Hay cualquier cantidad de reservas de gas y petróleo
REPORTAJE A EMILIO APUD
Por Magdalena Ruiz Guiñazu
Diario Perfil 13.11.11
El anuncio, por parte de YPF, de un importante hallazgo de petróleo en Neuquén (concretamente en Loma de la Lata), equivalente a cinco años de producción, provocó por lógica una serie de interrogantes.
Por eso nos reunimos con un ex secretario de Energía (2001), el ingeniero Emilio Apud, que conforma el Grupo de los 8, integrado justamente por ex secretarios de Energía cuyos nombres marcan diferentes tiempos de la historia reciente.
—¿Qué significa realmente la denominación “no convencional” que se aplica a esta reserva de petróleo que YPF ha encontrado en el Sur?
—Cuando hablamos de una reserva “no convencional” –explica Apud– estamos refiriéndonos a la forma en la que se encuentra ubicado el hidrocarburo. Si, en cambio, se trata del “convencional”, destacamos que se trata de formaciones donde se encuentra el petróleo y tiene presión suficiente como para salir solo. A veces hay que inyectar gas o agua. En el caso “no convencional” está como metido dentro de una esponja. Pero esa esponja es una piedra, a la que se llama roca “madre”. Entonces, es mucho más trabajoso sacar el petróleo de esos intersticios. Por lo tanto se recurre a tecnologías que son complejas porque, además de estar a más profundidad, una vez que se llega adonde está la roca “madre” para poder fracturarla y que salga el gas o el petróleo se realizan unas perforaciones horizontales que fracturan la roca.
—¿Con qué se fractura la roca?
—Con agua a presión mezclada con “gels”, arenas, etc. Pero todo esto hace que la extracción sea más cara, no solamente por la cuestion tecnológica sino también para cumplir con las normativas ambientales.
—¿Podría pensarse que esto contamina las aguas profundas?
—Puede contaminar. Normalmente la napa está unos 2.500 metros arriba, lo cual hace un poco difícil que contamine el fondo. Sin embargo, en Estados Unidos ha habido casos en que se llegó a contaminar la napa mientras se hacían las labores necesarias. Esto puede pasar en cualquier tipo de exploración. A lo que voy es que no conviene arriesgarse, dadas las necesidades de hidrocarburos que hay en el mundo (lo cual, además, es un factor de conflicto). Imagínese: si hubiera petróleo en abundancia no existirían problemas ni con Irán ni con Libia ni con Irak. Fíjese que Siria ya ha matado a unas 3.500 personas en la revuelta de la Primavera Verde de los árabes y a nadie se le ocurrió en la OTAN ir a cuidarlos. En cambio, en Libia, por mucho menos…bueno, así son las cosas, pero a lo que voy es que en el tema petrolero se han descubierto inmensos yacimientos. Por ejemplo, en Estados Unidos lo que han encontrado equivale a cuatro veces las reservas de Arabia Saudita.
—¿En Estados Unidos? ¿Dónde?
—En las regiones centrales. Por ejemplo, en Colorado. Son planicies casi desérticas donde, aparentemente, se trata de petróleos que se formaron durante siglos. Allí había un mar y todos esos sedimentos, durante millones de años, con presión, calor, etc., se fueron transformando. Es algo importante que no se puede dejar de lado pero… es caro. Lo mismo que la energía nuclear, donde hay mucho gasto en prevenciones. Me refiero a los posibles accidentes. Es indispensable lograr prácticamente un nivel de riesgo cero. Y esto encarece. Hay normativas que hay que cumplir y lo mismo ocurre en la minería. En ese sentido los “verdes”, los ecologistas, nos asedian –sonríe Apud– porque piensan con los sentimientos y no con la cabeza. Entonces, en la actividad petrolera hay un montón de protocolos de seguridad y normativas, etc., que las empresas cumplen. De no ser así, hay que hacerlos cumplir. Aquí, en la Argentina, quizás los gobiernos provinciales sean más laxos pero deben cumplirse. En realidad existen las normas y un gran cuidado por el tema ambiental. Volviendo al caso del petróleo, las aguas con las que se producen esas fracturas de la roca “madre” en muchos casos se recuperan.
—Pero, ¿cómo se recuperan?
—Le explico: cuando sale el petróleo, sale con agua y con arena, y luego se los separa. Se hace algo así como grandes piletones o, si no, unas plantas industriales que efectúan las separaciones. Esto en lugares en los que hay muy poca agua. Además es necesario efectuar un tratamiento porque en el líquido que produce la fractura hay muchos productos químicos, aun cuando el 90% sea agua y un 7 u 8% arena. Se le agregan entonces distintos “gels”, muchos minerales, etc., para favorecer la circunstancia de que, después, fluya el crudo o el gas. Quiero subrayar que no es imposible cuando se trata de petróleos “no convencionales” que se produzca un desastre ecológico. Pero, también, recordemos que el desastre ecológico se produce cuando no se toman las medidas correspondientes y no se gasta lo que hay que gastar en este rubro. Me parece que no hay que prejuzgar y que aquí, en la Argentina, deberán tomarse esas medidas ya que no es una zona con mucha disponibilidad de agua. En el estado de Colorado me han dicho que están haciendo un tipo de embalses y en las épocas de lluvias acumulan allí el agua en unos reservorios que se construyen como si fueran diques. Esto hace que, en vez de que la tierra absorba el agua o que directamente se evapore, se acumule allí y luego se use para las labores petroleras. Creo que es un tema irreversible. Ahora, volviendo a nuestro país, la Agencia Internacional de Energía ha llegado a la conclusión de que la Argentina tiene muchos recursos de éstos pero con técnicas indirectas.
—¿Por ejemplo?
—Cuestiones satelitales, radiometría… hay muchas cosas que permiten inferir que tenemos este tipo de petróleo en formación. YPF, Apache y otras empresas, aquí en la Argentina, están trabajando fuerte (dentro de lo que nuestro país permite) para ver si encuentran.
—Pero, ¿y lo que encontró YPF?
—Esto que ha encontrado forma parte de lo que ya anunció la vez pasada. Por eso cuando habla de 950 millones de barriles… El equivalente a 200 millones de barriles es lo que se había anunciado en gas. Lo neto son 740, e igualmente es una enormidad. Imagínese, 740 millones de barriles. Pero esto es como decir “¡hay petróleo allí abajo!”. Es un petróleo difícil del que todavía no sabemos si comercialmente se justifica extraerlo ahora o dentro de 20 o 30 años.
—A un largo plazo.
—Es lo mismo que lo que ocurre con los ingleses que están explorando en Malvinas. En determinadas condiciones, sacarlo es comercial. Si no… bueno, sabemos que está ahí y cuando sea comercial lo vamos a sacar.
—Tenemos entendido que todo lo que es perforación submarina es mucho más costoso que en tierra.
—Por supuesto. Es más caro hasta que se crea toda la infraestructura. En el caso de Brasil está bastante avanzada.
—¿Frente a San Pablo?
—San Pablo y Río de Janeiro. Son los recursos que han encontrado donde comienza el “talud” de la profundidad marina. Hay como 4.000 metros de profundidad. Luego tienen otros 2.000 metros de capa salina y más abajo otros 2.000 metros. ¡Allí encontraron el petróleo. Pero tampoco ellos están sacando ese petróleo. Están sacando petróleos más “fáciles” que tenían off-shore pero no a esas profundidades. Todo depende del precio. Con un barril a cien dólares estas cosas se justifican. Por supuesto que esto va en detrimento del desarrollo de las energías “limpias” o renovables. Yo creo que, más que el petróleo, el futuro es el gas natural. No es que sea más limpio, pero es menos sucio que el petróleo.
—Explíqueme: hay cosas que no se comprenden bien. Nosotros, en la Argentina, teníamos gas como para abastecer a Santiago de Chile. Ahora dejamos de enviárselo y, en cambio, traemos barcos con gas. ¿Qué pasó?
—El tema es sencillo: hace ocho años la Argentina era un país autosuficiente, autoabastecido de energía. Y esto ocurrió en dos oportunidades: una durante el gobierno de Frondizi y, otra, en la década del 90, con perdón de la palabra. Y, a partir de 2003-2004, empezamos a tener problemas. ¿Por qué? ¿Se habían acabado el petróleo y el gas? No. Pero no había incentivos para la inversión de buscarlos. Este hallazgo que anuncia YPF da por tierra el argumento de mucha gente que sostiene que “todos nuestros yacimientos y nuestras cuencas está agotados” y que lo único que queda es la importación. Macanas. Nosotros tenemos, en el subsuelo, cualquier cantidad de reservas de gas y petróleo. Y ni le digo lo que hay en minería. Lo único que hace falta es tener la habilidad de concitar el mismo interés que, por ejemplo, demuestra Perú, que resulta muy atractivo para inversores petroleros.
—¿Por qué?
—Porque tiene seguridad jurídica, reglas de juego muy claras, planes a largo plazo y precios mucho más razonables que los nuestros. Si usted es petrolero le sale lo mismo perforar un pozo en la Argentina que en Perú. Pero en la Argentina le reconocen 45 dólares por barril, y en Perú 60 o 70.
—En la Argentina ¿adónde va esa diferencia?
—Va al fisco. Quiere decir que si el barril de petróleo se va a 140 dólares el productor local sólo ve 50 dólares. Todo el resto es una retención que es simbólica porque ahora prácticamente no exportamos casi nada. Después que bajó la producción, todo lo que se está produciendo va a las refinerías locales que están trabajando “a full” y, sin embargo, tenemos que importar derivados como naftas, etc. Fíjese en estos datos de producción de petróleo: en el año 2001 la producción anual era de 45 millones de m3. En el año 2010, tenemos 35 millones de m3. O sea que, en diez años, tras que la demanda creció enormemente debido a la explosión del parque automotor y a toda la actividad agropecuaria, transporte etc., hemos bajado el 22% en la producción. Pero hay otro hecho que es muy llamativo: me refiero a que el precio promedio del barril hasta el 2001-2002 era de 20 dólares. Y en esta década, está arriba de los 70 dólares. Todo un contrasentido: se investiga más en buscar petróleo cuando valía 20 dólares que cuando vale 70 dólares. Quiere decir que el sistema, la concepción que se ha formado dentro del sector energético, es completamente descapitalizadora. El sector se ha descapitalizado. Es como si yo le diera a usted una ferretería para explotar. Mientras tenga stock va a vender bien pero, luego, se le acaban los clientes porque no tiene para vender y tiene que cerrar. Es lo que está ocurriendo aquí. Por eso, la renta de las empresas es grande. Y la renta petrolera es una renta importante porque se reinvierte en una actividad de riesgo como es buscar petróleo. No es “pincho y saco”.
—Por favor, ingeniero, explíqueme este cambio de pensamiento: ahora resulta que se vuelve a perforar, a buscar.
—Aquí hay varias cosas: el precio es importante, pero sobre todo es importante la seguridad jurídica. Es decir que los contratos firmados se tienen que cumplir. Harían falta marcos regulatorios. Es decir que hay leyes que debe cumplir tanto el Estado como el privado. Para eso están los entes reguladores. En el caso del gas, Enargas; en el del petróleo, la Secretaría de Energía; en el caso de la electricidad, el ENRE. Son organismos que velan por el cumplimiento de las leyes. Yo entiendo que la renta que obtiene en un negocio es parte de la propiedad de uno pero debe pagar todos los impuestos. Aquí, en nuestro país, no es tan así. Al ciudadano se le dice: bueno, esto lo tenés que dejar acá o tenés que cambiar los dólares a pesos o tenés etc., esas cosas generan mucha incertidumbre y el capital… bueno… es miedoso. Trata de correr con los riesgos que significa su propia actividad y no, en cambio, tener riesgos externos. Riesgos políticos.
—¿Qué grado de influencia tiene en todo esto el mercado paralelo del dólar que ha surgido en las últimas semanas?
—Sí, influye en la confianza, claro. Cuando digo que el sector está descapitalizado quiere decir que hay que capitalizarlo. Y esto, cómo se logra? Con inversiones. Algunos dirán “bueno, que lo ponga el Estado”, pero el Estado tampoco tiene el dinero. Al Estado le gustaría poner el dinero y volver al paradigma del Estado omnipresente y omnipotente. Como era antes: YPF, Gas del Estado, etc. Pero ahora no puede. Y no puede porque el nivel de gasto ha aumentado tanto y tan por debajo del crecimiento del producto bruto que esto nos plantea lo que cualquiera se pregunta en su casa, en su hogar: ¿cuánto tiempo puede vivir gastando el doble o un 40% más de lo que le ingresa? En algún momento el dinero se acaba. Y si estamos cerca de que se acabe no le podemos pedir al Estado que haga las inversiones de riesgo necesarias. Entonces tenemos que traer inversiones de afuera… Lamentablemente estamos dando señales muy malas. En primer término, se ha creado una demonización para las empresas privadas. Lo dicen las encuestas: el 65% de los argentinos quieren volver a que el Estado sea dueño de todos los servicios, y esto demuestra que se trata de gente muy joven que no padeció los servicios públicos de los años 70 y 80. Usted recordará aquello de la chapa par e impar porque no había nafta para los autos.
—¿Entonces, ingeniero?
—Entonces hay que volver a traer capitales. A generar circunstancias para que esto sea así. Pero salen estos proyectos de ley como el de Moyano cuando dice “nosotros queremos el 10% de los beneficios” Así de fácil. Después, el dinero que a usted le paga un proveedor lo tiene que traer y cambiarlo a pesos. Hay que aumentar el aporte patronal… En fin, si queremos traer inversores, independientemente de que estén bien o mal, son medidas inoportunas. Hoy día, cualquiera sentado frente a su computadora compara por Internet a Uruguay, Chile, Perú, Brasil, y Argentina va a la cola. No es atractiva. Y si no revertimos esto se va a deteriorar cada vez más la capacidad productiva. Sobre todo en el sector energético. Yo no creo que haya desarrollo sin energía.
—Volviendo entonces al anuncio de YPF.
—Bueno, hace un par de años que viene trabajando. Pero no es una inversión muy importante. No tengo aquí las cifras pero, para desarrollar estas cosas, estamos hablando de miles de millones de dólares si es que queremos que estos yacimientos sean productivos. Veamos qué significan los 740 millones de barriles que están determinados como recurso. No son reservas. A las reservas hay que certificarlas, hay que realizar un montón de trabajos más. Es un recurso que, en algún momento, puede tener un valor económico. Pongamos que lo tuviera…a ver… 740 millones de barriles son un tercio de las reservas totales comprobadas que existen en el país. Es importante, el tercio. Y de las reservas que ahora tiene YPF es 1,5 veces. En este momento YPF tiene una reserva de 500 millones de barriles y descubre 740… bueno, es por 1,5. Y esto equivale a 3,7 años del consumo actual. Estoy haciendo un ejercicio para que la gente vea qué significan 740 millones de barriles. Ahora bien: el total de las reservas de petróleo en la Argentina, en 2001, eran 2.950 millones de barriles y en 2010 son 2.500. Es decir que ha bajado un 15%. En 2001, YPF tenía 1.050 millones de barriles y ahora tiene 500. Es decir que YPF bajó un 52%. Entonces resulta un poco molesto que una empresa que ha deteriorado las reservas a menos de la mitad, ahora, porque hace un descubrimiento potencial, lave todo su pasado. ¿Qué quiere que le diga? Resulta que ahora son los héroes de la historia.
Por eso nos reunimos con un ex secretario de Energía (2001), el ingeniero Emilio Apud, que conforma el Grupo de los 8, integrado justamente por ex secretarios de Energía cuyos nombres marcan diferentes tiempos de la historia reciente.
—¿Qué significa realmente la denominación “no convencional” que se aplica a esta reserva de petróleo que YPF ha encontrado en el Sur?
—Cuando hablamos de una reserva “no convencional” –explica Apud– estamos refiriéndonos a la forma en la que se encuentra ubicado el hidrocarburo. Si, en cambio, se trata del “convencional”, destacamos que se trata de formaciones donde se encuentra el petróleo y tiene presión suficiente como para salir solo. A veces hay que inyectar gas o agua. En el caso “no convencional” está como metido dentro de una esponja. Pero esa esponja es una piedra, a la que se llama roca “madre”. Entonces, es mucho más trabajoso sacar el petróleo de esos intersticios. Por lo tanto se recurre a tecnologías que son complejas porque, además de estar a más profundidad, una vez que se llega adonde está la roca “madre” para poder fracturarla y que salga el gas o el petróleo se realizan unas perforaciones horizontales que fracturan la roca.
—¿Con qué se fractura la roca?
—Con agua a presión mezclada con “gels”, arenas, etc. Pero todo esto hace que la extracción sea más cara, no solamente por la cuestion tecnológica sino también para cumplir con las normativas ambientales.
—¿Podría pensarse que esto contamina las aguas profundas?
—Puede contaminar. Normalmente la napa está unos 2.500 metros arriba, lo cual hace un poco difícil que contamine el fondo. Sin embargo, en Estados Unidos ha habido casos en que se llegó a contaminar la napa mientras se hacían las labores necesarias. Esto puede pasar en cualquier tipo de exploración. A lo que voy es que no conviene arriesgarse, dadas las necesidades de hidrocarburos que hay en el mundo (lo cual, además, es un factor de conflicto). Imagínese: si hubiera petróleo en abundancia no existirían problemas ni con Irán ni con Libia ni con Irak. Fíjese que Siria ya ha matado a unas 3.500 personas en la revuelta de la Primavera Verde de los árabes y a nadie se le ocurrió en la OTAN ir a cuidarlos. En cambio, en Libia, por mucho menos…bueno, así son las cosas, pero a lo que voy es que en el tema petrolero se han descubierto inmensos yacimientos. Por ejemplo, en Estados Unidos lo que han encontrado equivale a cuatro veces las reservas de Arabia Saudita.
—¿En Estados Unidos? ¿Dónde?
—En las regiones centrales. Por ejemplo, en Colorado. Son planicies casi desérticas donde, aparentemente, se trata de petróleos que se formaron durante siglos. Allí había un mar y todos esos sedimentos, durante millones de años, con presión, calor, etc., se fueron transformando. Es algo importante que no se puede dejar de lado pero… es caro. Lo mismo que la energía nuclear, donde hay mucho gasto en prevenciones. Me refiero a los posibles accidentes. Es indispensable lograr prácticamente un nivel de riesgo cero. Y esto encarece. Hay normativas que hay que cumplir y lo mismo ocurre en la minería. En ese sentido los “verdes”, los ecologistas, nos asedian –sonríe Apud– porque piensan con los sentimientos y no con la cabeza. Entonces, en la actividad petrolera hay un montón de protocolos de seguridad y normativas, etc., que las empresas cumplen. De no ser así, hay que hacerlos cumplir. Aquí, en la Argentina, quizás los gobiernos provinciales sean más laxos pero deben cumplirse. En realidad existen las normas y un gran cuidado por el tema ambiental. Volviendo al caso del petróleo, las aguas con las que se producen esas fracturas de la roca “madre” en muchos casos se recuperan.
—Pero, ¿cómo se recuperan?
—Le explico: cuando sale el petróleo, sale con agua y con arena, y luego se los separa. Se hace algo así como grandes piletones o, si no, unas plantas industriales que efectúan las separaciones. Esto en lugares en los que hay muy poca agua. Además es necesario efectuar un tratamiento porque en el líquido que produce la fractura hay muchos productos químicos, aun cuando el 90% sea agua y un 7 u 8% arena. Se le agregan entonces distintos “gels”, muchos minerales, etc., para favorecer la circunstancia de que, después, fluya el crudo o el gas. Quiero subrayar que no es imposible cuando se trata de petróleos “no convencionales” que se produzca un desastre ecológico. Pero, también, recordemos que el desastre ecológico se produce cuando no se toman las medidas correspondientes y no se gasta lo que hay que gastar en este rubro. Me parece que no hay que prejuzgar y que aquí, en la Argentina, deberán tomarse esas medidas ya que no es una zona con mucha disponibilidad de agua. En el estado de Colorado me han dicho que están haciendo un tipo de embalses y en las épocas de lluvias acumulan allí el agua en unos reservorios que se construyen como si fueran diques. Esto hace que, en vez de que la tierra absorba el agua o que directamente se evapore, se acumule allí y luego se use para las labores petroleras. Creo que es un tema irreversible. Ahora, volviendo a nuestro país, la Agencia Internacional de Energía ha llegado a la conclusión de que la Argentina tiene muchos recursos de éstos pero con técnicas indirectas.
—¿Por ejemplo?
—Cuestiones satelitales, radiometría… hay muchas cosas que permiten inferir que tenemos este tipo de petróleo en formación. YPF, Apache y otras empresas, aquí en la Argentina, están trabajando fuerte (dentro de lo que nuestro país permite) para ver si encuentran.
—Pero, ¿y lo que encontró YPF?
—Esto que ha encontrado forma parte de lo que ya anunció la vez pasada. Por eso cuando habla de 950 millones de barriles… El equivalente a 200 millones de barriles es lo que se había anunciado en gas. Lo neto son 740, e igualmente es una enormidad. Imagínese, 740 millones de barriles. Pero esto es como decir “¡hay petróleo allí abajo!”. Es un petróleo difícil del que todavía no sabemos si comercialmente se justifica extraerlo ahora o dentro de 20 o 30 años.
—A un largo plazo.
—Es lo mismo que lo que ocurre con los ingleses que están explorando en Malvinas. En determinadas condiciones, sacarlo es comercial. Si no… bueno, sabemos que está ahí y cuando sea comercial lo vamos a sacar.
—Tenemos entendido que todo lo que es perforación submarina es mucho más costoso que en tierra.
—Por supuesto. Es más caro hasta que se crea toda la infraestructura. En el caso de Brasil está bastante avanzada.
—¿Frente a San Pablo?
—San Pablo y Río de Janeiro. Son los recursos que han encontrado donde comienza el “talud” de la profundidad marina. Hay como 4.000 metros de profundidad. Luego tienen otros 2.000 metros de capa salina y más abajo otros 2.000 metros. ¡Allí encontraron el petróleo. Pero tampoco ellos están sacando ese petróleo. Están sacando petróleos más “fáciles” que tenían off-shore pero no a esas profundidades. Todo depende del precio. Con un barril a cien dólares estas cosas se justifican. Por supuesto que esto va en detrimento del desarrollo de las energías “limpias” o renovables. Yo creo que, más que el petróleo, el futuro es el gas natural. No es que sea más limpio, pero es menos sucio que el petróleo.
—Explíqueme: hay cosas que no se comprenden bien. Nosotros, en la Argentina, teníamos gas como para abastecer a Santiago de Chile. Ahora dejamos de enviárselo y, en cambio, traemos barcos con gas. ¿Qué pasó?
—El tema es sencillo: hace ocho años la Argentina era un país autosuficiente, autoabastecido de energía. Y esto ocurrió en dos oportunidades: una durante el gobierno de Frondizi y, otra, en la década del 90, con perdón de la palabra. Y, a partir de 2003-2004, empezamos a tener problemas. ¿Por qué? ¿Se habían acabado el petróleo y el gas? No. Pero no había incentivos para la inversión de buscarlos. Este hallazgo que anuncia YPF da por tierra el argumento de mucha gente que sostiene que “todos nuestros yacimientos y nuestras cuencas está agotados” y que lo único que queda es la importación. Macanas. Nosotros tenemos, en el subsuelo, cualquier cantidad de reservas de gas y petróleo. Y ni le digo lo que hay en minería. Lo único que hace falta es tener la habilidad de concitar el mismo interés que, por ejemplo, demuestra Perú, que resulta muy atractivo para inversores petroleros.
—¿Por qué?
—Porque tiene seguridad jurídica, reglas de juego muy claras, planes a largo plazo y precios mucho más razonables que los nuestros. Si usted es petrolero le sale lo mismo perforar un pozo en la Argentina que en Perú. Pero en la Argentina le reconocen 45 dólares por barril, y en Perú 60 o 70.
—En la Argentina ¿adónde va esa diferencia?
—Va al fisco. Quiere decir que si el barril de petróleo se va a 140 dólares el productor local sólo ve 50 dólares. Todo el resto es una retención que es simbólica porque ahora prácticamente no exportamos casi nada. Después que bajó la producción, todo lo que se está produciendo va a las refinerías locales que están trabajando “a full” y, sin embargo, tenemos que importar derivados como naftas, etc. Fíjese en estos datos de producción de petróleo: en el año 2001 la producción anual era de 45 millones de m3. En el año 2010, tenemos 35 millones de m3. O sea que, en diez años, tras que la demanda creció enormemente debido a la explosión del parque automotor y a toda la actividad agropecuaria, transporte etc., hemos bajado el 22% en la producción. Pero hay otro hecho que es muy llamativo: me refiero a que el precio promedio del barril hasta el 2001-2002 era de 20 dólares. Y en esta década, está arriba de los 70 dólares. Todo un contrasentido: se investiga más en buscar petróleo cuando valía 20 dólares que cuando vale 70 dólares. Quiere decir que el sistema, la concepción que se ha formado dentro del sector energético, es completamente descapitalizadora. El sector se ha descapitalizado. Es como si yo le diera a usted una ferretería para explotar. Mientras tenga stock va a vender bien pero, luego, se le acaban los clientes porque no tiene para vender y tiene que cerrar. Es lo que está ocurriendo aquí. Por eso, la renta de las empresas es grande. Y la renta petrolera es una renta importante porque se reinvierte en una actividad de riesgo como es buscar petróleo. No es “pincho y saco”.
—Por favor, ingeniero, explíqueme este cambio de pensamiento: ahora resulta que se vuelve a perforar, a buscar.
—Aquí hay varias cosas: el precio es importante, pero sobre todo es importante la seguridad jurídica. Es decir que los contratos firmados se tienen que cumplir. Harían falta marcos regulatorios. Es decir que hay leyes que debe cumplir tanto el Estado como el privado. Para eso están los entes reguladores. En el caso del gas, Enargas; en el del petróleo, la Secretaría de Energía; en el caso de la electricidad, el ENRE. Son organismos que velan por el cumplimiento de las leyes. Yo entiendo que la renta que obtiene en un negocio es parte de la propiedad de uno pero debe pagar todos los impuestos. Aquí, en nuestro país, no es tan así. Al ciudadano se le dice: bueno, esto lo tenés que dejar acá o tenés que cambiar los dólares a pesos o tenés etc., esas cosas generan mucha incertidumbre y el capital… bueno… es miedoso. Trata de correr con los riesgos que significa su propia actividad y no, en cambio, tener riesgos externos. Riesgos políticos.
—¿Qué grado de influencia tiene en todo esto el mercado paralelo del dólar que ha surgido en las últimas semanas?
—Sí, influye en la confianza, claro. Cuando digo que el sector está descapitalizado quiere decir que hay que capitalizarlo. Y esto, cómo se logra? Con inversiones. Algunos dirán “bueno, que lo ponga el Estado”, pero el Estado tampoco tiene el dinero. Al Estado le gustaría poner el dinero y volver al paradigma del Estado omnipresente y omnipotente. Como era antes: YPF, Gas del Estado, etc. Pero ahora no puede. Y no puede porque el nivel de gasto ha aumentado tanto y tan por debajo del crecimiento del producto bruto que esto nos plantea lo que cualquiera se pregunta en su casa, en su hogar: ¿cuánto tiempo puede vivir gastando el doble o un 40% más de lo que le ingresa? En algún momento el dinero se acaba. Y si estamos cerca de que se acabe no le podemos pedir al Estado que haga las inversiones de riesgo necesarias. Entonces tenemos que traer inversiones de afuera… Lamentablemente estamos dando señales muy malas. En primer término, se ha creado una demonización para las empresas privadas. Lo dicen las encuestas: el 65% de los argentinos quieren volver a que el Estado sea dueño de todos los servicios, y esto demuestra que se trata de gente muy joven que no padeció los servicios públicos de los años 70 y 80. Usted recordará aquello de la chapa par e impar porque no había nafta para los autos.
—¿Entonces, ingeniero?
—Entonces hay que volver a traer capitales. A generar circunstancias para que esto sea así. Pero salen estos proyectos de ley como el de Moyano cuando dice “nosotros queremos el 10% de los beneficios” Así de fácil. Después, el dinero que a usted le paga un proveedor lo tiene que traer y cambiarlo a pesos. Hay que aumentar el aporte patronal… En fin, si queremos traer inversores, independientemente de que estén bien o mal, son medidas inoportunas. Hoy día, cualquiera sentado frente a su computadora compara por Internet a Uruguay, Chile, Perú, Brasil, y Argentina va a la cola. No es atractiva. Y si no revertimos esto se va a deteriorar cada vez más la capacidad productiva. Sobre todo en el sector energético. Yo no creo que haya desarrollo sin energía.
—Volviendo entonces al anuncio de YPF.
—Bueno, hace un par de años que viene trabajando. Pero no es una inversión muy importante. No tengo aquí las cifras pero, para desarrollar estas cosas, estamos hablando de miles de millones de dólares si es que queremos que estos yacimientos sean productivos. Veamos qué significan los 740 millones de barriles que están determinados como recurso. No son reservas. A las reservas hay que certificarlas, hay que realizar un montón de trabajos más. Es un recurso que, en algún momento, puede tener un valor económico. Pongamos que lo tuviera…a ver… 740 millones de barriles son un tercio de las reservas totales comprobadas que existen en el país. Es importante, el tercio. Y de las reservas que ahora tiene YPF es 1,5 veces. En este momento YPF tiene una reserva de 500 millones de barriles y descubre 740… bueno, es por 1,5. Y esto equivale a 3,7 años del consumo actual. Estoy haciendo un ejercicio para que la gente vea qué significan 740 millones de barriles. Ahora bien: el total de las reservas de petróleo en la Argentina, en 2001, eran 2.950 millones de barriles y en 2010 son 2.500. Es decir que ha bajado un 15%. En 2001, YPF tenía 1.050 millones de barriles y ahora tiene 500. Es decir que YPF bajó un 52%. Entonces resulta un poco molesto que una empresa que ha deteriorado las reservas a menos de la mitad, ahora, porque hace un descubrimiento potencial, lave todo su pasado. ¿Qué quiere que le diga? Resulta que ahora son los héroes de la historia.
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