VIENTO DE FRENTE PARA CAMBIEMOS
MALA PATA DE CAMBIEMOSMacri iba a reinsertar la economía en el mundo... y lo frena el viento de frente
A Cristina Fernández de Kirchner la sublevaba que se atribuyera la que llamaban década ganada al viento de cola que recibía la economía con la expansión de los mercados financieros, pese al default de parte de la deuda, y el alto precio de las materias primas que exportaba el país, sobre todo la soja. Pero toda su gestión estuvo acompañada por mejores condiciones externas aún que las de su esposo. Macri asumió con la premisa de normalizar las relaciones financieras con el mundo y reinsertar al país en el mercado financiero global para contraer deuda y recibir inversiones extranjeras en áreas básicas de la economía. El giro proteccionista del mundo dejó esas intenciones a mitad de camino, recibe viento de frente que UCEMA se encargó de medir y CIPPEC y CENE de la Universidad de Belgrano alertan que d eberá mirar hacia China, Japón y Corea y preocuparse por exportar. Pero con este tipo de cambio…
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Del análisis del comercio exterior de nuestro país que realiza el CENE de la Universidad de Belgrano surge que, a lo largo de los primeros 10 meses, el saldo positivo de casi US$2.000 millones se registró pese a la caída de un 2,1% en las expo.
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Si algo le faltaba a la azarosa economía argentina del último año es que todo el esfuerzo que el gobierno de Mauricio Macri vino haciendo para reinsertarla en los mercados internacionales de capitales tropezó con condiciones menos atractivas en las pizarras financieras y de las materias primas, según lo deja en evidencia el retroceso del índice de viento de cola TWIN, que elabora el profesor Emilio Ocampo, del Departamento de Finanzas de UCEMA.
El resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos determinó una reacción adversa en las principales variables financieras en los mercados de bonos y acciones, como el alza de las tasas de interés, la volatilidad en los mercados de acciones y las expectativas de una política monetaria más restrictiva por parte de la Reserva Federal. Como consecuencia, el índice FREM, que mide la receptividad de los mercad os financieros internacionales a financiar inversiones en mercados emergentes (de cartera o directa), se encuentra en el mismo nivel que hace 15 meses, lo cual también impactó negativamente en la evolución de los precios en dólares de los principales commodities agrícolas que exporta la Argentina, que en parte ayudó a mitigar el fuerte repunte del precio de la soja en noviembre. El comportamiento se refleja en el índice AGRO, que mide la evolución de los precios internacionales del maíz, la soja y el trigo, el cual cayó 1,1% en los últimos 12 meses. De este modo, el viento de cola de la economía argentina al cabo de diciembre 2016 acusó una leve aunque preocupante merma, ya que le estrecha a la administración macrista el camino para afirmar el crecimiento, al no poder depender de la inversión extranjera directa como fuente generadora de divisas para superar el viento de frente que le sopla desde que la globalización entró en retroceso. El investigador principal del Área de Desarrollo Económico de CIPPEC, Guillermo Rozenwurcel, coincide con ese diagnóstico y extrae como conclusión que a Argentina no queda otro camino que apostar por las exportaciones para encauzar el proceso de reinserción en el mundo que se planteó el gobierno como estrategia, ante una situación internacional que le es cada vez menos favorable. El índice del viento de cola que elabora UCEMA, pese a haber resignado en noviembre -6,7%, continúa con signo positivo interanual, aunque leve: 1,2%, si bien en relación al promedio que tuvo en la gestión kirchnerista completa se encuentra -8,6% abajo. Las dos presidencias de Cristina Fernández de Kirchner fueron las acompañadas por los mejores vientos de cola, en cuanto a la receptividad de los mercados financieros y los precios de los commodities, tomando como referencia 2006. Pero Macri le sigue en orden de importancia, aunque la tendencia empezó a revertirse. Del superávit financiero al comercial En tal sentido, el estudio elaborado por CIPPEC sobre la evolución de la economía mundial plantea la necesidad de la Argentina de generar una estrategia de largo plazo para incrementar su superávit comercial. Para esto debe tomar cuatro medidas que, sostenidas en el tiempo, pueden marcar un rumbo de crecimiento para el país: 1. Atender las necesidades de los sectores productivos “sensibles”, procediendo a una exposición gradual de esas actividades a la competencia internacional, que asegure el tiempo requerido para su reconversión productiva y para la reasignación de recursos que eventualmente pueden volverse redundantes en esos sectores. 2. Poner el foco y el esfuerzo de la diplomacia política y económica en Brasil, el Mercosur y más en general América Latina como un destino central de nuestras exportaciones, en particular de las de manufacturas industriales. 3. Diseñar y comenzar a implementar una estrategia de desarrollo productivo que tenga como objetivo agregar valor a nuestra producción de commodities y permita diversificar nuestra oferta exportable de bienes y servicios transables. 4. Encauzar la relación con China en un sendero mutuamente provechoso. China es nuestro principal socio comercial y con este país tenemos actualmente un déficit de 7 mil millones de dólares, muy superior al que tenemos con cualquier otro país. “El objetivo de reinsertarnos en el mundo enfrenta vientos de frente por el retroceso de la globalización”, advirtió Rozenwurcel en el documento elaborado por CIPPEC llamado “Argentina y la evolución de la economía mundial”. Según el informe, “las condiciones actuales de la globalización por cierto lo dificultan severamente, tanto por la retracción del comercio internacional como por la incertidumbre que hace muy difícil calcular la rentabilidad esperada de las inversiones”. De ahí que Rozenwurcel recomienda planear y graduar cuidadosamente la reinserción a la economía mundial, “recurriendo al endeudamiento sólo como puente temporal al nuevo sendero de equilibrio externo”. Hace hincapié en que “el proceso de globalización atraviesa un momento crítico y la tendencia a la reaparición de diferentes formas de proteccionismo en muchas regiones del mundo, lo cual representa un d esafío para un país como el nuestro, que debe incrementar su superávit comercial para rebalancear sus cuentas externas y garantizar su sostenibilidad futura”. La recesión reemplazó al cepo No va a ser fácil. Del análisis del comercio exterior de nuestro país que realiza el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano surge que, a lo largo de los primeros 10 meses, el saldo positivo de casi US$2.000 millones se registró pese a la caída de un 2,1% en las exportaciones. Ello se debió a que las importaciones declinaron en un 8,2% por la recesión y la baja de los precios. “En un contexto general de caída de precios, la Argentina se benefició porque el precio promedio de sus exportaciones cayó 5,7%, menos que el de sus importaciones, que lo hizo en un 11,6%”, sostiene Víctor Beker, director del CENE, en el reporte. “Lo que llama la atención es que el volumen físico importado aumentara apenas 4%, pese a que se levantó la may or parte de las restricciones vigentes hasta diciembre de 2015. O sea que el parate económico de este año suplió a las restricciones cuantitativas del año pasado”. Del mismo modo, “la menor absorción por parte del consumo interno explica el aumento en torno del 30% en las cantidades físicas exportadas de cereales, principalmente trigo y maíz”, continúa. Por un lado, de hecho, el comportamiento de las exportaciones de granos, junto con el de los minerales metalíferos, explica el incremento del 13% en el total de exportaciones del sector primario. En cambio, el resto de los rubros tuvo comportamiento negativo. Pero además, se advierte una fuerte caída de las importaciones de bienes intermedios (14,6%), reflejo de la menor actividad industrial en el país. Cuando se analiza el comportamiento por áreas económicas, se observa un déficit de US$4.500 millones con China, de 2.500 millones con el Mercosur, de 2.260 millones con el NAFTA y de 1.082 millones con la Unión Europea. En cambio, fueron superavitarios los saldos comerciales con Egipto y los países del Magreb (3.000 millones de dólares), el Sudeste Asiático (2.900 millones), India (1.300 millones), Chile (1.300 millones) y Medio Oriente (1.200 millones). “En la eventualidad de tener que enfrentar restricciones en las exportaciones a Estados Unidos, la Argentina debería procurar reducir las importaciones provenientes de ese origen, para nivelar su balanza comercial con el NAFTA”, aduce el economista. En simultáneo, “debería incrementar sus ventas a China, contrarrestando la caída registrada durante el corriente año y reduciendo de este modo el déficit. Una mejora económica de Brasil debería empezar a revertir la caída sufrida por nuestras exportaciones a dicho destino”, señala Beker. “Por otra parte, llama la atención el bajo nivel de intercambio que la Argentina mantiene con Japó n y Corea del Sur, dos abastecedores de productos competitivos con los de Estados Unidos, y destinatarios de algunas de nuestras exportaciones primarias, cuyo volumen debería tratar de elevarse y diversificarse”, apunta. Además, supedita a un aumento en la producción petrolera y gasífera la reducción del actual déficit de la balanza energética. El último informe del CENE de la Universidad de Belgrano prevé un eventual panorama externo negativo en los años por venir, al que relaciona con el lema de campaña del presidente electo Donald Trump: “Estados Unidos primero” y sus promesas de crear “al menos 25 millones de empleos en una década” y de revisar el NAFTA, lo cual indica un giro hacia el proteccionismo industrial que impactará en el resto del mundo. Se trata de un viento en contra difícil de atravesar para la economía argentina. |
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