EL COMPLICADÍSIMO FRENTE FISCAL

El desbarranque y el regreso de la 'maquinita' insostenible

La política no se construye desde el voluntarismo. Muchos menos la economía. Hay mucha gente opinando sin tener el conocimiento suficiente y critican cuando las conclusiones no coinciden con sus banalidades: los militontos son todos iguales, sean de los K como del PRO. La situación fiscal es complicadísima porque la Administración Macri renunció al ajuste del gasto público, y sólo ha reforzado la presión sobre el sector privado. El trabajo de la consultora Massot & Monteverde es muy esclarecedor al respecto: la gestión de Alfonso Prat-Gay no está consiguiendo los resultados prometidos al Presidente.
A última hora del jueves 28/07, y sin mediar conferencia de prensa, la Secretaría de Hacienda publicó su resumen ejecutivo de la ejecución fiscal del 1er. semestre.

Los números comienzan a transparentar la decisión del gobierno de flexibilizar la política fiscal —esto es, el gasto— con la intención declarada de reanimar el consumo e impulsar la actividad.

En ese sentido, téngase presente que la economía cayó más de 3% en junio, según las primeras estimaciones.

El informe oficial relegó el análisis pormenorizado de los números de junio, mes en que se acentuó el deterioro de las cuentas públicas y que arroja proyecciones alarmantes para el cierre del año.

Sin embargo, y pese al notable agravamiento de los números fiscales, Hacienda insistió en asegurar que la trayectoria fiscal del 1er. semestre resulta consistente con el objetivo previsto en el programa fiscal: una reducción del déficit primario, desde 5,4% del PBI en 2015 a 4,8% en 2016, lo que implica una caída del orden de 12% en términos reales.

En junio, el déficit primario sumó $ 45.100 millones, casi duplicando el registro de 1 año antes.

El resultado final —financiero, en la jerga de las cuentas fiscales— luego del pago de intereses de la deuda pública y sin el maquillaje de las transferencias contables en concepto de rentas de la propiedad, arrojó un quebranto de $ 84.525 millones.

Para la contabilidad oficial el número fue menor —$ 57.587 millones— gracias a computar como ingresos efectivos las pseudoutilidades del BCRA, del Fondo Jubilatorio y otros organismos autónomos.

Las “utilidades” del Banco Central —una entidad que ha quedado vaciada por el kirchnerismo— aportaron $ 15.000 millones (lo que significa emisión pura al no ser real ni líquida esa supuesta ganancia).

Las correspondientes al Fondo de Garantía de la Seguridad Social —pese a que el sistema previsional está desfinanciado, se le obliga a distribuir utilidades— aportaron $ 11.347 millones y otros organismos añadieron $ 590 millones.

Esta vez la exposición tramposa de las cuentas públicas, que mantiene —aunque de manera más elegante que el kirchnerismo— el maquillaje de las rentas de la propiedad— jugó en contra, desde el punto de vista de la evolución: computando esas partidas el déficit casi se triplicó, mientras que si no se las considera sólo se duplicó.

Si bien Prat-Gay insiste en mostrar la licuación del déficit en términos reales como un éxito, la trayectoria que exhiben los números fiscales es claramente insostenible en el tiempo.

El gasto corriente (sin computar los intereses pagados) trepó 33% en junio mientras que los ingresos apenas aumentaron 12%.

El total de gastos corrientes, cuando se incluyen los intereses abonados por la deuda, trepó 41%.

Estos números confirman el anticipo que efectuáramos respecto a la ampliación de la brecha entre gasto corrientes e ingresos, advirtiendo que se ubicaría por encima de los 20 puntos en junio, una diferencia a todas luces explosiva.

El mes pasado la evolución del total de ingresos corrientes se vio perjudicada por el renglón de ingresos no tributarios.

 Los ingresos no tributarios sufrieron una caída debido a que en junio de 2015 se habían percibieron recursos extraordinarios correspondientes a la licitación de frecuencias para servicios de 4G, que habían aportado $ 7.469 millones en aquel momento.

 Si excluimos la incidencia bajista de ese renglón, el total de ingresos corrientes creció 19 % interanual; aun así, siguen evolucionando más de 20 puntos por debajo del total de gastos corrientes (con intereses) y casi 30 por detrás de la inflación.

Varios renglones del gasto corriente exhibieron alzas superiores a la inflación.

Las mayores suba las anotaron los intereses abonados por la deuda y las transferencias discrecionales a provincias: nada menos que 95% y 84% interanual, respectivamente.

Otro rubro que sigue escalando a pasos agigantados es el déficit operativo de las empresas públicas, que saltó 65%.

Las transferencias a universidades nacionales —vehículo que sigue siendo utilizado, como viene ocurriendo desde hace 2 décadas, para encubrir la contratación de personal estatal— treparon 48% interanual.

Los subsidios al sector privado volvieron a acelerar y aumentaron 41%; todo indica que en los próximos meses acelerarán y aventajarán a la inflación.

Las prestaciones a la Seguridad Social se incrementaron 36% mientras que las remuneraciones estatales quedaron relegadas a una expansión de 29%, a la espera del próximo ajuste salarial.


¿Comprende la situación Mauricio Macri?

Los 2 renglones donde más se notó el esfuerzo por contener las erogaciones fueron los bienes y servicios consumidos por el Estado —que apenas aumentaron 3% nominal interanual— y los otros gastos corrientes —que se desplomaron 72%.

Nuevamente, los gastos de capital fueron instrumento para la moderación del gasto total.

La inversión directa en obras públicas federales se incrementó apenas 19% interanual, en términos nominales.

El torniquete se hizo incluso más patente en las transferencias de capital a provincias, que se derrumbaron 45% en moneda corriente frente a junio del año pasado.

Creemos que no hay nada mejor para ilustrar la gravedad de la evolución de las cuentas públicas que considerar la proporción que representa el déficit en los ingresos fiscales, ya que ese ratio indica cuánto deberían crecer los recursos para equilibrarlas y restablecer la solvencia fiscal.

Pues bien, el déficit final real —es decir, sin el dibujo contable de la transferencia de utilidades apócrifas del BCRA y del Fondo Jubilatorio— del mes pasado representó nada menos que 66% de los ingresos corrientes (¡!).

Respecto al acumulado del 1er. semestre, el gobierno sostuvo que la austeridad fiscal se mantuvo.

 Según el informe oficial, el gasto primario corriente se incrementó 26,9% interanual frente a una tasa de inflación que para Hacienda orilló 39% para esos 12 meses.

A su vez, ubicó el crecimiento nominal de los recursos fiscales en 26,8%, casi empardando la suba del gasto.

De ahí que, según la contabilidad oficial, el rojo final del semestre se redujo poco más de 10% respecto a igual período del año pasado.

El informe de Hacienda hizo hincapié en que, a precios constantes del 1er. semestre del 2015, el déficit primario sin rentas habría experimentado una reducción interanual de 8,1% en términos reales.

La apuesta oficial es que en el 2do. semestre, con la desaceleración de la inflación y la soñada reactivación de la economía, se podrá avanzar a mayor ritmo en la reducción del desequilibrio fiscal.

 Del examen de los registros fiscales, nuestros números son bastante diferentes.

 Si bien los ingresos trepan a un ritmo similar al consignado por el reporte oficial, el gasto corriente del semestre trepó 34% interanual (el informe de Hacienda no incluyó los intereses abonados por la deuda).

• De resultas de ello, el quebranto corriente saltó 82% frente al 1er. semestre de 2015.

 El salto del rojo final fue menor gracias al fuerte parate de la obra pública en los primeros meses del año.

• De no mediar el blanqueo y la moratoria, el déficit fiscal como porcentaje del PBI seguirá una tendencia creciente.

 Téngase presente que las erogaciones correspondientes a las adjudicaciones de obras públicas comenzarán a impactar en los próximos meses.

 También se sumará la llamada reparación histórica a los jubilados.

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