MANAGEMENT & FIT: PRECIOS DESALINEADOS

Por Matías Carugati Economista jefe de Management & Fit

  • La inflación se resiste (¿por ahora?) a encuadrarse en el sendero que pretende el Gobierno.

El Indec reportó una suba de 2,6% mensual (27,5% anual) en los precios al consumidor del Area Metropolitana de Buenos Aires en abril, el registro más alto en lo que va del año. Este porcentaje está apenas por encima del registro de marzo (2,4%) y de lo anticipado por los analistas (1,9% según el REM). De esta manera, el primer cuatrimestre cerró con una suba de 9,1% en los precios minoristas, presionando el cumplimiento de la meta (1217% anual). Sobre todo si se tienen en cuenta los ajustes tarifarios pendientes (a pesar de que se dosificaron aún más) y el curso que están tomando las paritarias (aumentos por encima del 20%). En este contexto el BCRA mantiene firme su estrategia, reafirmando en toda ocasión que está dispuesto a endurecer aún más la política monetaria si es necesario para cumplir con su objetivo.

  • Los aumentos en las tarifas de gas cerraron un cuatrimestre marcado por la suba de tarifas.

A nivel de rubros, los que más aumentaron en marzo fueron indumentaria (5,1% mensual), vivienda y servicios básicos (4,6%), educación (3,2%) y esparcimiento (2,5%). De todos modos, la suba en alimentos fue la de mayor impacto, con una incidencia de 0,79  puntos en la variación del IPC. En perspectiva, la dinámica de las tarifas de servicios públicos y demás precios regulados empujó la inflación de estos meses. Por caso, la inflación núcleo se mueve a un ritmo del 23,9% anual (inflación mensual promedio de los últimos cuatro meses, anualizada), algunos puntos por debajo de la inflación general (29,8% anualizada).



  • Al margen de algunas discrepancias, mediciones alternativas reflejan un cuadro parecido.

Por caso, la inflación mensual fue de 3,2% en Mendoza, de 2,2% en Neuquén, FIEL arrojó una suba de 1,6% y el promedio de consultoras privadas publicado por el Congreso mostró un alza de 2,1%. El proceso de desinflación continúa, pero claramente a un ritmo más lento al esperado por el Gobierno. Ello se explica (en cierta medida) por el impacto tarifario. En efecto, los datos de alta frecuencia relevados por PriceStats (que no captura la suba de las tarifas al tomar sólo precios online) promediaron una suba de 1,71% en abril, reflejando una tendencia creciente y tocando su máximo (1,97%) el último día registrado.

  • Cumplir con la meta oficial no es imposible, pero sí bastante difícil.


Dadas las cifras de enero-abril, la inflación debería promediar el 0,9% mensual para cerrar el año en 17% anual. En términos comparativos, los registros deberían caer por debajo del mínimo de los últimos siete años. La dinámica de la inflación núcleo también es problemática, ya que se mueve por encima del sendero que el BCRA considera consistente con las metas para este año. Y si las proyecciones de consenso no erran por mucho, este desvío no se corregirá en los próximos meses (ver gráfico). Hablando de expectativas, la visión del mercado apunta a una inflación del 21%, 4 puntos más que el objetivo del BCRA. Los analistas no son infalibles, claro está, pero en sus estimaciones pesan fuerte la inercia inflacionaria y los aumentos trifarios, aspectos que el Central minimiza o no controla de forma directa.

  • El BCRA sigue luchando contra una desinflación que se mueve a ritmo cansino y unas expectativas desancladas.

El martes pasado decidió mantener la tasa de referencia (centro del corredor de pases a 7 días) en 26,25%, acaso esperando que la eliminación de Ingresos Brutos en CABA incremente el rendimiento real del instrumento. Sin embargo, la autoridad monetaria intervino en el mercado de Lebac, elevando el rendimiento de las letras a más corto plazo en 100 puntos básicos (de 24,25% a 25,25%). Construir credibilidad es algo de lo que el BCRA está convencido y que resulta vital para el éxito de cualquier régimen de metas de inflación. Por ello es que comunica en toda ocasión posible su disposición a “hacer lo que sea necesario” y, ocasionalmente, respalda sus palabras con hechos (subiendo las tasas). Si esta estrategia se mantiene en el tiempo, poco a poco irá construyendo credibilidad. Los costos reputacionales de errarle a la meta serán mínimos (se ponderará más que la inflación bajó a la mitad, en vez de que no se llegó al 17%) y, eventualmente, logrará alinear expectativas y precios en torno a su meta. Que haya otros costos a pagar (¿actividad?) en el camino es otra historia.

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