La cremación del cuerpo de un fallecido -o también llamada incineración- es una práctica en el pasado infrecuente en Occidente pero hoy día avanza, ya sea por voluntad de una persona como última voluntad o de sus familiares a causa de diversos motivos.
La cremación como práctica aún entre personas que la Iglesia Católica Apostólica Romana considera integrantes de su grey, resulta un problema creciente entre el clero y los laicos.
"Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no será permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma", instruyó la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santa Inquisición) sobre "la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación".
La norma, que afectar á las prácticas de millones de fieles en todo el mundo, rechaza "la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación".
A partir del momento que muere una persona, empieza un proceso de duelo frente a la pérdida. Y, a partir de ese momento, en caso de resultar un ser querido, resulta prioridad el honrar la memoria del fallecido, una cuestión compleja porque muchos creen que es una decisión personal, lo que no es compartido por el Vaticano que reclama unificar usos y prácticas.
Tampoco a los cementerios privados, que administran un negocio millonario, les conviene la decisión de esparcir cenizas.
Por eso, frente a la postura del papa Francisco, líder de la Iglesia Católica Apostólica Romana, acerca de la conveniencia de no esparcir las cenizas, luego de la cremación, los cementerios quisieron presentar una propuesta que respalde la conveniente (para ellos) recomendación apostólica y los intereses de los deudos del fallecido cremado.
Según cifras de “Inhumaciones, exhumaciones y cremaciones. Ciudad de Buenos Aires. Año 2001/2015”, de la Dirección General de Estadística y Censos, en 2001 hubo 18.432 cremaciones mientras que en 2015 hubo 19.190, número que se mantuvo desde entonces, más o menos constante. En tanto, las inhumaciones en 2001 fueron 20.773, pero en 2015 se contabilizaron 12.143. Por lo tanto, en 2015 fue mayor el número de cremaciones que de inhumaciones. Una muestra clara de que esto puede representar un negocio para los cementerios privados de Capital Federal, a partir de lo que declaró la Iglesia.
Por otro lado, en la Ciudad de la provin cia de Córdoba, el 40% de los fallecidos son cremados. Y en el interior de la provincia de Córdoba entre el 20% y el 25. En la ciudad de Neuquén en 2013, de 1.538 muertes 432 fueron cremadas. Según el diario La Capital de Rosario, en los últimos 10 años un 500% crecieron las cremaciones en esta ciudad y de 1.0000 que mueren, 20% son cremadas. Pero, al parecer, se trata de un proceso que crece en otros países de la región. En Perú aumentó un 30% entre 2010 y 2015.
Las cremaciones también tienen mucho menor costo que un sepelio completo porque pueden estar o no acompañadas del velorio. Un servicio de sepelio completo, según publicó diario La Nación en 2014, puede salir entre $5.000 y $200.000. El ataúd puede costar entre $4.000 y $50.000, un ahorro importante para quienes se deciden por la cremación. Y agregan que el 70% de los casos eligen la cremación como opción.
En un cementerio público, la cremación puede salir alrededor de $1.000 y los jarros o u rnas donde se colocan las cenizas, entre $1.000 y $4.000, si es que se sigue con las recomendaciones de Francisco. De lo contrario, será todavía más barato.
En este contexto, por ejemplo, Fernando Castellano, gerente de Marketing del Grupo Jardín del Pilar, holding de empresas de servicios funerarios, dijo: “Tal como mencionó el Papa, las cenizas del difunto deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia. Un espacio natural significa un verdadero homenaje a la vida”.
Castellano agregó: “En nuestro caso aseguramos la permanencia para siempre del fallecido sin exponer a los seres queridos a, luego de transcurridos algunos años, la exhumación. Creemos necesario que, cuando las generaciones siguientes pregunten por el fallecido, exista un lugar dónde pueda concurrir a recordarlo.”
En el caso del cementerio citado, también se ofrece el servicioIntempo, que incluye la cremación y la disposición de las cenizas. Se utilizan urnas biodegradables ubicadas directamente en la tierra. Dicha opción tiene un costo único de entre $4.000 a $6.000 dependiendo del parque. No es una opción para cualquiera. Pero respetan las palabras de Francisco.
“La posibilidad de tener un lugar de encuentro y recogimiento con los familiares fallecidos es muy importante; pero más aún la sepultura es lo que posibilita la resurrección y que nuestras almas descansen en paz”, concluyó Castellano.
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