INFORME DEL ESTUDIO MASSOT & MONTEVERDE
"(...) El déficit primario informado estalló 414% frente a 2012 y
alcanzó los $ 2.2479 millones. (...) El desequilibrio real es mucho
mayor al informado por la Secretaría de Hacienda pues corresponde
deducir las transferencias de que hicieron el Banco Central, la ANSeS y
otros organismos públicos. (...)"
Tal como habíamos anticipado, el año pasado las cuentas fiscales
registraron su mayor desequilibrio en 17 años.
> El déficit primario, las necesidades de financiamiento, y la asistencia del BCRA al Tesoro alcanzaron niveles récord.
> El déficit primario informado estalló 414% frente a 2012 y alcanzó los $ 2.2479 millones.
> El quebranto financiero reconocido sufrió una suba moderada
—16%— gracias a la drástica caída observada en los servicios de la
deuda, pues en 2013 —a diferencia del año previo— no hubo desembolsos
correspondientes al cupón PBI.
> El desequilibrio real es mucho mayor al informado por
la Secretaría de Hacienda pues corresponde deducir las transferencias de
que hicieron el Banco Central, la ANSeS y otros organismos públicos.
> Los aportes extras de esas fuentes sumaron más de $ 59.259 millones, más del doble —106%— lo girado durante 2012.
> El rojo final real sumó nada menos que $ 123.737 millones para todo 2013.
> El déficit primario real, por su parte, se ubicó en $ 81.738 millones.
> La creativa contabilidad oficial permitió exhibir una mejora
de los ingresos corrientes superior a la sostenida expansión del gasto.
> Los ingresos corrientes aumentaron 30,5% interanual.
> El salto comentado en las pseudoutilidades giradas por
el BCRA el Fondo Jubilatorio y organismos descentralizados permitió
maquillar el pobre desempeño de los recursos ordinarios.
> El corazón de los ingresos corrientes —esto es, los recursos
tributarios— mostró una pálida suba de 22,7 % interanual, lo que
significa una caída en términos reales para cualquier tasa de inflación
de fuente privada que se tome.
> El gasto corriente, por su parte, aumentó 27,1 % interanual y
las erogaciones de capital treparon 47 %; el gasto primario —que no
computa los servicios de la deuda— escaló 33,1 %.
> Por efecto del no–pago del cupón PBI, los intereses abonados tuvieron una contracción de nada menos que 18 % interanual.
> A cambio, el gasto de operación del Estado se continúa expandiendo da un ritmo de 31,9% interanual.
> La compra de bienes y servicios acusa la conjunción de despilfarro y suba de precios, al saltar 42,7%.
> Han continuado concediéndose pensiones no contributivas; ello
provoca que las prestaciones de la Seguridad Social aumenten 33%
interanual, muy por encima de los incrementos otorgados en los haberes
pasivos.
> Los subsidios al sector privado aumentaron 29%; si bien las
transferencias para energía y transporte treparon con fuerza, el total
fue beneficiado por el estancamiento de los planes sociales.
> Las transferencias a provincias y municipios cayeron significativamente en términos reales, al ascender 18,3% nominalmente.
> El déficit operativo de las empresas estatales trepó con fuerza, marcando un alza de 52,3% interanual.
> Pero, para tener una acabada comprensión de la perspectiva
sombría que arrojan las finanzas públicas, debe considerarse con
atención el desempeño de diciembre.
> El último mes del año marcó una notoria ampliación de la
brecha —que venía siendo creciente en los últimos meses— entre el
crecimiento que registran los renglones estructurales del gasto versus
el pobre incremento de los ingresos corrientes.
>Los recursos corrientes aumentaron apenas 21,6% interanual, muy
por debajo de la inflación del período —que nosotros ubicamos en 29,2%.
> Dentro de esa franja de recursos, el comportamiento de los
ingresos tributarios fue particularmente decepcionante, mostrando una
suba nominal de sólo 15,5%, lo que significa una caída real de casi 12%
frente a lo recaudado un año antes.
> Los fondos apropiados a la Seguridad Social
constituyeron el sostén de los ingresos ordinarios, con un alza de 28,6
%, aunque ellos también sufren una paulatina declinación (meses antes
trepaban por encima de 35 % interanual).
> De todas formas, y como ya es costumbre, la principal suba se
dio en un renglón que —lejos de constituir ingresos de carácter
ordinario— viene a auxiliar contablemente el resultado.
** Nos referimos a las rentas de la propiedad, que engloban las
pseudoutilidades giradas por el BCRA, el Fondo Jubilatorio y organismos
descentralizados de la adminis-tración pública.
** Estos recursos extraordinarios treparon nada menos que 33,7% interanual.
> Del lado del gasto corriente, y como ya se apuntó, diciembre
pasado contó con la ventaja de que no hubo pagos correspondientes al
cupón PBI, como sí había ocurrido en idéntico mes de 2012.
Eso se reflejó en un derrumbe de 74,1% en los intereses abonados y
provocó que, en apariencia, se registrase una fuerte desaceleración del
gasto —a apenas 1,5 % interanual— cuando en realidad continuó subiendo
por encima de lo que aumentan los ingresos.
> El núcleo del gasto estructural, compuesto
esencialmente por el gasto de operación del Estado y las prestaciones de
la Seguridad Social, continuó expandiéndose más que la inflación y por
encima de los ingresos.
** Lo erogado por remuneraciones al personal estatal subió 31,8%
interanual, aventajando las mejoras salariales otorgadas a causa del
incremento de la dotación.
** El consumo de bienes y servicios para el funcionamiento d ela administración pública voló 67,3% interanual.
** Las prestaciones de la Seguridad Social aumentaron 30,3%, bien
por encima de los incrementos que se concedieron, reflejando la
incorporación de nuevos beneficiarios de pensiones no contributivas.
> Las transferencias corrientes fueron el único rubro que registró una desaceleración.
** Los giros a provincias y municipios sufrieron una severa contracción, con una caída nominal de 15,7%.
** Los subsidios al sector privado, en cambio, aumentaron 25,6 %
—lo que, de todas formas, constituyó una reducción en términos reales.
** El que continúa exhibiendo un crecimiento exorbitante es el
déficit operativo de las empresas públicas, que más que se duplicó —con
una variación de 104,1 %— respecto a un año antes.
> El renglón de otros gastos corrientes, por su parte, escaló 40,1%.
> El resultado primario fue nuevamente negativo y saltó 80,1% interanual.
> En cambio, el déficit financiero se redujo, beneficiado por la
fuerte disminución en los servicios de la deuda; hasta noviembre, el
rojo final marcaba un aumento de 73% respecto a idéntico período de
2012.
> Sin un ajuste fiscal sustantivo, las crecientes
necesidades de financiamiento forzarán a reformular la Carta Orgánica
del BCRA para ampliar el límite vigente de adelantos transitorios al
Tesoro.
> La caída en la demanda de dinero ha llevado a que la inflación se disparase pese a que la masa monetaria se desaceleró.
> Nótese en este punto el carácter precario del alivio logrado en el frente cambiario.
> Al disminuir la pérdida de reservas —con su consiguiente
efecto esterilizador— se incrementa forzosamente el ritmo de emisión,
salvo que se continúen aumentando las tasas de interés (es decir, la
única forma de comprar tiempo por esta vía es condenar el país a una
fuerte recesión).
> Una aceleración de la emisión dispararía la inflación, reanudando el proceso de atraso cambiario.
> Cuanto más se profundice el atraso cambiario y más
altas se ubiquen las tasas de interés, el potencial explosivo de la
bicicleta financiera se multiplica.
> En última instancia, ni la devaluación operada en el
tipo de cambio oficial ni la elevación de las tasas de interés pueden
restablecer el equilibrio fiscal y externo.
> La estrategia elegida por el gobierno para detener el
deterioro fiscal —y evitar, a la vez, asumir los costos políticos de un
ajuste frontal— se basa en 3 vías de acción: disminución de subsidios a
la energía y el transporte, reducción del salario real (con objetivo de
mínima en 5%), y recomposición de la relación con el mundo tendiente a
recuperar el acceso al crédito internacional.
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