra forma de evitar que los subsidios continúen
presionando el gasto público es mantener constante su nivel en términos
nominales de forma tal que se vean “licuados” frente a la inflación (se reduciría su peso en términos del PBI).
Hay diversas formas de encarar el problema. Lo que es claro es que
cuanto más se postergue la solución, mayor tendrá que ser la corrección
para que el efecto sea significativo.
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