REFORMA DEL SISTEMA DE SALUD

El mutualismo pide pista entre obras sociales y prepagas


La Asociación Internacional de la Mutualidad y la Asociación Internacional de la Mutualidad intercedieron ante el gobierno de Mauricio Macri para que las mutuales y cooperativas dedicadas a la salud que actúan en el país desde hace 150 años se integren a la seguridad social de acuerdo con su rol de cercanía solidaria con las comunidades y no como competidora de las prepagas, como las situó un decreto de necesidad y urgencia firmado en 2011 por Cristina Fernández de Kirchner. Intentan convencer al ministro de Salud, Jorge Lemus, de que la reforma que se haga les dé un lugar de interacción de derechos y obligaciones sanitarias con los asociados, y a éstos les permita elegir las prestaciones aranceladas de las cartillas a través de un fondo solidario que constituya el Estado, en el que sí se encuentren en un pie de igualdad como opción con las obras sociales y las prepagas. El tema es difícil porque debería ser encuadrado en un cambio radical de concepto, según el cual el usuario no sea tratado como consumidor y la competencia no esté guiada por afán de lucro, sea de las entidades o de los profesionales.
Transcurrieron 4 horas de haber sido internado en el sanatorio Agote, de la calificada prepaga Swiss Medical para que el traumatólogo de Boca Juniors, Jorge Batista, lo opere con su equipo artroscópico de los meniscos de la pierna derecha (que se había lesionado jugando paddle), y Mauricio Macri ya continuaba con la agenda presidencial en la residencia de Olivos.

Como por precauciones del posoperatorio canceló el viaje relámpago que había programado para ir a ver el domingo 26/06 la final de la copa América a Nueva Jersey, EE.UU., quizá encontró el margen de tiempo para leer la carta que le envió el titular de la Asociación Internacional de la Mutualidad (AIM), Christian Zahn, a través de la Confederación Argentina de Mutualidades.

Aunque al estar también copiados el ministro de Salud de la Nación, Jorge Lemus; y el presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), Marcelo Collomb, de algún modo se habría tenido que enterar de la exhortación internacional a que el gobierno dé cabida activa al mutualismo argentino en “el marco de seguridad social en salud, como así también en protección de aquellos sectores atrapados en la informalidad laboral, que dificultan a miles de familias acceder a las mismas coberturas sanitarias que tienen los trabajadores formales”.

Estaba hablando de unos 7,2 millones de trabajadores de las áreas urbanas argentinas que trabajan sin acceso a los derechos de la seguridad social, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) elaborado con datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INdEC)..

Remitiéndose únicamente a estadísticas, en esta versión “ni-ni-ni” del sistema nacional de salud: están los desocupados, beneficiarios de planes sociales y trabajadores en negro que ni recurren al hospital público; ni los tienen obra social, como los empleados registrados; ni los que están en condiciones de afrontar la cuota mensual de una prepaga, como los 4,5 millones de compatriotas que superponen la afiliación a obras sociales sindicales con la atención de la medicina privada con fines de lucro para atenderse en clínicas, sanatorios y consultorios particulares.

En el eslabón que queda entre “las tres ni” revistan sin embargo unas 2.700.000 de personas, que reflejan en todo caso “la importancia y los antecedentes del mutualismo argentino en la protección social de la salud”,según sugirió el alemán de Hamburgo a Macri desde La Haya (Holanda), concepto que fue leído en la 35 Asamblea General de la AIM del 3 de junio último: “Serían las mutuales con sus recursos sociales, las organizaciones más aptas para brindarles parte de la protección solidaria en la prevención, promoción y prestaciones de salud de la que carezcan, complementando acciones y servicios con los sectores públicos(…)”.

Los epítomes sanitarios “ni-ni-ni” están constituidos por los llamados hospitales de comunidad: el Alemán, Español, Francés, Israelita e Italiano, entre los principales: complementan en forma más personalizada la asistencia del hospital público cobrando algún adicional por especialidades.
Comparadas las cobertura por similares de la medicina prepaga, un asociado a una mutual o cooperativa afronta costos entre 10% y 20% menores.

El principio de equidad se cumple cuando cada socio recibe la cantidad de servicios que hubiera pactado con la organización como contraprestación del pago de las cuotas sociales.

Federalismo de ocasión

Pasada las fronteras suburbanas, fueron cobrando importancia creciente estas organizaciones sanitarias intermedias de base solidaria a medida que se internan en las localidades para funcionar como alternativa a la salud pública, que generalmente está repartidas entre centros locales de atención municipal o nosocomios regionales.

El Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) tiene registradas en el país 104 cooperativas y 2.133 mutuales que brindan directamente servicios de atención de salud, más 69 de medicina integral.

En realidad, la AIM le brindó un apoyo al reclamo que viene efectuando la Confederación Argentina de Mutualidades desde que, por un decreto de necesidad y urgencia de 2011, el gobierno de Cristina Kirchner incorporó al mutualismo y las cooperativas que brindan servicios de salud en la ley de Medicina Prepaga, lo cual equivale a que se las considere igual que a las concentradoras Galeno, Swiss Medical u Osde, o las demás de tamaño menor pero que siguen siendo entidades con fines de lucro.

“Consideramos que esto no se ajusta a derecho, porque las mutuales son entidades democráticas, donde los asociados tienen una activa participación en el desenvolvimiento institucional”, le había explicado el titular de CAM, Alejandro Russo, al ministro nacional Jorge Lemus, en el marco del Congreso Nacional de Mutuales de Salud, que fue previo al evento mundial llevado a cabo en La Haya. 

El planteo repite (casi textualmente) los argumentos esgrimidos bastante tiempo atrás por el especialistaLuis Valladares al periódico Mundo Mutual: “Por ser (las mutuales) sin fines de lucro y por atender a personas de medianos recursos, no pueden ni deben estar reguladas de igual modo que las empresas lucrativas de medicina prepaga que han sido creadas para obtener beneficios económicos para sus inversores. Es decir que estas últimas forman parte del negocio de la salud”.

El ministro Lemus había sorprendido a los presentes en el salón Juan Pablo II de la Universidad Católica Argentina, en Puerto Madero, cuando dijo que “me siento aquí como en mi casa, porque debo señalar que hace treinta años que trabajo en una mutual. Y estoy orgulloso de ello, porque la historia del mutualismo, que comienza a mediados del siglo XIX, registra a las mutuales como las entidades más antiguas que prestan servicio de salud. Y este sector continúa hoy brindando este esencial servicio a la población”.

Desde ese lugar, anunció que “ya está publicada en el Boletín Oficial una estrategia de cobertura universal de servicios de salud en el que hay un sistema de vasos comunicantes, donde yo creo que el mutualismo tiene un lugar reservado, especial y fundamental”.

El funcionario anticipó, en cuanto a la cobertura universal de salud, que prevén cambiar los servicios prepagos y elaborar una normativa para las mutuales para diferenciarlas, lo cual haría que la prestación médica obligatoria (PMO) vigente desde que se sancionaron en los '90 las leyes de cobertura para las obras sociales y prepagas divida la cartilla entre las que no tienen cargo y aquellas a las que se aplican los copagos.

De acuerdo con los dichos de Lemus, quien manifestó referirse a la resolución 478, la idea sería que la PMO abarque un listado menor para las mutuales, o sea que prácticamente se manejen con bonos para las prestaciones no incluidas. 

Una radiografía del sistema de la salud en la Argentina muestra que lo brindan el Estado, las obras sociales sindicales, las empresas de medicina prepaga y las cooperativas y mutuales de salud organizadas por los propios futuros usuarios de los servicios. La característica de estas 2 últimas modalidades es que los asociados se integran voluntariamente para recibir el servicio de atención médica en sus diversas especialidades. Sus directivos surgen del mismo colectivo por elección de la masa social.Ello tiene suma importancia porque se debería cumplir con el principio de solidaridad y equidad en las prestaciones. Algunas de esas instituciones tienen consultorios propios y clínicas de internación. Otras funcionan como prepagas, derivando a otros hospitales a sus asociados. El principio de solidaridad, en cualquiera de esas 2 modalidades tendría que contemplar la atención preventiva de los asociados porque lo importante es tener socios sanos y no socios enfermos.

Empujón internacional

Ante la perspectiva de una reformas en ciernes fue que la AIM, junto a sus miembros, se puso a disposición de las autoridades nacionales “para cooperar aportando los conocimientos y experiencia”, en sus más de 60 años de vida, según le escribió Zahn a Macri.

Cuando llegaron a la Argentina traídas por los inmigrantes hace 150 años, las mutuales asistían a los miembros de sus comunidades ante casos de enfermedad, invalidez y fallecimiento como principales servicios. Es decir que la atención de la salud fue el objetivo principal que se inspiró basado en el esfuerzo propio y la ayuda mutua.

Pioneras en esa actividad y habiéndose constituido luego como complemento del hospital público, atienden a asociados que decidieron contar con una entidad que los protegiera en ese aspecto.
En la carpeta de experiencias internacionales figura, como antecedente más próximo, la reforma de la salud que aplicó en Uruguay la anterior gestión de Tabaré Vázquez, que es médico: creó un Fondo Nacional de Salud por el cual la población elige la mutual o prepaga, y esta recibe el estipendio, no en función del salario sino del costo que involucra brindar cobertura médica a esa persona. Por ejemplo, una mujer en edad fértil involucra un costo mayor por gestación. Los recién nacidos también por los controles que requieren. Luego ese valor baja con los chicos y jóvenes porque se enferman menos, con los adultos lo mismo, para ir subiendo con la edad. Es una curva en forma de U.

Los servicios del Estado también se organizaron de esa forma, como un seguro, y la gente puede optar por una mutual (parecida a las obras sociales argentinas), por una prepaga que se incorpore al sistema o por el seguro del Estado.

Además, esa cápita vinculada al sexo y edad se puede incrementar si el seguro cumple con metas prestacionales. Por ejemplo, si la embarazada recibe todos los cuidados, aumenta un 10 %. De esta forma se incentiva la práctica de promoción y prevención de la salud. Otro caso sería cuando hay casos de hipertensión o diabetes, si se mantiene al paciente bajo los controles y tratamientos adecuados, el seguro recibe un premio en la financiación.

Están también los casos de Francia, donde todos los ciudadanos tienen una “carte vital”, que es una tarjeta con un chip que registra todos los contactos del ciudadano con el sistema de salud. Por ejemplo, cuando le recetan un medicamento por hipertensión la receta no es en papel sino que queda registrada en el chip. Si el paciente luego no va a la farmacia el sistema lo detecta. En Suecia van más allá y llaman al paciente para reclamarle por no hacerse responsable de su propia salud. Esto es un giro paradigmático que se ve acelerado hoy por la crisis fiscal.

La salud ha sido concebida como consumo: le da derechos al usuario como consumidor, pero no fue hecha con ningún concepto sanitario, es decir, sin considerar que el ciudadano tiene deberes y si no se cuida afecta al Estado, que no puede aplicar esos recursos para otros casos.

Por descarte 

El régimen híbrido que funciona en Argentina deja a muchas personas en la encrucijada de quedar sin cobertura y verse forzadas a acudir al hospital público, que actualmente resulta insuficiente, y además, se halla colapsado por la enorme cantidad de personas que requiere sus servicios y la falta de atención a este problema por parte del Estado en cuanto a la necesidad de la ampliación de su infraestructura, equipamientos, personal, etc., lo que se ha agravado porque llegan a faltar elementos esenciales que impiden una atención adecuada.
Las mutuales, además de tener la obligación de cumplir con los requisitos que exige el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación, están reguladas por el INAES –Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social-, que les exige la presentación de un reglamento del servicio que deben someterlo a su aprobación, sin el cual no pueden prestar el servicio.

En el reciente Congreso Nacional de Mutuales de Salud, Russo mencionó el contenido de la misiva de la Asociación Mundial de Mutualismo al ministro Lemus y a Collomb, presentes en el acto de apertura.

La AIM es una organización que agrupa a mutuales de todo el mundo. Desde 1950, defiende los intereses de estas entidades, con su sede central en la ciudad de Bruselas, Bélgica.

A través, de sus 62 miembros de 27 países, ofrece servicios mutuales a 230 millones de personas en el mundo, y a 160 millones en Europa, además de estar presente en los continentes latinoamericano y africano, del cual CAM es socio activo.

En uno de los pasajes de la carta se plantea que “el principal objetivo de la AIM es la salud de las familias, procurando cooperar con los países interesados, medidas de acceso universal y de calidad médica”.

En este sentido, continúa, “el mutualismo en muchos países ha contribuido progresivamente a lograr estas metas para millones de personas y sabemos, por su historia, que también lo ha hecho en Argentina”.

Un paso adelante dio el mutualismo de la República Argentina en octubre del año pasado, cuando las 3 confederaciones que existían (Confederación Argentina de Mutualidades -CAM-, Confederación Nacional de Mutualidades -CONAM- y Mutualismo Argentino Confederado -MAC- se fusionaron en una única entidad de 3er. grado, poniendo punto final a una situación de dispersión que se prolongó a lo largo de más de 2 décadas. De ahora en más, tendrá una única voz de representación del sector.

En este proceso de unidad confluyeron el 95% de las federaciones existentes en el país. Y esto indica claramente el deseo de la gran mayoría del mutualismo argentino de unificarse y marchar todos juntos en la búsqueda de los objetivos.

Juntas intentarán convencer al gobierno, reforzadas por el espaldarazo internacional, de que construir sociedades más justas y equitativas donde desarrollar las mutuales y cooperativas es una tarea muy trascendente porque, en el caso específico de la mutualidad, son las verdaderas generadoras de los servicios hoy comprendidos en la seguridad social.

Fuente U24

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