A la cultura del balde y la cuchara le faltan albañiles


OBREROS CALIFICADOS, SE BUSCAN

Es muy común que los ciudadanos de los grandes centros urbanos del país se quejen de que escasean los plomeros, gasistas, electricistas y albañiles para hacer los arreglos normales en viviendas con años de antigüedad y deficiencias en el uso de materiales y técnicas edilicias. 
Y no sólo es porque se trata de especialidades en peligro de extinción en el mundo occidental, sino porque en Argentina, además, los últimos gobiernos se apoyan en la industria construcción como motor multiplicador una economía aletargada, con déficit en la generación de empleos. El de Mauricio Macri empezó con todo en infraestructura y encima desde 2018 abre el juego a los capitales privados y a los desarrolladores inmobiliarios. 
Los consultores señalan que ya los contratistas apelan a tercerizaciones para cubrir la demanda actual. El año que viene, vaya a saberse. 
Muchos compatriotas con problemas de trabajo podrían estar aprendiendo los oficios, pero la escuela pública aún no se enteró de esta tendencia (como tampoco registra que el planeta atraviese por la cuarta revolución industrial) y hasta se escucha a algún chauvinismo desinformado lamentarse de que vengan extranjeros a este país de inmigrantes a cubrir tareas vacantes. 
El boom de la inversión pública en obras se manifiesta en las calles y se nota por default en oficios manuales que se prestan en las casas. En la 2da parte del año, la expectativa de empleo en la construcción alcanza al 24% de la encuesta de ManpowerGroup y la demanda de personal en el sector subió un 18% respecto de la parte inicial del año, según Consultores de Empresas.

Se cumplen 80 años desde que el célebre economista británico J. M. Keynes le calentaba la oreja al presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, para ver si lo persuadía de realizar un mayor gasto en las obras públicas y en particular en la construcción de viviendas para salir de la crisis.
Franco Macri, que era por entonces un niño italiano, tomó debida nota y erigió con cemento, arena, cal y saliva un emporio constructor que transformó su humilde origen en sinónimo de poder y riqueza.
Desde el sillón de Rivadavia de la Casa Rosada, a su hijo Mauricio también le sirvió el consejo keynesiano para poner en marcha la economía heredada a fuerza de cuchara y balde, sostenidos a puro crédito, ante la renuente llegada de inversiones que motorizaran a la alicaída industria nacional.
No podría decirse que haya sido muy original la receta, ni que haya seguido un mandato familiar, porque en el período kirchnerista la idea era la misma, nada más que con los grifos internacionales de financiamiento cerrados, por lo que lo primero que hizo Macri al asumir fue mandar a Nueva York a cerrar trato con los fondos buitres y poder abrirlos.

De modo que los cascos amarillos y mamelucos azules que en la actual gestión coparon el paisaje urbano reflejan el febril movimiento de materiales y personas generado en las empresas contratistas (y no sólo en las grandes afines a la cofradía presidencial) por el vuelco de recursos a las obras viales y sanitarias, con zanjas abiertas por todas partes, calles cortadas, veredas levantadas.

Y el gobierno le agrega más presión a la caldera, ya que presupuestó unos $ 34.600 millones, el 8% de la inversión total en infraestructura, a los proyectos de participación público-privada, y extendió los créditos hipotecarios indexados a los desarrollos inmobiliarios desde su propio inicio, con lo cual a la ocupación lograda le proyecta un crecimiento aún mayor, que peligra con tocar el techo de las propias limitaciones en la oferta laboral de los gremios.

Trascendió que uno de los coordinadores económicos de la Jefatura de Gabinete, Gustavo Lopetegui, difundirá en breve un documento que justifica la presencia en 2018 de un nuevo protagonista en la obra pública: el capital privado, que prevé crecerá más del 150%, pasando de aportar el 0,9% al 1,8% del PBI, lo cual potenciará un aumento del 50% real en obras de infraestructura, que pasarán del 2,6% al 3,5% del PBI", manteniendo constante el aporte del Tesoro público.

A lo que el presidente de la desarrolladora Dypsa, Issel Kiperszmid, añade el "efecto multiplicador" de fomentar la actividad de la construcción, dado que el "90% de la creación de valor queda en el país porque el grueso de los insumos son locales", además de brindar fuentes de trabajo para "los sectores más carenciados".

La otra novedad de estas nuevas formas de participación público-privada es que se dejan de hacer viviendas solo para inversores y que la creación de la UVA triplicó el stock de crédito hipotecario, ya casi en $ 30.000 millones, de los cuales el 70% está denominado en esa unidad de valor.

Deficiencias de formación laboral

La explosiva demanda de oficios de la construcción no sólo afectó la estructura de los costos laborales, sino la cobertura de esos servicios en el mantenimiento de ciudades que se levantaron sin planificación, con técnicas precarias y con reglamentaciones antiguas vinculadas a situaciones que han ido cambiando.

Por ello requieren de una permanente atención, de reformas, que suelen hacerse apelando a la mano de obra informal, ahora tentada por los contratistas que manejan suculentos presupuestos de obra pública y subcontratan a terceros para aliviar las cargas previsionales y la accidentología.

No sólo encarecieron las reparaciones hogareñas, al punto que la hora de un oficial especializado es de $82, o $70 la de un oficial común, u $843 el jornal del albañil o los $4347 que se cobran por enduir y pintar un ambiente, según publica el sitio www.solucionesespeciales.net/, sino que los que están en circulación tienen tantas changas que les rinden por estar fuera de toda tributación, que hasta dejan sin atender la habitual demanda de su clientela.  

Y las perspectivas apuntan a que esas carencias irán de mal en peor. En tal sentido, un reciente informe de ManpowerGroup revela que la construcción lidera largamente las expectativas de empleo de la última parte del año, con 24% de respuestas positivas en la encuesta trimestral que realiza entre 800 empresarios, lo cual convierte al sector en locomotora excluyente de la recuperación del PBI que ya se insinúa.
Y en esta faceta keynesiana sí que se está cumpliendo la teoría del derrame, conforme lo corrobora la firma de recursos humanos "Consultores de Empresas", al destacar que los rubros de construcción y servicios lideran los pedidos de outsourcing o tercerización de personal.

En la Ciudad de Buenos Aires, se registró un incremento del 70% en relación al semestre anterior en las tareas internas, o sea, que esos atavios apenas se hacen notar en la vía pública ya soliviantada por la creciente población de operarios.

Nada más que en las posiciones relacionadas a servicios, la demanda creció un 50%, con especial interés en perfiles técnicos como especialistas en tendido de redes, mecánicos y electromecánicos, aunque también son muy requeridos los ingenieros en telecomunicaciones.

"El área que más creció tiene que ver con tecnología y tendido de redes, desde que se dio la posibilidad a las empresas que prestan servicios de TV por cable de anexar datos y telefonía en sus servicios no habituales. Se prefiere la tercerización porque el tendido de redes es algo que se hace por única vez", destacó Adrián Adrián Pavarín, gerente zonal Buenos Aires de Consultores de Empresas, a El Cronista Comercial.

La mejora del nivel general en la demanda de personal dio un 18% arriba en comparación con la primera parte del año y en ese marco observaron un desplazamiento en las solicitudes de personal hacia eventuales tercerizados, como consecuencia de la necesidad de las empresas de crecer elásticamente en este nuevo ciclo (y de paso descomprimir el costo previsional).

De negro a precario

El mercado del trabajo en negro es un manantial para derivar hacia tercerizaciones, ya que al 2do trimestre el 33,7% de población asalariada no tenía aportes previsionales ni de obra social, según informó hoy (22/09) el INDEC, con Salta con el nivel más alto de informalidad, con un 44,9%, mientras el más bajo se encuentra en el distrito de Ushuaia-Río Grande (epicentros de la promoción fueguina), con 9,8%.
En la Ciudad de Buenos Aires, el indicador trepa hasta el 25,6%, mientras que en el conurbano bonaerense se ubica por encima, con un 36,4%.

El representante de la UOCRA, Jorge Pellegrini, lamenta que todavía exista "mucha subcontratación, salarios en gris (cuando se paga una parte en negro y otra en blanco) y el dibujo de recibos; se debe transparentar mucho más la relación laboral y mejorar las condiciones".

Sin embargo, auguró que "si se dan algunas de todas las cosas que se dicen, se recuperará un número importante de trabajadores".

Su conclusión final: es el momento indicado para "dar un salto cualitativo en este sector", que presenta "buenas expectativas", con "una cifra muy buena" de trabajadores registrados (408.500 puestos en junio, 12% más que en igual mes del año pasado), aunque recordó que "aún faltan 4 o 5 puntos para llegar a los números de 2015": el récord corresponde a 2011, con 440.000 trabajadores inscriptos.

Las empresas de Recursos Humanos vienen advirtiendo que cada vez es más valorado el perfil de trabajador calificado en la construcción y a medida que aumenta la demanda se tornan más difíciles de hallar.

Uno de los principales inconvenientes reside en que, en la gran mayoría de los casos, el oficio se transmite de generación en generación o de oficiales a ayudantes y cada vez hay menos jóvenes aprendices en la cadena.
El vacío en el segmento de los que “se dan maña”, o es adquirida por contacto con los que saben, se ha venido cubriendo con inmigrantes de países limítrofes como Paraguay y Bolivia.

Porque al mismo tiempo existe poca capacitación, cursos y casas de estudios que enseñen algunos de los oficios más demandados y valorados.

Desde ManpowerGroup hacen hincapié en que no cesan de reclamar a sindicatos y cámaras empresariales alguna forma de retener y profesionalizar el trabajo de algunos de los oficios manuales calificados, como plomeros, gasistas, albañiles, personal de mantenimiento y electricistas, que no sólo son demandados en Argentina, “sino también en países como Chile, Canadá, Estados Unidos y Europa.

Otros perfiles de personal calificado, como el del soldador, al ser también requeridos por industrias como la metalmecánica, petróleo y vitivinicultura, se tornan escasos cuando se reactiva la construcción.

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