Calvinistas siglo 21 visitaron a Francisco, quien retomó su ofensiva ecuménica

ENCUENTRO EN EL VATICANO


Importante despliegue en los medios de comunicación vaticanos acerca de la visita al papa Francisco de una delegación de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas. En cambio los herederos de Juan Calvino no tuvieron un vértigo similar: ¿menores expectativas o mayores limitaciones en los medios? Juan Calvino (bautizado Jehan Cauvin, latinizado como Calvinus), fue un teólogo francés, considerado uno de los padres de la Reforma protestante. De joven, él adhirió a los principios de Martín Lutero. Convocado por el pastor de origen francés Guillaume Farel, que tenía su sede en Ginebra (Suiza), profundizó conceptos claves en la diferenciación con la teología que enseñaba el Vaticano. Muchos luteranos de Francia, de Escocia y de Inglaterra, huyeron hacia Ginebra. Entre los protestantes escoceses, John Knox , quien integró un equipo que publicó la "Biblia de Ginebra", traducción al inglés, la 1ra. Biblia con notas teológicas al margen, que reflejaban el ministerio de predicación de Calvino, y fue la Biblia que los peregrinos del Mayflower llevaron consigo a América.
En el Vaticano, Francisco y la dirección de la Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas (calvinistas).
El papa Francisco reclamó "en forma urgente" un ecumenismo que, junto con el esfuerzo teológico que busca recomponer las disputas doctrinales entre los cristianos, promueva una misión común de evangelización y de servicio, según le manifestó a una delegación de la dirección de la Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas (calvinistas).

La Iglesia Calvinista original se había dividido en varias pero en 1970 las principales Iglesias sucesoras de la doctrina de Juan Calvino se unieron sin perder su independencia operativa. Así se creó la Alianza Reformada Mundial (WARC por su siglas en inglés).

Las Iglesias representadas en ella incluyen las Iglesias Congregacional, Presbiteriana, Reformada e Iglesias Unidas.

En febrero de 2006, Clifton Kirkpatrick, presidente de la Alianza Reformada Mundial; y Douwe Visser, presidente del Consejo Ecuménico Reformado, difundieron un comunicado conjunto, estableciendo la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR).

La mayoría de las denominaciones de tradiciones históricas de la reforma protestante como las anglicana, bautista, luterana, metodista y reformada, y una amplia representación de iglesias unidas e independientes integran el Consejo Mundial de Iglesias (CMI). La Iglesia Católica Apostólica Romana no es miembro del CMI, pero envía 12 representantes del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos a todas las conferencias así como a las reuniones del Comité Central y a las asambleas, cooperando en la preparación de materiales para la anual Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

Antes de la visita al Vaticano, en mayo, en la Iglesia Presbiteriana-Reformada de Luyanó, La Habana, Cuba, se reunió el comité ejecutivo de la CMIR, donde su titular, el reverendo Jerry Pillay, miembro de la Iglesia Presbiteriana Unida en África Austral, hizo hincapié en la agenda del Concilio General de junio/julio 2017, que ocurrirá en Leipzig, Alemania: “Tenemos que adoptar una visión más amplia y más profunda… a medida que continuemos con nuestra labor y nuestro testimonio como organización. Nuestros esfuerzos para renovar y transformar el mundo deben empezar con nosotros mismos si deseamos que se nos respete y queremos seguir siendo pertinentes a la hora de hacer frente a los desafíos de un mundo cambiante.”

El Papa

La reciente conclusión de la 4ta. fase del diálogo teológico entre la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas y el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, con el tema “La justificación y la sacramentalidad: la comunidad cristiana como artesana de justicia”, fue la excusa para el encuentro. Él dijo que el informe final destaca con claridad "el vínculo inseparable entre la justificación y la justicia".

“Me alegra ver que el informe final destaca con claridad el vínculo inseparable entre la justificación y la justicia -destacó el Pontífice de los católicos apostólicos romanos- En efecto, nuestra fe en Jesús nos impulsa a vivir la caridad mediante gestos concretos, capaces de incidir en nuestro estilo de vida, en las relaciones y en la realidad que nos rodea. Sobre la base del acuerdo acerca de la doctrina de la justificación, hay muchos campos en que reformados y católicos pueden trabajar juntos para testimoniar el amor misericordioso de Dios, verdadero antídoto frente al sentido de desorientación y a la indiferencia que nos circundan”.

Él recordó que ya transcurrieron 10 años desde que una delegación de la Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas visitó al entonces papa Benedicto XVI. Y ocurrió la unificación del Consejo Ecuménico Reformado y de la Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas, "un ejemplo tangible de progreso hacia la meta de la unidad de los cristianos", según Francisco, que agregó: "Un estímulo en el camino ecuménico".

Según él, "católicos y reformados pueden promover un crecimiento mutuo en esta comunión espiritual, para servir mejor al Señor".

El pontífice católico agregó que hay muchos temas en los que reformados y católicos pueden trabajar juntos, y que no se puede comunicar la fe viviéndola "de manera aislada" o "en grupos cerrados y separados", en una especie de "falsa autonomía y de inmanentismo comunitario". Así no se da respuesta –ha añadido– "a la sed de Dios que nos interroga y que está presente también en tantas formas nuevas de religiosidad".

De acuerdo al periodista vaticano Iacopo Scaramuzzi, Francisco apeló a los presentes: "Se necesita urgentemente un ecumenismo que, junto con el esfuerzo teológico que busca recomponer las disputas doctrinales entre los cristianos, promueva una misión común de evangelización y de servicio".

También indicó que desea que en un mundo en el que se experimenta a menudo la "desertificación espiritual", las comunidades católicas están llamadas a ser "ánforas que quitan la sed con la esperanza, ofreciendo juntos testimonio del amor misericordioso de Dios".

Y reconoció la urgente necesidad de un "ecumenismo que, junto con el esfuerzo teológico que busca recomponer las disputas doctrinales entre los cristianos, promueva una misión común de evangelización y de servicio. Ya hay ciertamente muchas iniciativas y buena colaboración en diferentes lugares. Pero todos podemos hacer mucho más juntos para dar un testimonio vivo ‘a todo el que pida razón de nuestra esperanza’: transmitir el amor misericordioso de nuestro Padre, que hemos recibido gratuitamente y estamos llamados a dar generosamente".

La crítica

El reformador francés Juan Calvino escribió, en su principal obra, Institutes of the Christian Religion [La Institución de la Religión Cristiana, 1536] su argumento de que el Papa es el Anticristo(Institución IV,7,25).

Eran tiempos de Pablo III (1534-1549), pero su crítica nunca apuntó a una persona en especial sino más bien en la institución papal: “Es cierto que el Romano Pontífice ha transferido impúdicamente a sí mismo las propiedades más peculiares de Dios y de Cristo y por tanto no puede haber duda alguna de que es el líder y el abanderado de un reino impío y abominable”.

En 1543 la facultad teológica de la Sorbona publicó 25 artículos que los candidatos a permanecer fieles a la Iglesia Católica tenían que suscribir como una especie de juramento. Al año siguiente, Calvino escribió una refutación de este resumen de la doctrina católica en su "Articuli a facultate sacrae theologiae parisiensi" [Artículos de la Facultad de Teología en París] citando cada artículo y proporcionando una revisión crítica.

El artículo XXIII del trabajo de la Sorbona trató de la primacía del Obispado de Roma y ensaya las pruebas católicas para la misma. En respuesta, Calvino arguyó que si bien las Escrituras hablan a menudo de Cristo como la cabeza de la Iglesia, nunca lo hacen en lo que concierne al Papa.

El concepto de Calvino: La unidad de la Iglesia está fundamentada en un Dios, una fe y un bautismo (Efesios 4:4), pero no hay ninguna mención a la necesidad de un Papa para que la Iglesia sea la Iglesia. Por otra parte, en la enumeración de los ministerios y cargos de la Iglesia, Pablo no dice nada acerca de un presente o futuro Papado. Pedro fue un condiscípulo de Pablo, no su líder (similar a un papa). El Obispo Universal de la Iglesia es Cristo únicamente. A esta evidencia bíblica de la jefatura de Cristo, Calvino agrega una referencia histórica a algunos escritos patrísticos que respaldan el mismo punto de vista del Nuevo Testamento.

Incluso Cipriano de Cartago, a quien se considera frecuentemente un Padre de la Iglesia que favoreció una forma temprana de Papado, llama al obispo de Roma “hermano, compañero cristiano y colega en el episcopado”, demostrando así que no tenía en perspectiva la clase de primacía que más tarde se atribuyó al Papa.

En otra de sus obras "Vera Christianae pacificationis et Ecclesiae reformandae ratio" [La pacificación de la verdadera Iglesia Cristiana debe ser reformada, 1549], Calvino dedica una sección al Papado. Critica la lectura estándar católica de Juan 21, un texto del Nuevo Testamento que está considerado como uno de los cimientos bíblicos del cargo papal.

Al comentar este pasaje, Calvino constata que el mandato triple a Pedro de pastorear a las ovejas debe relacionarse con la triple negación de Jesús por parte de Pedro. Este cometido de pastoreo no es exclusivo puesto que Pedro impulsa a los ancianos a hacer lo mismo (1 Pedro 5:2). Además, según Calvino el Papado queda totalmente invalidado porque en el Nuevo Testamento no hay ningún mandato dado a Pedro para encontrar sucesores en un sentido jurídico. Para conservar la unidad de la Iglesia, Cristo es todo lo que necesitamos. Calvino comenta después sobre la elección de Roma como la localidad preferida para la Sede del Papa. “¿Por qué Roma?” pregunta Calvino.

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