DIFÍCIL SITUACIÓN FISCAL
El gasto se dispara (el ajuste nunca existió, Prat-Gay)
by Agustín Monteverde
En Ciudad de Buenos Aires, la Administración Macri nunca bajó el gasto sino que lo subió fuertemente pero lo apalancó en mayores ingresos fiscales por aumento de la presión tributaria y endeudamiento de la metrópolis-municipio. Pero hasta ahora el enfoque no está resultando en la Nación. Por un lado, la presión tributaria ya es límite, y el endeudamiento público que es elevado no alcanza a cubrir todas las necesidades de un Fisco que ya estaba muy desfasado pero que decidió seguir aumentando el gasto público, renunciando al ajuste. La situación es muy crítica desde el punto de vista político porque la Administración Macri es atacada como "neoliberal" cuando no lo es pero no sabe/no puede/no quiere reivindicar su decisión de incrementar los subsidios.
En julio el deterioro de las cuentas fiscales volvió a mostrar un alarmante descontrol pese a que continuó el enorme esfuerzo por contener el gasto discrecional.
Los ingresos aumentaron 23% en término nominales, lo que implica una fuerte caída real.
• Si se toman los recursos tributarios y apropiados a la Seguridad Social —que son el corazón de los ingresos ordinarios— la suba fue de apenas 21%.
• Los números muestran que Hacienda está llevando a cabo un esfuerzo extraordinario ordeñando hasta la última gota las cajas de organismos descentralizados, como lo prueba el salto de 836% en otras rentas de la propiedad y de 4.230% en transferencias entrantes.
El gasto corriente, en cambio, vuela 38% interanual, expandiéndose 15 puntos más rápido que los ingresos.
El gasto de consumo y operación siguió pisado, aumentando tan sólo 21% interanual en moneda corriente.
El consumo de bienes y servicios por parte de la administración central se ha contraído en forma dramática, al crecer apenas 4% nominal frentes a un año atrás.
Todos los otros renglones de erogaciones corrientes tuvieron subas más importantes.
Los subsidios a provincias y municipios, en cambio, estallaron 412% interanual.
Los subsidios al sector privado aumentaron 30%, lo que en términos reales constituye una moderada contracción.
Las prestaciones de la Seguridad Social crecieron 35% nominal frente a 1 año atrás.
Pese a los esfuerzos por ponerlas en caja, el déficit operativo de las empresas públicas salta 70% interanual.
La expansión del endeudamiento público va cobrando protagonismo en los números fiscales: los intereses abonados volaron 194% respecto a un año atrás.
De igual forma a como ocurrió a lo largo de la primera mitad del año, la contracción de las erogaciones de capital es la principal herramienta a la que el gobierno recurre para contener la expansión del gasto total.
Las transferencias de capital —destinadas principalmente a obras de infraestructura en provincias, municipios y universidades— sufrieron un derrumbe de 29% en términos nominales (a moneda constante, colapsó y representa la cuarta parte de un año atrás).
Y la inversión en obras públicas federales se expandió apenas 19% interanual en pesos corrientes, lo que en términos reales significa una caída importante.
• En esta oportunidad la exposición tramposa de la evolución de las cuentas fiscales le jugo a Hacienda una mala pasada, pues los ingresos por rentas de la propiedad provenientes del BCRA y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema de Seguridad Social fueron inferiores a los de un año atrás.
El déficit final así maquillado se disparó 2.562% al no contar con esas ayudas (hubo giros de pseudoutilidades del Fondo Jubilatorio pero no del BCRA).
Sin embargo, el déficit final o financiero sin trampas —sin contabilizar la ayuda contable de las rentas de la propiedad— poco más que se duplicó: voló 118% nominal interanual.
Este quebranto equivale a poco menos que la cuarta parte —23%— de los ingresos corrientes y representa 20% del gasto corriente.
Es decir, habría que incrementar 25% la recaudación o ahorrar uno de cada $5 que se gastan para lograr el equilibrio.
Un año atrás representaba 13% de ingresos y gasto corrientes.
Por su parte, el déficit primario —sin computar el pago de intereses de la deuda— saltó 107% frente al registrado en julio de 2015.
El gobierno ha confirmado en diferentes oportunidades la meta de déficit primario para este año, de 4,8% del PBI, para este año.
Esa meta también fue fijada en valor absoluto: $ 358.000 millones.
Sin embargo, salvo un éxito contundente del blanqueo, no parece un objetivo realizable.
Como anticipamos semanas atrás, la reelaboración de la serie del PBI aportará su ayuda para alcanzar el objetivo.
Esto se debe a que, con la nueva serie, el PBI de cierre del año será más alto y concederá más espacio para el derrape fiscal.
El margen para incrementar el déficit primario no será menor: rondará los $ 32.500 millones.
Si bien el PBI revisado de 2015 tuvo una expansión menor a la esperada, el impacto de los precios llevó a que el PBI en moneda corriente sea mayor.
Lo que también desenmascara esta revisión del PBI es que el porcentaje de déficit planteado por el gobierno como meta para este año implica, en realidad, un crecimiento del quebranto.
El déficit primario del año pasado representaba, con la serie anterior, 5,4% del PBI; en ese marco, 4,8 % representaba una mejora modesta, pero mejora al fin.
Pero la nueva serie muestra que el rojo primario de 2015 representó 4% del PBI, menos que la meta propuesta para este año.
Queda en claro que —lejos del pretendido ajuste del que siguen hablando la mayoría de los medios y analistas— el gobierno macrista en su primer año de gestión está llevando a cabo una política fiscal decididamente expansiva.
• La enorme masa de dinero —$ 37.000 millones— que semanas atrás el gobierno concedió a las obras sociales y la devolución a las provincias de recursos coparticipables, se destacan en la larga lista de medidas fiscalmente expansivas adoptadas por el gobierno.
Recuérdese también la ampliación del universo de beneficiarios de la AUH y la devolución de quince puntos de IVA a jubilados.
El único ajuste de estos primeros 8 meses ocurrió —como ya hemos advertido en pasadas oportunidades— se concretó en un recorte del salario real a manos de la inflación, los reacomodamientos de precios relativos (energía y transporte) y la presión tributaria, con pérdidas que en promedio superan 10%.
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