La despiadada masacre de los nativos con tierras petroleras en los Estados Unidos que dio origen al FBI
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| Por Ricardo Canaletti • 6 de setiembre |
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Hola.
La matanza de la nación Osage ocurrió en los años veinte del siglo pasado.
Los aborígenes fueron perseguidos, envenenados y asesinados para heredar sus tierras.
La investigación del caso estuvo a cargo de J. Edgar Hoover y fue el puntapié inicial del Federal Bureau of Investigation (FBI)
Te cuento todo acá abajo. |
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Fue un milagro de sus propios dioses lo que permitió que estos indios derrotados, perseguidos, maltratados y finalmente ignorados por los blancos acabaran convirtiéndose en multimillonarios. La fortuna que le depararon los espíritus benévolos de su tradición escondía, no obstante, una maldición, la de perder violentamente sus propias vidas.
Esto fue lo que ocurrió con la nación Osage, tribus de las grandes llanuras del medio oeste de los Estados Unidos, en la década de los años veinte del siglo pasado. Osage es una versión francesa de “gente de las aguas del medio” o wazhazhe, como se llamaban a sí mismos, una nación que se desarrollo en los valles de los ríos Ohio y Mississippi desde una fecha cercana al año 700 antes de Cristo, y que luego se desplazó hacia la confluencia de los ríos Missouri y Mississippi.
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William Hale, el cerebro de los asesinatos. |
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La nación Osage y William Hale
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Cuando fueron dominados por los blancos, vivían de la caza y la agricultura. Esto se acabó y los Osage fueron desalojados de sus tierras y enviados a una reserva en Kansas, pero en 1870 se ubicaron en el noreste de Oklahoma, una tierra montañosa y arbolada donde ya no podían dedicarse a la agricultura. Los Osage estaban perdidos y abandonados, hasta que en los primeros años del 1900 se descubrieron reservas de petróleo. Los indios desarrapados se hicieron ricos. Se promulgó una ley en 1906 donde se les concedía a cada uno de los 2229 osages derechos para la explotación y producción de petróleo.
Los periódicos de la época hablan de la exorbitante riqueza de quienes llamaban “los millonarios rojos”, que comenzaron a vivir en mansiones, vestían con pieles y joyas costosas, y empleaban a sirvientes blancos. Como era de esperar, ya para los años veinte la fortuna de los Osage atrajo a cuanto infame se pudiera imaginar, delincuentes de toda laya, comerciantes y empresarios inescrupulosos, ladrones de bancos, de trenes y contrabandistas, asesinos y estafadores. Estos miserables buscaban sacarles la plata matándolos.
El drama para los nativos radicaba en que los derechos de explotación de los recursos de la reserva no se podían vender ni comprar y sólo por la herencia podían pasar a quien no era osage. Y aquí entra en juego William Hale, un cowboy que propició por las buenas o por las malas el casamiento de sus sobrinos y amigos con los indios para luego ir eliminándolos y heredar. Hall no estuvo solo en esta tenebrosa empresa sino que el Estado lo ayudó, por ejemplo declarando a los Osage como personas jurídicas menores de edad es decir que necesitaban designar un tutor blanco para cada fortuna petrolera. Se hizo lo posible para crear un sistema federal de robo. El historiador osage Louis Burns dijo: “No conozco una sola familia osage que no haya perdido al menos a un miembro de la familia debido a los derechos de explotación petrolera”. |
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Anna Brown, su mamá Lizzie (en el medio) y, a la derecha, su otra hija: Mollie. |
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El comienzo de la masacre de los Osage
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El primero de los indios asesinados fue Charles Whitehorn, el 14 de mayo de 1921. Dos semanas después, su cuerpo fue descubierto en una colina cercana a la ciudad de Pawhuska. Tenía dos tiros en la frente. Su viuda Hattie, se casó de inmediato con un hombre blanco, ladrón de ocupación, llamado LeRoy Smitherman. La teoría jamás probada fue que el asesinato fue planeado por Hattie, Smitherman y una tal Minnie Savage, dueña de una pensión. No hubo acusados. Hattie le dijo a un policía: “Si te digo lo que pasó, me mandás a la silla eléctrica”.
La osage Anna Brown tenía 34 años cuando se divorció de su esposo, Oda Brown. Su mamá era Lizzie. Tenía una hermana menor, Minnie, que murió a los 27 años de una enfermedad que ningún médico supo explicar, y otra hermana de nombre Mollie, que estaba casada con un blanco, Ernest Burkart. El 21 de mayo de 1923 Anna, que desde la separación de su esposo bebía demasiado whisky de contrabando, se quedó a cuidar a su mamá, que tenía mucha fiebre. A la noche, Bryan Burkart, hermano de su cuñado Ernest, se ofreció para acompañarla hasta su casa. Anna fue descubierta una semana después en un barranco del pueblo de Fairfax. Se calculó que llevaba siete días muerta. Le habían disparado en la cabeza con un revólver calibre .32. Su hermana Mollie pensó que quien la podía ayudar a poner preso al asesino de Anna era William Hale, pues no solo entendía de cuestiones legales sino que era el tío de su esposo Ernest y de Bryan Burkart. ¡A buen puerto fue por agua!
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William Hale, el rey de las colinas de Osage
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Hale había llegado a Oklahoma como un hombre sin pasado, nadie sabía de dónde venía, vestía con harapos, viajaba a caballo y no tenía dinero. Pero poco a poco se fue volviendo rico y poderoso, acumuló tierras y ganado y llegó a controlar todo el territorio hasta llegar a ser conocido como “el rey de las colinas de Osage”. Había actuado como ayudante del sheriff en el pueblo de Fairfax. Tejió relaciones políticas en el estado de Oklahoma y decía que era un buen amigo de los Osage.
Anna habìa salido de la casa de su madre Lizzie acompañada por Bryan Burkart y este dijo que la dejó en su casa a las cuatro y media y no la vio más. Mientras, la mamá de Anna no se recuperaba de su fiebre. Creyeron que era la misma rara enfermedad que había matado a su hija Minnie. Al final, Lizzie murió en julio de 1923. Bill Smith, un pariente de la familia, sospechaba que Lizzie había sido envenenada, igual que su hija Minnie y, probablemente sea tratase de los mismos que mataron a Anna de un tiro. Solo quedaba Mollie viva.
Otro indio osage, William Stepson, de 21 años, sufrió convulsiones y murió por lo que se cree que fue envenenamiento con estricnina, y no fue el último caso de probable muerte por veneno. Barney McBride, un fuerte petrolero con relaciones amistosas con los Osage, viajó a Washington para pedir que se investigaran estas muertes. Una noche, McBride salió de jugar al billar, le pusieron una bolsa de arpillera en la cabeza y lo apuñalaron veinte veces. Fue este crimen el que despertó el interés del Washinton Post que sugirió que estaban matando indios ricos por la herencia o para cobrar seguros de vida. Pero nada detenía la serie sangrienta. Un automóvil se desbarrancó en una pendiente empinada al noroeste de Fairfax. En su interior hallaron el cadáver de Henry Roan, de 40 años, un osage casado y con dos hijos. Una circunstancias tardaría en ser tomada en cuenta: William Hale era el beneficiario de una póliza de seguro de vida de Roan por 25.000 dólares.
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Restos de la casa de los Smith luego de estallar la bomba. El matrimonio y su criada murieron. |
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La nación Osage estaba muerta de miedo
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Entre los Osage, estaban Bill y Rita Smith, que decidieron mudarse de su casa apartada a la seguridad del pueblo de Farifax. Llevaron consigo a sus perros guardianes. Había muchos osage con perros guardianes, que desde 1923 fueron apareciendo envenenados. Bill y Rita habían insistido en que se investigasen los asesinatos y muertes dudosas cuando otros en el Consejo Tribal hablaban de “espíritu maligno”. Bill decía que se trataba de hombres malignos. Lo mismo pensaba Nettie Brookshire, una mujer blanca que ayudaba a Rita con las tareas de la casa. A Bill, Rita y Nettie les pusieron una bomba en la casa y los tres volaron por los aires. Después de los asesinatos de Smith, el Jefe Tribal dijo: “Debemos apelar al padre blanco en Washington”.
Un abogado local y exfiscal, William Vaughan, se enteró que el osage George Bigheart tenía información sobre los asesinatos, pero se estaba muriendo por envenenamiento en un hospital de Oklahoma. Vaughan lo fue a ver. Hablaron y poco después el indio murió. Vaughan llamó por teléfono al alguacil de Osage diciéndole que tenía información muy importante sobre los asesinatos. Treinta y seis horas después, el cuerpo de Vaughan fue descubierto tirado cerca de las vías del tren. Lo desnudaron, le rompieron el cuello y lo tiraron del tren.
En el verano de 1925, el nuevo jefe de la Oficina de Investigaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, un tal J. Edgar Hoover, de 30 años, convocó a Tom White, de Texas, y le pidió que investigara los crímenes de los Osage comenzados en 1923. Era el primer caso de Hoover y sobre esta investigación haría pie para lo que luego sería el FBI.
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El agente Tom White con J. Edgar Hoover: fue el inicio del FBI. |
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La investigación de Edgar Hoover
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La primera pista apareció con el asesinato de Anna Brown. White encontró a un matrimonio de granjeros que dijeron que la noche que desapareció Anna la vieron sentada en un automóvil con un hombre que conocían. Era Bryan Burkhart, uno de los sobrinos de William Hale. Y había otro hombre con ellos. White siguió este hilo y se enteró que Anna, Bryant y ese otro hombre estuvieron bebiendo en un bar hasta la una. White ató cabos y pensó que ese “tercer hombre” podría ser Ernest Bukhart, el hermano de Bryant y el marido de Mollie, la hermana de Anna Brown. Todo coincidía. Cuando ya White investigaba esta muerte, justo Mollie se empezó a sentir mal. Para White non estaba enferma sino que su marido, Ernest, le estaba dando inyecciones que eran las que la enfermaban. Cuando ingresó al hospital y dejó se recibir esas inyecciones, su salud mejoró.
Tom White se entrevistó con personas que conocían a otras víctimas, Bill y Rita Smith, la pareja muerta por el atentado con bomba en su casa, que le dijeron que Bill siempre decía que tenía dos enemigos en este mundo: William Hale y Ernest Burkhart. También averiguó, con relación al homicidio de Henry Roar, que el beneficiario de su póliza de vida era William Hale.
El hombre de Hoover ya no tenía dudas. El propio Departamento de Justicia federal ordenó el arresto de Hale y Ernest Burkhart el 4 de enero de 1926. Obtuvieron una declaración novedosa, la de un bandido que estaba preso, Blackie Thompson, que contó que Ernest Burkhart le había pedido que matara a Bill Smith a cambio de un automóvil nuevo, pero Blackie no aceptó. Por su parte, cuando Ernest Burkhart fue arrestado, quiso declarar. Confesó que todas las muertes fueron idea “del tío Bill” (por William Hall) para que los derechos de explotación petrolera quedaran en manos de su esposa Mollie. Luego era cuestión de eliminar a Mollie y ellos se quedarían con todo. Que el que puso la bomba en lo de la familia Smith fue un contrabandista contratado por su tío llamado John Ramsey. Agregó que, además, Ramsey, por orden de Hale, mató a tiros a Henry Roan.
Cuando detuvieron a Ramsey lo primero que dijo fue que como su cuello estaba en peligro, contaría todo. Confirmó lo que había dicho Ernest Burkhart, es decir que él había matado a Roan por orden de Hale. No sentía culpa pues después de todo se trataba de un indio. Incluso agregó que Hale le reprochó que le hubiera disparado en la nuca porque de esa manera era imposible decir que Roan se había suicidado, como Hale tenía planeado presentar el caso.
¿Qué se averiguó sobre el asesinato de Anna Brown, la hermanas de Mollie? En su declaración Ernest Burkhart buscó despegar a su hermano Bryan e identificó al “tercer hombre” que estuvo con ella la noche de su muerte. Dijo que era Kelsie Morrison. Este Morrison, para sorpresa de todos, era un cowboy que habían contratado para que los ayudase a desentrañar estos crímenes, y resultaba que el de Anna lo había cometido él.
El interrogatorio de William Hale fue previsible. El rico ganadero negó todo y hasta desafió al detective White. “Lucharé, y probablemente gane esta pelea”, afirmó. El Departamento de Justicia decidió que el caso más sólido era el de la muerta de Henry Roan y decidió llevar a juicio a Hale y a su banda por ese caso y se lo entregó al fiscal federal Roy St. Lewis. al que se sumó John Leahy, contratado por el Consejo Tribal Osage.
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El juicio por la masacre de los Osage
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El juicio fue en marzo de 1926. Jim Springer, el abogado de Hale y de otros de su grupo, reclutó testigos falsos; hizo emborrachar a los testigos de la fiscalía para luego reducir el valor de sus testimonios; mandó amenazar a los que no pudieron emborrachar; sobornó jurados y dijo que las confesiones de Burkhart y de Ramsey se hicieron bajo torturas. Todo era mentira. Su objetivo era ensuciar el caso.
Las audiencias en Pawhuska eran un espectáculo. La multitud que concurrió incluía a hombres de negocios bien arreglados, mujeres de la sociedad al lado de vaqueros con sombreros de ala ancha y jefes osages con atuendos de cuentas. Mollie Burkhart estaba allí. Ernest Brukhart, intimidado por los abogados de su tío, renunció a su defensor y nombró a los de Hale. Acto seguido, se retractó de su confesión. Pero, después, advirtió que su tío no le iba a perdonar su traición aunque se desdijera y, entonces, volvió a cambiar de opinión, echó a los defensores de su tío, volvió a confesar y aclaró, contradiciendo al defensor Jim Springer, que no había sido torturado por los agentes federales.
Los fiscales tenían una carta clave, era Kelsie Morrison. El 18 de mayo, Morrison confesó su papel en el asesinato de Anna Brown. Declaró que él y Byran Burkhart emborracharon a Anna y luego la llevaron a un lugar a casi cinco kilómetros de Fairfax. Caminó con Anna unos cuarenta pasos por un barranco, le dio un gran trago y le disparó con un arma que le había dado William Hale, que le pagó 1600 dólares por este crimen.
En su alegato final, el fiscal Roy St. Lewis dijo que la evidencia demostraba que: “la tribu de indios más rica del mundo se ha convertido en presa ilegítima de los hombres blancos”. Y que el peor depredador de todos, William Hale, ha sido el acusado como lo que es: “el despiadado filibustero de la muerte”.
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Rita Smith y Nettie Brookshire. Ambas volaron por los aires cuando les pusieron una bomba en su casa. |
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El jurado deliberó durante cinco días y al final dijo que no podía llegar a un veredicto. El fiscal St. Lewis anunció que conocía el motivo: varios miembros del jurado habían sido sobornados.
Habría otro juicio contra William Hale y su esbirro John Ramsey. Comenzó el 20 de octubre en la ciudad de Oklahoma, con los mismos testigos y las mismas pruebas. Este segundo jurado deliberó un día y el veredicto fue que los dos eran culpables del crimen de Henry Roan. Las pena fue la de prisión “hasta el fin de sus vidas naturales”. fueron enviados a la prisión federal de Fort Leavenworth, Kansas para cumplir sus sentencias. Apenas unos meses después, los dos hombres conocerían al director recién nombrado, Tom White, el mismo detective que los había metido en la cárcel y logrado que los enjuiciaran.
Los asesinatos de osages en este período conocido como “El reino del Terror”, disminuyeron pero no todos los asesinos fueron atrapados. David Grann, autor del libro “Killers of the Flower Moon: The Osage Murders and the Birth of the FBI”, señaló que la serie de homicidios en la década de 1920 todavía causa estragos en generaciones siguientes de Osage. En base a su libro, Martín Scorsese acaba de filmar una película.
Mollie se divorció de Ernest Burkhart durante la serie de juicios federales. Se volvió a casar en 1928. En 1931, un tribunal declaró anulada una orden anterior que la declaraba a Mollie incompetente y pudo disponer de su dinero como quiso. Murió en 1937 a la edad de 50 años. Su exmarido, Ernest Burkhart, obtuvo la libertad condicional en 1937, pero luego robó un banco lo volvieron a encarcelar y salió libre en 1959. Pasó sus últimos años en una casa rodante con su hermano Bryan. Por su parte, John Ramsey obtuvo la libertad condicional en 1947.
William Hale, el “espíritu maligno”, cumplió 21 años en la prisión de Leavenworth. Salió en libertad condicional en 1947. Escribió una carta en la que expresó el deseo de regresar al condado de Osage. Pero no iba a ser. Como condición para su libertad condicional, se le exigió permanecer fuera del estado de Oklahoma. Murió en un hogar de ancianos en Arizona en 1962. |
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