INFLACIÓN MAL CRÓNICO EN ARGENTINA
DE LA INFLACIÓN NADIE SE OCUPA.
En 58 de los últimos 70 años, la suba del índice de precios al consumidor (IPC) se ubicó siempre en más del 10% anual.
Las causas han sido desde la excesiva emisión monetaria hasta los crecimientos desequilibrados pero las consecuencias siempre son las mismas: deterioro de las condiciones sociales, aumento de la incertidumbre y todas las que corroen en tejido y el entramado social.
Las conclusiones son preocupantes. La mayoría de los países parece haber resuelto el problema pero Argentina continúa registrando tasas groseramente elevadas. Este año alcanzaremos un 60%, cifra que cuadruplica el promedio de las economías de la región y es superada únicamente por Venezuela. Y más aún, sobre 186 países miembros del FMI, sólo nueve presentan guarismos superiores.
Los factores que explican este fenómeno son variados: desequilibrios de precios relativos, excesos de demanda, fuertes subas de costos, inflación importada y hasta cuestiones subjetivas como lo son las expectativas. Este punto merece atención en una economía que tiene "memoria inflacionaria".
Cuando se ponen en marcha los mecanismos para cubrirse de este mal, lo que se hace es dotar de vida propia al proceso de suba de precios. Por eso la inflación es un problema macroeconómico. Es un proceso de suba generalizada y sostenida en los precios que no se pude combatir con controles puntuales en los mercados, con cierre de exportaciones o subsidiar a aquellos productos sensibles. Todos estos son meros paliativos.
Atacar el problema de la inflación requiere llevar a cabo medidas concretas. No se puede llevar a cabo un combate de la inflación en secreto. Se necesita un plan explícito con amplia difusión de las medidas que lo componen. Esto será más efectivo y menos costoso para el conjunto de la sociedad.
El próximo Gobierno, ya que al actual o no le interesa o no se ocupa del problema, deberá reconocer la inflación, explicitar su compromiso para bajarla y detallar las medidas e instrumentos que componen su plan. Pero, lamentablemente, frente a este grave problema, pareciera que no figura en la agenda económica conocida.
En este contexto, con una contracción de 3,5% del PBI, no es extraño que la inflación cierre en un nivel cercano entre 55 y 60%.
La política económica no sólo debe asegurar el financiamiento que sostenga el ritmo de crecimiento del gasto sino que, entre sus objetivos, está atacar los problemas crónicos de la economía argentina.
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