EL MITO DE LA TRANSFERENCIA DE INGRESOS II
El mito de la transferencia de ingresos II: el cepo y las retenciones
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La semana pasada escribí la primera de una serie de notas que busca responder a una idea que está cada vez más instalada entre algunos sectores de la opinión pública. La idea, en concreto, es que algunas medidas económicas de liberalización constituyen una transferencia arbitraria de ingresos desde los sectores más pobres a los sectores más ricos de la sociedad. El foco del análisis de la semana pasada fue el tema de las tarifas. Lo que mostré allí fue cómo, en realidad, lo que había sucedido durante la gestión del kirchnerismo había sido una transferencia de ingresos desde los productores a los consumidores, y que la consecuencia más visible era la crisis energética que vivimos en la actualidad. Al punto anterior también habría que agregarle el tema de los subsidios que las compañías exigieron para seguir operando frente al congelamiento tarifario. Estos subsidios dieron lugar al déficit fiscal, que luego derivó en una de las inflaciones más altas del mundo y que afecta principalmente a los que menos tienen. En mi nota de hoy voy a enfocarme en otras dos medidas importantes que el gobierno tomó al inicio de su mandato: el fin del cepo cambiario y la eliminación de las retenciones a la exportación. Sobre el tema del cepo, la leyenda de la izquierda reza lo siguiente:
“Apenas asumió el gobierno decidió liberar el mercado de cambios, por lo que el dólar pasó de valer $ 9,6 en diciembre; a valer $ 14,5 en abril. Esta devaluación implicó una transferencia de ingresos por distintas vías. Por ejemplo, un exportador, que vendía una tonelada de trigo a USD 170, antes obtenía $ 1630 y ahora obtiene $ 2465”
Lo primero que hay que aclarar es que liberar un mercado de cambios no es lo mismo que devaluar. Para devaluar una moneda de manera deliberada, el gobierno debería incrementar la emisión monetaria y destinar los pesos nuevos a comprar dólares para hacer subir el tipo de cambio. En el caso del cepo, quienes habían generado la suculenta emisión de pesos habían sido los banqueros centrales del kirchnerismo, por lo que la devaluación ya estaba hecha. Prueba de esto es que el dólar no valía $ 9,6 como se afirma, sino que sin restricciones sólo podía comprarse en el mercado paralelo, a $15.
Tras el fin del cepo, el dólar se acercó rápidamente al valor del “mercado blue”, reflejando que el precio real del dólar era ése y no el que decían Axel Kicillof y Alejandro Vanoli. ¿Y qué nos dice esto? Que antes del 10 de diciembre, la riqueza de los exportadores estaba siendo confiscada a causa de los controles estatales. En concreto, al exportador de trigo del ejemplo de más arriba, le estaban confiscando $ 835 por cada tonelada que exportaba. Si el análisis de este exportador se amplía a todas las exportaciones que hizo el país desde noviembre de 2011 hasta diciembre de 2015, obtenemos una medida contundente de la verdadera transferencia arbitraria de ingresos que generó el kirchnerismo. Por la vía del cepo cambiario, a los exportadores de cualquier rubro les confiscaron $ 916.576 millones de sus ventas al extranjero. Esta sí que es una clara transferencia de ingresos, pero una creada arbitrariamente por el gobierno que le quitaba al sector exportador para beneficiar a privilegiados importadores, turistas argentinos en el exterior, y compradores del tristemente célebre “dólar ahorro”. Todo muy progresista. Con las retenciones el caso es similar. Las retenciones son un impuesto que sólo se le cobraba a algunos sectores de la exportación. Los derechos sobre la soja, el maíz y el trigo, son los casos más paradigmáticos. Por derechos de exportación, el gobierno recaudó desde el año 2003 al año 2015 la friolera de $ 497.496 millones. Esto también constituyó una clara transferencia de ingresos de los productores de bienes gravados hacia el estado, que el nuevo gobierno decidió finalizar, reduciendo la presión fiscal sobre el sector. Ahora la pregunta es: ¿sirvieron todas estas confiscaciones y transferencias coactivas contra los productores para mejorar la calidad de vida de los pobres? La respuesta es rotundamente negativa. De 2011 a 2015, la economía argentina sólo creció 0,3% por año, una cifra enormemente insuficiente para sacar al a gente de la pobreza. En paralelo, las exportaciones cayeron 32,4%, la inflación acumulada fue de 178,4% y la cantidad pobres creció en 2,3 millones según datos de la UCA. Las medidas puntuales de liberalización tomadas por el gobierno deben ser bienvenidas. Y no constituyen una transferencia arbitraria entre sectores, sino el restablecimiento de su natural distribución en un mercado libre. Si seguimos en este camino de liberalización, los beneficios los veremostodos, y no solo algunos como se quiere instalar. Finalmente, como decía Abraham Linclon, “No se puede crear prosperidad desalentando la iniciativa propia; no se puede elevar al asalariado, presionando a quien paga el salario; y no se puede ayudar al pobre, destruyendo al rico”. |
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