REDESCUBRIENDO A CARLOS PELLEGRINI VIA BANCO NACIÓN

(...) En el año del bicentenario de la independencia nacional, el banco llega a un nuevo aniversario, el de sus primeros 125 años de vida, con un espíritu similar al que Carlos Pellegrini le confirió desde el momento mismo de su creación: ser una entidad al servicio de la Nación y no del Estado y un engranaje fundamental de cambio y de crecimiento para el país y todos sus ciudadanos. (...)".
Sergio Berensztein y Luis Secco

"(...) El Banco de la Nación Argentina fue una institución pensada por Pellegrini con un alto contenido innovador. Una característica que también caracteriza su pensamiento y su acción. Fue Pellegrini quien hace más de un siglo percibió la necesidad de acompañar el desarrollo agropecuario con el industrial. Por ello, resulta muy difícil no coincidir en el carácter de estadista que tenía. Es una combinación del estadista con el político, con un a concepción visionaria en el campo de la economía. La reforma política y social que él promovió, hacen de Pellegrini una de los prohombres más completos de la llamada generación del '80. A punto tal que su muerte genera un gran vacío político por muchos años en la Argentina. Hoy intentamos continuar su dirección y concretar sus propósitos. (...)".
Carlos Melconian

por ROSENDO FRAGA

Carlos Pellegrini, quien como Presidente de la Nación en 1891 creó el Banco de la Nación Argentina, fue un arquetipo de “hombre de estado” de la llamada “Generación del '80” y junto con Roca, constituyeron el “tándem” político que, entre 1880 y 1902, lideró el proceso político argentino.

Nace en Buenos Aires, el 11 de octubre de 1844. El origen europeo de sus padres, no fue un impedimento para encarnar el espíritu criollo del país. Su interés por la política, aparece ya en sus años del secundario, en el Colegio N acional de Buenos Aires, donde evidencia sus condiciones de liderazgo.

La Guerra del Paraguay, lo lleva a los campos de batalla, interrumpiendo sus estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Se encuentra en la gran batalla de Tuyuti –la más grande librada en América del Sur hasta hoy– cuyo relato, integra sus Obras Completas, publicadas por el Jockey Club al cumplirse el centenario de su nacimiento.

Retorna de la guerra para terminar sus estudios, graduándose con una tesis que ratifica su vocación política: “Derecho Electoral”. En ella, ya en 1869, propone corregir el fraude pero limitando el derecho de voto a quienes supieran leer y escribir, extendiéndolo incluso al voto femenino, si las mujeres cumplen con el mismo requisito.

Su carrera política en las filas del Partido Autonomista de Buenos Aires –liderado por Adolfo Alsina– es rápida y ascendente. Será legislador provincial, funcionario del Ejecutivo Nacional e integrante del Congreso de la Nación. En un año crítico; como lo fue el 1880, cuando la provincia de Buenos Aires, encabezada por su gobernador Carlos Tejedor, se alza en armas contra el Presidente Nicolás Avellaneda, desconociendo la elección de Roca para sucederlo, es él como Ministro de Guerra y Marina, quien juega un rol decisivo en los acontecimientos. Organiza y manda a las fuerzas nacionales que terminan venciendo a las de Buenos Aires, decide el traslado del gobierno nacional y los legisladores que le responden a Belgrano, para evitar caer en manos de las enardecidas milicias armadas porteñas. Junto con Roca, deciden la nacionalización de la Ciudad de Buenos Aires, que concluye siete décadas de conflicto entre ella y el interior del país.

Durante esta primera década de servicio público, va elaborando una visión económica sobre el país que tiene dos pilares: la confianza en el crédito público y el fomento y desarrollo de la producción. En el primero de ellos, su visió n coincide con lo que denominamos liberalismo, en la segunda con lo que entendemos por desarrollismo.

Durante la primera Presidencia de Roca, será legislador y Ministro de Guerra y Marina nuevamente, cargo que ejerce al terminar el período. La sociedad política entre ambos se hace más sólida en estos años. Son figuras que se complementan y articulan, uno es civil y el otro militar, uno porteño y el otro provinciano, uno elocuente y frontal y el otro callado y astuto.

Consecuencia de esta sociedad, es que Pellegrini es electo Vicepresidente como compañero de fórmula de Miguel Juárez Celman. Si bien el primero es su cuñado, para Roca el reaseguro de la lealtad política es del segundo.

Esta Presidencia dura sólo cuatro, de los seis años del período presidencial de entonces. Se inicia con una gran expansión economía, derivada del crecimiento de la economía y la gran incorporación de tierra productiva que había tenido lugar en primera Presidenci al de Roca.

Deriva en una gran crisis económica, por el exceso de crédito externo y la especulación. Como consecuencia de ella, la Banca Baring Brothers en Londres entra en crisis por la falta de confianza en la Argentina.

El país entra en default, la economía se frena y el descontento social aumenta. En este marco, tiene lugar la “Revolución del '90”. Pellegrini desde la Vicepresidencia y Roca desde el Senado –que a la vez mantenía fuerte influencia militar– dominan el alzamiento. Pero el Presidente Juárez Celman, debilitado, se ve obligado a renunciar. Pellegrini asume así la Presidencia en un momento muy difícil. Designa a Roca como su Ministro del Interior. Los roles institucionales pasan a ser inversos a los del período presidencial anterior.

La creación del Banco de la Nación

El nuevo gobierno se aboca al ordenamiento económico y polí tico, que deben ser resueltos al mismo tiempo. Sobre el final de sus 26 meses de vertiginoso gobierno, en un balance sobre el mismo, Pellegrini dirá que: “La Caja de Conversión, los impuestos internos y el Banco de la Nación, son tres creaciones a las que, vinculado su nombre, o mucho me equivoco, o serán los tres elementos que concurrirán a hacer posible la reorganización de nuestra situación económica, y a devolver a la Nación el crédito y el prestigio que ha perdido.”

Definida por el propio Presidente, la importancia de la creación del Banco de la Nación, cabe mencionar el contexto en el cual fue creado.

El extinto historiador Enrique Herz, en su libro “Pellegrini, Ayer y Hoy” editado con motivo del Centenario de la creación del Banco Nación, por el Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría con su auspicio, relata con detalle el clima de incertidumbre económica que se vivía en eso s días.

El diario La Nación - opositor moderado en ese momento- en su edición del 24 de julio de 1891 –Pellegrini ya lleva un año en el poder– decía: “Día de noticia sensacionales y de rumores de toda clase fue de ayer para la Bolsa. Se dijo… ¿pero qué fue lo que no se dijo en aquel centro? Se habló de grandes quiebras fin de siécle (fin de ciclo en francés), de crisis en Río de Janeiro, de emisiones nuevas, de renuncia del Presidente de la República y de la Junta de la Caja de Conversión, de…. en fin, se habló de todo lo que al lector se le ocurra que puede impresionar al mercado”.

Una semana más tarde, el mismo diario decía: “La situación económica no se despeja y a pesar de las esperanzas que empezaban a nutrirse, no se vislumbra todavía ni aun lejanamente el término de la crisis ni la solución de las dificultades que afligen al país. Un hecho tan inesperado como lamentable, la suspensión de pagos del Banco Inglà ©s del Río de la Plata, ha venido la pasada quincena a dar un golpe más a la situación, ya de por si tan delicada y grave que cualquier contratiempo, cualquier cosa insignificante causa los efectos más grandes”.

A mediados de octubre, el diario La Nación sostenía que “La situación financiera no ha experimentado la menor modificación y continúa en el mismo estado de gravedad que veníamos exponiendo hace muchas quincenas (el analista escribía con esta frecuencia). El oro sigue firme alrededor de 400, sin que nada consiga conmoverlo ni ablandarlo. La emigración continúa, el comercio sigue paralizado, las rentas de la Aduana no toman el vuelo que se había anunciado y con la prolongación de este estado desesperante, el país pierde cada día nuevas fuerzas y se reducen los elementos que podían facilitar la reacción”.

Es en medio de esta crítica situación, que el Presidente Carlos Pellegrini, toma la decisión de crear el Banco de la Nación. En el mensaje que envía al Congreso fundamentando su proyecto, –firmado también por su Ministro de Hacienda Vicente Fidel López– dice que será “un gran Banco Nacional que abarque su giro en la República entera” y “condición de vida para la industria nacional…..con el doble objeto de atender las exigencias del presente y del desarrollo económico del porvenir”.

Sostenía que el Banco, funcionaría con “todas las garantías de buena administración que una dura 
experiencia nos ha enseñado; dotado con un capital capaz de reanimar la paralización actual y de operar con todo el crédito de una institución solidamente fundada ha de inspirar y utilizar todo el capital que hoy se retrae: será sin duda el medio verdadero de iniciar una nueva era económica, y es de esperar que el día de su instalación marque la fecha en que la aguda crisis que nos abate comience a ceder, al influjo de todas las fuerzas económicas de la Nación, que habrán encontrado un punto de apoyo para desenvolver y superar los obstáculos presentes”.

El nuevo banco oficial, iba a sustituir al Banco Nacional preexistente, que estaba quebrado. El dictamen de la Comisión del Senado, determinó esperar, mientras se hacía una gestión para que capital extranjero lo capitalizara salvando su existencia. Pero las condiciones que se exigían eran inadmisibles.

Entonces avanzó el proyecto del Banco de la Nación Argentina. Para ponerlo en marcha con rapidez en estas críticas circunstancias, el gobierno proveyó el capital emitiendo un empréstito a cargo de la Caja de Conversión contra un bono del Estado. Pero como el público no llegó a cubrir el capital necesario, por falta de accionistas privados, se convirtió en banco estatal.

Una particularidad, era que tenía expresamente prohibido atender requerimientos del gobierno y para lograr que fuera utilizado al servicio del comercio y la producción, se le prohibió hacer operaciones con gobiernos provinciales y municipalidades, con excepción del gobierno nacional, al que no podría aportar más de dos millones de pesos.

El primer Presidente fue Vicente Casares, un destacado empresario porteño y el 24 de octubre el Senado prestó el acuerdo para su directorio, –inicialmente lo requería como ahora sucede con el del Banco Central–. Integrado por Amancio Alcorta, Francisco B. Madero, Juan Blaquier, José B. Guiraldes, Agustín Salvigni, Juan Lanús, Juan Drysdale, José María Rosa, Santiago Luro, Saturnino J. Unzué, Ángel Estrada, Guillermo Peats, Carlos Becú, Eduardo Bellemare y Guillermo van Eicken.

En los años siguientes, veremos actuando en la primera línea de la política a tres de ellos: Madero será Vicepresidente de Roca en su segunda Presidencia, Alcorta Canciller en el mismo gobierno y Rosa Ministro de Hacienda también en la segunda Presidencia de Roca y nuevamente en la de Roque Sáenz Peña.

Al declararlo instalado el 26 de octubre de 1891, ocho días después de sancionada su ley de creación, Pellegrini expresó: “He querido asistir al acto de instalación del Banco de la Nación, porque tengo fe en su destino y porque quiero que su primer directorio conozca a fondo cuál es el carácter y misión que los Poderes Nacionales han querido dar a esta nueva Institución”. Contra quienes sostenían que el Banco era sólo un instrumento para financiar las deudas que habían provocado la crisis, contestaba que la mayoría de las instituciones financieras de los países más desarrollados habían surgido en momentos similares para conjurarlos.

Ponía énfasis en destacar la decisión que ningún interés político interfiriera en la gestión, señalando que la composición del directorio lo evidenciaba, sin figuras provenientes de la política,- hasta ese momento,- sino de la economía y las finanzas. Sólo pedía al Banco que se ocupara de los “pequeños industriales”, a los que consideraba fundamentales para el desarrollo, a quienes les adjudicaba “un esfuerzo inteligente y perseverante”. Decía que el Banco tendría total autonomía y que la dirección quedaba sólo en manos de su directorio, sin interferencias del gobierno nacional.

En el año de Presidencia que le quedó a Pellegrini, el Banco se fue consolidando y extendiéndose a todo el país a través de sus sucursales.

Sus años posteriores

Termina su Presidencia el 12 de octubre de 1892. Ha logrado sacar al país de la crisis económica que vivía, encauzándolo también políticamente. Por esta actuación le quedó el apodo de “piloto de tormentas”. Pero sus políticas para sacar al país del default habían dejado descontento y ello se hacía sentir.

Fue sucedido por Luis Sáenz Peña (padre de Roque), en función de una solución urdida por el Presidente saliente y Roca para impedir que el hijo llegara a la Presidencia.

Vuelve al Congreso y en la revolución de 1893, marchará al frente de un contingente militar, destinado a reprimir la segunda revolución radical en Tucumán, mientras que Roca lo hacía al frente de otro sobre Santa Fe.

La crisis lleva a Luis Sáenz Peña a renunciar al sentirse incapacitado para controlarla. Asume el Vicepresidente José Evaristo Uriburu, quien terminará el mandato que finaliza en 1898. Para entonces, la candidatura presidencial de Pellegrini había tomado cuerpo. A seis años de su Presidencia, el país estaba creciendo y se reconocía su mérito en lograrlo. En ese momento, la guerra con Chile parecía inminente y casi inevitable. Ello lo lleva, en un gesto de generosidad y patriotismo, a renunciar a su candidatura para apoyar la de Roca, por considerarlo el ciudadano más capacitado para conducir el país en ese momento.

En esta segunda Presidencia de Roca, Pellegrini colabora activamente con él desde el Senado. Pero un proyecto para reestructurar la deuda externa del país, provoca la ruptura entre ambos, tras una asociación política que había durado más de dos décadas, siendo la clave de la estabilidad política del cuarto de siglo que va de 1880 a 1904. Roca presenta un proyecto de reestructuración, que es muy criticado y genera violenta oposición en las calles. Pellegrini lo defiende con vehemencia y valentía en el Senado, usando sus conocimientos económicos y su experiencia de gestión.
Pero la oposición crece en las calles y Roca comienza a dudar sobre su viabilidad política. Consulta a Bartolomé Mitre, figura prominente de la oposición, quien le aconseja retirarlo y sigue el consejo. Pellegrini entonces se siente traicionado y rompe con el Presidente.
Roca debilitado en términos políticos, no está en fuerza de imponer un sucesor propio, pero se encarga de impedir la candidatura presidencial de Pellegrini.

Sobre el final de sus días, ha revisado posiciones. Se suma a quienes piden el saneamiento del sistema electoral de las elites, pese a haberlo defendido durante la mayor parte de su carrera con argumentos prácticos. Visita EEUU y valoriza este país como modelo para la Argentina, lo cual plasma en una serie de artículos titulados “Cartas Norteamericanas”. Vuelve al Congreso y fallece al poco tiempo el 17 de julio de 1906 a los sesenta años.

El creador del Banco de la Nación Argentina, fue un modelo de hombre de estado, que supo conciliar la teoría con la acción, la política con la economía y el coraje con el intelecto, siendo esta institución, una de sus iniciativas más trascendentes, la que es hoy una clara manifestación de su visión de largo plazo como estadista.

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