CRECIMIENTO DEL DÉFICIT FISCAL: No se puede gastar lo que no se tiene.
(Economía & Regiones).
La política fiscal expansiva es una de las características más sobresalientes de la actual administración. La estrategia de gasto se decide independientemente del ciclo económico y parece ser una “variable exógena” que se define antes del resto de las políticas de gobierno.
Nunca hubo (ni hay) intenciones de llevar a cabo una política anti cíclica; es decir, el sector público no ahorra en épocas de fuerte crecimiento económico para luego amortiguar los efectos negativos de las épocas de“vacas flacas”.
En 2006 /2007 la tasa de crecimiento del gasto primario comenzó a crecer estructuralmente a un ritmo promedio del 30% / 34%, independientemente de la evolución de recaudación, del nivel de actividad, de la inflación, etc.
La excepción fue 2012 cuando el sector público nacional (SPN) trasladó el ajuste hacia las provincias y redujo las transferencias discrecionales. En ese contexto, el gasto primario creció a una tasa promedio de 29% anual en 2012, ratio que continúa siendo elevado si se tiene en cuenta que el nivel de actividad se habría expandido un entre un 1.4% y 1.9% y la inflación habría ascendido a 24% anual.
De hecho, el mejor indicador para medir lo expansiva que es la política fiscal es el ratio gasto primario / producto, que se incrementó 5.6 puntos porcentuales, pasando de 17% (2007) a 22.6% (2012).
La aceleración de la tasa de crecimiento del gasto público tuvo un fuerte impacto negativo en el resultado fiscal, que pasó de un superávit, respecto del PBI, del 2.6% en 2004 a un déficit del 2.6% en 2012. En otras palabras, la política fiscal expansiva se consumió 5.2 puntos porcentuales del PBI entre 2004 y 2012.
Los efectos macroeconómicos negativos de la política de gasto expansiva se potencian, porque el deterioro fiscal es principalmente financiado con emisión monetaria del BCRA. De hecho, la emisión monetaria destinada a financiar el gasto del sector público aumentó 2.8 puntos porcentuales, pasando de 0.5% (2007) a 3.2% (2012) del PBI.
La política fiscal y el ritmo de expansión del gasto determinan la política monetaria. Esta fuerte dominancia fiscal se acentuaría aún más en 2013. El déficit primario aumentaría 400%, pasando de $4.400 millones (2012) a $22.200 millones (2013). Paralelamente, el resultado financiero se deterioraría un 80%, ya que el déficit aumentaría de $31.500 millones (2012) a $58.200 millones (2013). Es decir, en 2013 el BCRA va tener que emitir más pesos que el año pasado para financiar al Tesoro nacional.
De acuerdo con nuestras estimaciones, la emisión de pesos tiene un “piso” de $53.000 millones y un “techo” de$120.000 millones, ubicándose en un escenario base de $103.000 millones. En pocas palabras, la emisión monetaria destinada a financiar al Tesoro aumentará 0.8 punto porcentual en términos del PBI, pasando de 3.2% (2012) a 4.0% (2013) del Producto.
Los últimos datos fiscales oficiales publicados, que corresponden al primer bimestre de 2013, confirman nuestro análisis. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Economía, en el primer bimestre el ahorro primario cayó un 23%, y hubo récord de recursos extraordinarios (N. de la R.: emisión monetaria lisa y llana) para lograr un superávit de $1.000 millones.
Puntualmente, si se comparan los primeros dos meses de 2013 con el mismo período del año pasado, se observa que la utilización de recursos extraordinarios aumentó un 1.166%, pasando de $247 millones (2012) a $3.128 millones (2013). Si se descuentan los recursos extraordinarios (básicamente emisión del BCRA), se pasó de un superávit primario de $1.074 millones en el primer bimestre de 2012 a un déficit primario de $2.109 millones en los primeros dos meses de este año.
Nuevamente, el deterioro fiscal experimentado durante los dos primeros meses de este año fue consecuencia de una política de incremento del gasto excesivo. En este sentido, sólo basta mencionar que los subsidios al sector privado y las transferencias discrecionales crecieron a un ritmo interanual del 40% y 50%, respectivamente. Estos incrementos de los subsidios y de las transferencias discrecionales anticiparían el sesgo electoralista que tendría la política de gasto este año y adelantan la fuerte emisión monetaria necesaria para financiarla.
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