PAGAR POR LA ENERGÍA QUE NO SE CONSUME

La llegada del verano con sus altas temperaturas trae consigo un fuerte aumento en el consumo de energía eléctrica. Esto exige al sistema eléctrico a niveles que no sólo comprometen su confiabilidad, sino que también generan altísimos costos e incrementan fuertemente las emisiones de Co2.
El desafío es, entonces, encontrar nuevas maneras de incentivar el ahorro energético. Hay soluciones muy desarrolladas en otros países que podríamos aprovechar en beneficio de todos. Concretamente, reconocer al consumidor un pago por la energía que no consuma.
En el sistema energético norteamericano este sistema está bien desarrollado. Allí, tal como ocurre en nuestro país, hay una gran diversidad de generadores. Algunos más costosos e ineficientes, otros con precios muy competitivos. La demanda eléctrica se modifica hora por hora: hay fuerte pico de consumo a la tarde y primeras horas de la noche, luego baja, vuelve a subir a la mañana, baja en las horas centrales del día y así sucesivamente. Y todo muy influenciado por la temperatura.
Para abastecer la demanda, se ponen en marcha primero los generadores con precios más baratos. A medida que la demanda eléctrica crece, se convocan otros generadores hasta llegar a los más caros de todos, que habitualmente son los generadores diésel. El generador que más caro produce energía marca el “precio de corte” de la energía en ese momento. Este generador más caro muchas veces es también de los más contaminantes. Por eso, los “picos de consumo eléctrico” no sólo generan altos costos al poner en marcha generación más cara. Además, ponen en riesgo la confiabilidad del sistema e incrementan las emisiones contaminantes.
Un tema sencillo
Hace más de 15 años se desarrolló en Estados Unidos y en otros países un mecanismo muy simple para morigerar el fenómeno de los “picos de consumo eléctrico”: Pagarles a los consumidores que ofrecen bajar su consumo en las “horas pico”. Hace poco se discutió cuál era el precio que debía pagarse. La Comisión Federal Reguladora de Energía (FERC, por sus siglas en inglés) dispuso que quienes dejen de consumir durante esos “picos” tiene derecho a cobrar el mismo precio que hubiera cobrado el generador por producirla. EPSA (una distribuidora) pretendió que se reduzca ese derecho a un precio menor. El caso llegó a la Corte Suprema, que en enero de este año avaló la postura de la FERC, favorable a los consumidores “ahorrativos”.
Más allá del caso específico, la lectura de esa sentencia nos trae ideas simples y rápidamente aplicables para hacer más eficiente nuestra conducta de consumo energético. ¿Por qué no implementar este premio al “no consumo en momentos de pico” en Argentina? No hay dificultades técnicas insalvables. Se lo podría aplicar de modo muy sencillo tomando lo ganado en experiencias internacionales. El impacto en la matriz energética, en la confiabilidad del sistema, en la reducción de costos y la reducción en la emisión de gases efecto invernadero sería rotundo y casi inmediato.
El consumidor (sea una gran industria, comercio o un domicilio particular) que baje su consumo en las “horas pico” recibiría un premio por ello. Un pago por la energía no consumida. Ello puede aplicarse tanto a la electricidad como al gas natural. La propia difusión y premios pueden implementarse con agregadores como los distribuidores y comercializadores sin inconvenientes.
Los consumidores en general y los argentinos en particular son cada vez más conscientes de que la energía es un factor escaso y caro de producir. Se merecen que les den mecanismos que los incentiven a mostrar capacidad de consumir responsablemente. El impacto positivo se verá de inmediato porque, como sabemos, la mayor fuente de energía es el ahorro.
Juan Bosch
Presidente de SAESA

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