EL PRECIO CARO DE LA NAFTA FAVORECE A SHELL

'EFECTO ARANGUREN'

A más cara la nafta, mejor para Shell, que gana a Axion y OIL

Al ministro de Energía, Juan José Aranguren, cuando era CEO de Shell, le gustaba tener las naftas Premium más caras que la competencia, aunque vendiera menos, cuando era Ceo de Shell. Era una política comercial que ponía el acento en la reputación de calidad del combustible, antes que en el precio, lo que le permitía maximizar ganancias, sobre todo porque la presión para importar el faltante se la trasladaba al líder del share, en este caso YPF.
Shell estaba más preparada que el resto para el nuevo escenario.
Seguir encareciendo los precios de los combustibles, invirtió los términos del mercado: ganaron terreno los de menor precio sobre los más onerosos. Las súper sobre las Premium. Pero reapareció la común, la de 87 octanos, que Shell nunca había dejado de producir en la refinería y le permitió picar en punta en la incipiente nueva tendencia.

No se sabe si él convenció al presidente Mauricio Macri o fue al revés cuando viajaron en la primera parte del año a Estados Unidos, pero desde entonces aumentaron las naftas en el país de tal modo que acumulan 31%, lo cual las ubica entre las dos más caras de la región. 

La consecuencia fue que las ventas declinaron 16%, según datos de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos (Cecha), lo cual alivió la factura importadora.

Dando cátedra de marketing desde la función pública, el hoy ministro Juan José Aranguren explicó: "Si el consumidor considera que este nivel de precios es alto en comparación a otros gastos de su economía, dejará de consumir". Y le puso puntos suspensivos al análisis, que la compañía a la que prestara servicios antes de ser ministro llenó con otro axioma del comercio: “Si un producto se encare, el consumidor busca el más bajo”, y así fue como se volcó a la nafta de 87 octanos que aún permanecía en la fila de los surtidores en sus estaciones de servicio, cuando en otras marcas ya no se comercializaban desde hacía rato.

Hasta antes de los 4 incrementos que lleva aplicados Macri en los combustibles en estos 5 meses, que se sumaron a los que venían del reajuste económico de Kicillof de 2014, las preferencias del automovilista se inclinaban hacia los de mayor pureza y potencia, una tendencia que se profundizaba desde hacía años y que las petroleras aprovecharon para promocionar, a caballo del recambio del parque automotor y el lanzamiento de nuevos productos.

Pero la corriente se cortó cuando la renovación del auto dejó paso a otras necesidades en la sociedad y el aumento de los precios de las naftas obligó a los automovilistas a exprimir su imaginación para poder seguir circulando.

Muchos optaron por el GNC; en las provincias de frontera son miles los que cruzan a los países vecinos para aprovechar los beneficios que ofrece el cambio, otros comparten sus vehículos de modo de repartir los gastos del traslado y los más, luego de meterse en cuanta ventaja promocional aún subsiste, cambiaron de fila en la estación de servicio pasándose del surtidor Premium, al de la súper o directamente al de la común.

Rápidas de reflejos algunas compañías petroleras advirtieron que el contexto económico ofrecía la posibilidad de reflotar un producto que tiempo atrás estaba en vías de extinción. Es así como volvieron a instalar en los surtidores la nafta común o grado 1, un producto de menor octanaje que la súper, pero que puede utilizarse sin inconvenientes en rodados con cierta antigüedad.

Desde el año pasado, Refinor retomó la comercialización de este derivado en forma intermitente. Fuentes del sector estiman  que esta medida obedece a cuestiones técnicas de la destilería de Campo Durán debido a las falencias para suministrarse de crudo apto para el procesamiento de combustible.

Pero Shell nunca dejó de producirla en sus refinerías. Durante 2015 procesó 26.000 metros cúbicos y este año ya lleva destilados 6.000. El mismo volumen acumulan las ventas de los tres primeros meses de 2016 aunque sólo 700 fueron destinados al segmento de estaciones de servicio.

“Es un producto que se vende en el mercado interno, en su mayoría por el canal de industrias y en casos muy puntuales en estaciones de servicio. A pesar de ser un sector pequeño en términos de volumen y que es abastecido por diversos oferentes en el mercado local, mientras exista demanda razonable, la seguiremos abasteciendo”, explicaron desde la empresa a surtidores.com.ar.

Actualmente, en las pocas localidades en las que se despacha, la nafta común cuesta 2 pesos menos que la súper. Representa un ahorro de hasta 100 pesos por tanque, un buen argumento para aquellos que aun puedan cargarla sin dañar el motor de su auto.

Lo cierto es que su permanencia en los surtidores tiene poco vuelo, ya que el nuevo parque vehicular demanda combustibles con mayor poder antidetonante como el que ofrecen los productos con más octanos. Pero Shell estaba preparada para primerear al resto.

Así, con una caída del 16% en el expendio general de combustibles en el quinto mes del año, la súper concentra el 61% de las ventas, cuando a fines de 2015 representaban el 53%, según Cecha. La Premium bajaron al 39% del 47% que tenían el año pasado.

Y asoma las de menor precio, la común, empezando por su reaparición en la oferta cotidiana y por el despacho más fluido donde la reputación de calidad tiene un lugar en el imaginario del automovilista, como es el caso de Shell.

En el renglón intermedio de las súper, hasta el año pasado AXION y Oil Combustibles habían sido las únicas en obtener un saldo positivo del 10 y 17.3 % respectivamente. El resto de las banderas, en cambio, había retrocedido: YPF y Shell en un 3.4 % negativo y Petrobras, 2.1 %. Por lo que se ve ahora, la ecuación menor precio-confiabilidad al elegir el tipo de combustible a cargar revirtió el panorama, y la compañía angloholandesa es la que conjuga mejor la mezcla y, además, corre con el caballo del comisario

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