CAMBIO CLIMÁTICO EN LA ARGENTINA Más enfermedades y muertes

 

Cambio climático en la Argentina: Más enfermedades y muertes

Mucho se ha hablado sobre el cambio climático pero hay quienes creen que es un 'problema del futuro'. Incorrecto: ya está afectando seriamente a nuestras vidas.


El cambio climático ya está afectando seriamente nuestras vidas.

El cambio climático está en agenda desde hace ya varios años y mucho se ha hablado de sus efectos devastadores. Pese a esto, todavía hay quienes piensan que será un 'problema del futuro' (y, peor aún, algunos -como el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo niegan...). Sin embargo, la evidencia científica demuestra que ya está afectando considerablemente nuestras vidas.

"El avance del cambio climático favorece la mayor ocurrencia de eventos extremos. En particular, la mayor cantidad de olas de calor, registradas en nuestro país y en el mundo, provoca un aumento en el promedio diario de personas fallecidas. Además, este escenario de temperaturas extremas, favorece el incremento de la transmisión de enfermedades, como dengue y chikunguña", advierte un artículo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

¿Qué es el cambio climático? En pocas palabras, según la definición de la ONU, hace referencia a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, lo que produce gases que atrapan el calor.

El efecto más notable de este fenómeno se traduce en los cambios extremos de temperatura: olas de calor y de frío. Y, así, los países de todo el planeta afrontan serios períodos de sequías (como se vive actualmente en la Argentina, por ejemplo) o de inundaciones.

Y si bien la consecuencia más palpable son los daños económicos ante la pérdida de producción, el cambio climático también propaga enfermedades que encuentran nuevos territorios para conquistar.


Un ejemplo de ello lo señala el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en inglés) para la región que ocupa la Argentina. "El potencial de reproducción para la transmisión del dengue aumentó entre un 17% y 80% para el período 1950/54 a 2016/2021, como resultado de los cambios de temperatura y precipitación", señala la climatóloga Matilde Rusticucci.

Cada año, Rusticucci toma nota de registros climáticos en la Argentina y el mundo, y como integrante de IPCC desde hace décadas, ha venido advirtiendo qué sucedería si la humanidad no detiene la contaminación, principalmente, por la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas. "Esto produce gases de efecto invernadero que causan el cambio climático con s us eventos extremos", insiste esta profesora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigadora del CONICET.

El mundo arde: Calor extremo

Son muchos los países que en los últimos años han afrontado olas de calor -esa seguidilla de días agobiantes que no dan respiro porque no bajan de 25°C-. Debido a un evento de estas características, París ardió en 2003 y Moscú en 2010 se derritió, y registró por lo menos 55 mil muertos. En Buenos Aires, por ejemplo, en enero de 2022 el AMBA registró 41.6°C.

"En Buenos Aires, en los años 60, teníamos 60 días de ola de calor por década, y en el período de 2000 a 2010, fueron 100", precisa esta doctora en Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires .

El centro y norte de la Argentina muestran un escenario más caliente aún. "Entre 2000 y 2010 esa región sufrió cuatro veces más olas de calor que en la década del 60", dice Rusticucci. "Hay un cambio de c lima probado y sostenido. Estas temperaturas extremas generan impacto, y si van acompañadas por sequías favorecen incendios. Hay también una retroalimentación con la sequía que impacta en la economía y en la salud de población", agrega.

Buenos Aires: El calor aumenta la mortalidad

Rusticucci formó parte del grupo creado por las Naciones Unidas, el IPCC, cuando en 2007 le otorgaron el Premio Nobel de la Paz. Ella dedicó toda su vida a investigar olas de calor. Y un dato le llamó la atención al estudiar la relación entre el calor extremo y la mortalidad. La mirada se centró en el infierno vivido en las calles porteñas entre el 30 de diciembre de 2000 al 9 de enero de 2001.

"Luego de esta ola de calor se registra un aumento de 3 veces en el promedio diario de mortalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Al relacionar la temperatura con la mortalidad media, observamos que hay un valor de temperatura que dispara la mortalida d. Eso llevó al establecimiento del primer sistema de alerta de olas de calor del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) para evitar o disminuir el impacto negativo. Al principio, se instauró en Buenos Aires y Rosario, donde fueron los primeros estudios de 2009 a 2014, y luego se extendió a todo el país", explica.

"Esto llevará a ciertos riesgos claves, con efectos severos en la salud por epidemias, y los sistemas sanitarios deberían estar en alerta ante estas posibles situaciones de aumento de dengue y chikunguña", anticipa, y sentencia: "Las olas de calor son el cambio climático en el cuerpo".


En 2015, en la capital de Francia, se acordó en el ámbito de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, reducir las emi siones de gases de efecto invernadero y redoblar esfuerzos para limitar el incremento de la temperatura del planeta. "Si logramos limitar a 1,5°C el aumento de temperatura a nivel global, como se firmó en el Acuerdo de París, la población mundial expuesta a problemas de salud por el calentamiento sería de un 14%. En tanto, si el alza llega a los 2°C, como probablemente suceda, el perjuicio sería 2,6 veces peor y, en este caso, afectaría al 37% de la población", concluye.

27 nuevas amenazas que aceleran el cambio climático

Una colaboración internacional de científicos ha identificado 27 bucles de retroalimentación climática, es decir, factores que desencadenan procesos que intensifican el calentamiento global y agravan las consecuencias del cambio climático.

El estudio -una colaboración entre científicos estadounidenses y europeos liderada por la Universidad estatal de Oregón (OSU)- advierte de que algunos de estos factores ni siquiera están contempla dos por los modelos climáticos.

El estudio, cuyas conclusiones se publicaron el pasado viernes 17/02 en la revista 'One Earth', subraya la urgencia de responder a la crisis climática y de actuar "tanto en investigación como en política" para reducir de manera "inmediata y masiva" las emisiones y limitar el calentamiento futuro.

En climatología, los bucles de retroalimentación climática son procesos que pueden amplificar o disminuir los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero, iniciando una reacción en cadena que se repite una y otra vez.

Un ejemplo de bucle sería el calentamiento del Ártico, que provoca el deshielo del hielo marino, lo que, a su vez, aumenta el calentamiento porque el agua del mar, en vez de reflejar la radiación, la absorbe.

Algunos de estos bucles -apuntan los autores- son especialmente preocupantes, como el del permafrost, en el que el aumento de las temperaturas provoca el deshielo del permafrost, lo q ue se traduce en más emisiones de dióxido de carbono y metano, con el consiguiente aumento del calentamiento.

Cráteres por el descongelamiento del permafrost producto del cambio climático.


Otras retroalimentaciones potencialmente peligrosas son la desecación o la combustión lenta de las turberas y el retroceso de los bosques.

Y dado que estos bucles pueden no estar aún plenamente incorporadas a los modelos climáticos, los actuales planes de reducción de emisione s podrían no limitar adecuadamente el calentamiento futuro, avisa el estudio.

Asimismo, insta a una reducción "inmediata y masiva de las emisiones" para minimizar el calentamiento a corto plazo y reducir los desastres climáticos que ya se están produciendo como los incendios forestales, las inundaciones costeras, el deshielo del permafrost, y otros fenómenos extremos.

Según los investigadores, incluso un calentamiento relativamente moderado aumentaría la probabilidad de que la tierra cruzara varios puntos de inflexión, provocando grandes cambios en el sistema climático del planeta y reforzando potencialmente las retroalimentaciones amplificadoras.

"Es demasiado tarde para evitar por completo el dolor del cambio climático, pero si tomamos pronto medidas significativas y priorizamos las necesidades básicas humanas y la justicia social, aún podría ser posible limitar el daño", explica William Ripple, investigador de la OSU y director del estudio.

El estudio lamenta también que, pese a varias décadas de advertencias científicas, las emisiones han aumentado sustancialmente en el último siglo.

Los científicos creen que las interacciones entre los bucles de retroalimentación podrían provocar un cambio permanente del estado climático actual de la Tierra a otro que amenazara la supervivencia de muchos seres humanos y otras formas de vida.

"En el peor de los casos, si las retroalimentaciones amplificadoras son lo suficientemente fuertes, el resultado probablemente sea un trágico cambio climático que los humanos no podrían controlar", apunta Ripple.

Además de los 27 bucles amplificadores identificados en el estudio, el equipo ha encontrado siete "amortiguadoras" (que actúan para estabilizar el sistema climático) como la fertilización por dióxido de carbono, en la que el aumento de las concentraciones atmosféricas de CO2 provoca un incremento de la absor ción de carbono por la vegetación.

El estudio identifica también otras siete reacciones de las que se desconocen sus efectos, como el aumento del polvo atmosférico y la reducción de la estabilidad de los océanos.

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