Sobreprecios - Corruptelas entre empresas y Estado
Joaquín Morales Solá, en La Nación, abordó el problema de sobreprecios, en el marco de corruptelas entre empresas y Estado:
"(...) No menos de cuatro informes de la Auditoría General de la Nación (el último que se conoce es de 2008) alertaron al Gobierno sobre la falta de mantenimiento de los trenes, incluidos los frenos, y sobre los riesgos de accidentes mortales. El próximo miércoles, la Auditoría podría aprobar el último, tan fulminante y acusador como todos los anteriores. El Gobierno tenía en esos informes, mucho antes, los argumentos necesarios como para rescindir los contratos sin indemnización. En el informe de 2008, la Auditoría advirtió sobre la posibilidad de un descarrilamiento en un lugar determinado. Una fotografía de vías rotas acompañó la advertencia. Poco después, el descarrilamiento sucedió en el lugar que la fotografía había indicado.
El Gobierno ni siquiera leyó esos informes que advertían, en última instancia, sobre eventuales muertes de argentinos. La última noticia de la Auditoría que conmovió a Cristina Kirchner fue la que dio cuenta de que su otrora protegido Nicolás Fernández, un ex senador santacruceño, había recalado ahí como importante asesor, sin conocimiento de ella. Cristina ordenó que renunciara en el acto. Ya había vetado su reelección como senador. Algo sucedió entre ella y su sucesor en el Senado (Fernández heredó hasta el despacho de Cristina) que nadie puede descifrar.
¿Por qué esos empresarios jugaban, un día sí y otro también, con la vida y la muerte de los pasajeros? ¿Por qué no temieron por su prestigio y por su responsabilidad penal? Había en ellos una enorme sensación de impunidad, la certeza de que ellos y el Estado eran una misma cosa , contaron funcionarios que hablaron con los empresarios sobre los riesgos que corrían. Ahora, esos empresarios han caído en desgracia con los métodos clásicos del kirchnerismo: el Gobierno se exhibe como una víctima tan inocente como los muertos y sus familias. Presentarse como querellante en la causa (que es lo que hizo el Gobierno) sería un sarcasmo si no formara parte de un drama. Sólo pueden ser querellantes los particulares damnificados sin posibilidad alguna de ser investigados como culpables.
Fuentes judiciales aseguraron que difícilmente el juez Claudio Bonadio aceptará esa petición del oficialismo de ser querellante en una causa en la que podría ser cómplice o culpable. De hecho, Bonadío reclamó a la Auditoría General todos los informes que existen sobre la situación de los ferrocarriles. El presidente de la Auditoría, Leandro Despouy, que acaba de sofocar un intento de golpe de Estado de sus propios correligionarios radicales, se puso a disposición del magistrado. Bonadio no es Oyarbide, y decidió llegar hasta el fondo , dijeron en los tribunales. La querella del oficialismo, implícita contra los ex amigos Cirigliano, sucedió luego de que fracasara la estrategia de culpar al chofer de la formación, integrada por trenes que tienen medio siglo de mala vida. Víctima convertida en victimario.
Macri debería pensar dos veces si aceptará el traspaso de los subterráneos. Algunas de esas maquinas, construidas con madera, tienen 90 años y el sistema de señalización es más vetusto que el del ferrocarril. La recaudación tributaria acumulada desde 2003, durante los años del viento de cola más intenso que tuvo la Argentina desde la Segunda Guerra, es de unos 500.000 millones de dólares. Es una cantidad enorme de dinero que no se usó para mejorar la infraestructura del país, sino para hacer, en el mejor de los casos, caminos perdidos que van hacia ninguna parte, sólo para beneficiar a gobernadores o a intendentes amigos. Y también a empresarios igualmente amigos.
Los sobreprecios son una constante de las obras públicas, tal como lo denunció en su momento un ex gobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo. Por eso, Acevedo renunció a la gobernación. La mayor parte de esos recursos de la bonanza económica de casi una década sirvió para construir una sociedad subsidiada y para levantar una formidable maquinaria de poder y de control. Casi el 24 por ciento del total del gasto público se fue, en 2011, en subsidios (transporte, energía, empresas públicas y trabajos y subsidios sociales). (...)".
Tomado de www.urgente24.com 26.2.12
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