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EMPRESAS PÚBLICAS

  Son 33 las empresas en las que el Estado tiene la propiedad mayoritaria, dentro de las cuales podemos destacar Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, ARSAT, entre otras. En sí, el modo de evaluar el costo que las empresas públicas le genera a los estados, es a través de los aportes que reciben del tesoro nacional. Estas organizaciones generan un déficit de más de u$s5.300 millones en los últimos 12 meses.

El déficit fue incrementando, al punto tal que pasó del 0,39% sobre PBI en 2019 a 0,76% en 2022, lo cual muestra una duplicación del gasto en estas empresas. Argentina es uno de los pocos países que tienen déficit operativo en las compañías estatales: Brasil registra un superávit del 0,7% del PBI, Chile del 1,6% y Colombia del 1,1%.

YPF, por ejemplo, no entra de esta contabilidad ya que cotiza en Nueva York y tiene acciones privadas y públicas en venta, lo que define otro perfil, más allá de que en la actualidad no genere déficit, pero si está en la picota producto de declaraciones públicas.

Cada empresa es un universo aparte. Por ejemplo, Yacimientos Carboníferos Fiscales Río Turbio tiene 2179 empleados y le costó al Estado más de $11.500 millones de pesos, a razón de 5,3 millones de pesos por empleado, para una empresa que vende menos de $100 millones de pesos mensuales. Sin embargo, ARSAT, una empresa de vanguardia tiene 600 empleados y el resultado operativo es menor a los $1000 millones de pesos, una ganga para lo importante que es esta compañía para el desarrollo tecnológico nacional.

En ese aspecto, no se debe juzgar que la empresa de gestión estatal es mala o ineficiente per se, sino que juega roles claves en el crecimiento de la economía del país, solo que, probablemente, tengan que redefinirse de cara al futuro. En varios países de la región y el mundo, las empresas estatales funcionan sin déficit, eficientemente y por sobre todas las cosas, son socialmente necesarias.

Esto abre una suerte de preguntas. ¿Cuánto se hubiera desarrollado gran parte de las empresas privadas sin la asistencia de los Estados en el mundo? ¿Una farmacéutica hubiera logrado con fondos propios una vacuna asequible para la población y los países afectados? ¿Es virtuosa una alianza estratégica entre el Estado y los privados a fines de mejorar la calidad institucional, económica y social de las naciones?

Pensar en privatizar todas las empresas estatales argentinas es desconocer el rol que cumplen parte de ellas. Solo el 57% de las viviendas cuentan con cloacas en un país que tiene 45% de pobreza. Las empresas privadas no harían ningún tipo de obras de ese estilo, y si lo hacen, el costo sería tan alto que la mayoría no podría pagarlo. Más allá de lo mal gestionado que se haya hecho por el Estado, en términos generales, el privado no lo suple ni lo ha querido hacer.

Ahora bien, probablemente hay enclaves estatales que haya que discutir, ineficiencias que corregir y probablemente, eso esté dentro del modelo de nación. Parte de lo que se vivió con la política de cielos abiertos sea uno de los planes para fomentar la competencia entre el sector privado y Aerolíneas Argentinas, lo cual, es normal en todas las economías desarrolladas del mundo.

El ejemplo de los ferrocarriles es el más claro. Con el Plan Larkin, en la década del 60, se desmantelaron más del 30% de las vías existentes, que representaban alrededor de 4000 km de trayectos. Esa cancelación masiva produjo una serie de pueblos fantasma, que vivían de forma indirecta de los beneficios del tren. La desconexión nacional que produjo el cierre de ramales perjudicó a las economías regionales, favoreció el centralismo y el porteñocentrismo, a su vez que motivó un crecimiento en la desocupación, además de un fuerte incremento en los costos de transporte.

Las economías desarrolladas tienen sistemas ferroviarios con mayoría de participación pública de gran categoría, como Francia, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Estados Unidos, entre otros, razón por la cual, considerando la experiencia de privatización local, no veo un beneficio para la población en la privatización.

La mayoría de los países tienen un mix entre compañías públicas y privadas que funciona correctamente sin por ello relativizar la importancia que tiene cada una en el ecosistema productivo nacional. Eso no significa que haya obligatoriedad en su existencia, sino que es de carácter meramente estratégico para una nación moderna.

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