Las promesas de los bancos demostraron estar vacías

John Gapper
Más de tres años después haber puesto al mundo al borde del colapso económico, los bancos siguen teniendo severos problemas. En vez de recuperarse de las pérdidas, ahora enfrentan una ruidosa crisis de deuda europea.
Mientras tanto, el capitalismo sufre una creciente crisis de legitimidad desde 2008, justo cuando el movimiento Occupy Wall Street pasó de concentrarse en los rescates y abultados salarios de los banqueros a ser un punto de referencia global por las quejas del "99%". Sin embargo, fue de adentro de los bancos donde surgió la crisis y donde todavía se encuentra su corazón.
Sus problemas no son sólo financieros. En la década de los 90 y 2000, los bancos se convirtieron en una importante fuerza en las economías occidentales. Su participación en el PBI subió abruptamente; los bancos de Wall Street como Goldman Sachs extendieron su alcance a Europa y Asia; las fronteras entre las bancas comercial y de inversión se erosionaron, y los banqueros recibían abultados paquetes salariales y hasta se habían vuelto glamorosos.
Hoy, se les tiene bronca por tener de rehenes a los contribuyentes gracias a que se convirtieron en “demasiado grandes para quebrar”. Muchos aseguran que los bancos se alejaron de su función social básica, que es fomentar el crecimiento otorgando préstamos, colocando títulos valores y asesorando a las compañías, y que se concentraron en obtener ganancias por cualquier medio posible.
El ánimo hostil se vio exacerbado por las prácticas salariales que comenzaron a aplicarse en Wall Street y en la City de Londres después de la desregulación en los setenta y ochenta. Surgió el hábito de copiar a medias las viejas estructuras societarias pagando a los oficiales de banca de inversión y operadores enormes gratificaciones. Las grandes instituciones financieras lograron absorber las ganancias provenientes del trading y la toma de riesgos, mientras al mismo tiempo socializaban sus pérdidas. “Hay una profunda cuestión de legitimidad que los bancos deben enfrentar”, aseguró Ranu Dayal, socio de Boston Consulting Group. “El disgusto con los bancos se agravará si no se vé que hayan hecho reformas y que estén cumpliendo un rol importante en el resurgimiento económico, o que han quebrado como resultado de las estructuras salariales o simplemente por su avaricia desmedida”, agregó.
A menos que encuentren una forma clara de demostrar su utilidad, y limiten las prácticas que más enoja a la gente en general, los bancos enfrentan una larga y debilitante guerra de trincheras contra la nueva regulación. Para las economías, esto podría limitar los aspectos benéficos de un sector financiero próspero y focalizado.

Un riesgo postergado y oculto

Durante largo tiempo, los bancos se subieron a una ola de crecimiento de los mercados de crédito (impulsos por la expansión de los derivados, la relajación de la normativa y de los estándares de capital, y la arrogante creencia de que ellos habían, de alguna manera, quebrado su viejo hábito de perder miles de millones de dólares en las crisis). Eso terminó siendo “tanto espejismo como milagro”, concluyó Andrew Haldane, director ejecutivo del Banco de Inglaterra. En cambio, resultó que la mayoría de los riesgos simplemente habían sido pospuestos o hasta ocultados de los propios directores de los bancos. Adair Turner, presidente de la Autoridad de Servicios Financieros, el principal ente regulador británico, el año pasado señaló: “Algunas actividades financieras... lejos de agregar valor de alguna forma compleja aunque difícil de comprender, de hecho crearon inestabilidad financiera y produjeron daño económico”.
Esos peligros no se vieron. “Se confiaba totalmente de que el riesgo había sido transformado y que estábamos en un paradigma bancario diferente”, comentó Philip Augar, autor financiero y ex analista de la City. “Estaba todo alentado por los gobiernos que escuchaban a los oficiales de banca de inversión. Les decía que todo lo que tenían que hacer era quitarse del medio”.
Los bancos que dependían de una serie de negocios para ganar dinero, desde asesoramiento en fusiones y adquisiciones hasta colocación de títulos valores, se pasaron de manera abrumadora al trading. Los volúmenes de compraventa de divisas se incrementaron 234 veces entre 1977 y 2010, mientras que el trading, particularmente de bonos y monedas, representaba en 2010 hasta el 80% de los ingresos de los bancos más grandes, según BCG.
“La gente migró de la tradicional banca corporativa y operaciones con acciones y bonos hacia productos exóticos que requerían una cierta comprensión del riesgo”, señaló Dayal.
Eso trajo grandes ganancias por un tiempo, pero debilitó el argumento de que hacían algo útil. “La industria de banca de inversión se alejó de su foco original, que era captar capital para la industria y brindar servicios de asesoría", señaló Bob Gach, director de la división de consultoría en mercados de capitales de Accenture.
Thomas Philippon, profesor de la Stern School de la Universidad de Nueva York, estima que la participación del sector en el PBI norteamericano se incrementó de cerca de 3% en 1950 a más de 8% en 2010. En vez recurrir al uso intenso de tecnología de la información para ser más eficientes, como ocurrió en el sector de retailing, los bancos simplemente se agrandaron.
Philippon sostiene que este crecimiento del trading no se vio acompañado ni por la mejor fijación de precios en los mercados de valores ni por mejores seguros financieros para las compañías industriales. "Cuanto más observo el crecimiento del trading, más me convenzo de que la sociedad no recibió nada a cambio", afirmó.
Esto tiene importantes implicancias para los gobiernos. Los bancos centrales y los gobiernos tradicionalmente estaban dispuestos a respaldar a las instituciones que toman depósitos en tiempos de crisis, por la importancia de contar con un sistema bancario sólido.
Hasta eso se perdió. Los bancos centrales no quisieron admitir que cualquier institución era demasiado grande para quebrar. Y definitivamente no tuvieron intenciones de cubrir a los corredores de títulos valores y bancos de inversión que, desde la Ley Glass-Steagall de 1934, fueron deliberadamente separados en Estados Unidos de los bancos comerciales.
La crisis 2007-08 destruyó ese delicado equilibrio, no sólo provocando que los gobiernos europeos rescaten grandes bancos sino conduciendo a la Reserva Federal de Estados Unidos a ampliar la protección de su ventana de descuento a Goldman Sachs y Morgan Stanley. La vieja ambigüedad desapareció y el club protegido de “instituciones financieras sistémicamente importantes” se amplió.
Pero simplemente porque un banco sea sistémicamente importante (es decir que en caso de quiebra provocaría una seria interrupción en los mercados financieros) no lo convierte en económicamente vital. La principal función de los bancos es la que menos glamour tiene: tomar depósitos y dar préstamos. Eso se mezcló con actividades más riesgosas relacionadas con el trading de tal forma que ahora son difíciles de desenmarañar.
Los bancos combaten las regulaciones como la norma Volcker que limita el trading con cartera propia. “La agenda regulatoria fue demasiado modesta y el poder político de los bancos es increíble”, comentó Simon Johnson, profesor en MTI Sloan School.
Una lucha prolongada por no cambiar las cosas y al mismo tiempo combatir la regulación no hará nada por la legitimidad de los bancos, y poco por las economías en las que operan. Tampoco hará algo por la necesidad de reestructurar, que se ve impulsada por una fuerza económica básica: la presión financiera que ahora enfrentan los bancos. Instituciones como UBS y Citigroup tienen dificultades para recuperar las perdidas que registraron durante la crisis y el sector bancario europeo en su conjunto perdió 40.000 puestos de trabajo el año pasado. Después de la recuperación posterior a 2008, cuando los bancos centrales recortaron las tasas de interés, los ingresos por trading disminuyeron abruptamente.
Los bancos podrían demorar su salida de sus actuales males y esperar que los recuerdos desaparezcan. Pero ese resultado no está para nada garantizado y no sería lo mejor para la sociedad en su conjunto. Para que una economía sea sólida es vital contar con sistema bancario saludable, en tamaño y en alcance.
Y tampoco la regulación es el único desafío que enfrentan los bancos; el mercado está ejerciendo presiones aún mayores para que cambien sus formas.
Mientras tanto, a la banca corporativa le pesa el exceso de capacidad que dejaron los años de crecimiento. Las entidades evitaron hacerse cargo del menor retorno sobre los activos tomando más de ellos, apalancaron sus balances para elevar su retorno sobre el capital a niveles históricamente altos. Si bien muchos bancos tenían sólo retornos sobre el capital de un solo dígito en los años noventa, subieron a 20% o más a mediados de la década de 2000.

Menos retornos

Pese al retroceso regulatorio, los bancos centrales están imponiendo mayores requisitos de capital y liquidez, lo que les impide apalancarse tanto como antes. El mercado también aplica una mayor disciplina a las instituciones con balances altamente apalancados.
Esto está causando grandes problemas para los bancos, que antes podían compensar la menor rentabilidad de sus divisiones principales asumiendo más riesgo y agrandando sus balances. Ahora, cualquier banco que trate de hacer eso, aún si su regulador se lo permitiera, se arriesga a que le bajen la calificación crediticia y a que se evapore su acceso a financiación.
Si los bancos no encuentran nuevos ingresos, la alternativa es bajar costos, y reducirse y fusionarse como ocurre en otros sectores. Sin embargo, los gobiernos son reacios a permitir que se conviertan en demasiado grandes para quebrar, y la actual generación de altos ejecutivos de bancos no saben lo que es desempeñarse en una industria en contracción.
“Esta industria está dirigida totalmente por las personas incorrectas”, comentó el profesor Hahn. “No es que sean idiotas, sino que durante tres décadas, con solo algunos cortos intervalos, prosperaban haciendo crecer su negocio y acumulando riesgo. El nuevo régimen se basa en la eficiencia y en los costos, y ninguno de ellos sabe sobre eso”.
Antes se alentaba a los bancos grandes a invertir fuertemente en nuevas operaciones de banca de inversión y a "robarse" entre sí los equipos de oficiales de banca para destacarse entre los bancos mundiales.
Pero bancos como UBS ahora abandonaron la estrategia de “crecer a cualquier costo”. En cambio, están tratado de focalizarse en las actividades en la que tienen ventaja, como banca retail, gestión de riqueza y áreas específicas como custodia de valores.
La combinación de menos apalancamiento y limitada ambición probablemente reste rentabilidad a los bancos. Dayal predijo que “de ser un negocio con un retorno sobre el capital algo menor al 18%, pasarán a tener entre 8% y 13% aproximadamente”. Se parecerán más al sector de servicios públicos.
Si los accionistas están dispuestos a aceptar menores retornos, los bancos quizás puedan recuperar cierta legitimidad social. Los que se centren en la toma de depósitos y en los préstamos tienen más chances de que los gobiernos los consideren importantes para el sistema económico. Hasta los bancos de inversión que se centren en la colocación de títulos valores y asesoría, en vez del trading, tendrán una mejor historia para contar.
La pregunta es si los bancos pueden transformarse y si lo harán. Algunos son escépticos. “No creo que la banca de inversión esté terminada”, comentó Augar. “Será menos rentable y más reducida por un período y pasará un tiempo hasta que veamos tantos potenciales bancos mundiales tratando otra vez de ocupar una silla de la mesa grande. Pero no tardarán mucho. ¿Serán cinco años?”, concluyó.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Excel atajos de teclado que ahorran tiempo

SanCor Desaparece

Oil Closes the Month on a Strong Note