ARGENTINA: FALTA DE CONVICCIÓN EN EL AJUSTE
Informe de Economía
& Regiones
La economía argentina atraviesa una pérdida
estructural de reservas internacionales que se viene profundizando desde
el 2011. La devaluación de enero y el endurecimiento de política monetaria
-con subas de tasas y absorción de pesos- en el primer bimestre del
año, lograron moderar la sangría de dólares pero no solucionaron la
crisis cambiaria totalmente.
Esta calma en los mercados a partir de la política
monetaria aplicada, le dio oxígeno al Gobierno que comienza a encarar
los problemas de fondo, aunque actúa más por obligación que por
convicción.
En otras palabras, pareciera que el Gobierno no quiere
asumir el costo de solucionar definitivamente el problema y se conforma
con medidas aisladas que le permitan ganar tiempo para llegar lo mejor
posible al 2015.
En concreto, la semana pasada el Gobierno actuó en 3 frentes: la
reducción de subsidios, una nueva emisión de deuda en pesos y una
revisión metodológica del PBI que reduce el crecimiento económico de
2013 para evitar el pago de US$ 3.500 millones a fin de este año.
Los 3 frentes tienen un denominador común que es el
objetivo de bajar el déficit fiscal, reducir las necesidades de
señoreaje y cuidar los dólares del Sector Público Consolidado.
Con una mejora del resultado fiscal habría menos necesidades de
emisión para financiar al fisco; mientras que evitar erogaciones en
dólares, permite fortalecer el balance del BCRA para hacer frente a
potenciales corridas contra las reservas en el futuro.
> El no pago del Cupón PIB, permite evitar el innecesario egreso de US$ 3.500 millones
(de los cuales US$ 2.800 millones son moneda extranjera). Este ahorro
surge a partir de la nueva metodología de cálculo del PIB que utiliza
como nuevo año base el 2004 (el anterior era 1993) y exhibe un
crecimiento del 3% en 2013; menor al
crecimiento correspondiente al avance del nivel de actividad oficial
(EMAE) del 4,9% y menor al umbral de crecimiento de 3,2% que disparaba
el pago del cupón.
Si bien la nueva cifra del INdEC se corresponde con las
estimaciones privadas y otorga un poco de aire al mercado cambiario para
la segunda mitad del año, cuando la cosecha gruesa ya se haya
liquidado, se vuelve a malograr nuestra reputación como deudores,
dejando entrever que las estadísticas oficiales pueden ser modificadas
en función de las
necesidades económicas o electorales.
Además, la nueva metodología aplicada debería contemplar -también-
una modificación en el umbral de crecimiento que dispara el pago. Es
decir, la nueva metodología de cálculo debería reducir el umbral de
crecimiento, que ascendía a 3,2% con la metodología anterior.
> La reducción del 20% de los subsidios al consumo de
gas y agua junto con el aumento de colectivos de enero, muestra que el
gobierno se conforma con disminuir hasta 0,4 punto del PIB de déficit
fiscal. Con la última quita al gas y al agua, el recorte de
subsidios permitiría ahorrar en el mejor de los casos unos $8.000
millones anuales, cifra que resulta extremadamente baja en comparación
con los $130.000 millones destinados a estos fines en 2013.
De modo que si bien la medida ayuda a reducir los recursos destinados a los subsidios, está lejos de solucionar el problema.
> De todos modos la quita de subsidios generaría aumento en las facturas que pagan las familias de entre 100% y 400%;
lo que podría moderar la demanda de gas importado mejorando el déficit
energético. No obstante, la reducción del ingreso disponible de las
familias (que provocaría el aumento de las facturas) podría sumar
elementos de complicación para el cierre de las paritarias en curso y/o
perjudicar el consumo privado.
> Por último, el Gobierno abandonó la política de desendeudamiento y volvió al mercado financiero local como emisor de deuda,
colocando el primer tramo del Bonar 2017, a una tasa que ronda el 28%
(Badlar + 2%). Con esta colocación se espera recaudar $10.000 millones
para asistir al Tesoro y aliviar la presión sobre la máxima autoridad
monetaria.
En síntesis, sin decirlo explícitamente, el Gobierno ha
reconocido que el déficit fiscal, la política de subsidios y la política
de desendeudamiento son responsables de la actual crisis cambiaria.
No obstante, las últimas medidas dan cuenta del poco convencimiento con el que aborda el problema.
El Gobierno debería recortar el gasto entre 5 y 7 puntos
porcentuales del PBI, con una eliminación total de los subsidios
económicos como solución de la crisis actual, pero, obviamente,
no está dispuesto a pagar el costo político de dicho ajuste. Tampoco
parece estar dispuesto a permitir que el sistema haga el “ajuste por las malas”.
En este sentido, ha comenzado a recorrer el sendero del ajuste parcial o menor que se corresponde con nuestro “escenario equilibrista”, utilizando todas las estrategias posibles para ganar de tiempo y sobrevivir hasta las próximas Presidenciales.
Recorte de subsidios
La quita de subsidios repercute en las condiciones de eficiencia y
equidad de nuestro sistema económico pero además impacta principalmente
en el funcionamiento macroeconómico de corto y mediano plazo.
La quita de subsidios tendría efectos positivos en términos
distributivos aunque no generaría mejoras de eficiencia. Mientras que
desde el punto de vista macroeconómico, no mejoraría sustancialmente las
cuentas públicas y arremetería contra el consumo de las familias,
aunque podría reducir el déficit comercial energético restándole presión
al mercado cambiario por esa vía.
De modo que ésta política no cumplirá con los verdaderos objetivos que planteábamos, en la necesidad de su eliminación.
La quita no alcanza para reordenar del todo los desequilibrios
macroeconómicos, corregir la distorsión de precios relativos, brindar
incentivos y señales para regularizar las inversiones en el sector
energético y, sobre todo, extirpar completamente el rojo fiscal que (vía
demanda de señoreaje y divisas del Central) es responsable de la
crisis cambiaria actual.
Impacto macroeconómico: no hay mejoras sustanciales de las
cuentas fiscales, cae el consumo de las familias, aunque le quita
presión al mercado cambiario reduciendo el déficit energético.
Déficit Fiscal: El anuncio oficial de quita de subsidios
económicos al gas y agua permiten una mejora de hasta $ 8.000 millones
en el resultado fiscal nacional; bajo el supuesto de que no surgen
nuevas partidas de gasto.
El crecimiento exponencial del gasto en subsidios económicos como
consecuencia del congelamiento de tarifas a empresas de servicios
públicos, tuvo como contrapartida el deterioro del resultado fiscal de
los últimos años.
Sin fuente genuina de financiamiento, éste sentó las bases para el
avance inflacionario. En 2013 el deterioro llevo a que los subsidios
económicos sumaran la cifra record de 5% del PBI (130.000 millones de
pesos) y el resultado fiscal alcance un déficit casi calcado de 4.7% del
PBI.
Con la quita de subsidios propuesta, el MECON espera que las
empresas de gas y agua facturen en forma conjunta entre $ 5.000 y
$10.000 millones adicionales dependiendo de la respuesta en variación de
consumo que puedan hacer los usuarios del servicio ante el incremento
de valor de sus facturas.
La meta del gobierno es alcanzar un ahorro en gastos de subsidios
económicos al gas y el agua del orden el 20%. Eso implica un objetivo de
reducir en $ 8.0001 millones el gasto en subsidios al gas (Enarsa) y el
agua (Aysa) registrado en 2013.
El ahorro por encima de la meta no generaría una mejora
fiscal, dado que este se reasignaría a gasto en subsidios sociales (Plan
Asignación universal por hijo y progresar), según informo el ministro
de economía.
Este potencial ahorro fiscal tendría una contribución marginal (8%)
sobre las necesidades de financiamiento en pesos ($100.000 millones)
proyectadas para el Sector Público Nacional (SPN) a ser cubiertas por el
BCRA en 2014. La reducida contribución hace que no sea suficiente para
resolver la génesis de la inflación y la crisis cambiaria, sólo para
aminorar sus efectos.
En 2013 el total de subsidios sumó 5% del PBI y el recorte de
subsidios al gas y agua pretende ahorrar un 0.3% del PBI. El recorte de
subsidios al transporte otro 0.1% y el potencialmente esperado recorte
en energía permitiría ahorrar un 0.6% del PBI adicional (si se
instrumentan recortes análogos al caso del gas).
En suma, el potencial ahorro fiscal en subsidios encarado por el
Ejecutivo sumaría de máxima una cifra en torno al 1% del PBI, cifra
bastante inferior a la que el jefe de gabinete sugirió que estaba en
análisis en el ejecutivo (entre 2 – 2.5% del PBI) en su exposición en
Senado de la Nación semanas atrás.
Caída del consumo privado: En segundo término, el consumo
privado será nuevamente castigado por la quita de subsidios al agua,
gas, transporte (ocurrida en enero pasado) y extendiéndose
potencialmente a la electricidad en los próximos meses.
En diciembre de 2013 ya el salario habría cerrado el año con una caída del 2% medido en términos reales. De modo que
la aceleración de precios de enero y febrero habría empeorado la
performance del ingreso real de los trabajadores, con una caída
interanual del -2,5% y -5,3% en el primero y segundo mes de año,
respectivamente.
De este modo, en los últimos tres meses, la inflación
(+12.8%) le habría ganado ampliamente al salario (+3.8%), generando una
caída del poder adquisitivo del 8% (acumulada entre diciembre y
febrero). Si a esta dinámica le sumamos el aumento de 173% y 264% en las
facturas de gas y agua (y otro tanto de luz) que reducirá ingresos que
las familias tenían disponibles para el consumo de otros bienes y servicios, el consumo privado se verá afectado en 2014.
Déficit energético: Luego de varios años de deterioro, el saldo comercial energético alcanzó -por primera vez un déficit de US$ 3.250 millones de dólares en 2011 y según los registros de INdEC alcanzó un record de US$ 6.300 millones en 2013.
A su vez, las importaciones del sector representan una verdadera aspiradora de divisas, que en 2013 habrían alcanzado unos US$ 11.400 millones aproximadamente y que en los últimos doce meses (hasta febrero inclusive) habrían superado los US$ 11.500 millones.
Este creciente deterioro del saldo energético no sólo
complica al resultado comercial total (y el mercado de cambios), sino
que también compromete el frente fiscal, acrecentando el déficit del
Tesoro Nacional, que se hace cargo de los costos más elevados de la
energía importada.
Luego, la eliminación del subsidio para los usuarios podría moderar
la demanda de gas y por ende las importaciones energéticas. Si bien
resulta difícil anticipar la elasticidad/precio de la demanda de gas
importado, creemos que tanto el incremento de tarifas como el menor
nivel de actividad económica esperada para el 2014 podrían ponerle un
techo a las importaciones energéticas y así darle algo de aire al
mercado cambiario.
En este sentido, en el mejor de los casos -con aumento de
tarifas eléctricas- esperamos una caída del 15% en las importaciones
energéticas, haciendo que el déficit cierre en torno a los US$ 4.100 millones en 2014.
Equidad: quita progresiva con reasignación del gasto hacia partidas sociales
La quita de subsidios propuesta para los servicios de gas y agua se
distribuirá en los usuarios bajo un enfoque progresivo y de “premio” al ahorro de consumo.
El primer enfoque incrementa el recorte porcentual de subsidios a
medida que crece la capacidad económica de los usuarios segmentada bajo
una codificación residencial.
En otras palabras, el incremento porcentual implícito de
las facturas de gas y agua es mayor (menor) en las zonas residenciales
más costosas (menos costosas).
El segundo enfoque busca otorgar un premio bajo la vía de un menor
recorte de subsidios a los usuarios que se comprometan a racionalizar el
consumo de gas únicamente.
A su vez, el ahorro por subsidios económicos por encima de la meta
oficial (20% de ahorro en partidas de subsidios) sería reasignado a
gasto en subsidios sociales. Específicamente a los planes “Progresar” y a
la “Asignación Universal por Hijo”. De este modo, se destaca el
carácter redistributivo de la potencial reasignación del gasto.
Eficiencia: no hay incentivos para invertir en el sector; tampoco mejora la provisión de los servicios públicos.
La reducción de subsidios al gas y al agua no cumple con los
requisitos de mayor inversión y eficiencia. Los aumentos en las facturas
no responden a la renegociación integral de los contratos de concesión,
que tiendan a generar aumentos en los recursos netos para las empresas
proveedoras de estos servicios públicos. En otras palabras, no habría incrementos en el ingreso ni en la rentabilidad esperada de los proveedores de estos bienes de infraestructura.
Contrariamente, sí podría disminuir la demanda de gas y agua de los
usuarios a partir de los aumentos en las boletas que van desde un 100% a
un 400%. Tampoco habría un condicionamiento para mejorar
sustancialmente el servicio.
Sin aumentos en el ingreso y rentabilidad de las empresas, difícilmente se promuevan inversiones capaces de aumentar la oferta.
En este sentido los precios de los servicios públicos (gas y agua
en este caso) seguirán estando regulados y marcadamente retrasados
respecto del resto. A su vez, el actual contexto de incertidumbre sumado
al constante cambio de las reglas del juego desincentivan la formación
de nuevo capital en estas actividades por parte del sector privado.
En síntesis, la dirección del ajuste fiscal es la correcta
pero la magnitud es insuficiente. El déficit fiscal asciende a 5% del
PBI, cifra equivalente al gasto en subsidios económicos. La eliminación
del subsidio al gas y al agua junto con aumento de colectivos de
principios de año suman 0,4 punto del PBI. Con un ajuste similar a la
electricidad, se totalizaría 1 punto del PBI.
Con este mínimo recorte (1% del PBI), las necesidades de
emisión para financiar el rojo fiscal dependerán de la capacidad de
colocar nueva deuda y de sortear el pago del cupón PBI. Lejos de darle
una solución definitiva al escollo cambiario, se pasa la posta a la
próxima administración que deberá enfrentar el retraso del precio de los
servicios públicos y el aumento de los pasivos (contingentes).
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