Libertad Económica… y mucho más (Índice Sintetia 2016)
Libertad Económica… y mucho más (Índice Sintetia 2016)
23 diciembre 2016 0
En mayo del año 2014 se nos ocurrió efectuar en esta casa un pasatiempo analítico que luego resultó tener bastante repercusión. Tratábamos entonces de poner en perspectiva el concepto de libertad económica que se define, valora y ordena en el ranking que regularmente publica la Fundación Heritage. Para ello, nos propusimos contrastar, de manera sencilla y poco académica, los 50 primeros países de dicha clasificación con los del ranking libertad de prensa y los del Índice de Desarrollo Humano. Construimos un sencillo índice sintético constituido por la suma de los respectivos rankings de cada nación en las dimensiones consideradas, y ordenamos los países de menor a mayor puntuación (cuanto menor, mejor).
Pretendíamos con ello corroborar nuestra intuición sobre lo que debería constituir una verdadera libertad económica: aquella en la que no sólo las transacciones económicas están libres de trabas y aseguradas jurídicamente, sino donde el resto de libertades civiles disfrutan de un elevado grado de madurez en su ejercicio, materializándose todo ello en una ciudadanía próspera, longeva, saludable y bien educada.
Posteriormente, la muy enriquecedora interacción con los lectores, y en especial con Javier Poveda y Lorenzo Gianninoni (@LorenzTrader en Twitter y coautor de esta entrada) propició un refinamiento de ese índice sintético mediante la inclusión de nuevas dimensiones, recogidas en los rankings Doing Business, PISA, Corrupción, Salud y Contaminación, que en esta edición hemos sustituido por el Environmental Performance Index de Yale. El top 10 final de aquel experimento analítico fue el siguiente:
Nuevos chicos en el barrio
Transcurridos dos años desde aquel experimento, hace unas semanas creímos llegado el momento de actualizar los rankings con los últimos datos disponibles y ampliar el espectro, siguiendo el mismo sistema. Decidimos incorporar a las mencionadas clasificaciones una dimensión económica adicional, a través de un ranking de deuda pública per capita; una dimensión geopolítica, mediante el índice Soft Power, así como tres indicadores de bienestar socioeconómico como son el World Happinness Index, el ranking Expat que mantiene HSBC y el State of the Internet Report 2016. En total, partiendo del último informe de Libertad Económica, hemos construido un índice sintético de 12 componentes, bastante completo.
En este punto, conviene recordar el disclaimer que hicimos en nuestra primera entrega: esto no es un artículo académico, sino un sencillo ejercicio destinado a reflexionar y que puede ofrecer (así lo esperamos) interesantes conclusiones. Somos conscientes que algunos de los índices que proponemos son a su vez compuestos y pueden incluir algunas de las dimensiones contempladas en otros indicadores. Hemos renunciado asimismo a ponderar los diferentes elementos, con el fin de no introducir más subjetividad que la de la propia elección de rankings. Que conste en acta.
Aclarado este punto, la tabla con los primeros países del ranking pueden descargarla haciendo clic en este enlace. El resultado resumido del Top 25 es el siguiente:
Analizando el ranking de 2016
Los datos actualizados más las nuevas dimensiones incorporadas no han introducido sustanciales cambios en la clasificación con respecto 2014, como por otra parte era de esperar. En la parte superior del ranking siguen figurando prácticamente las mismas naciones, aunque con algunos cambios de posiciones. Noruega (32ª en libertad económica) sube siete puestos para alcanzar lo más alto del podio, sustituyendo a Nueva Zelanda, que pierde 3. Entre los países que más mejoran del top 25 destacan Suecia (sube 9 puestos), la República Checa (+7) y España (+7). Entre los que más descienden, Japón (-12 puestos) y Estonia (-12), seguidos de Finlandia (-6) y Australia (-6). Insistimos: son movimientos entre líderes globales.
Hay dos excepciones notables: desaparecen del top 25 Hong Kong (número 1 en el Índice de Libertad Económica) y Lituania (13), para dar paso a Francia y Polonia. Estos dos países no destacan en sus respectivos puestos de libertad económica (75 y 39), pero escalan posiciones gracias a su fortaleza en otros indicadores. Se trata, no obstante, de un fenómeno aislado. De manera general, podemos comprobar como una elevada libertad económica convive con altos niveles de desarrollo humano, calidad institucional, educación, libertades civiles, posicionamiento global y bienestar social. Expresado con otras palabras: libertad económica, sin duda… pero mucho más.
Aunque debemos ser muy prudentes con las correlaciones, estamos convencidos que hay un potente entramado de causalidades que realimentan positivamente estos resultados. Así, de los primeros 25 países de nuestro ranking:
- 22 forman parte de los 25 países del mundo con mejores resultados en PISA
- 21 forman parte de los 25 países del mundo con más desarrollo humano
- 21 forman parte de los 25 países del mundo con menor percepción de corrupción
- 21 forman parte de los 25 países del mundo mejor posicionados en soft power
- 17 forman parte de los 25 países del mundo con más libertad económica
- 17 forman parte de los 25 países del mundo con mayor libertad de prensa
- 16 forman parte de los 25 mejores países del mundo países para hacer negocios
- 15 forman parte de los 25 países del mundo más felices
- 15 forman parte de los 25 países del mundo con mejor equilibrio medioambiental
- 15 forman parte de los 25 mejores países del mundo para los expatriados
- 15 forman parte de los 25 países del mundo con más calidad de Internet
La relación sigue siendo significativa, aunque algo menos robusta, cuando entramos en el terreno de la salud (12/25) y deuda per capita (9/17). De ahí la importancia de considerar todos los indicadores en su conjunto: estar liderando el ranking global no es casualidad, y se debe a multitud de factores interconectados, sin olvidar los históricos, políticos y geográficos.
Por ejemplo, es destacable que en ese grupo de 25 naciones no haya ningún país latinoamericano (Chile aparece en el puesto 29) ni africano, y que grandes potencias como Rusia y China anden lejos de la cabeza. De hecho, antiguas repúblicas soviéticas como Estonia (22), Lituania (28) y Letonia (31) superan a Rusia (35) en nuestro índice, al igual que otros miembros recientes de la Unión Europea, como son Polonia (25), Eslovenia (27), Hungría (33) y Croacia (34). Nos parece un hecho muy significativo, al igual que 15 de los 25 primeros países del ranking pertenezcan a la UE. Digno de reseñar en estos tiempos de euroescepticismo pertinaz.
Finalmente, no debemos olvidar la buena posición de España, 18 en nuestro top 25, con un avance notable con respecto 2014, como ya hemos comentado. Los españoles tendemos a ser derrotistas y a fustigarnos en extremo, con mucho dramatismo, sin darnos cuenta de que nuestro país resiste con robustez comparaciones globales en muy diversas áreas. A las pruebas nos remitimos.
Animamos a los lectores a reflexionar sobre todo ello y a aportar, como en la edición anterior, su grano de arena.
Bajando de las nubes.
“El césped del vecino siempre es más verde”.
O casi siempre nos lo parece, pero en este artículo no hemos querido contemplar ese césped sin saber el trabajo que hay detrás de su verdor. ¿Qué determina que existan culturas más libres, más ricas, más atractivas? ¿Son mejores porque son más ricas o son más ricas porque son mejores? ¿Cómo se puede cambiar o mejorar un país entero? Nuestro ranking nos da algunas pistas sobre ello, aunque no pensamos que sea sencillo replicar los mismos ingredientes con idéntico éxito. No se trata de envidiar a quien está mejor, sino de entender, aprender y, en la medida de nuestras posibilidades, implantar.
Vivimos en un tiempo donde un notable porcentaje de quienes nacieron en paz y crecieron con sus necesidades cubiertas pretenden desmontar, con etéreos planteamientos o vetustas medidas repetidamente fracasadas, aquellos principios en los que se cimentó su bienestar. Si todo nos parece debido y desconocemos los mecanismos básicos que generan (o hacen desaparecer) los recursos necesarios para vivir con dignidad; si la prosperidad es un derecho sin deberes; si la riqueza justamente ganada es objeto de culpabilización y escarnio público, corremos el riesgo de que triunfen aquellos que buscan explotar ese sentimiento de culpa, silenciando de paso nuestras opiniones y libertades.
Cuando nos dedicamos a soñar un lugar ideal para nosotros, lo hacemos por muchas razones. Pero no lo hacemos sin lógica. Sabemos perfectamente que si existen naciones con mejor nivel de vida que el nuestro suele ser porque, como hemos visto, sus ciudadanos comparten unos valores fundamentales y los disfrutan con libertad, responsabilidad, seguridad, salud, educación, trabajo y ocio.
También sabemos, pero nos cuesta mucho más reconocerlo, que tales mejoras no se logran sólo a golpe de Real Decreto, sino que implican esfuerzo, sacrificio y compromiso personal. Nuestros mayores nos lo enseñaron: nadie va a hacer las cosas por nosotros. El buen o mal proceder, por modesto que sea, está en nuestras manos, incluso en medio de las mayores dificultades.
Dicho esto, ¿nos ponemos ya manos a la obra?
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